jueves, 4 de diciembre de 2014

Sumas y restas preelectorales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-04/12/14)

Otra vez en vísperas de un nuevo inicio de una nueva campaña para unas nuevas elecciones, no queda otra que combatir el tedio que provoca la brutal gimnasia electoral, ensayando comentarios acerca de algunos de los flamantes candidatos. La candidatura que más me ha sorprendido ha sido la de la gobernación de Santa Cruz por el MAS. Después de la significativa victoria oficialista en las elecciones generales, estaba seguro de que el partido de gobierno iba a apostar el todo por el todo para consolidar su poder territorial, haciéndose de la gobernación de Santa Cruz. Para conseguir aquello, necesitaban un candidato fuerte que pudiera hacerle frente de igual a igual a Rubén Costas en su propio electorado; pensé también que Reymi Ferreira tenía el perfil adecuado, y que su paso por la cumbre podía haber sido la antesala de una candidatura. La postulación de Rolando Borda, un dirigente sindical al que mucha gente ni siquiera conoce en Santa Cruz, me descolocó completamente, pero más que el nombre, me llamó mucho la atención la manera en que el presidente Morales lo presentó. Jamás había visto una postulación en la que el jefe del partido le dice a la prensa que como fulano y mengano no me aceptaron la candidatura, entonces les presento a este otrito que sí aceptó. Lo desahució de entrada, entregándolo a los lobos para que se lo morfen. Y como yo siempre pienso mal para acertar, se me ocurre que la elección del candidato es un “error” premeditado, y que, entonces, el gobierno tiene el esquema cruceño bien amarrado con Rubén Costas, y que se sentirá bien cómodo con su reelección. En Cochabamba, por el contrario, se siente un compromiso personal del presidente para manejar directamente la gobernación, y por eso la elección de alguien muy cercano y de mucha confianza como Iván Canelas, que a duras penas pudo salir del ministerio de comunicación, y que hoy debe volver a la arena pública. En Tarija el misterio parece resolverse y todo indica que el Negro Montes y Rodrigo Paz irán solitos, lo que confirma que las ganas de aliarse con Unidad Demócrata no abundan en ninguna parte. Y en La Paz, Felipa Huanca, la bartolina del MAS parece no tener rival por delante; a mi modesto juicio, Samuel Doria Medina debería ser candidato a la gobernación, y así esclarecer las dudas acerca de su liderazgo y peso electoral. En cuanto a la alcaldía, el MAS ha dado un paso hacia adelante y dos pasos hacia atrás para enfrentar a Revilla, que arranca como favorito con partido muevo y plena libertad de acción. El primer paso ha sido hacia adelante, eligiendo a Guillermo Mendoza, un muy buen candidato que con una buena campaña y el apoyo del aparato del MAS, le puede complicar la vida a Revilla. Los dos pasos hacia atrás, han sido la decisión de tomarse la alcaldía sin haberla ganado en las urnas. El alcalde del MAS será el concejal Omar Rocha, que durante su interinato se convertirá en potencial amenaza para el candidato Mendoza. Rocha se va a enfrentar a una ciudad difícil en plena época de lluvias, bajo la presión de la gente que le imponga el partido, bajo la lupa de todos los que piensan que no tiene derecho a interrumpir la continuidad institucional de la ciudad, y ante una gran estructura municipal adversa, que seguramente le regará el camino de piedras y palitos. Si a eso se le suma el carácter volátil e impredecible del concejal, las posibilidades de que se mande alguna embarrada son enormes y el costo político electoral caerá directamente sobre el candidato Guillermo Mendoza. Podría darse entonces la paradoja de que el alcalde interino del MAS termine garantizando la victoria de Revilla.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Tragedia, catástrofe, drama y resignación (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-20/11/14)

Se han juntado un bebe abandonado, el sistema de salud y el sistema judicial bolivianos. El bebe ha muerto, y la tragedia se ha convertido en una catástrofe (en esos términos se ha referido al hecho Eduardo Pérez, con mucho acierto). A ese triángulo explosivo se han sumado además los medios de comunicación y el resultado nos tiene a todos llorando; llorando de pena, llorando de rabia y llorando de impotencia. El dolor y la bronca nos han enceguecido y nos tienen apretamos los puños pidiendo castigo a los culpables, sin darnos cuenta quizás, que los culpables somos todos. En el fondo quizás todos seamos corresponsables, como colectividad, de haber permitido la acumulación endémica de problemas que han convertido a nuestra justicia y a nuestro sistema sanitario en verdaderos jinetes del apocalipsis. Por una u otra razón, hemos dejado pasar muchas oportunidades de resolver, por lo menos parcialmente, los males de fondo que aquejan a estas dos instituciones. El caso del bebe fallecido es una tormenta perfecta en la que han confluido todas las falencias, a tal grado que probablemente nunca sepamos de verdad qué fue lo que realmente ocurrió. No me prestaré al juego de la especulación, tratando de adivinar quién fue el culpable es un escenario en el que probablemente todos han fallado. El hogar de acogimiento, los hospitales por los que pasó la guagua, la policía, la fiscalía, el ministerio de justicia y también los medios, todos han contribuido con sus errores y sus falencias, a que éste caso se convierta en un emblema de este drama que nos afecta a todos. El verdadero drama, a riesgo de parecer insensible, no tiene que ver exclusivamente con la muerte del niño, ni con la condición y la necesidad de castigo a quien haya podido causarle la muerte (hipótesis que todavía ni siquiera se ha comprobado). El drama tiene que ver con dos factores esenciales en la vida (la salud y la justicia), cuyas instituciones se encuentran en pleno colapso, y en nuestro estado de indefensión y paralización al respecto. El sistema de salud, el público y el privado, es una lágrima que no responde a las mínimas necesidades de la población y que adolece de todas las falencias numerables. En plena época de supuesta bonanza, la inversión y el gasto en salud no son ni una fracción de lo que se requeriría para recuperar el tiempo perdido y revertir la situación. Cuando se realizan inversiones, se hace lo único que sabemos hacer, edificios de cemento que, llegado el momento no se pueden equipar y menos aún dotar de personal capacitado, bien formado y bien pagado. Con la justicia el asunto es peor: Los únicos cambios y esfuerzos que se han hecho han sido para agravar su uso político; el día a día sigue a cargo de verdaderas mafias corporativas. El mismo presidente ha sido siempre muy autocrítico con los resultados obtenidos en el área de salud, y en lo que se refiere a la justicia, Carlos Romero, ex ministro de todo y actual senador electo, ha afirmado recién públicamente que después de las reformas ensayadas, se encuentra peor que antes. Si bien es cierto que el tema no se puede atribuir únicamente a este gobierno, resulta difícil entender cómo es que los bolivianos estamos dispuestos a sentirnos orgullosos de satélites espaciales, centrales nucleares y palacios presidenciales faraónicos, mientras sufrimos todos los días la virtual inexistencia de salud y justicia. Parecería que pensamos que las soluciones son imposibles o, peor aún, que las encontraremos en la cadena perpetua o en la pena de muerte.

jueves, 6 de noviembre de 2014

La Argentina de Tinelli (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-06/11/14)

Yo crecí disfrutando la cultura argentina. Quino, Les Luthiers o Charly García eran un referente importante en nuestra manera de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos. Una buena parte de mi generación no solamente tuvo fuertes vínculos con esa hermosa clase media ilustrada en la Argentina, sino que incluso llegó a reivindicar como propia esa cultura, frente a esos otros que en aquella época admiraban solamente lo gringo o lo que se parecía a lo gringo. Mi viejo le tenía también un entrañable cariño a la Argentina de Gardel y de muchos otros grandes de la música y de las letras; esa historia familiar, sumada a una niñez llena de Billiken, Patoruzito, Mafalda y una gloriosa historia futbolística, nos mantuvieron siempre muy cerca de un país por el que sentíamos sana admiración. Hoy, esa admiración se ha convertido en pena y compasión. No se puede sentir otra cosa frente a una noticia que da cuenta de que Marcelo Tinelli fue distinguido como “Personalidad Destacada de la Cultura” por la legislatura de Buenos Aires. ¿Qué cosa tan tremenda le ha podido ocurrir a un país para llegar a algo así? ¿Algún día imaginamos que los estragos de dos décadas de menemismo y kirchnerismo serían tan monstruosos? ¿Habrá salvación posible todavía para una sociedad que comete ese tipo de aberraciones? ¿Son estos los prolegómenos del fin del mundo, por lo menos tal y como lo conocemos? Realmente es una tragedia bíblica premiar con reconocimiento a la cultura a un personaje farandulero que representa justamente a la anticultura. El señor Tinelli, sus programas y los canales de televisión que los producen, son más bien un monumento a la ignorancia y a la ordinarez. Y como toda ignorancia es ante todo, atrevida, Tinelli representa el atrevido culto a la ignorancia. Tipos como él son los que tienen convencidas a las grandes audiencias que ser un bruto está muy bien, y que la reflexión crítica es cosa de perdedores. Él es el modelo del winner que se lleva el mundo por delante, no a pesar, sino gracias a su liviandad a su ignorancia y a su falta de compromiso con todo lo que no sea útil. Ese personaje, aparentemente cándido e inofensivo, es parte esencial de la maquinaria compuesta por los medios, los auspiciadores y la gobernación que lo premió, para fomentar premeditadamente una sociedad de idiotas que renuncie a su derecho a pensar y actuar con libertad, para entregarse plenamente al consumo de lo que sea. El hombre en realidad es una pieza fundamental en el modelo que apunta a la idiotización masiva y a la estandarización de la ignorancia como condiciones ideales para el éxito del marketing; por eso el premio no es accidente o casualidad. ¿Mal de otros, consuelo de tontos? Creo que sí, porque en casa no andamos mucho mejor; basta con ver nomás la cantidad de brutos adictos a Tinelli y, peor aún, la colección de imitaciones de Tinelli que nos ofrece la televisión local. El referente a seguir, tanto de productores como de conductores, son los shows de Tinelli, con resultados tristes y penosos. En plena “Revolución Democrática y Cultural” (¿se acuerda usted del cuentito ese?), estamos siguiendo los mismos pasos, orgullosos de que nuestra sociedad sea cada día menos sociedad, y cada día más mercado. Todo, a cambio de unos pesos y de la ilusión de que ahora somos ricos.

jueves, 30 de octubre de 2014

El premio gordo (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-30/10/14)

Cuando se practica la política del toma y daca por encima de las ideas y de los principios, no hay cuenta que no llegue y que no se deba pagar. Cuando se vende el alma al diablo a cambio de votitos y contribuciones para conseguir mayorías parlamentarias a como dé lugar, el diablo puede tardar, pero finalmente llega y cobra lo prometido. En el caso de los transportistas y el gobierno la cuenta llegó rapidito. Los “chóferes” no esperaron ni siquiera que se levanten los platos de la mesa para mandarle la factura de su apoyo al presidente, aún antes de recibir sus credenciales como flamantes parlamentarios oficialistas. El gesto es grosero y de mal gusto como casi todo lo que hacen los transportistas, pero ilustra muy claramente la nueva naturaleza del gobierno y el modus operandi de las corporaciones al momento de reclamar su tajada de la torta. Y si así actúan ahora, que todavía hay platita para repartir, habrá que imaginarse nomás lo que harán cuando el bolsillo estatal apriete. El premio que reclaman los gordos y brillosos dueños del volante no es poquita cosa: reclaman que se les regale inmediatamente ni más ni menos que el 50% de la propiedad y de las utilidades del teleférico. El perdonazo de las multas tránsito y la liberación de las inspecciones técnicas había sido un pequeño entremés; el plato fuerte es el teleférico. ¿O en qué cosita más estarán pensando? El cobro electoral no proviene de un chisme, de un trascendido de prensa, ni de un rumor de los pasillos del poder; lo alarmante es que la descabellada demanda ha sido producto de una reunión de evaluación electoral entre los brillosos y, ¡el mismísimo presidente! Esta exigencia, realizada con un atrevimiento solamente explicable en su nueva calidad de cogobernantes, se asienta en el frágil argumento de que, como el teleférico los ha perjudicado, sus socios del MAS deben compensarlos inmediatamente en contante y sonante, con la mitad de una inversión de más de 300 millones de dólares, y además el control del negocio; ¿no se van con chiquitas, verdad? El vértigo del poder se ha desbocado; ni siquiera se ha terminado el cómputo de votos de las elecciones y ya se exigen los premios mayores; en éste caso una obra que, a su vez, ni siquiera ha sido correctamente terminada. Los réditos de la obra concebida para conquistar el voto de los paceños se quieren cobrar ahora y rápido, y así lo confirma la precandidatura a la alcaldía por el MAS, del gerente del teleférico. El ejecutivo de apellido impronunciable está en todo su derecho de disputar la alcaldía, pero lo más sano sería que antes de que comience la campaña, aclare a profundidad las razones por las que se inauguró el servicio a medio terminar. Creo coincidir con muchísima gente en que, al margen de las recurrentes fallas en el funcionamiento de la línea amarilla (que me obligarán a usar pañal la próxima vez que mis hijos me obliguen a subir), la no conclusión de obras en las estaciones no puede ser atribuible a la “mala suerte”. Creo entonces que sería saludable que comience su carrera electoral explicando en detalle el cronograma y el cumplimiento de plazos del proyecto y, si hubo retrasos, el grado de responsabilidad de la empresa y/o de los contratistas. Y lo más importante, quién tomó la temeraria decisión de poner en marcha una línea a la rápida, atendiendo consideraciones electorales antes que técnicas. Si no fue él, sería bueno saber por lo menos quien fue.

jueves, 23 de octubre de 2014

Una tablita de precios como oráculo político (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-23/10/14)

El 12 de octubre la realidad nos permitió constatar una vez más que no son las encuestas ni los escrutinios los que nos dirán quién será o quién seguirá siendo presidente de nuestro país. El trámite electoral fue en verdad medio inútil porque los resultados estuvieron siempre cantados, y para darse cuenta de ello no había que ser experto en encuestas ni en marketing electoral; simplemente había que mirar alrededor con atención, quitándose de encima los viejos preconceptos que llevaron las cosas al estado de situación actual. Mi modesto consejo: para saber quién será el presidente, usted tiene que leer el periódico, pero no la sección política ni la sección editorial; usted obtendrá la respuesta revisando la sección económica, dentro de esa sección la parte internacional, y para ser más específico, la parte que informa acerca de las cotizaciones de los precios internacionales de las materias primas. Lo único que estaba en juego en esta elección era el asunto de los dos tercios. Al MAS le fue en términos generales tremendamente bien en todo el país, considerando que están en el árbol desde hace nueve años y los números parecen decir que han sido nueve semanas en vez de años; prácticamente no han sufrido desgaste en el tiempo y eso es impresionante. Pero por muy bien que les fue, les faltó un poquitito para los dos tercios; creo en realidad que tenían previsto este pequeño inconveniente, y por eso designaron al actual Tribunal Supremo Electoral, que se ha ocupado de darles el necesario empujoncito final hacia la tan preciada cifra. Podemos suponer también que si aquello no funcionaba la solución tampoco sería complicada: sacar la billetera y comprar los asambleístas de oposición necesarios. Este pequeño gran fraude le permite al gobierno reformar todo lo que tenga que reformar, cómo le dé la regalada gana, para abrir las puertas de la reelección indefinida del presidente, siempre y cuando la sección internacional del periódico no les diga lo contrario, porque convengamos, ellos también saben que su permanencia en el poder está ligada a lo que canten los numeritos de esa tablita. Si los precios del gas, de los minerales y de la soya (80% de nuestra economía) se mantienen más o menos en los niveles actuales, nuestro astuto presidente será reelegido las veces que quiera. Si los precios no caen en cien años, será presidente por cien años. ¿Y qué dicen estos precios hoy? Pues bueno, la tendencia a la baja de los minerales ya lleva más de un semestre, y en el caso del gas las noticias tampoco son del todo buenas; los entendidos dicen que será muy difícil que los precios recuperen los niveles alcanzados en las mejores épocas, y que, por el momento todo indica que la tendencia seguirá a la baja. En todo caso siempre se debe estar atentos a la agenda internacional, en todos los temas sensibles para el precio del petróleo y del gas. Con este pronóstico del tiempo algo sombrío, las cosas se pueden comenzar a complicar para el gobierno en el transcurso de los próximos cinco años; nada será inmediato; nada será inmediato; incluso si los precios se derrumban de la noche a la mañana, nuestra economía puede resistir y conservar las apariencias por un par de años. Pero una baja sostenida de precios causará de todas maneras un frenazo en el crecimiento económico (que fue más jauja que desarrollo), y le cambiará completamente el menú del día al presidente. Una economía en enfriamiento lo obligará a hacer gestión y a enfrentar a todas las bestias que él mismo alimentó durante una década. La cosa ya no funcionará en automático con él subido en al avión haciendo campaña y dando órdenes. Tendrá que hacer la parte aburrida que hasta ahora no tuvo necesidad de hacer, es decir gobernar.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Constataciones postelectorales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-16/10/14)

Es imposible hacer algún tipo de análisis post electoral, sin antes dedicarle unas líneas al Tribunal Supremo Electoral. Lo de supremo le quedó grande, y si algo tuvo de suprema su actuación, fue en términos de ineptitud y parcialidad. El vergonzoso desempeño de una institución que tanto costó enderezar, significa sin duda un retroceso significativo para la democracia boliviana. Si a los vocales les quedara una pizca de vergüenza y dignidad, deberían renunciar colectivamente, pidiendo disculpas a los millones de bolivianos que han sentido que su vocación democrática ha sido defraudada y engañada (aunque hayan votado por el ganador). Pero todos sabemos que nada de eso ocurrirá, pues están bien ocupaditos en darle el empujoncito final al oficialismo en la consecución de los imprescindibles dos tercios. Por lo demás, queda confirmar que fueron nomás unas elecciones con resultados tan aburridos como predecibles. No hubo sorpresas, salvo la votación obtenida por el Partido Verde, que más que a sus bases indígenas, parece haber cautivado a la intelectualidad urbana, que encontró en ellos un voto ideológico no contaminado por la mediocre política real. El resto de los resultados confirma una vez más lo que, para suerte del gobierno, muchos se resisten a aceptar: que la oposición está muerta de cuerpo entero y ha sido enterrada por tercera vez. Después de nueve años en el poder, el gobierno les propinó, puntos más puntos menos la misma paliza que el 2005 y que el 2009. Este es el sueño ideal del gobierno, que no debe entrar en sí de gozo por tener al frente desde hace casi una década, a la misma colección de personajes del pasado, que son liquidados una uy otra vez, y se levantan nuevamente para deambular como zombis, a nombre del 40% de los bolivianos. Y así seguimos; los medios y los analistas insisten ahora en que a Samuel Doria Medina le ha ido fantástico porque ha quintuplicado su votación, y que por tanto es el indiscutible líder de la oposición. Y nadie parece o quiere darse cuenta de que, si se le sacan a su resultado los votos de Rubén Costas en Santa Cruz, los votos de Suarez y Lens en Beni y los votos de todos los que votaron por él tapándose la nariz (por eso de que no quedaba otra que votar por el segundo), de Samuel no queda nada; queda, con suerte, el 5% que sacó el 2009. Ocurrió también en esta elección lo que vengo diciendo desde hace cinco años, y que muchas veces causó que me acusen de loco y/o estúpido: que el MAS ganaría la próxima elección en Santa Cruz, y que en adelante, el oriente y la ex media luna conservadora, sería la base de su sustento político, económico y electoral. Para el MAS, las cosas no podían pintar mejor; su apariencia indígena y su discurso anticapitalista funcionan todavía muy bien en occidente, y sus hechos pro capitalistas han cautivado al oriente. La farsa funciona para unos y para otros, y funcionará, por lo menos hasta que se acabe la plata. Lo de Juan del Granado no fue para nada una sorpresa como muchos dicen, y fue más bien una consecuencia natural de su extravío político después de la ruptura con el MAS, de su tonito de autosuficiencia que ya nadie soportaba, y de su inaudita elección de compañera de fórmula, que rompió todos los records del absurdo político. Tanto error junto tuvo nomás que tener un costo mortal para un hombre valiosísimo en su momento para la democracia y para la ciudad de La Paz. Por eso quiero entender que su anuncio de no volver a candidatear, implica también su retiro de la política.

jueves, 2 de octubre de 2014

La centroderecha arrasará el 12 de octubre (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-02/10/14)

Parece que el temblor de ayer va a ser lo único emocionante que nos dará el mes de octubre, porque las elecciones, tal como se veía venir, amenazan con ser las más aburridas de la historia reciente. Salvo las memorables y gratuitas metidas de pata de los candidatos opositores, que no han dado pie con bola desde que este proceso comenzó muchos años atrás, nada le ha dado chispa ni emoción a lo que habitualmente despierta más pasiones que el fútbol en un país de amantes de la política. ¿Será que la apatía y la desidia de electores y candidatos se explican por lo previsible del resultado? Puede ser, por lo menos parcialmente; Todo el mundo sabe que, con mañas y sin mañas, con trampas y sin trampas, al Evito le alcanza la popularidad para propinarle una paliza electoral a cualquiera de sus actuales contendientes y a todos juntos también. Probablemente no estemos todos de acuerdo en las razones, pero en el resto coincidimos. ¿O será que en el fondo, para quien escucha con atención, todos están hablando de lo mismo? Me temo que por ahí va la cosa y que nuestras elecciones tienen un asombroso parecido con las elecciones gringas, en las que nunca se discute el modelo económico, sino únicamente las diferencias de enfoque entre republicanos y demócratas, que evidentemente pueden ser muy importantes, pero ambas siempre con el mismo telón de fondo. Por lo menos allá, ante la falta de discusión ideológica, se sacan la entretela sin piedad con campañas negativas súper agresivas (guerra sucia la llaman acá los susceptibles), que hacen que las campañas sean por lo menos divertidas y emocionantes. Hasta de ese gustito nos ha privado esta obscura época, que contrasta horrorosamente con nuestra rica historia política. No se discute el fondo de las cosas, y la forma, circunspecta y acartonada, es más aburrida que chupar un clavo. Si nos basamos en las encuestas, podemos deducir con algo de sangre fría, que el 75%, o tres cuartos del electorado, votará de manera conservadora, por la continuidad del modelo capitalista y extractivista vigente. Con excepción del MSM, que matiza algunos conceptos, el Partido Verde, que dispara algunas ideas todavía inconexas y los indecisos (que juntos suman el 25%), el resto está dispuesto a votar por Evo, Samuel o Tuto, o mejor dicho por alguna de las opciones de la centro derecha. ¿O me dirá usted a estas alturas que alguien todavía se cree la historia de que el MAS es un gobierno socialista, indigenista o de izquierda? Nada señor. Para horror de unos pocos y complacencia de mucho, el MAS se ha consolidado como el referente de la nueva centro derecha; detrás del discurso y la consigna, se encuentra la misma receta macroeconómica de los neoliberales y el mismo modelo capitalista, con nuevos actores eso sí, pero más cruel y más salvaje que nunca. Lo vengo diciendo desde hace cinco años, y ahora de alguna manera esto se confirmará cuando el MAS gane las elecciones en Santa Cruz y saque resultados extraordinarios en las regiones más conservadoras. Así tenía que ser y así será. El conservadurismo se impondrá masivamente en esta elección porque lamentablemente nadie ha podido plantear una alternativa a la decadente partidocracia del pasado ni a la impostura actual del MAS. Atacar al neoliberalismo en épocas de vacas flacas era fácil, pero parece que no es lo mismo en tiempos de bonanza. La plata adormece todo y hoy hasta los autonomistas están calladitos, satisfechos con una autonomía de papel.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Alegre por un paro (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-18/09/14)

Me alegra que los transportistas hayan realizado anteayer un paro en la zona sur de la ciudad. Me alegra porque, al igual que usted, estoy hace mucho tiempo podrido de la actitud y del servicio de todos los choferes (incluyo también a los choferes rubios de la empresa que construye el teleférico, que creen que su condición de extranjeros les ha dado una suerte de licencia para matar en nuestras calles). Estoy requetecontra podrido de ese gremio de gordos brillosos, cuyos dirigentes creen que son los dueños de la ciudad, y que se han acostumbrado a tenernos a los ciudadanos bajo constante amenaza e intimidación. Por eso mismo me alegra que hayan tenido que hacer un paro tan al pedo como el de anteayer. Cuando tomas una decisión tan evidentemente absurda para todos como la que tomaron esta semana, quiere decir, ya sea que estás tan bien que te puedes dar el lujo de hacer cualquier boludez, o que estás tan nervioso y preocupado, que has comenzado a dar pasos en falso. Hacer un paro en protesta por dos semáforos en plena campaña electoral es una decisión que denota mucha fragilidad y que los debilita en la guerra que libran contra los ciudadanos de La Paz; porque, pongámonos de acuerdo, se equivoca quien piensa que la guerra de los transportistas es solamente contra el alcalde Revilla; la guerra es contra todos los usuarios del transporte, contra todos los conductores de autos particulares y contra todos los peatones, es decir es contra todo el mundo. Me alegra una medida tan burda y forzada como esa, porque quiere decir que se han dado cuenta que para ellos ha comenzado el principio del fin. Por muy matones e irreflexivos, se habrán dado cuenta que el promisorio inicio de un transporte público de verdad como el Puma Katari y el Teleférico, ha despertado en la ciudadanía la conciencia de que no todo está perdido, y que a partir de allí se puede recuperar no solamente la calidad de un servicio indispensable, sino un nuevo concepto de ciudadanía empoderada, libre del abuso de las corporaciones gremiales. Se habrán dado cuenta que ahora que se puede comparar un servicio con el otro, el fin de su reinado de abuso e impunidad es solo cuestión de tiempo. La gente sabe ya que hay alternativa y solución; sabe que es un proceso largo y complejo, pero que funciona, y por eso se ha propuesto cuidarlo y defenderlo. Y eso los ha puesto locos de ira. Me alegra también que el paro de anteayer haya sido propiciado y patrocinado por el Movimiento al Socialismo. Eso confirma una vez más que para el partido de gobierno las clases medias paceñas deben ser castigadas con inclemencia, porque allí pierden en las elecciones. El MAS no nos perdona que, siendo la ciudad que generalmente marca la línea política nacional, sus clases medias le hayan dado la espalda luego de haberlos apoyado en su primera gestión. A los señores de la hegemonía, mareados de tanto poder, no les entra en la cabeza que una ciudad con tanta conciencia política y que tantas veces ha marcado el destino del país, le sea crítica y adversa, y no se deje comprar ni con los presentes más caros. Me alegra que todos sepamos que el paro de anteayer no tuvo nada ver con el tema del reordenamiento vial en la zona sur, que seguramente tiene muchos defectos que tardarán meses en corregirse, y que en el fondo se trata de otra batalla en la guerra de los ciudadanos contra el abuso de los que se creen eternos poderosos.

jueves, 11 de septiembre de 2014

¿Partidos políticos?... ¡Por favor! (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-11/09/14)

Ayer se publicó en este periódico una noticia que decía que según un estudio realizado en la región Bolivia ocupa el penúltimo lugar en cuanto a la confianza en sus partidos políticos; la noticia señala que apenas un 28% de los bolivianos confía en los partidos políticos, y que éste porcentaje es peor al medido en la encuesta realizada hace dos años; en otras palabras, que la cosa va de mal en peor. Me quedé pensando en el asunto, y debo confesar que en verdad a mí me parece una cifra altísima que 28 de cada cien bolivianos todavía tenga un ápice de confianza en los partidos. Lo digo porque en realidad tengo la firme convicción de que en Bolivia, y en gran parte del mundo, ya no existen los partidos políticos. Entiendan entonces mi sorpresa al enterarme que hay tanta gente que cree en algo que ya no existe hace mucho tiempo. ¿Será que ese 28% cree todavía en el pasado, es decir en lo que algún día conoció como partido? ¿O será más bien una expresión de optimismo, un deseo oculto de que en el futuro vuelvan a existir los partidos? O, siendo más realista, ¿será que los militantes de MAS y de sus organizaciones afines representan el 28% de los encuestados? Así la cosa cobraría cierto sentido: ellos, con seguridad confían en que el partido/agencia de empleo les ha conseguido o les conseguirá la ansiada peguita en el aparato público. No me vengan con que esos adefesios que hoy se hacen llamar partidos merecen ser llamados así; podemos llamarlos comparsas, camarillas, juntuchas, pandillas o estructuras empresariales, pero no partidos, porque partido político es un instrumento para construir una sociedad en base a una visión de la vida y a una ideología, y eso es algo que todos hemos olvidado. Hoy los partidos son simples plataformas personales, sobre las que los jefes, los dueños y los caudillos intentan legitimarse, haciéndonos creer que son partidos. Un verdadero partido surge como una necesidad instrumental para convertir en realidad un conjunto de ideas y de principios. Es alrededor de esas ideas y de esos valores que se juntan las personas y, a medida que se van sumando, requieren de una organización llamada partido. El representante circunstancial de esas ideas puede ser el ejecutivo o el candidato a algo que, según las necesidades y circunstancias, deberá ser relevado por algún otro que lidere mejor al partido en determinada coyuntura. Cuando las ideas que han dado origen al partido han dejado der ser relevantes o han sido superadas, pues el partido debe desaparecer. Ahora parece que los políticos de profesión (esos operadores de la nada) se han dado cuenta de que nos hemos vuelto tan imbéciles, que pueden hacer las cosas al revés, y nadie se dará cuenta siquiera. El más vivo, el más carismático o el más ricachón, deciden que deben ser líderes y presidentes y el resto es sólo cuestión de plata y de agrupación de intereses. Terminan formando partidos y agrupaciones ciudadanas más por una obligación legal, que por un desarrollo político natural de filosofías y postulados; son en realidad un engaño masivo, pues representan intereses personales y de grupo, en vez de ideas. El último partido que este país conoció, en el que hace muchísimos años atrás se discutieron ideas, y que tuvo distintos liderazgos de acuerdo a distintas circunstancias fue el MNR; y sobrevivió justamente hasta que uno de sus más prominentes lideres cometió el error de convertirse en su dueño.

jueves, 28 de agosto de 2014

El Día de la Dieta (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Pàgina Siete-28/08/14)

Dentro de diez días usted recibirá su dosis anual de buena conciencia ambiental. Un certificado de buena conducta ecológica aprobado por toda la sociedad y con duración de 365 días, a cambio de guardar los dos autos un domingo, calzar las zapatillas deportivas y salir de paseo. Buen negocio, ¿verdad? Así funciona el Día del Peatón, y claro, por eso es tan apreciado y valorado, sobre todo por los que se hacen pipí en los asuntos ambientales. Para entender mejor este milagro, le propongo imaginar que usted tiene problemas de sobrepeso y obesidad, y aparece ésta campaña que dice que para combatir su problema, usted debe comer solo ensaladita el primer domingo de cada mes de septiembre. Usted que es inteligente, duda acerca del alcance y la eficacia de la propuesta, pero luego aparece su médico, ¡y le dice que lo que ha hecho está muy bien y que va por buen camino! Eso por supuesto lo tranquiliza y lo hace sentir muy bien, liberándolo de todo remordimiento por lo que comerá después del “Día de la Dieta”. El problema es que usted sabe -porque lo corrobora en el espejo todos los días- que un día de dieta es una broma de mal gusto para un cuerpo que tiene diez kilos de sobrepeso acumulados durante muchos años. Usted sabe en el fondo que para bajar de peso seriamente y evitar los riesgos de muerte que implican esos diez kilos de sobrepeso, debe hacer una dieta equilibrada de manera sostenida, pues sino volverá subir los kilos perdidos. Tendrá que hacer al revés, es decir 364 días de cuidado, y un día de jauja al año. Usted sabe en el fondo que para que la cosa funcione en serio, tendrá que cambiar sus hábitos alimenticios, y sabe que eso le costará horrores; sabe que ni siquiera eso será suficiente, y que además tendrá que cambiar su ritmo de vida, evitando excesos de alcohol, haciendo ejercicios de sistemáticamente y además dejando de fumar. En síntesis, para no morirse prematuramente, tendrá que cambiar, ni más ni menos que su modo vivir. Más complicado, ¿no? Aunque le suene antipático, le diré que lo mismo ocurre con el medio ambiente; usted sabe que un día al año sin autos no ayuda ni resuelve estrictamente nada, e intuye también que para que no mandemos el mundo al carajo en poquito tiempo, los cambios deben ser en serio. Usted intuye, o sabe, o por último debería saber que un día del peatón o una noche de San Juan, o cambiar las bolsas de plástico por coquetas bolsitas de papel, no servirá de nada frente a la emergencia que afronta el planeta. Su sentido común le dice que si los 7000 mil millones de personas en el mundo consumieran como lo hace un gringo de clase media, el mundo, tal como lo conocemos, se acabaría prontito. Su sabiduría le dice que los gobiernos no harán nada para evitar la catástrofe, porque bailan nomás con la música de las mega corporaciones, que quemarían el planeta por un dólar más de utilidad. Entonces debería intuir también que para lograr un cambio real, tendría que cambiar sus hábitos de vida; vender el segundo auto, compartir transporte con el vecino, no comprar ciertas cosas producidas por conocidos criminales ambientales (aunque sea más barato y conveniente), ducharse en la mitad de tiempo y, en suma, aprender a vivir fuera del consumismo que hoy le consume la vida a usted. Pero eso significaría ser calificado como un loco enfrentado al capitalismo y a la economía de mercado, cosa que ni usted ni los políticos están dispuestos a hacer, así que mejor cortemos esta desagradable discusión, y sigamos felicitándonos por nuestra valiente militancia en el Día del Peatón.

jueves, 21 de agosto de 2014

PumaKatari (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-21/08/14)

Lejos de ser un vehículo o un bus de transporte público, el PumaKatari es sin duda uno de los acontecimientos políticos más gratos de los últimos años. En medio del estancamiento del proceso constituyente, donde reina la mediocridad y la nada se ha vuelto el pan de cada día, hay que fijarse y buscar con cuidado los hechos políticos que signifiquen algo y que puedan tener algún grado de trascendencia. El PumaKatari es uno de ellos. No se trata de un proyecto multimillonario, y probablemente ese sea uno de sus valores más relevantes, pues lo diferencia de otros proyectos que no han podido disimular el tufo electoral, como el satélite, que comparte el mismo apellido y el teleférico, que comparte la misma ciudad. El PumaKatari es una respuesta concreta a una demandas y necesidades agobiantes de una inmensa mayoría de la población; esa que no tiene auto nuevo “cero full” recién sacadito de la tienda. El problema del transporte ha ido creciendo y acumulándose durante muchísimos años, al punto de convertirse en la principal amenaza para la calidad de vida de los ya sacrificados paceños, que además, debemos soportar la colección de colerones que nos significan ser la sede de gobierno. Parecía que los paceños habíamos ya perdido la guerra (porque en eso se había convertido) con los choferes y que éstos se erigirían definitivamente como los dueños de la ciudad, amparados en sus prácticas sindicales mafiosas y en su histórico espíritu abusivo y patotero. Las cosas habían llegado a tal límite, que cuando salieron a las calles los primeros PumaKataris, esa gran mayoría que es la ciudadanía de a pie, se tomó el asunto con una seriedad realmente impresionante. No ha pasado ni medio año, y creo no equivocarme al afirmar que esto no es más un proyecto del alcalde Revilla ni del MSM, porque la gente se ha apropiado de él. No se explica de otra manera el microclima de híper civilización móvil en el que se ha convertido. Entrar al PumaKatari es un viaje en el tiempo o en el espacio, a otras épocas o a otros lugares; subiendo nada más una gradita, se accede a una realidad alterna que nos sustrae de las precariedades de la gran ciudad, y que nos hace sentir en el cielo, en comparación al infierno de los minibuses. Allí a nadie se le ocurre colarse en la fila; a nadie se le ocurre bajarse dónde más le convenga; a nadie se le ocurre comer o incomodar al resto de los pasajeros rompiendo las reglas establecidas; a nadie se le ocurre dañar la propiedad pública, y las únicas discusiones que se escuchan son las de la gente peleándose por ceder el asiento o por reprender a algún eventual desubicado que no quiere hacerlo. El ciudadano intuye y sabe que se encuentra ante un problema y una respuesta de grueso calibre, y por consiguiente ha tomado la más difícil de todas las decisiones: cambiar su propio comportamiento. Esa es una victoria colectiva mayor que pocas veces ocurre y que vale la pena festejar. Se suma a todo esto el valor político que representa el éxito de una empresa pública prestando un servicio público no concesionado, de manera amable, eficiente y sostenible. Que conste que he dicho sostenible y no rentable, en contraposición a lo que siempre nos trataron de hacer creer los ultra liberales, buscando siempre la excusa para privatización. El PumaKatari es un ejemplo de la recuperación de lo público por el público; un público dispuesto a cuidar y a defender esté servicio de la bronca de los transportistas y de su enemigo número uno: el presidente del Concejo Municipal, mandado por el MAS a buscar el pelo en la sopa, a como dé lugar.

jueves, 14 de agosto de 2014

Suicidio electoral (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-14/08/14)

Estoy seguro de que, si hace una semana atrás se hubiera realizado una mega encuesta a nivel nacional complementada por una súper batería de grupos focales en todos los segmentos imaginables para preguntarle al electorado qué es lo que los candidatos nunca deberían proponer bajo ninguna circunstancia, el resultado hubiera sido “rebajarle los impuestos a las empresas petroleras”. Y para qué una encuesta o grupos focales, me preguntará usted; no hace falta ser un especialista en marketing electoral o un gran estratega para saber que una idea así tiene como única virtud, la capacidad de espantar por igual a los más progresistas como a los más reaccionarios. Bastaría una pizca de instinto político para prever que esa iniciativa es indigerible e inaceptable para el 99.99% de la gente, sobre todo en las actuales circunstancias. Si lo hubiera dicho Evo Morales, una metida de pata tan monumental hubiera podido poner en riesgo incluso su victoria en primera vuelta, pero viniendo de un candidato que tiene veinte puntos de desventaja, la ocurrencia adquiere rasgos de suicidio. Digo ocurrencia porque la idea del fifty-fifty para nuevas inversiones petroleras, no ha podido ser producto de una estrategia planificada ni de una decisión política institucional. Si así fuera, el problema sería menor y la solución muy fácil: tendrían que despedir inmediatamente a los asesores de campaña (que al parecer viven mintiéndole a su jefe) y/o destituir ignominiosamente a todo el comité político electoral de la coalición Unidad Demócrata, por la responsabilidad o complicidad en el fusilamiento de su candidato a presidente. Pero el problema es en realidad más grave. Sospecho, basado únicamente en mi sentido común, que la propuesta se le ocurrió a Doria Medina y simplemente la lanzó sin preguntarle nada a nadie; si no les preguntó su opinión a sus aliados del Frente Amplio antes de sellar un acuerdo con Rubén Costas, asumo que tampoco se habrá mosqueado en preguntarles nada a sus nuevos aliados, antes de lanzar una propuesta acerca del tema más sensible de la política nacional. Así funcionan las cosas cuando las instituciones y las estructuras son reemplazadas por el derecho propietario que ostentan los dueños de la plata; Max Fernández se ufanaba de ser el propietario de hasta los ceniceros de su partido cuando le cuestionaban el manejo discrecional de todas las decisiones importantes; lo mismo ocurrió con Sánchez de Lozada y el MNR, con la diferencia de que éste sabía valorar la opinión de sus asesores (los cuales también le costaban una fortuna), y controlaba sus ocurrencias sometiéndose como un esclavo a la estrategia. Quien sabe fue también por eso que ganó tres elecciones presidenciales. Sin duda hemos sido testigos de la comisión de un pecado mortal de antología en términos electorales, que le costará caro a UD y beneficiará significativamente al MAS, pero además, la propuesta en sí es un disparate. A las petroleras no hay que bajarles los impuestos, y menos aun cuando ni siquiera lo han pedido. Se les apretó la izquierda con la renegociación de contratos y, si es necesario, se les debe apretar la derecha para que recuperen el tiempo perdido en términos de exploración; son chicos malos acostumbrados al juego rudo, y no se espantan con tonteras, sobre todo cuando están ganado plata. Saben medir fuerzas con el adversario de turno y saben lo que les conviene para el futuro, y por eso ya han arreglado con el gobierno parte de lo que ellos consideraban como problemas que impedían las inversiones en exploración. Saben pelearla solitos, sin necesidad de ningún abogado defensor de oficio.

jueves, 7 de agosto de 2014

Nos hace falta un Plan de Reordenamiento Mental (Columna bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-07/08/14)

Tratar de ordenarnos y someternos a la norma es una tarea titánica, sobre todo cuando se trata de nosotros, los ilustres habitantes de la zona sur. El principal problema radica en que, en nuestra condición de ex elite históricamente dominante, no estamos acostumbrados a recibir órdenes, y menos aún a rebajarnos a tener que cumplir las mismas reglas que el populacho. Nuestra cultura del privilegio no deja de susurrarnos al oído que somos especiales, y que los molestos principios de convivencia social están bien para mantener a raya a los indios y los t`aras, pero que nosotros, los patrones de este país, hemos nacido con nuestros propios derechos. Estará usted pensando que estoy escribiendo humedades, porque hace rato que la zona sur ha sido invadida por una horda de horribles desconocidos, que los sociólogos han dado en llamar clase media ascendente. Está bien, tiene usted razón, pero igual tendrá que estar de acuerdo conmigo en que la zona sigue conservando una pose señorial y altanera, y que es por eso que los nuevos ricos y los proyectos de ricos se siguen mudando y comprando todo lo que nos rodea. En todo caso la mezcla de ex poderosos señoritos y nuevos empoderados no ha dado un mejor resultado, y prueba de ello es la reacción al plan de reordenamiento vehicular. Las redes sociales se han inundado de críticas y condenas, de genios que no han tenido mejor idea que sacar el cronómetro al primer día, para demostrarnos el fracaso de la medida, porque tardaron diez minutos más en llegar a su oficina. Ese reflejo bastante cojudo, hay que decirlo, podría interpretarse como pura mala fe, o como una posición política de enfrentamiento a todo lo que hace la alcaldía, pero yo más creo que responde justamente a esa doble moral que nos caracteriza. Nos gusta juzgar con aires de superioridad racial e intelectual el comportamiento colectivo de los alteños, pero en casa o en el barrio, somos igualitos; peores en realidad, si tan bien formados y tan bien viajados nos creemos. Nos creemos con el derecho natural a parar el auto donde se nos dé la gana, ya sea en segunda fila y, si hace falta, sobre la mismísima vereda; el guiñador, las luces de parqueo y el cinturón de seguridad son buenos, pero para los otros; nosotros estamos exentos de esas molestias plebeyas. Los semáforos, los pasos de cebra y toda la señalización estarán bien para la chusma, pero para los privilegiados de nacimiento, son una curiosidad; y cuando el policía osa llamarnos la atención, no dudamos en tratarlo como basura, mirándole a los ojos y preguntándole si sabe con quién está hablando. En el tema del tráfico que nos agobia todos los días, sin necesidad ya de subir al centro, todos deberíamos saber que las cosas simple y llanamente no podían seguir así. Todos los macanudos de la zona sur deberíamos saber que con la cantidad de autos que ahora circulan por las calles, la millonada de camiones que la alcaldía dejar circular impunemente y nuestro peculiar estilacho de entender la vida en comunidad, era imposible que nuestras callecitas sureñas sigan siendo doble vía con parqueo a ambos lados. Algo había que hacer, y ese algo obviamente tenía que venir de una iniciativa de largo alcance, porque ningún parche iba a resolver tamaño quilombo. El plan que propuso, un poco tarde también hay que decirlo, la alcaldía, significa tomar el toro por las astas, y seguramente va a tomar varios meses y varios ajustes para que funcione bien y conducir en Calacoto deje de ser una pesadilla. Pero claro, la iniciativa, por muy buena o muy mala que sea, atenta contra nuestro privilegio consuetudinario de hacer las cosas como nos da la gana.

jueves, 31 de julio de 2014

Vivir en constante interpelación (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-31/07/14)

Si alguna virtud tiene este país, es esa ilimitada capacidad de cuestionarte permanentemente. Este no es lugar para cuadrados, dogmáticos o simplones del mundo globalizado; el que se las dé de muy ordenadito y de muy formalito en su manera de pensar y de comprender las cosas, corre el riesgo de caer en una profunda histeria, y de terminar siendo un alienado en su propio país. La realidad, esa nuestra compleja realidad, nos interpela todos los días, poniendo en duda todas nuestras convicciones y obligándonos a replantearnos las cosas más básicas, incluso aquellas que hacen parte de nuestro “sentido común”. Esta semana, a falta de uno, dos temas se ocuparon de perturbar mi precario equilibrio intelectual. Los vendedores de ropa usada de todo el país hacían declaraciones en los medios de comunicación, amenazando nuevamente con alistar medidas de presión contra el gobierno, si es que no se atienden sus reclamos, dirigidos a legalizar sus actividades, prohibidas ya hace mucho tiempo. Al mismo tiempo, me enteraba por los mismos medios, de la creación de la flamante Asociación de Propietarios de Vehículos Indocumentados del Norte de La Paz, que se aprestaba a realizar un ampliado de emergencia para tomar medidas en contra de la decisión del gobierno, de decomisar estos autos y convertirlos en monedas. Debo confesar que el gremio de propietarios chutos me pareció insólito, y en ese momento sentí que me subía la presión arterial; la noticia era una afrenta a todo mi bagaje cultural liberal, democrático y moderno, y una provocación a mi sentido común. Obviamente comencé a imaginar que lo próximo que nos tocaría presenciar sería una asociación de narcotraficantes exigiendo el mantenimiento de pistas de aterrizaje clandestinas, o un congreso de cogoteros en huelga de hambre y hasta las últimas consecuencias, por la vigencia de sus derechos adquiridos. Pero la verdad es que no hay más remedio en estos casos, que intentar ponerse un minuto en los zapatos de la gente, y además y sobre todo, intentar comprender las cosas desde un ángulo que no tiene precisamente mucho que ver con lo que hemos aprendido toda nuestra vida. ¿No es también válido pensar que el tema de la ropa usada le ha permitido a millones de personas vestir prendas que nunca hubieran podido siquiera imaginar, de haberlas tenido que comprar nuevas? Salgo a la calle y veo a la gente más pobre relativamente bien vestida, a las guaguas con ropa abrigada y a los jovenzuelos incluso haciendo gala de alguna marca global de última moda. El impacto de ese negocio en la vida de muchísima gente ha sido enorme, y eso es algo que no se puede dejar de considerar. Que el asunto es una amenaza real para la industria textil local, no cabe duda; pero, ¿realmente tenemos una industria textil tan grande y desarrollada? ¿Nuestra economía depende de los textiles? ¿No sería mejor incentivar agresivamente a nuestra industria textil para que se dedique a exportar exclusivamente? Es decir, si hemos encontrado, un poco a las malas como siempre, la forma en que la gente más pobre pueda vestir correctamente, ¿vale la pena tirar todo por la borda, en aras de la observancia a las normas? No lo creo. Bastaría sin duda con ponerle un arancel a la importación y exigirles la venta con factura. Lo mismo con los autos chutos. ¿Cómo es eso de que no se pueden importar autos usados? ¿Dónde creemos que estamos? ¿Porque negarle a los más desfavorecidos la posibilidad de un auto asequible? Un auto usado no es sinónimo de contaminación si está en buenas condiciones y con un buen mantenimiento. ¿O será que la idea es que todos estemos obligados a comprar Toyotas cero kilómetros? Lo interesante de todo esto es que, desde la óptica de nuestras necesidades reales como país, los manuales y las normas escritas en piedra son relativos.

jueves, 17 de julio de 2014

Las listas (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-17/07/14)

El día de la presentación de listas a candidatos a diputados y senadores es un día clave en la ya ajetreada vida de los partidos políticos. Más allá de lo que se diga o se aparente, en las listas se lee quién es quién en la tropa, y de qué tamaño la tiene. Allí está todo en blanco y negro y no hay dónde perderse; es una fotografía cruda y descarnada de la vida y de las miserias de todos los precandidatos, que han hecho piruetas y filigranas de todo tipo durante cinco largos años, alimentados por una sola obsesión: las listas. Entrar en las listas es el fin último, pero no crean que aquello es suficiente; estar en el fondo o fuera de la bendita franja de seguridad, es un premio envenenado que sabe a castigo; algo así como el Balón de Oro para Messi en el mundial de fútbol. Los rellenos fuera de la franja son el premio consuelo y el pequeño gesto de reconocimiento a la existencia de dirigentillos de cuarta que no pinchan ni cortan y, claro, que no tienen dónde caerse muertos. ¿Entonces hay que estar a como dé lugar arriba en la lista, y dentro de la franja? Obvio, pero eso tampoco es suficiente, porque créanme, ser suplente no es para nada lo mismo que ser titular. Lo mismo en el mundial; una cosa es que convoquen, si, qué lindo; otra muy distinta es mirar a tus compañeros toso el campeonato desde el banco. La cosa es mucho peor ahora que antaño, pues creo que solo te amollan mitad de la dietita, o incluso nada si no estás supliendo al titular. Peor aún, ahora que no se puede ir y venir al antojo entre el legislativo y el ejecutivo, las chances de que el titular suelte el curul, son medio escasas. El esforzado y sacrificado dirigente partidario vive y respira en función de sus expectativas en las listas. Durante un lustro, todo lo que hace, todo lo que dice y todo lo que gasta lo hace en función de entrar a las listas, o mantener su lugar en ellas, cambiando de cámara tal vez. El lugar que obtenga en las listas será una especie de calificación, una nota que alguien le pondrá a cinco años de su vida; una calificación al revés en la que el que tiene un uno, es diez veces más capo o más platudo, que el que tiene un siete (el séptimo está siempre fuera de la franja). Hay varios caminos que conducen a las listas, unos largos, otros más cortos. Para el hombre de partido que está convencido que tanto tiempo y dinero invertidos le deben garantizar un lugar, la cosa se pone siempre cuesta arriba. No solamente debe cumplir los requisitos institucionales, léase capacidad de convocatoria y movilización de bases, designación oficial en congresos partidarios, kilométricas firmas en cartas de apoyo, padrinazgo de algún jerarca del partido y demostrada lealtad con el jefe y sus familiares. Una vez cumplidos los requisitos formales, el aspirante al lugar seguro de las listas sabe que sus méritos partidarios, reales o supuestos, valen muy poco cuando el pragmático jefe ha decidido que su lugar en la lista tiene que ocuparlo aquel acaudalado donante que gira cheques de seis ceros, o aquel afamado periodista que puede mover hartos votos, o el dirigente de tal organización social, o el aliado de último momento, o cuando no, el pariente cercano del jefe, que no puede quedar fuera, por supuesto. El camino institucional y orgánico a las listas es para el dirigente, una mamada que no existe. La decisión final la toma el jefe y nadie más que el jefe, pensando en los equilibrios de poder de la real politik, en los que le amollaron la campaña, en los compañeros de partido con capacidad de joderlo, en la parentela, y en alguno que otro chupamedias. Eso si, nunca pensando en las ideas y la capacidad intelectual, porque usted sabe, esas cojudeces no ganan votos.

jueves, 3 de julio de 2014

Política menuda (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-03/07/14)

En un gratuito acto de masoquismo, la semana pasada había comenzado a opinar acerca de las alianzas preelectorales. Me faltó ánimo y espacio para concluir mi charque, y prometí que ésta semana seguiría con la cantaleta. Pese a que las últimas novedades son aún más desalentadoras, promesas son promesas, o sea que aquí voy de nuevo. Si mal no recuerdo, me había lamentado de lo patéticas que resultan las alianzas forzadas por la carencia y la necesidad, y del escalofrío que tuve al ver el fantasma del Acuerdo Patriótico en la fórmula Doria Medina – Costas; la vieja derecha en retro versus la nueva derecha oficialista en quinta. Tal como se la veía venir, el ridículo al que fueron sometidos los miembros del difunto Frente Amplio, a los que no les pidieron ni la hora el rato de decidir la alianza con Costas, le está pasando factura a Samuel. La factura no es en votos (bien baratita resultaría si así fuera), sino en acusaciones de traición y patronazgo empresarial, pero vamos, tampoco creo que el irrespeto y el pisoteo de todo el discurso del Frente Amplio haya escandalizado a nadie; al final de cuentas todos sabían cómo funcionaba aquello, de quién era la platita y por consiguiente quién era el dueño. El que por el momento salió bastante bien parado del asunto es Rubén Costas. Al no ser parte de la fórmula no ha puesto directamente el cuello en la guillotina, y va a poder acomodar a unos cuantos de los suyos, pues las listas de Santa Cruz han sido puestas al parecer, a su disposición. Además, negociando primero y durante largos meses con el MSM, ha quedado finísimo en el rol de intentar articular una candidatura más amplia. Pudo hacer esto por la sencilla razón de que era el único que no estaba en busca de la candidatura presidencial. A él le interesa la reelección a la gobernación el próximo año y, claro, todo apunta hacia aquello, salvo que la dupla de la cual es corresponsable pierda frente al MAS en Santa Cruz; eso podría ser medio grave para su futuro. El que la tiene más grave aún es Juan del Granado. La elección de su compañera de fórmula fue tan incomprensible que, al igual que yo, muchos pensaron que se trataba de una broma. Una broma que no creo que le sume ni medio voto en Santa Cruz, pero que sin dudas le va a restar muchísimos en La Paz. ¿Cómo es posible que un político con esa experiencia y esa trayectoria no hubiera podido tomar una mejor decisión? La única vez que se escuchó hablar de la señorita Gil, fue cuando era la única chica linda de Santa Cruz que sacaba la cara por el Evo. A partir de allí su paso por el congreso y su gravitación política merecen un monumento a la intrascendencia. Con esto, el panorama se ha terminado de pintar tan, pero tan mal, que hasta el Tuto Quiroga ha decidido lanzarse a la carrera. Parece que ya cuenta con el apoyo económico de un conocido empresario aceitero, y que va a utilizar su escaza fuerza electoral en causarle algún daño a Costas en Santa Cruz y a Samuel en la Paz. Solo falta Manfred Reyes Villa para completar un cuadro surrealista que debe estar causando carcajadas en el palacio de gobierno. Mejor no le podían haber salido las cosas al MAS en esta carrera prelectoral. Con ello, se aseguran nuevamente una victoria arrolladora y el dulce espectáculo de ver cómo los opositores se canibalizan para demostrar cual puede ser el mejor segundón y el mejor calificado para recibir las sobras.

jueves, 26 de junio de 2014

El parto de los montes (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-26/06/14)

El tema de las alianzas ha copado la ya de por si pobre escena preelectoral. Tanto se habla de alianzas, de unidad, de bloques y de multi fórmulas, que parece que hemos perdido la perspectiva de las cosas y además, la memoria histórica. Y cuando las cosas no salen bien de entrada, naturalmente, y empiezan a trabarse y a perder sentido, es bueno detenerse a pensar en las causas y razones y, de paso echarle una miradita al pasad, que eso nunca viene mal. Comencemos por ahí. A las alianzas preelectorales nunca le ha ido muy bien en el ejercicio del poder; la UDP fue un desastrito desde el día uno, y solamente la actitud personal del presidente Siles Suazo le permitió a ese gobierno escribir algunas páginas notables de la historia política contemporánea. Aun así, el estigma del fracaso udepista, sobre todo en el plano económico, sigue flotando en nuestras mentes, más de treinta años después. El más reciente e insólito Acuerdo Patriótico entre la ADN y el MIR, también pudo producir un presidente, y también fue un fracaso mayúsculo, responsable en gran medida del derrumbe definitivo del sistema político. Los gobiernos que han podido dejar huella en la historia, para bien o para mal, son los que no han requerido de grandes alianzas preelectorales; Paz Estenssoro en 1985 y Sánchez de Lozada en 1993 a través de pactos congresales, y Morales el 2005, que no necesitó ni de uno ni de otro. Me dirán que ahora no se trata de pensar en un gobierno que haga historia, sino de restarle o arrebatarle el enorme poder que ha intoxicado al MAS. De acuerdo, puede ser que en esa línea de razonamiento se justifique la idea de las alianzas a como de lugar. El problema es que la cosa no funciona porque la gente se da cuenta perfectamente que las alianzas no son alternativas políticas ni de poder reales, y que además, desde la oposición, han demostrado una incongruencia y una fragilidad fuera de serie. A Tuto Quiroga y a Manfred Reyes Villa no solamente les fue como la mona electoralmente con sus respectivas alianzas, sino que también demostraron, desde el congreso y desde los gobiernos departamentales, no tener la coherencia para enfrentar el poder del MAS que, a las malas o a las buenas, se los comió crudos cuantas veces quiso. Las alianzas forzadas, basadas en la carencia y en la necesidad, no garantizan necesariamente una oposición efectiva, no consolidan liderazgos a futuro, y definitivamente no constituyen alternativas serias. El electorado intuye por experiencia esas falencias, y debe ser por eso que, según mi humilde percepción, se ha generado tan poco entusiasmo alrededor de la alianza entre Doria Media y Suárez. Más allá de los involucrados, no he sentido ningún fervor ciudadano que de luces de esperanza. Más allá de los análisis, a mí, en lo personal, la tan esperada dupla me ha generado una inquietante sensación de pasado. No he podido evitar, pese a que mucha agua a pasado bajo el puente, la imagen del mirismo aliado con el adenismo y, por tanto la reedición fantasmagórica del Acuerdo Patriótico. Si bien es una alianza natural de derechas, me deja un gusto a derecha residual, y no a la nueva y vigorosa derecha, tan bien representada por el gobierno. Tampoco me ha pasado desapercibida la crudeza con la que UN ha desechado a los utilitarios miembros del efímero Frente Amplio, que luego de habérselas jugado por Samuel, han quedado en completo ridículo. De la nueva posición de Costas y Del Granado, hablaremos más adelante.

miércoles, 11 de junio de 2014

El riesgo de equivocarse con La Paz (Columna Bajo la Sombra del Olivo/PáginaSiete/11/06/14)

 Tengo la leve impresión de que el Movimiento al Socialismo está a punto de dilapidar una inversión de varios cientos de millones de dólares. Cuando el presidente Morales y su partido decidieron apostar por el teleférico en la ciudad de La Paz, seguramente no estuvieron únicamente motivados por las angustias de los ciudadanos paceños al momento de subirse al transporte público, en ese vía crucis que se repite cuatro veces al día. Hasta el último de los peceños intuye que se trató de una osada decisión política orientada a volver a enamorar a una ciudad muy madura y exigente, que hace mucho rato se desencantó del gobierno y que le ha dado la espalda en las últimas elecciones. A La Paz no le bastaban los discursos y la retórica seudo revolucionaria porque en estos lares la gente de a pie sabe mucho de política y no compra cualquier pomada; eso cuando se intenta por las buenas, porque a las malas es también una ciudad que puede mostrar su temple andino y sentarte la mano rápidamente. En esa vía, el gobierno intentó un par de jugadas enfrentando a la ciudad con los transportistas y con municipios colindantes, y le fue como en la guerra. El problema con esta ciudad, aparte de la gran cantidad de votos en juego, es que a lo largo de la historia ha demostrado que marca la agenda política del país, razón por la cual no se la puede ignorar, menos aun cuando se encuentra incómoda y temperamental. No quedaba otra entonces que recurrir a un gran gesto, de alto valor económico y gran contenido político: el ansiado teleférico puesto en marcha en velocidad record. Como en política al parecer todo vale, hay que reconocerle al gobierno que fue una jugada magistral, únicamente posible desde la billetera del gobierno, pero válida al final. El tiempo dirá si el regalazo fue suficiente para comprar los favores electorales de esta gran dama llamada La Paz; yo personalmente, tengo mis dudas pero clarito será. La historia sigue así: con el teleférico ya funcionando y las elecciones a tiro de piedra, al partido de gobierno se le presenta la oportunidad política de asestarle un patada en la entrepierna al alcalde Revilla, reeligiendo como presidente del concejo municipal al concejal Omar Rocha, lo que convertiría al municipio de La Paz en una institución ingobernable. Lo que pasa es que el concejal Rocha se desmarcó de los acuerdos preexistentes que le habían dado cierta gobernabilidad a la comuna y fue expulsado de UN, a quienes parece que también terminó de colmarles la medida. Pero además este personaje ha demostrado ser uno de los políticos más díscolos de los últimos tiempos, y ha dado señales de no conocer ningún tipo de límites políticos y éticos. La última hazaña del concejal que por azares de la vida se convirtió en personaje clave y voto de oro, es una denuncia de plagio en su contra que, por lo que indican los medios es tan grosera que no ha podido negarla, por lo que no ha tenido mejor idea que culpar a una ex funcionaria del concejo, atribuyéndole la responsabilidad de un documento que lleva su firma. Qué difícil decisión para el MAS. Finalmente tiene la posibilidad de infringirle un serio daño a su archienemigo Revilla, pero para eso, debe aliarse y empoderar a una gallina sin huato que muy rápidamente hará retroceder a la ciudad de La Paz a los tiempos del “Concejo de Lujo”. Lo pueden joder al Revilla seriamente, eso es seguro, pero con eso se cargan a la ciudad entera. Difícil decisión porque saben que los paceños no perdonarán un salto al pasado y no les perdonarán su responsabilidad en ello, aunque el teleférico sea una de las cosas más lindas del mundo.

jueves, 29 de mayo de 2014

Maracanazo social (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-29-05-14)

Vivir de las apariencias y de la imagen puede ser una gran tentación o inclusive un buen negocio, en estas épocas en las que todo entra por los ojos y en la que los valores se miden por la cantidad de plata que uno tiene, o la que uno aparenta tener. Lo malo de esa apuesta es que es insostenible y tarde o temprano la verdad se devela, para vergüenza del intérprete y para sorpresa del público que se presta a la charada. Esto puede ocurrir con personas, empresas, instituciones, y hasta con ciudades y países enteros. Mostrar las pilchas, el peinado, el maquillaje o el auto a costa de hipotecarse la vida es moneda común en este mundo de lo aparente. Pero el asunto a gran escala es bastante más escalofriante; la semana pasada tuve como siempre el gusto de pasar un par de días en la ciudad de Santa Cruz, y el comentario general de estantes y habitantes, empezando por los siempre bien informados choferes de taxi, se refería a las apresuradas obras con miras a la inminente cumbre del G77. Al margen de la alegría de ciertos grupos que se están beneficiando económicamente con la ejecución de las obras, la gente allí se mofa un poco de que se intente hacer en unos cuantos meses lo que no se hizo en años, y de que, además, muchas de ellas no serán terminadas a tiempo en una ocasión en el que el plazo es fatal. El maquillaje de la ciudad, en obras y en materia de seguridad, no convence ni a los propios cruceños. El ejemplo este queda chiquito comparado con lo que está ocurriendo en Brasil alrededor de la Copa Mundial de Fútbol. Hace diez años, en ese espíritu siempre tan grandilocuente, a los brasileros se les ocurrió que debían ser la vitrina más grande del mundo, organizando una olimpiada y un mundial. Me pregunto qué es lo que querían mostrar los brasileros al mundo entero, que valiera la pena una aventura de ese tipo. La idea de la economía emergente, del mismo calibre de Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS), que comenzaba a tener cierto peso en los escenarios de política internacional y ciertos avances evidentes en materia social, parece haberlos mareado completamente. Para comprar el sueño del mundial más exitoso de la historia, tuvieron que embarcarse en la corruptela de la FIFA y además en un pozo sin fondo de gastos multimillonarios, que causaron la indignación de millones de brasileros, y que amenazan con convertir todas las expectativas en un final de pesadilla: una especie de Maracanazo social que nada tiene que ver con los posibles resultados de la selección brasilera. Queda claro que era demasiado pronto para presumir a ese costo, conquistas que todavía no estaban consolidadas; a diez años de aquellas decisiones, la economía ha dado un fuerte frenazo, las inmensas nuevas clases medias se han sobre endeudado en el consumismo y reclaman educación salud y servicios básicos, en un país que está todavía muy lejos de resolver sus dramáticos índices de inequidad. Se descuidaron muchas cosas y el mundial pasó a ser el centro de todo, pensando que, como se trataba del fútbol, la gran pasión de los brazucos junto al carnaval, todo valía. No fue así, y, al contrario, este fue el gatillo que disparó una serie de conflictos contenidos. Las buenas apariencias no son malas en sí. La belleza física es maravillosa cuando detrás hay una persona noble y un cuerpo saludable; las obras espectaculares en las ciudades pueden ser magníficas cuando detrás hay políticas consolidadas y sostenibles que primero y antes han garantizado lo básico. El resto, son eso, sólo apariencias.

jueves, 15 de mayo de 2014

¿Y usted, se animaría a decir que va a votar por Evo? (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-15/05/14)

Como ya está medio cantado que el presidente/candidato va a ganar las elecciones de octubre, la única manera de hacer este proceso un poco más entretenido, es hacer algo de prospectiva en relación al margen con el que va a ganar y al perfil de sus votantes; es decir, con los votos de quién va a ganar. Allí puede haber una interesante fuente de sorpresas que podrán divertir a algunos, asombrar a otros y amargar al resto. No me voy a lanzar al análisis de las encuestas, porque ese no es mi oficio y la verdad es que poco es lo que me importan, pero hay ciertos giros sobre los que sí me gustaría especular. La reflexión podría hasta ser útil para el futuro, considerando que no es para nada los mismo que el MAS gane otra vez con el 54% o con el 60%, como lo hizo anteriormente, si el origen y la motivación de sus votos no es la misma del 2005 o del 2009. Por ejemplo, me acuerdo de lo siguiente: hace más de tres años, fui tildado de loco y/o de bruto por afirmar en reiteradas columnas y artículos de análisis, que el MAS se había convertido en la nueva centro-derecha del espectro político y en el nuevo referente del conservadurismo. A partir de esa constatación, era lógico pensar que la gravitación del partido de gobierno iba a tener una relevancia creciente en el oriente y en sur del país y, aunque resultara difícil de creer en aquel momento, en Santa Cruz. Hoy, la suma de lo hecho por el gobierno con lo no hecho por las vetustas dirigencias cruceñas, y la evidencia de que una región conservadora por naturaleza terminaría limando asperezas y afinando con la principal fuerza conservadora, nos muestran que lo imposible se hará posible más temprano que tarde, y que el MAS ganará en Santa Cruz. Pero no solamente creo que el MAS ganará este fin de año en Santa Cruz, lo que podría ser un accidente o un hecho coyuntural fortuito; lo digo una vez más: Santa Cruz y la ex media luna, serán la base política y electoral del MAS, probablemente durante los próximos veinte años. ¿Qué loco, no? Sin embargo lo que más me pica, debo admitir, es saber cuándo es que mis amigos liberales/demócratas/jailones/racistas, comenzarán a votar por Evo y por el MAS. De que esto va a ocurrir, no hay duda, la pregunta es cuándo. Este reconocimiento podría demorar treinta años, como ocurrió con Paz Estenssoro, pero no hay que olvidar que las cosas hoy en día van mucho más rápido. Vengo de una familia movimientista y puedo decir por experiencia propia, que no era fácil enarbolar el pazestenssorismo frente a ciertas elites paceñas; las viejas te miraban con horror y asco, y luego ladraban con odio contra “el mono ladrón de las libras esterlinas y asesino de los campos de concentración”. Ni siquiera la alianza con Banzer y la Falange el año 71 fue suficiente como para atenuar el odio hacia un traidor de raza y de clase, que les había quitado tierras y privilegios, y que había empoderado a “los indios de mierda”. Recién en 1985, tuvo que llegar el 21060, de la mano del empresariado y de los poderes cruceños, para que el “mono ladrón y asesino” se convirtiera en el doctor Paz, el hombre del siglo. No se trata de hacer comparaciones odiosas, sino simplemente de establecer que, cuando alguien defiende tus intereses, y en los hechos refuerza tu ideología y tu manera de ver y entender el mundo, siempre encontrarás la manera de perdonarle su pasado y todos sus pecados y agresiones; podrás defenderlo, votar por él, e incluso elevarlo a la categoría de prócer. En todo caso, clarito será, y el tiempo dirá si tengo o no razón.

jueves, 8 de mayo de 2014

Se busca psicoanalista para tratamiento colectivo (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-08/05/14)

En cualquier lugar del mundo que se precie de “moderno” y “civilizado” (y que sobre todo sea distinto a todo lo que se parezca al Kollasuyo), el alcalde Percy Fernández habría sido destituido de su cargo a causa del despreciable incidente protagonizado con una periodista en un acto público. No solamente se habría visto obligado a renunciar, sino que lo más probable es que lo hubieran metido preso, y de seguro quedaría marcado de por vida con el estigma de la condena social. Por mucho menos de lo que este pintoresco personaje hizo, han caído figuras de renombre mundial, de manera fulminante y sin derecho a pataleo. Ojo que esto no quiere decir que uno esté de acuerdo con la crucifixión sumaria de funcionarios públicos o personalidades, en nombre de la doble moral anglosajona, ni mucho menos; igual que a usted, a mí me enferma la moralina gringa expresada en la exigencia de comportamiento puritano de sus celebridades y autoridades, en la apariencia pública, cuando en lo privado todos se revuelcan felices en una sociedad de moral bastante laxa. Pero el caso del alcalde Santa Cruz trasciende todos los límites de lo permisible e inclusive de lo imaginable; en apariencia se trata del problema de un cerdo libidinoso que, con los años, ha perdido la capacidad de controlar sus instintos más primitivos, pero en realidad el problema es mucho más grave que eso. El problema tampoco es, aunque cueste creerlo, que la ciudad de Santa Cruz se está cayendo a pedacitos como producto, entre otras cosas, de una pésima gestión municipal que no ha podido resolver los problemas básicos de una urbe que nunca termina de crecer. El problema ni siquiera es que ciertos grupos de poder apoyen y sostengan a esa caricatura de líder, convirtiéndolo en una grotesca marioneta; mal que mal, Percy es de alguna manera el eje de los intereses económicos que viven a costa de las anacrónicas obras de la alcaldía. Como tampoco es el problema la instrumentalización que hace el MAS del alcalde cruceño, en la medida en que le resulta muy cómodo tener como aliado a un díscolo que aglutina los intereses y apetitos de la sometida elite cruceña. El verdadero problema, y ¡carajo, menudo problema!, es el hecho de que ese mamarracho que tiene a Santa Cruz hecha una porquería, cuente con la simpatía, el apoyo y la complicidad de la gran mayoría de los cruceños. No vayan a pensar los amigos cruceños que me las estoy dando de muy superior; en La Paz también tuvimos en alguna época alcaldes igual de impresentables, pero con la diferencia de que por lo menos se nos caía la cara de vergüenza. Lo grave y lo realmente espantoso, es que los cruceños se vean bien representados por Percy Fernández, y estén convencidos de que es lo que se merecen, pese a estar conscientes de que su gestión como alcalde es una pena. Como le gusta decir a nuestro presidente: “no se puede creer”. Visto el tema con la frialdad de la distancia, parecería que los cruceños necesitan un psicoanálisis colectivo que desentrañe las torcidas razones que podrían tener para admirar a un tipo que sería motivo de vergüenza hasta en el último confín del mundo, pero que además les afana su plata y los condena todos los días a sufrir una ciudad invivible. Así de grande debe de ser el peso del provincianismo que todavía arrastra Santa Cruz, detrás de esa imagen de aparente modernidad y progreso. Provincianismo traducido en machismo, paternalismo, y una larga colección de taras que ya ni quiero enumerar para que no me digan que soy anti cruceño, pues coincidirá usted conmigo en que solamente hace falta el sentido común para quedar alucinado ante tal alcalde y el amor que le profesan sus sacrificados ciudadanos.

jueves, 1 de mayo de 2014

El dulce mareo de las encuestas (Columna Bajo La Sombra del Olivo-Página Siete-01/05/14)

Las últimas encuestas que dan cuenta de una caída en la intención de voto del presidente Morales y la parodia de una elección interna protagonizada por Doria Medina, han causado algo de revuelo e inquietud en quienes todavía tienen algo de interés en las elecciones presidenciales de octubre. A los más ingenuos les han brillado los ojos frente a una caída de siete puntos del candidato presidente, y han desplegado un largo listado de razones que explican la bajada, muchas de las cuales son ciertas. Todos son temas de coyuntura que sí han podido tener consecuencias en la cifras, pero que pasarán rápidamente; el cruel gesto con el departamento del Beni en momentos de desastre, el funesto proyecto de nueva ley minera que reveló parte del turbio mundo cooperativista, los negocios vinculados al estado de la familia vicepresidencial, el libro de Raúl Peñaranda en el que se pone en blanco y negro el tema de los medios “medio del gobierno”, sin hablar del lío de los suboficiales y sargentos, que no pudo haber sido medido en las encuestas, seguramente han sido factores que han salido en la foto. Lo malo es que a los que están en el lugar de oposición no le ha chorreado ni un votito de los que se la han caído al gobierno. Coincidirá usted conmigo en que no hay que ser un iluminado ni un genio en marketing electoral para interpretar algo así. Lo que sí me cuesta entender es la ola que se ha desatado en analistas y opinadores, que reclama histéricamente la formación de un bloque único de oposición, como bálsamo para curar todos los males de este endemoniado país. Los devaneos entre el MSM y los Verdes y la curiosa encuesta/elección del Frente Amplio (que no hizo otra cosa que arrancar carcajadas del público), alientan todavía esa posibilidad, que a juicio de algunos, sería la solución mágica. ¿De dónde nos viene la idea de que juntando piezas rotas vamos a poder construir algo decente? ¿De lo ocurrido en Venezuela? Que yo recuerde aquello nunca funcionó y el único que pudio derrotar a Chavez fue el cáncer. ¿Nos hemos olvidado de cómo les fue al Tuto y al Manfred en las últimas elecciones? ¿Realmente estamos creyendo que la razón de que Evo Morales se vaya a quedar en el palacio es porque los tontitos de la oposición no supieron ponerse de acuerdo? ¿Tan brutos nos han dejado ocho años de hegemonía política? El oficialismo va a ganar las elecciones simple y sencillamente porque no hay una alternativa al esquema de este gobierno. No hablemos siquiera de nuevos liderazgos que, a partir de una alternativa, hubieran aparecido naturalmente. Nadie ha podido plantear algo realmente diferente, creíble y posible; si no comenzamos por entender eso, estamos mal. Y al presidente le va fenomenal porque hay mucha plata para gastar, pero además porque es parecido o igual a la inmensa mayoría de cholos, indios y campesinos que ya no solo habitan, sino que se sienten finalmente dueños de este país; y también porque no tiene ningún escrúpulo en decir una cosa y hacer lo contrario. Al parecer la mayoría de la gente está contenta con el capitalismo puro y duro que se ha acentuado más que nunca, con el espejismo de progreso que crea la plata de la venta de materias primas, y con el liderazgo férreo y astuto de un presidente con alta legitimidad. Así están bien las cosas incluso para quienes lo desprecian o dicen odiarlo; el viejo truco de machacar un discurso extremo y actuar con el más despiadado pragmatismo ha funcionado nuevamente. Esas razones, ingratas e incómodas, explican las cosas muchos mejor que el desempeño de la oposición en las encuestas.

jueves, 27 de marzo de 2014

La quimera de la igualdad de derechos y obligaciones (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-27/03/14)

Vivimos en un país singular, no cabe duda, en el que la norma y la ley no es la misma para todos. Una misma actividad es regulada de una manera para unos, y de manera distinta para otros, planteándonos de esa forma la interrogante permanente acerca del sentido del sistema y peor aún, de la sospecha de la tácita aceptación de que hay ciudadanos de primera, de segunda, y también de tercera. La manera en la que pagamos nuestros impuestos retrata dramáticamente una parte de este extraño modelo, construido a sobre saltos y a merced del péndulo de las contradictorias corrientes dominantes durante los últimos cincuenta años. Una pequeña fracción de ciudadanos, cuya actividad fue definida por alguien en algún momento como “formal”, carga en sus espaldas el peso de una presión tributaria creciente y digna de un país del primer mundo. Las entidades recaudadoras de impuestos, tanto nacionales como municipales, se han convertido en máquinas súper eficientes que no dejan pasar un solo detalle, y que aprietan cada día con mayor tenacidad a los contribuyentes. Eso está muy bien y no debiera ser motivo de queja para nadie. El problema es que no se puede avanzar en lo más importante, es decir la construcción de una cultura tributaria colectiva, por la sencilla razón de que todos sabemos que en el fondo no es ni justo ni razonable, que muchísimos otros vivan tranquilos pagando centavos por su engañosa condición de informales o por su pertenencia a un grupo de poder corporativo. La tienda de barrio de la esquina, el dueño de la empresa de radiotaxis, la casera dueña de tres puestos en el mercado, el dueño del tractor para construcciones, el comerciante de electrónicos de la Eloy Salmón, el cooperativista minero, o el agricultor cocalero, son solo algunos pocos ejemplos de millones de personas que contribuyen con muy poco o con nada, y que en algunos casos acumulan fortunas millonarias. Igual o parecido ocurre con el ingenuo ciudadano que invierte en un snack o un restaurante, y debe cumplir rigurosamente con una infinidad de normas y requisitos, mientras pasos más allá el puesto callejero de almuerzos, con mesas y sombrillas, hace lo mismo sin control alguno, estableciendo además, el concepto de que quienes consumen allí son ciudadanos de segunda, que no merecen que se controle a su proveedor. Podríamos seguir indefinidamente citando ejemplos en los que se evidencia que vivimos en una sociedad en la que se miden con distintas varas, las mismas cosas, dependiendo del pecador. ¿Es posible un país en el que el concepto de derechos y obligaciones siga arrastrando deformaciones tan grandes? ¿Es este un desarrollo natural, considerando nuestro brutal pasado de exclusiones y racismo? ¿Es este el reflejo cabal de un país históricamente injusto y desigual? ¿O será más bien que mis preocupaciones son demasiado burguesas y liberales? ¿Será que la ilusión de la igualdad secante de una ciudadanía homogenizada es un espejismo que debemos superar? ¿Estamos en el medio de un largo y complejo proceso que todavía no sabemos comprender a cabalidad? Muchas preguntas y pocas respuestas mientras no se dilucide el rumbo definitivo del país, que, por el momento, parece nomás encaminado al capitalismo y al libre mercado, y en el que, por consiguiente, estas anomalías tienen cara de injusticia y competencia desleal.

jueves, 13 de marzo de 2014

Gustu (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-13/03/14)

Haciendo analogía con los estados con los que se puede definir el estado de una relación en el Facebook, la relación del restaurante Gustu con la ciudad de La Paz es actualmente “complicada”. Este vínculo, esencial entre una cocina y la ciudad en la que se encuentra, comenzó con un gran entusiasmo frente a las expectativas que se generaron a partir de la osada decisión del empresario y activista gastronómico Claus Meyer, de abrir un restaurante en Bolivia. No era para menos. El hecho de que el copropietario del Noma, premiado tres años consecutivos como el mejor restaurante del mundo, decidiera apostar por el país, desató una serie de pasiones en distintos ámbitos. Sin embargo, en poco tiempo, la euforia inicial se convirtió en una relación algo fría, marcada esencialmente por la mutua incomprensión. ¿Era previsible que algo así ocurriese en una primera etapa? Seguramente, sobre todo si consideramos que el emprendimiento del visionario danés es bastante más complejo que la simple apertura de un restaurante. Sin ir más lejos, la escuela de cocina dirigida a jóvenes de escasos recursos que acompaña el proyecto, da cuenta de lo difícil que resulta evaluar el suceso de esta aventura, sin tomar en cuenta sus múltiples dimensiones. La relación de los comensales locales con la propuesta del Gustu, tiene un montón de desafíos por delante; el primero de ellos nos obliga a comprender que se trata de un restaurante de alta cocina, que poco o nada tiene que ver con lo que nosotros consideramos sabroso o contundente. Para disfrutarlo hay que hacer el esfuerzo de entender que lo que allí nos ofrecen, parte de un concepto, de la elección de un ingrediente y de una apuesta por realzar su esencia fundamental a través de sutiles combinaciones, para lograr un equilibrio de sabores, haciendo uso riguroso de la técnica. Suena fácil, pero créanme, se trata de un arte que pocos pueden dominar. El resultado de estas complicadísimas y breves sinfonías tampoco está siempre garantizado. En mi experiencia, los disparos que recibí de Kamilla Seidler, la head chef, en la mayoría de los casos dieron en el blanco, haciendo estallar tanto mi boca como mi cerebro; en otros pocos casos, ni siquiera vi pasar la bala; no entendí la idea probablemente porque mi paladar no está preparado para algunas cosas o quien sabe porque al concepto de alta cocina se lo ha complejizado aún más con algunos radicalismos conceptuales y algunos criterios de purismo, muy propios de la nueva cocina nórdica. De la parte del Gustu, el desafío para que la relación de “complicado” cambie a “enamorado”, pasa por seguir haciendo el esfuerzo de adaptarse, en la medida de lo posible y sin alterar su esencia, a las sensibilidades y posibilidades del mercado local. Una revisión en los precios serviría y podría auto financiarse con la mayor afluencia de un público que simplemente hoy no puede permitirse frecuentar el lugar. Coincidamos en que un restaurante poblado solamente por extranjeros, al margen de ser insostenible, no tiene sentido alguno. ¿Qué si vale la pena el hacer el esfuerzo de probarlo? Por su puesto que sí. La atmósfera en general, el cuidado en los detalles y la impecable atención, no tienen con qué compararse en nuestro medio y le harán atravesar una experiencia inédita. Me queda claro además que un proyecto tan ambicioso como éste no carga encima el inmediatismo y el cortoplacismo al que estamos acostumbrados los bolivianos, y contempla plazos y procesos de maduración que solamente pueden consolidarse con la tenacidad y las ganas de sorprender que he sentido en el Gustu.

jueves, 6 de marzo de 2014

Una chispa de emoción en el aburrido año electoral (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Ilya Fortún-Página Siete 06/03/14)

Alguito de sal y pimienta se la acaba de agregar a la elección presidencial venidera con el coqueteo entre el Movimiento sin Miedo y el partido de Rubén Costas, que al parecer ya ha pasado de los piropos, a las proposiciones formales. Pese a que el año pasado ambos partidos habían jurado y rejurado que no se juntarían para hacerle frente a Evo Morales porque un océano los separaba ideológicamente, parece que el amargo de las encuestas les ha azuzado el instinto de conservación y les ha hecho reconsiderar la posibilidad de una alianza inesperada. La verdad es que si hace un par de años alguien me planteaba la figura de una alianza entre verdes y sin miedos, no me la hubiera creído; no se la veía venir, y eso de por sí la hace interesante en un panorama prelectoral hasta ahora previsible y aburrido. Después de mucho tiempo, algo pasa en la vereda opositora, con algo de potencial para mover cifras, aunque sea de manera testimonial. Esta alianza en ciernes representa de alguna manera, un intento de cohesión entre las dos expresiones políticas urbanas más fuertes del país, que a su vez representan a los dos polos que fungen como motores de la economía nacional. A su favor cuenta, de entrada, el hecho de que la suma de sus intenciones de voto la convierten actualmente en la segunda fuerza electoral. También ayuda el hecho de que no se vislumbra una pugna por la candidatura presidencial entre ambos líderes, en el entendido de que, a mi juicio, a Rubén Costas no le interesa poner en juego su continuidad como Gobernador de Santa Cruz. Juegan también a favor los antecedentes de gestión de ambos líderes, en el caso de Juan del Granado su tremenda labor al frente de la Alcaldía de La Paz, y en el caso de Rubén Costas su desempeño como Gobernador que, al parecer es bien percibido por la ciudadanía cruceña. El primer reto de la alianza pasa por el desafío de lavarse la cara mutuamente. De los negativos que pesan sobre ellos, con esta osada apuesta, Del Granado debería atenuar su imagen de ex aliado del gobierno en los peores momentos para Santa Cruz, y Costas tendría que lavar su estigma de ser el representante de las oscuras oligarquías cruceñas. El riesgo, claro está, radica en la posibilidad de que, por el contrario, sean los negativos los que se sumen. De sellarse la alianza, tendrán también la urgencia de sumar nuevas adhesiones, privilegiando la presencia de rostros nuevos y sobre todo liderazgos indígenas que, más allá de las caras, garanticen compromisos de fondo con los temas indígenas y de tierras. Si el momento es bien aprovechado y se suman a tiempo los elementos que le faltan a la fórmula, la cosa se puede poner interesante y esto puede significar una debacle para Doria Medina, que por un lado verá diluirse definitivamente su apuesta principal, es decir la conformación de un frente amplio único con él a la cabeza, y que por otro, tendrá que afrontar el peligro de que el voto opositor se concentre en quienes tengan las mejores oportunidades. En todo caso y como van las cosas hasta el momento, para todos los opositores en esta carrera el premio no es para el ganador, sino para el que mejor pierda; esto es evitar los dos tercios del MAS, o llegar a una segunda vuelta, o bien obtener una representación congresal decente y sostenible; pero sobre todo, evitar una tunda vergonzosa que los entierre políticamente, como ya ocurrió en el pasado con Quiroga y Reyes Villa. A eso es a lo que se puede aspirar a través de tácticas electorales, cuando no se ha podido consolidar en tanto tiempo, una verdadera alternativa al MAS y a Evo Morales.

jueves, 13 de febrero de 2014

Nuestra conciencia frente a los desastres “naturales” (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-13-02-14)

Una vez más todos nos encontramos afligidos por lo que hemos decidido llamar desastres naturales. Inundaciones, aluviones, turbiones, deslizamientos y una larga lista de calamidades atribuidos a la naturaleza, azotan al país, arrasando con todo lo que encuentran a su paso y cobrando innumerables vidas; lo más afectados, como siempre, son generalmente los ciudadanos más humildes, esos a los que les tomará media vida recuperarse de la calamidad. La violencia del clima nos desconcierta recurrentemente y nos lleva siempre a intentar hacer memoria, mirar hacia atrás e intentar recordar el clima en el pasado. ¿Así siempre era? ¿Será que antes ocurrían las mismas cosas pero no nos enterábamos mucho porque no vivíamos en la sociedad de la información? ¿O será que antes no nos interesábamos tanto o no nos importaban estas cosas? Esa duda latente persiste en nuestro subconsciente, enfrentándose a nuestro sentido común, seguramente a causa de la difusa discusión en torno a temas como el calentamiento global y el cambio climático. Digo que el debate es poco claro porque en el fondo parece que no estamos completamente convencidos de la relación entre la economía humana y el comportamiento del clima. Me dirá usted que no hay dónde perderse, ya que existe suficiente base científica que establece que estamos alterando el equilibrio climático; pero el detalle está en que, pese a los que muchos piensan, la ciencia no es neutral. Nunca lo fue y probablemente nunca lo será; la ciencia, lejos de ser rígida y contundente, también puede estar al servicio de ideologías, religiones, y claro que sí, de intereses económicos. Y así estamos, dudando todavía entre la idea de que el actual rumbo de la civilización moderna es insostenible, y la otra que nos dice que los ciclos del clima son mucho más largos de lo que creemos saber, que la mano del hombre no es la responsable, y que por la tanto podemos dormir con la conciencia tranquila. Más allá de las disquisiciones científicas, a mí el sentido común me dice que la depredación indiscriminada de la naturaleza a gran escala y el irrespeto impune del capital hacia el medio ambiente, por lógica tienen que traer consecuencias proporcionales, cuyos efectos no tenemos la menor idea de cómo administrar. Si usted coincide conmigo y considera que algo se debe hacer al respecto, eso me alegra pero le tengo malas noticias. Mi pesimismo radica en que la toma de conciencia ecológica, reducida a una serie de clichés, es absolutamente insuficiente y no sirve de mucho. No es dejando de quemar unos tronquitos la noche de San Juan o montándose en su bicicleta el día del peatón o evitando el uso de bolsas nylon, que se va a hacer una diferencia. Creo fervientemente que la verdadera toma de conciencia ecológica supone poner en cuestión el paradigma del progreso en el que se halla embarcado la gran parte del mundo; eso implica revisar crudamente nuestros hábitos de consumo y acumulación, en el entendido de que obviamente nuestro planeta no resistirá al crecimiento de miles de millones de personas, que anhelan vivir como en el primer mundo. Soy pesimista porque creo que esa toma de conciencia significaría atentar contra los principios esenciales y contra la medula espinal del capitalismo, y eso me suena, por el momento, a misión imposible. Lo otro, es decir el ecologismo de salón, es solamente una panacea que nos ayuda a calmar la conciencia: tomarse el tema en serio implica revisar nuestro modo de vida, y eso sí lo veo bien difícil.

jueves, 6 de febrero de 2014

El Gran Poder y el pequeño poder (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-06/02/14)

El último titular de domingo de éste periódico sacó roncha en la zona Sur. En él se señalaba que los comerciantes del Gran Poder están colonizando el otrora exclusivo suburbio de la ciudad, mediante la compra de inmuebles y la instalación de negocios propios. El tema es urticante para quienes no han podido o no han querido comprender una nueva realidad, que en verdad no es tan nueva. Desde la postura semi aristocrática del privilegio consuetudinario, a muchos sureños todavía les cuesta mucho adaptarse a los tiempos presentes, marcados por la renovación de elites; si bien el recambio de elites en el campo político aparenta ser mucho más evidente, el surgimiento y la creciente gravitación de las nuevas burguesías económicas, ha sido un fenómeno progresivo y difícil de digerir para quienes se sienten desplazados y despojados de sus privilegios de clase y de casta. El reflejo excluyente y rosquero de quienes llevan en las venas la actitud de patrones y dueños del país, se resiste a reconocer el empoderamiento de las burguesías aymaras y quechuas, e intenta descalificarlas a como dé lugar; se los presume veladamente como narcotraficantes, lavadores de dólares y contrabandistas delincuentes, ignorando con cierto desprecio racial, que el surgimiento de esa revolución burguesa se inicia hace treinta años, con el decreto 21060. Este nuevo empresariado recogió el guante del desafío de aquella Nueva Política Económica, y amalgamó las reglas del capitalismo y el neoliberalismo con sus prácticas culturales y familiares, logrando resultados impresionantes. De hecho lo hicieron muchísimo mejor que aquellos que en teoría estaban llamados a ser el motor de la economía. Así fue, y esto no debería extrañarnos mucho. El clásico empresariado boliviano, de traje, corbata, autazo y chofer, nunca estuvo a la altura de las circunstancias; Sin ir más lejos, la Revolución del 52 apostó por la creación de una burguesía, que a la postre le resultó adicta a los favores políticos y, por consiguiente, ineficiente y poco competitiva. El clásico empresario boliviano, a diferencia de sus pares paulistas o santiaguinos, siempre fue cortoplacista y de visión chata; invierte poco, espera recuperar su platita en un año y está siempre a la pesca del atajo y la triquiñuela; gasta más de lo que gana y cuando acumula utilidades las guarda en un banco en el extranjero. No cree ni invierte en sus empleados y no siembra en la institucionalidad de sus empresas. Sueña y se manda la parte en colores, en dolby y en 3D, pero actúa en blanco y negro y en mudo. Por supuesto que hay excepciones, pero por lo general es muy gallito y emprendedor solamente cuando sus negocios están vinculados con el estado o con capitales extranjeros. Se victimiza y se lamenta de la inseguridad jurídica y justifica con ello su falta de sentido de largo plazo. Hace gala de su incultura y no se da cuenta que su falta de mundo lo ha hecho insensible a cosas evidentes y esenciales en la vida (Ojo, he dicho mundo y no Miami). Acá es rico pero en el contexto internacional su fortuna es de juguete. En suma, se asemeja más a un político de camarilla, que a un empresario de verdad. Habrá que cruzar los dedos para que ésta nueva y vigorosa elite empresarial chola y de gravitación nacional, marque una diferencia y se convierta en un nuevo paradigma del empresariado. Para ello tendrá que terminar de desplegarse y salir de esa especie de clandestinidad en la que se ha desarrollado, siempre con un pie en el mercado y el otro en la informalidad. En todo caso los vientos actuales soplan a su favor.