jueves, 23 de febrero de 2017

La derrota del MAS en las calles (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-23/02/17)

Evo Morales y el MAS han sido derrotados una vez más por los ciudadanos. Hace un año los derrotamos en las urnas, y anteayer los derrotamos políticamente en las calles.

En todo el país la gente salió a las calles masivamente, y en La Paz la concentración en San Francisco fue gigantesca en todo sentido. El mérito de aquella multitud, calculada en alrededor de 50.000 personas, radica entre otros, en que no fueron “sacados” por nadie a marchar.

Allí no hubo memorándums, allí no hubo fichas de asistencia, ni refrigerios, ni instrucciones ni amenazas de despido en caso de inasistencia; a San Francisco fue la gente por pura convicción, espíritu democrático y conciencia ciudadana.

Si en términos cuantitativos fuimos cinco veces más que la tropa de amarrahuatos y mamones a sueldo que acarrearon a la plaza del estadio en Miraflores, en términos cualitativos fuimos cien veces más, porque nadie nos obligó a ir y porque fuimos, pese a las amenazas, a los amedrentamientos y a la violencia entre masista a, que convirtió a la ciudad en un campo de batalla un día antes de la convocatoria.

La gente definitivamente le perdió el miedo a este gobierno de abusivos y matones,  y ese es un rasgo que seguramente marcará los acontecimientos de aquí en adelante; probablemente faltaba una gotita para que el vaso rebalse, y por ello va un agradecimiento especial a Jimmy Iturri y a ATB, que con el insultante bodrio de la Zapata el domingo por la noche, terminaron de desencadenar la indignación de la gente. No todo hubiera salido tan perfecto sin ese aporte.

La prueba más fehaciente de esta pérdida de miedo se vio también en el centro paceño en horas de la mañana cuando las columnas de funcionarios masistas se dirigían hacia Miraflores, y fueron abucheados en un interminable callejón oscuro, por miles de transeúntes. Ver a los acarreados marchar avergonzados y con la cabeza gacha, fue sin duda un espectáculo sin precio.

En San Francisco tuvimos la valiosa oportunidad de escuchar la voz de muchos ciudadanos que representaron la diversidad y la pluralidad de colectivos y organizaciones que, además de votar y movilizarse cuando hace falta, tienen mucho que decir.

La nota fea la pusieron los medios de comunicación que, lejos de reflejar lo sucedido, apostaron por la imagen de una polarización y un empate entre los que creemos en la legalidad y los que quieren vulnerarla otra vez. Un curioso empate zanjado en una elección, en las calles y en encuestas que reflejan que más de dos tercios de la población están en desacuerdo.

En fin, hubiera sido bueno que los canales le pusieran a la cobertura de la movilización ciudadana, el mismo entusiasmo que le pusieron en entrevistar hasta el cansancio al jefe de un partido político, a quien hicieron aparecer como principal protagonista.

Eso me lleva a referirme a la relación entre la ciudadanía organizada y los partidos políticos; anteayer se vio que los partidos llevaron gente a la concentración y ayudaron a sumar.

Pese a que mucha gente presente manifestó su rechazo cuando estos grupos llegaron, la cosa no pasó a mayores, y todos quisimos entender que en la lucha por la recuperación de nuestras garantías constitucionales, estamos todos frente al gobierno, y debemos sumar.

Más allá de eso, sería importante que los partidos aprovechen estas oportunidades para comprender que la energía social no está pasando por su representación, que para reparar su extravío requieren de cambios profundísimos y que no se puede pensar en el futuro sin la búsqueda honesta y novedosa de visiones y entendimientos con grupos ciudadanos, intelectuales y organizaciones.

Eso sí sería una novedad que dé a pensar en el 22F.


jueves, 16 de febrero de 2017

Decide una vez más (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-16/02/17)

Si has decidido ir a la concentración conmemorativa de la victoria del NO el 21F, seguramente coincides conmigo en que hay momentos en la vida en los que hay que tomar decisiones y hacer ciertas cosas, para trazar una línea que nadie tiene derecho a transgredir.

Si has decidido sumarte a la plaza por primera vez en tu vida, o después de 35 años de aquel glorioso “El hambre no espera, todos a San Francisco” que parió nuestra democracia, debe ser porque también piensas que las circunstancias a veces te piden que hagas cosas que no acostumbras hacer, pero que son imprescindibles.

Si has decidido tomarte la molestia de pegarte un viaje de cuarenta y cinco minutos hasta el centro y tener además que caminar para emprender el camino de regreso a casa, estarás de acuerdo conmigo en que no hay desidia o flojera en el mundo que justifique que te quiten tu voz y tu voto, porque sabes que si no, has dejado de ser un ciudadano que importa, y te han convertido en una ficha desechable.

Si has decidido que tu presencia debe simbolizar la defensa de la democracia, querrá decir entonces que compartes conmigo la preocupación de que ya se han sumado demasiados abusos, y que han confundido tu tolerancia con cojudez.

Si piensas que hoy nadie te está representando y defendiendo de la manera en que tú esperas y mereces, pues estás en sintonía con miles de ciudadanos que creen que no deben dejar pasar la oportunidad de ser el protagonista de un acto que no tiene nada que ver con la política tradicional, y que más bien pretende ser una fiesta ciudadana, diversa y plural, como es la sociedad misma.

Si votaste por el SI hace un año, pero crees que Evo Morales ha hecho muy mal en anular toda una elección porque el resultado no le favoreció, pues déjame decirte que también te sentirás a gusto en la concentración, porque no es una manifestación en contra de nadie, sino a favor de nuestros derechos constitucionales.

Si crees que es mentira que Gabriela Zapata era la novia del presidente; si crees que es mentira que vivía como multimillonaria sin profesión u oficio conocido, y que hasta hoy vive una vida de privilegios en la cárcel; si crees que es mentira que ella, él, y todos los ministros nos informaron que hubo un hijo de aquella relación; si crees que es mentira que ella, desde la CAMC, tuvo algo que ver para que consiguieran contratos por quinientos millones de dólares; pues entonces tendrás las mismas ganas que yo de decir públicamente que no le encuentras ni pies ni cabeza a esta historia oficial de la supuesta mentira.

Si crees que puede haber violencia, no temas ni te desanimes, porque cualquier provocación será respondida con una actitud pacífica colectiva, porque el oficialismo no está en condiciones políticas otro error que le costaría muy caro y porque ya han anunciado que harán sus manifestaciones otro día y en otro lugar.

Si tienes dudas acerca de cuanto pueden servir realmente estos esfuerzos colectivos para cambiar las cosas, fíjate lo que ha ocurrido y lo que está ocurriendo en muchos países, en los que la ciudadanía movilizada espontáneamente, ha conseguido modificar la correlación de fuerzas políticas. Y decide ir.

Y si finalmente crees que nada de esto vale la pena, se consecuente con la inacción y la apatía, y resígnate a que el poder se apropie definitivamente de tu voz y de tu voto. Pero aun así, no olvides que la pelota está en nuestra cancha y que los ciudadanos siempre tendremos la última palabra, pues nos asiste la verdad y la espontaneidad.

miércoles, 8 de febrero de 2017

#monumentoal21F (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-09/02/17)

A Donald Trump no pudieron pararlo en Estados Unidos ni los demócratas, ni los republicanos, ni los medios, ni Wall Street, ni todo el establishment político más poderoso del mundo. Arrasó con todo y asumió la presidencia de su país, seguro y confiado en que no tendría rival por delante.

Pero esa certeza le duró apenas unas horas. Al día siguiente millones de ciudadanos de a pie salieron a las calles a manifestarle su rechazo; fueron las movilizaciones ciudadanas más grandes de la historia de Estados Unidos. Solamente en Washington D.C., salieron a protestar un millón de personas.

Las medidas antimigratorias del peligroso personaje de pelo amarillo, tuvieron también la respuesta de la ciudadanía, que se convirtió rápidamente en su principal rival político.

A Evo Morales también le ganamos los ciudadanos, y no una, sino tres veces: en la elección de magistrados, en el referéndum de aprobación de estatutos autonómicos, y, claro, en el glorioso 21F de hace un año atrás. A los débiles y cansados partidos políticos del pasado, él siempre les ganó.

Por eso el gobierno nos tiene terror, por eso mienten desesperadamente diciendo que nuestras movilizaciones son el camuflaje de los políticos, por eso se están meando de miedo por nuestra iniciativa de festejar el 21F con manifestaciones en todo el país y por eso nos quieren amedrentar y amenazar con contramarchas y acarreos de amarrahuatos a sueldo.

Pero no han podido meternos miedo, porque les hemos demostrado una y otra vez que a nosotros los ciudadanos no nos saben enfrentar, porque no pueden chantajearnos ni acusarnos de todas las cosas que acusan a la oposición política. Con nosotros no pueden, y por eso les hemos ganado siempre.

No nos han amilanado con sus amenazas, porque tenemos la convicción de que iremos todos a concentrarnos en paz, en son de festejo y solidaridad, porque no responderemos a ninguna provocación y porque no les daremos el gusto de llevarnos al fango de la confrontación, en el que ellos viven, se revuelcan y se reproducen.

No nos han desanimado de ir, porque sabemos que si cometieran la criminal estupidez de agredirnos en una fiesta pacífica, se evidenciarían como un gobierno ya fatalmente podrido, en las últimas y a punto de caerse. Así que están jodidos otra vez frente a los ciudadanos; hagan lo que hagan, van a perder otra vez.

Para que la cosa salga más linda aún, se me ocurre que podríamos construir algo juntos allá donde estemos convocados, y que eso que construyamos, quede como una constancia de nuestro esfuerzo colectivo y casi como un pequeño monumento al 21F.

Podríamos llevar cada uno una cajita que simbolice una urna y nuestro voto y, con todas las cajas, ir armando a medida que la gente llegue, un gran cubo: la urna de todos, la urna con la que les ganamos y con la que les volveremos a ganar.

Con la ayuda de unas cuantas brochas y algo de carpicola, podríamos ir armando con cada cajita de cada ciudadano, como si se tratara de un cubo Rubik, una gran urna que quedaría como nuestra expresión artística, en defensa de nuestro voto, de nuestra voz y de nuestra democracia.

Solamente tendrías que hacer el esfuerzo de buscar una cajita de zapatos en tu casa, o comprar una en una librería de camino a la concentración, o pedir que te regalen una en el supermercado. El resto lo haríamos juntos en la plaza.

Si te parece que es una buena idea y que es posible que podamos hacerla funcionar entre todos, comparte esta columna y echemos a andar este entretenido #monumentoal21F. Sino, igual espero que nos veamos en la plaza.

jueves, 2 de febrero de 2017

#VerdadesSinFiltro (Columna Página Siete-02/02/17)

Nuestro maltrecho gobierno sufre un montón de enfermedades de diversa índole; unas son pasajeras y todavía tratables, otras, infecto contagiosas y otras terminales.

Son tantas, que el solo enumerarlas me tomaría la página entera, y probablemente todo el cuerpo central del periódico.

Me limitaré entonces a señalar solamente una de sus afecciones, de rasgo psicoló
gico y peligrosísima para quien la sufre y para quienes lo rodean: la mitomanía. Este
comportamiento mentiroso compulsivo del gobierno se agrava aún más con su
habitual mecanismo de defensa, mediante el cual atribuye a otros sus propios
defectos: la proyección psicológica.

El grosero invento del supuesto Cartel de la Mentira, en el que han gastado ingentes
cantidades de tiempo y recursos públicos, es, sin duda, un claro síntoma de estos
males.

En la larga colección de mentiras que el gobierno ha acumulado, hay mentiras que
pueden ser consideradas pecados veniales, como el título del vicepresidente, la cara
conocida del presidente, o la salvadora lluvia sobre la sede de gobierno, mentirijillas
al fin, pero hay otra mentiras que son realmente pecados mortales.

Y lo terrible es que estamos tan inundados de mentiritas, que hemos dejado de prestarles la debida atención a las mentirotas, que son las que realmente importan.

La mentira de la nacionalización de los hidrocarburos como obra de este gobierno
con un decreto, cuando la verdad es que todas y cada una de las disposiciones se
encuentran establecidas en la Ley de Hidrocarburos y en sus decretos
reglamentarios, y cuando la verdad es que todo eso ocurrió antes de que el MAS
llegara al gobierno.

La mentira del anticapitalismo, cuando la verdad es que los hechos y las acciones
del gobierno demuestran que hoy vivimos un capitalismo mucho más acentuado y
salvaje, impulsado por una súperburguesía capitalista, integrada por nuevas y viejas
elites, unas legales y otras no tanto.

La mentira del aintiimperialismo, cuando la verdad es que solamente hemos
cambiado de patrones, entregándole el país a la voracidad asiática, a cambio de
negocios truchos y muchas veces medio turbios, y a cambio de una deuda que no
van a alcanzar a pagar ni nuestros tataranietos.

La mentira de la soberanía económica y el blindaje de nuestra economía, cuando la
verdad es que el brutal extractivismo al que se ha abandonado el gobierno, nos ha hecho más dependientes y más vulnerables que nunca en nuestra historia económica.

La mentira del pachamamismo y el respeto a la Madre Tierra, cuando la verdad es
que no han vacilado en arrasar con el Tipnis y cuando pretenden hacer algo peor
con la represa del Chepete, entre otros múltiples crímenes ambientales sumados en
once años.

La mentira del Ama Sua y de la transparencia, cuando la verdad es que, lejos de ser
microcorrupción, la megacorrupción reinante ha superado con creces todo lo que
habíamos visto, incluidos los gobiernos militares.

La mentira del gobierno indígena, cuando la verdad es que han atropellado los
derechos y las conquistas de los pueblos indígenas las veces que se les ha dado la
gana, para favorecer intereses económicos de sus acólitos.

La mentira de la revolución democrática, cuando la verdad es que han pisoteado
sistemáticamente los principios democráticos y los preceptos constitucionales, para
satisfacer su angurria de quedarse en el poder y cuando la verdad es que, en ese cometido, no han tenido el menor reparo en anular en los hechos el referéndum del
21F.

¡Uy!, ¿Viste? Ya se me acabó el espacio y no voy ni en la mitad del listado de las
grandes imposturas, pero la idea es que no nos perdamos en el champerio de las
mentiritas y no perdamos de vista las mentirotas, porque detrás de ellas están las verdades.