jueves, 26 de noviembre de 2015

Argentina y los entusiasmos apresurados (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-26/11/15)

La derrota del kirchnerismo en Argentina ha desatado, como era
previsible, una ola de reacciones en el país. Unas han sido mesuradas y
reflexivas, otras apresuradas y antojadizas, y no faltaron tampoco las
descabelladas, entre ellas la del vicepresidente, que, desde su mundo al revés,
intentó tapar el sol con un dedo, en el condescendiente tono de parvulario que
suele utilizar cuando se dirige a campesinos.
El que más bien no supo mucho qué decir fue Evo Morales, que estaba
absolutamente convencido de que Daniel Scioli ganaría las elecciones y de que
seguiría contando con uno de sus aliados más importantes.
Tan convencido estaba, que no dudó en cometer la imprudencia de viajar a
Buenos Aires a hacer campaña electoral por Scioli, con el afán de influir en el
voto de la comunidad boliviana en Argentina.
No contento con ese grosero acto de intervención en la política de otro país, y
ciego ante la evidencia que marcaban los resultados de la primera vuelta,
siguió insistiendo en que estaba absolutamente confiado en que “ganaríamos”
(¿él y Scioli?) en la segunda vuelta.
El tamaño descomunal de esa imprudencia fue desapercibida por los medios,
pero no por ello dejó de convertirse en una pequeña tragedia para Evo, para su
gobierno y, lamentablemente, para todos los bolivianos.
Porque, convengamos, a usted y a mí nos tiene sin cuidado la relación
personal entre el señor Morales y el seños Macri; lo que sí nos preocupa es
que el presidente de Bolivia se haya declarado militante adversario pol ítico de
un gobierno vecino, con el cual le tocará en breve ir a negociar el precio del gas
que les tenemos que seguir vendiendo y del que en gran medida vive este país.
Allí va a ser cuando le cobren al Evo su agravio, y cuando la imprudencia
presidencial nos salpique a todos los bolivianos.
Está claro que el agotamiento de Dilma, Lula y el PT en Brasil, la derrota del
kirchnerismo en Argentina, el desistimiento a la reelección de Correa en
Ecuador y la inminente caída de Maduro en Venezuela, marcan el fin de un
ciclo regional, y que esto, junto al desplome de los precios de las materias
primas y al desgaste de nueve años de abuso impune de poder, están
marcando también el destino del gobierno de Evo Morales.
Pero de allí a extrapolar alegremente lo ocurrido en la Argentina al resto de la
región, hay una distancia muy grande. Quienes están pensando que el triunfo
de Mauricio Macri implica el glorioso retorno de los gerentes a los gabinetes, de
las embajadas americanas y de la visión empresarial de la política, como si
nada hubiera pasado en los últimos quince años, pues se están equivocando
medio a medio.
Lo de Macri fue evidentemente meteórico y espectacular, pero eso no es
garantía de nada. El presidente electo, que ha demostrado tener más talento
como bailarín que como orador, llega a un país partido por la mitad en el que,
me animo a decir, ninguna de las dos mitades está dispuesta a permitir un salto
al pasado.
Habrá que ver la capacidad que tiene un nacido y convencido neoliberal, en
comprender lo que ha ocurrido en su país, en una dimensión más profunda que
la de la corrupción y el delirio de poder del proyecto K.
Ojalá que detrás de la liviandad y la ausencia de ideas que hemos podido
percibir desde afuera, haya algo bueno oculto, y el nuevo gobierno argentino
pueda interpretar correctamente los desafíos del post kirchnerismo.
Porque, ojo, si no es así, lo que hoy parece una señal esperanzadora para toda
la región, puede convertirse rápidamente en un poderoso y peligroso contra ejemplo.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Cuando ser político se convierte en pecado (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-05/11/12)

El MAS ha convocado para el 21 de febrero un referéndum que ellos
creen será un plebiscito, pero que en realidad será prácticamente un
revocatorio.
Evo y el MAS se dirigen derechito al cadalso, luego de haberse auto
condenado con una increíble maniobra política que, si bien no los alejará formal
e inmediatamente del poder, convertirá los cuatro años restantes de su
mandato, en un calvario.
Nadie los obligó a cometer este tremendo error político; fueron ellos solitos los
que se metieron en este berenjenal, apurados por la crisis económica, por las
ganas de aprovecharse de la causa marítima, pero sobre todo por la
esquizofrenia política que los aqueja.
Perdón, rectifico: el MAS va derecho a otra estrepitosa derrota electoral, si y
solamente si el escenario se mantiene como hasta ahora, y quienes
protagonizan la campaña por el NO son ciudadanos sin relación con la oposició
n política.
Hasta ahora parece que todos han comprendido bien que esa es la bala de
plata que mata al hombre lobo, como se demostró en el último referendo para
los estatutos, en los que los políticos estaban prohibidos de participar, y en la
que los ciudadanos y los líderes de opinión le dieron una tunda al gobierno.
De la cautela política y de la disciplina para mantener ese esquema dependerá
el resultado del referéndum; el rato que alguno de los actores de oposición
caiga en la trampa de las provocaciones o trate de hacerse el vivo intentando
capitalizar la voluntad popular del NO para beneficio propio, la cosa tomará otro
rumbo, y muy probablemente ganará el SI.
Lo saben en el gobierno y por eso están desesperados por obtener alguna
reacción a sus provocaciones, que seguramente irán en un infernal in
crescendo en las próximas semanas.
Saben que el escenario en que siempre les ha ido bien es el escenario donde
ellos crean al enemigo; el escenario de la grosera polarización donde ellos son
los buenos y los otros son los malos, donde ellos son la izquierda y los otros la
derecha, dónde ellos son el futuro y los otros el pasado.
Tan bien lo saben, que incluso están dispuestos a financiar con varios millones
de dólares la campaña por el SI de algún líder de oposición.
Se confirma nuevamente en este escenario electoral, que son la ciudadanía de
a pie y las voces alejadas de los partidos de oposición, los únicos capaces de
encarnar la voluntad popular y ponerle freno a los suicidas excesos del MAS.
Habrá que reflexionar más a fondo este fenómeno, pero sospecho que la
tremenda mediocridad de la oposición y los lazos de ésta con un pasado al que
nadie quiere retornar, le han colmado la medida a una ciudadanía que ya no
está dispuesta a confiarle su voz a una oposición que no ha sabido
representarla.
El resultado del 21 de febrero podría, entonces, no solamente determinar la
derrota del régimen, sino también la derrota de la oposición, tal como le hemos
conocido hasta ahora.
Si le parece muy extraño todo esto que le estoy diciendo, fíjese en este dato
curioso, que creo reafirma la cuestión: Carlos Mesa, el hombre que se ha
mantenido absolutamente al margen de la política y de cualquier aspiración
personal, es hoy la figura mejor perfilada para suceder a Evo Morales.