jueves, 5 de mayo de 2016

Se equivocan, otra vez (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-05/05/16)

Durante la última semana, ya se ha podido advertir más claramente lo que dijimos sería la reacción política del MAS a la derrota del 21 de febrero. Y esa reacción, que debió haber sido de profunda reflexión autocrítica y de rectificación de rumbos, no ha sido otra que la intensificación del autoritarismo y del abuso de poder.

Lejos de asumir su derrota electoral y su agotamiento político con inteligencia y sabiduría, el régimen ha reaccionado primitivamente radicalizando sus peores posturas.

El partido de gobierno actúa como un animal herido y acorralado, y eso, si bien lo convierte en algo peligroso para la democracia y para la sociedad en su conjunto, por otro lado, lo está condenando a un camino irreversible a la muerte.

Para los que no hayan querido darse cuenta de esta última arremetida de violencia, les refresco la memoria con algunas de las últimas hazañas oficialistas, unas perpetradas directamente y otras a través del uso político de la justicia y de toda la institucionalidad estatal (si es que quedase alguna).

Un periodista del periódico El Deber detenido durante varias horas en dependencias policiales próximas a la plaza Murillo, obligado a borrar las imágenes registradas en la cámara de su teléfono; el delito: haber filmado la represión y la gasificación de la policía a las personas con discapacidad (a mí no me vengan con cuentos no con eufemismos de quinta, señores policías).

Un fotógrafo del periódico Página Siete atacado a trompadas por un funcionario del gobierno, mientras intentaba arrebatarle la cámara; el delito: otra vez el mismo, es decir haber registrado imágenes de la movilización y la represión a los discapacitados.

Ocho estudiantes de sociología de la UMSA detenidos, imputados, cautelados con arraigo y obligación de presentación mensual durante un año frente a los juzgados; el delito: haber acompañado y asistido a los compatriotas con capacidades distintas en sus protestas.

El conductor del programa Encontrados en Católica TV, Gonzalo Rivera, enjuiciado por el inefable viceministro de descolonización; el delito: conducir un programa en el que se permiten llamadas telefónicas en las que los televidentes emiten sus opiniones; en uno de los programas los ciudadanos que llamaron criticaron a la diputadita Silva del MAS, que terminó huyendo del set, motivo suficiente para un juicio a Rivera, quien además debió sufrir ataques nocturnos a su casa.

Un senador de Unidad Nacional, bautizado con un célebre apodo por su jefe, condenado a dos años de cárcel por uso de instrumento falsificado, aunque sin falsedad material e ideológica, en la presentación de su libreta de servicio militar; el delito: seguramente haber hecho varias denuncias de corrupción en contra de altas autoridades del gobierno durante los últimos años.

Un insólito decreto supremo que levanta la prohibición de utilizar bombas y dinamitas en manifestaciones, que cobró su primera víctima mortal en cuestión de horas.

Y todo esto en el breve lapso de una semanita.

Por supuesto que estamos ante otra feroz arremetida de abuso y autoritarismo, y por supuesto que todo esto deteriora la calidad de nuestra democracia, al tiempo que marca un preocupante rumbo del gobierno, hacia quién sabe qué cosa.

Pero si creen que con estos atropellos y con estas bravuconadas, nos van a meter miedo, nos van a intimidar y nos van a anular, pues les digo que otra vez están completamente equivocados.

Seguramente el mareo del poder les ha hecho olvidar de qué estamos hechos los bolivianos, y también cómo terminan los gobiernos abusivos.

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