jueves, 26 de mayo de 2016

Igualito le volveremos a ganar (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-26/05/16)

Ni en el segundo tiempo, ni en el alargue, ni en los penales. En democracia, señor presidente, usted no podrá ser reelegido las veces que le dé la gana. Ya le dijimos claramente que no, y lo hicimos limpiamente respondiendo además a una iniciativa suya (porque sepa que nunca le creímos esa historia de que el referéndum fue una iniciativa de los movimientos sociales).

Usted se metió solito en el lío, y lo hizo leyendo muy mal los tiempos políticos. Usted y sus allegados sabían que la crisis económica comenzaría a golpearnos este año, sabían que el país no estaba blindado como lo repitieron tantas veces usted y su ministro de economía, y por eso decidieron precipitar la consulta. Y le ganamos.

Nadie lo obligó tampoco a querer adelantar el referéndum como una prueba de lealtades internas ante el evidente desgaste de su gobierno y ante las crecientes tensiones por el tema de la sucesión. Usted lo hizo, y le ganamos.

Usted utilizó todos los recursos y la maquinaria del estado en una multimillonaria campaña, basada en el miedo y en mentiras, pero igualito le ganamos. Usted utilizó los medios que se compraron a través de testaferros y con plata de quién sabe dónde, y que al final no les sirvieron de mucho, porque incluso con esas desventajas, le ganamos.

Usted quiso engañar a la gente haciéndoles creer que la campaña ciudadana por el NO estaba dirigida y financiada desde el extranjero por unos tipos que hace años ya no tocan pito en la política y que los jóvenes ni siquiera conocen, y se equivocó, porque nadie le creyó esa mentira, y le ganamos.

Usted creyó que por haberse comprado medios y haber asfixiado y amedrentado a los que no pudo comprar, tenía controlada toda la opinión pública, y no se imaginó que la ciudadanía iba a buscar en las redes sociales la manera de expresarse libremente.

Y, señor presidente, no se equivoque otra vez, no le ganamos por sus amoríos y por sus paternidades ocultas; le ganamos por la sencilla razón de que una mayoría del país cree que las reglas de la democracia no pueden ser utilizadas a la conveniencia y al antojo de los poderosos de turno, y que usted ya se había reelegido abusivamente una vez ignorando el compromiso de la constituyente, y que intentarlo de nuevo era algo realmente malo para una democracia, que resulta que no es de su propiedad, sino que nos pertenece a todos. Por eso le ganamos.

Pero si usted insiste en esa bochornosa posición de no querer reconocer su derrota, y de querer seguir dilapidando millones de millones en una nueva elección, debe saber que los ciudadanos nos pondremos al frente otra vez, y le volveremos a ganar, esta vez con un margen que lo pondrá en ridículo ante los ojos del mundo.

Sepa también usted, señor presidente, que conocemos bien los rodillazos que usted acostumbra dar cuando quiere ganar un partido. Sabemos que para ganar su segundo tiempo, usted intentará comprar al árbitro e inhabilitar a los jugadores del equipo contrario.

Seguramente la revisión de la Ley de Imprenta y la ley de control de redes sociales está dirigida a eso, es decir a intentar amedrentarnos y acallarnos; como seguramente también intentarán hacer ciertos “ajustes” en el Tribunal Supremo Electoral, para intentar socavar la voluntad popular con un árbitro bombero.

Pero el riesgo de toda esta nueva aventura a la que nuevamente se está metiendo usted solito, es que, para intentar ganar a como dé lugar, usted tendrá que ir más lejos de lo que ya ha ido en la transgresión de los límites democráticos, y pasará a la historia como un dictador, rifando así su paso por la historia. Pero, además, igual le volveremos a ganar.      

jueves, 19 de mayo de 2016

No somos tan cojudos (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-19/05/16)

Hasta aquí llegó mi paciencia con el tema de la Zapata y los hijos del presidente. No sé si estaré traduciendo el sentir de mucha gente, pero la verdad es que creo que el poder nos está tomando a todos como si fuéramos cojudos, de manera sistemática, y eso ya me tiene harto.

Y ojo, cuando digo que el poder, no solamente me estoy refiriendo al gobierno, sino también a los medios de comunicación, al sistema de justicia, a la oposición política y a toda la colección de actores que se han prestado de manera ciega y necia a este interminable circo.

Señores, les digo en serio: hay en el país un montón de temas serios de los que hay que ocuparse, en vez de seguirle el juego político y mediático a un gobierno que nos ha demostrado, una y mil veces, que eso es lo único que sabe hacer bien.

Me jode mucho ver cómo un montón de gente supuestamente seria, se tira al suelo por las cavilaciones del señor Carlos Valverde. ¿Acaso esto debería sorprendernos? ¿Acaso no era de esperarse que un personaje con el perfil de Valverde, pudiera terminar actuando de manera imprevisible o poco rigurosa?

Pero lo más loco es que la nueva postura de Valverde en relación a que el tal hijo, nunca existió, para muchos parece haber sido el dato del siglo, la gran señal que definirá el rumbo y los destinos del país.

¡Por favor! ¿Creen realmente señores del gobierno y de la oposición, que esto cambiará algo? Por supuesto que no, y es por eso que a nadie le importa un bledo si detrás de este episodio de esta estúpida novela, hay o no, algo de verdad.

¿Saben por qué? Porque el tema de la Zapata lo tenemos todos bien claro desde el primer día, y ninguna de estas maniobras nos va a hacer cambiar de opinión. Para pesar de muchos, no somos estúpidos, y nos dimos cuenta al tiro de qué se trataba el tema.

Nadie necesitó ninguna investigación, ni ninguna operación política, para darse cuenta que la señora Zapata no tiene ni la más mínima capacidad profesional, ni el perfil necesario para jugar el rol que ella jugó, en negocios de cientos de millones de dólares entre el gobierno y las empresas chinas.

Nadie necesitó que pasaran tres meses de chismes para darse cuenta de que el estilo de vida de millonaria que lleva desde sus veintitantos añitos, no se debe a algún milagro, sino al hecho de haber sido la novia del presidente, a sus dotes en el amor, y a su fácil propensión a los negociados.

Nadie necesitó revisar un expediente judicial para confirmar una vez más que presidente sin lugar a dudas no será el Padre del Año, y que en realidad lo único que parece importarle en la vida es el poder.

Y nadie necesito la opinión de un especialista para captar que el caso Zapata mostró los increíbles grados de corrupción de este gobierno, pero sobre todo nos permitió ver de forma descarnada, la catadura moral de sus líderes.

Así nomás se entendieron las cosas, y no hay nada que nadie pueda hacer para revertirlo. El mito de Evo Morales como intocable e infalible se desmoronó y se sigue haciendo añicos con cada vuelta de tuerca y cada episodio de abuso de poder que cometen (lo del apresamiento de los abogados ya es un extremo).

Sabemos de memoria también que el afán del gobierno es intentar venderle el charque al país de que perdieron el referéndum del 21 de febrero a causa de una mentira urdida por el imperio, y que por tanto el referéndum es políticamente nulo.

Y sabemos también que intentarán esta patraña, pase lo que pase, con hijo, sin hijo, con uno o con dos hijos. Y hay que dejarlos nomás que la embarren con ese nuevo embuste, porque cuando lo hagan, les va a ir muchísimo peor que en febrero.

O sea que por favor hagan el favor de recordar todos, que no somos tan cojudos como parecemos.

jueves, 5 de mayo de 2016

Se equivocan, otra vez (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-05/05/16)

Durante la última semana, ya se ha podido advertir más claramente lo que dijimos sería la reacción política del MAS a la derrota del 21 de febrero. Y esa reacción, que debió haber sido de profunda reflexión autocrítica y de rectificación de rumbos, no ha sido otra que la intensificación del autoritarismo y del abuso de poder.

Lejos de asumir su derrota electoral y su agotamiento político con inteligencia y sabiduría, el régimen ha reaccionado primitivamente radicalizando sus peores posturas.

El partido de gobierno actúa como un animal herido y acorralado, y eso, si bien lo convierte en algo peligroso para la democracia y para la sociedad en su conjunto, por otro lado, lo está condenando a un camino irreversible a la muerte.

Para los que no hayan querido darse cuenta de esta última arremetida de violencia, les refresco la memoria con algunas de las últimas hazañas oficialistas, unas perpetradas directamente y otras a través del uso político de la justicia y de toda la institucionalidad estatal (si es que quedase alguna).

Un periodista del periódico El Deber detenido durante varias horas en dependencias policiales próximas a la plaza Murillo, obligado a borrar las imágenes registradas en la cámara de su teléfono; el delito: haber filmado la represión y la gasificación de la policía a las personas con discapacidad (a mí no me vengan con cuentos no con eufemismos de quinta, señores policías).

Un fotógrafo del periódico Página Siete atacado a trompadas por un funcionario del gobierno, mientras intentaba arrebatarle la cámara; el delito: otra vez el mismo, es decir haber registrado imágenes de la movilización y la represión a los discapacitados.

Ocho estudiantes de sociología de la UMSA detenidos, imputados, cautelados con arraigo y obligación de presentación mensual durante un año frente a los juzgados; el delito: haber acompañado y asistido a los compatriotas con capacidades distintas en sus protestas.

El conductor del programa Encontrados en Católica TV, Gonzalo Rivera, enjuiciado por el inefable viceministro de descolonización; el delito: conducir un programa en el que se permiten llamadas telefónicas en las que los televidentes emiten sus opiniones; en uno de los programas los ciudadanos que llamaron criticaron a la diputadita Silva del MAS, que terminó huyendo del set, motivo suficiente para un juicio a Rivera, quien además debió sufrir ataques nocturnos a su casa.

Un senador de Unidad Nacional, bautizado con un célebre apodo por su jefe, condenado a dos años de cárcel por uso de instrumento falsificado, aunque sin falsedad material e ideológica, en la presentación de su libreta de servicio militar; el delito: seguramente haber hecho varias denuncias de corrupción en contra de altas autoridades del gobierno durante los últimos años.

Un insólito decreto supremo que levanta la prohibición de utilizar bombas y dinamitas en manifestaciones, que cobró su primera víctima mortal en cuestión de horas.

Y todo esto en el breve lapso de una semanita.

Por supuesto que estamos ante otra feroz arremetida de abuso y autoritarismo, y por supuesto que todo esto deteriora la calidad de nuestra democracia, al tiempo que marca un preocupante rumbo del gobierno, hacia quién sabe qué cosa.

Pero si creen que con estos atropellos y con estas bravuconadas, nos van a meter miedo, nos van a intimidar y nos van a anular, pues les digo que otra vez están completamente equivocados.

Seguramente el mareo del poder les ha hecho olvidar de qué estamos hechos los bolivianos, y también cómo terminan los gobiernos abusivos.