jueves, 31 de julio de 2014

Vivir en constante interpelación (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-31/07/14)

Si alguna virtud tiene este país, es esa ilimitada capacidad de cuestionarte permanentemente. Este no es lugar para cuadrados, dogmáticos o simplones del mundo globalizado; el que se las dé de muy ordenadito y de muy formalito en su manera de pensar y de comprender las cosas, corre el riesgo de caer en una profunda histeria, y de terminar siendo un alienado en su propio país. La realidad, esa nuestra compleja realidad, nos interpela todos los días, poniendo en duda todas nuestras convicciones y obligándonos a replantearnos las cosas más básicas, incluso aquellas que hacen parte de nuestro “sentido común”. Esta semana, a falta de uno, dos temas se ocuparon de perturbar mi precario equilibrio intelectual. Los vendedores de ropa usada de todo el país hacían declaraciones en los medios de comunicación, amenazando nuevamente con alistar medidas de presión contra el gobierno, si es que no se atienden sus reclamos, dirigidos a legalizar sus actividades, prohibidas ya hace mucho tiempo. Al mismo tiempo, me enteraba por los mismos medios, de la creación de la flamante Asociación de Propietarios de Vehículos Indocumentados del Norte de La Paz, que se aprestaba a realizar un ampliado de emergencia para tomar medidas en contra de la decisión del gobierno, de decomisar estos autos y convertirlos en monedas. Debo confesar que el gremio de propietarios chutos me pareció insólito, y en ese momento sentí que me subía la presión arterial; la noticia era una afrenta a todo mi bagaje cultural liberal, democrático y moderno, y una provocación a mi sentido común. Obviamente comencé a imaginar que lo próximo que nos tocaría presenciar sería una asociación de narcotraficantes exigiendo el mantenimiento de pistas de aterrizaje clandestinas, o un congreso de cogoteros en huelga de hambre y hasta las últimas consecuencias, por la vigencia de sus derechos adquiridos. Pero la verdad es que no hay más remedio en estos casos, que intentar ponerse un minuto en los zapatos de la gente, y además y sobre todo, intentar comprender las cosas desde un ángulo que no tiene precisamente mucho que ver con lo que hemos aprendido toda nuestra vida. ¿No es también válido pensar que el tema de la ropa usada le ha permitido a millones de personas vestir prendas que nunca hubieran podido siquiera imaginar, de haberlas tenido que comprar nuevas? Salgo a la calle y veo a la gente más pobre relativamente bien vestida, a las guaguas con ropa abrigada y a los jovenzuelos incluso haciendo gala de alguna marca global de última moda. El impacto de ese negocio en la vida de muchísima gente ha sido enorme, y eso es algo que no se puede dejar de considerar. Que el asunto es una amenaza real para la industria textil local, no cabe duda; pero, ¿realmente tenemos una industria textil tan grande y desarrollada? ¿Nuestra economía depende de los textiles? ¿No sería mejor incentivar agresivamente a nuestra industria textil para que se dedique a exportar exclusivamente? Es decir, si hemos encontrado, un poco a las malas como siempre, la forma en que la gente más pobre pueda vestir correctamente, ¿vale la pena tirar todo por la borda, en aras de la observancia a las normas? No lo creo. Bastaría sin duda con ponerle un arancel a la importación y exigirles la venta con factura. Lo mismo con los autos chutos. ¿Cómo es eso de que no se pueden importar autos usados? ¿Dónde creemos que estamos? ¿Porque negarle a los más desfavorecidos la posibilidad de un auto asequible? Un auto usado no es sinónimo de contaminación si está en buenas condiciones y con un buen mantenimiento. ¿O será que la idea es que todos estemos obligados a comprar Toyotas cero kilómetros? Lo interesante de todo esto es que, desde la óptica de nuestras necesidades reales como país, los manuales y las normas escritas en piedra son relativos.

jueves, 17 de julio de 2014

Las listas (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-17/07/14)

El día de la presentación de listas a candidatos a diputados y senadores es un día clave en la ya ajetreada vida de los partidos políticos. Más allá de lo que se diga o se aparente, en las listas se lee quién es quién en la tropa, y de qué tamaño la tiene. Allí está todo en blanco y negro y no hay dónde perderse; es una fotografía cruda y descarnada de la vida y de las miserias de todos los precandidatos, que han hecho piruetas y filigranas de todo tipo durante cinco largos años, alimentados por una sola obsesión: las listas. Entrar en las listas es el fin último, pero no crean que aquello es suficiente; estar en el fondo o fuera de la bendita franja de seguridad, es un premio envenenado que sabe a castigo; algo así como el Balón de Oro para Messi en el mundial de fútbol. Los rellenos fuera de la franja son el premio consuelo y el pequeño gesto de reconocimiento a la existencia de dirigentillos de cuarta que no pinchan ni cortan y, claro, que no tienen dónde caerse muertos. ¿Entonces hay que estar a como dé lugar arriba en la lista, y dentro de la franja? Obvio, pero eso tampoco es suficiente, porque créanme, ser suplente no es para nada lo mismo que ser titular. Lo mismo en el mundial; una cosa es que convoquen, si, qué lindo; otra muy distinta es mirar a tus compañeros toso el campeonato desde el banco. La cosa es mucho peor ahora que antaño, pues creo que solo te amollan mitad de la dietita, o incluso nada si no estás supliendo al titular. Peor aún, ahora que no se puede ir y venir al antojo entre el legislativo y el ejecutivo, las chances de que el titular suelte el curul, son medio escasas. El esforzado y sacrificado dirigente partidario vive y respira en función de sus expectativas en las listas. Durante un lustro, todo lo que hace, todo lo que dice y todo lo que gasta lo hace en función de entrar a las listas, o mantener su lugar en ellas, cambiando de cámara tal vez. El lugar que obtenga en las listas será una especie de calificación, una nota que alguien le pondrá a cinco años de su vida; una calificación al revés en la que el que tiene un uno, es diez veces más capo o más platudo, que el que tiene un siete (el séptimo está siempre fuera de la franja). Hay varios caminos que conducen a las listas, unos largos, otros más cortos. Para el hombre de partido que está convencido que tanto tiempo y dinero invertidos le deben garantizar un lugar, la cosa se pone siempre cuesta arriba. No solamente debe cumplir los requisitos institucionales, léase capacidad de convocatoria y movilización de bases, designación oficial en congresos partidarios, kilométricas firmas en cartas de apoyo, padrinazgo de algún jerarca del partido y demostrada lealtad con el jefe y sus familiares. Una vez cumplidos los requisitos formales, el aspirante al lugar seguro de las listas sabe que sus méritos partidarios, reales o supuestos, valen muy poco cuando el pragmático jefe ha decidido que su lugar en la lista tiene que ocuparlo aquel acaudalado donante que gira cheques de seis ceros, o aquel afamado periodista que puede mover hartos votos, o el dirigente de tal organización social, o el aliado de último momento, o cuando no, el pariente cercano del jefe, que no puede quedar fuera, por supuesto. El camino institucional y orgánico a las listas es para el dirigente, una mamada que no existe. La decisión final la toma el jefe y nadie más que el jefe, pensando en los equilibrios de poder de la real politik, en los que le amollaron la campaña, en los compañeros de partido con capacidad de joderlo, en la parentela, y en alguno que otro chupamedias. Eso si, nunca pensando en las ideas y la capacidad intelectual, porque usted sabe, esas cojudeces no ganan votos.

jueves, 3 de julio de 2014

Política menuda (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-03/07/14)

En un gratuito acto de masoquismo, la semana pasada había comenzado a opinar acerca de las alianzas preelectorales. Me faltó ánimo y espacio para concluir mi charque, y prometí que ésta semana seguiría con la cantaleta. Pese a que las últimas novedades son aún más desalentadoras, promesas son promesas, o sea que aquí voy de nuevo. Si mal no recuerdo, me había lamentado de lo patéticas que resultan las alianzas forzadas por la carencia y la necesidad, y del escalofrío que tuve al ver el fantasma del Acuerdo Patriótico en la fórmula Doria Medina – Costas; la vieja derecha en retro versus la nueva derecha oficialista en quinta. Tal como se la veía venir, el ridículo al que fueron sometidos los miembros del difunto Frente Amplio, a los que no les pidieron ni la hora el rato de decidir la alianza con Costas, le está pasando factura a Samuel. La factura no es en votos (bien baratita resultaría si así fuera), sino en acusaciones de traición y patronazgo empresarial, pero vamos, tampoco creo que el irrespeto y el pisoteo de todo el discurso del Frente Amplio haya escandalizado a nadie; al final de cuentas todos sabían cómo funcionaba aquello, de quién era la platita y por consiguiente quién era el dueño. El que por el momento salió bastante bien parado del asunto es Rubén Costas. Al no ser parte de la fórmula no ha puesto directamente el cuello en la guillotina, y va a poder acomodar a unos cuantos de los suyos, pues las listas de Santa Cruz han sido puestas al parecer, a su disposición. Además, negociando primero y durante largos meses con el MSM, ha quedado finísimo en el rol de intentar articular una candidatura más amplia. Pudo hacer esto por la sencilla razón de que era el único que no estaba en busca de la candidatura presidencial. A él le interesa la reelección a la gobernación el próximo año y, claro, todo apunta hacia aquello, salvo que la dupla de la cual es corresponsable pierda frente al MAS en Santa Cruz; eso podría ser medio grave para su futuro. El que la tiene más grave aún es Juan del Granado. La elección de su compañera de fórmula fue tan incomprensible que, al igual que yo, muchos pensaron que se trataba de una broma. Una broma que no creo que le sume ni medio voto en Santa Cruz, pero que sin dudas le va a restar muchísimos en La Paz. ¿Cómo es posible que un político con esa experiencia y esa trayectoria no hubiera podido tomar una mejor decisión? La única vez que se escuchó hablar de la señorita Gil, fue cuando era la única chica linda de Santa Cruz que sacaba la cara por el Evo. A partir de allí su paso por el congreso y su gravitación política merecen un monumento a la intrascendencia. Con esto, el panorama se ha terminado de pintar tan, pero tan mal, que hasta el Tuto Quiroga ha decidido lanzarse a la carrera. Parece que ya cuenta con el apoyo económico de un conocido empresario aceitero, y que va a utilizar su escaza fuerza electoral en causarle algún daño a Costas en Santa Cruz y a Samuel en la Paz. Solo falta Manfred Reyes Villa para completar un cuadro surrealista que debe estar causando carcajadas en el palacio de gobierno. Mejor no le podían haber salido las cosas al MAS en esta carrera prelectoral. Con ello, se aseguran nuevamente una victoria arrolladora y el dulce espectáculo de ver cómo los opositores se canibalizan para demostrar cual puede ser el mejor segundón y el mejor calificado para recibir las sobras.