miércoles, 11 de junio de 2014

El riesgo de equivocarse con La Paz (Columna Bajo la Sombra del Olivo/PáginaSiete/11/06/14)

 Tengo la leve impresión de que el Movimiento al Socialismo está a punto de dilapidar una inversión de varios cientos de millones de dólares. Cuando el presidente Morales y su partido decidieron apostar por el teleférico en la ciudad de La Paz, seguramente no estuvieron únicamente motivados por las angustias de los ciudadanos paceños al momento de subirse al transporte público, en ese vía crucis que se repite cuatro veces al día. Hasta el último de los peceños intuye que se trató de una osada decisión política orientada a volver a enamorar a una ciudad muy madura y exigente, que hace mucho rato se desencantó del gobierno y que le ha dado la espalda en las últimas elecciones. A La Paz no le bastaban los discursos y la retórica seudo revolucionaria porque en estos lares la gente de a pie sabe mucho de política y no compra cualquier pomada; eso cuando se intenta por las buenas, porque a las malas es también una ciudad que puede mostrar su temple andino y sentarte la mano rápidamente. En esa vía, el gobierno intentó un par de jugadas enfrentando a la ciudad con los transportistas y con municipios colindantes, y le fue como en la guerra. El problema con esta ciudad, aparte de la gran cantidad de votos en juego, es que a lo largo de la historia ha demostrado que marca la agenda política del país, razón por la cual no se la puede ignorar, menos aun cuando se encuentra incómoda y temperamental. No quedaba otra entonces que recurrir a un gran gesto, de alto valor económico y gran contenido político: el ansiado teleférico puesto en marcha en velocidad record. Como en política al parecer todo vale, hay que reconocerle al gobierno que fue una jugada magistral, únicamente posible desde la billetera del gobierno, pero válida al final. El tiempo dirá si el regalazo fue suficiente para comprar los favores electorales de esta gran dama llamada La Paz; yo personalmente, tengo mis dudas pero clarito será. La historia sigue así: con el teleférico ya funcionando y las elecciones a tiro de piedra, al partido de gobierno se le presenta la oportunidad política de asestarle un patada en la entrepierna al alcalde Revilla, reeligiendo como presidente del concejo municipal al concejal Omar Rocha, lo que convertiría al municipio de La Paz en una institución ingobernable. Lo que pasa es que el concejal Rocha se desmarcó de los acuerdos preexistentes que le habían dado cierta gobernabilidad a la comuna y fue expulsado de UN, a quienes parece que también terminó de colmarles la medida. Pero además este personaje ha demostrado ser uno de los políticos más díscolos de los últimos tiempos, y ha dado señales de no conocer ningún tipo de límites políticos y éticos. La última hazaña del concejal que por azares de la vida se convirtió en personaje clave y voto de oro, es una denuncia de plagio en su contra que, por lo que indican los medios es tan grosera que no ha podido negarla, por lo que no ha tenido mejor idea que culpar a una ex funcionaria del concejo, atribuyéndole la responsabilidad de un documento que lleva su firma. Qué difícil decisión para el MAS. Finalmente tiene la posibilidad de infringirle un serio daño a su archienemigo Revilla, pero para eso, debe aliarse y empoderar a una gallina sin huato que muy rápidamente hará retroceder a la ciudad de La Paz a los tiempos del “Concejo de Lujo”. Lo pueden joder al Revilla seriamente, eso es seguro, pero con eso se cargan a la ciudad entera. Difícil decisión porque saben que los paceños no perdonarán un salto al pasado y no les perdonarán su responsabilidad en ello, aunque el teleférico sea una de las cosas más lindas del mundo.

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