jueves, 6 de marzo de 2014

Una chispa de emoción en el aburrido año electoral (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Ilya Fortún-Página Siete 06/03/14)

Alguito de sal y pimienta se la acaba de agregar a la elección presidencial venidera con el coqueteo entre el Movimiento sin Miedo y el partido de Rubén Costas, que al parecer ya ha pasado de los piropos, a las proposiciones formales. Pese a que el año pasado ambos partidos habían jurado y rejurado que no se juntarían para hacerle frente a Evo Morales porque un océano los separaba ideológicamente, parece que el amargo de las encuestas les ha azuzado el instinto de conservación y les ha hecho reconsiderar la posibilidad de una alianza inesperada. La verdad es que si hace un par de años alguien me planteaba la figura de una alianza entre verdes y sin miedos, no me la hubiera creído; no se la veía venir, y eso de por sí la hace interesante en un panorama prelectoral hasta ahora previsible y aburrido. Después de mucho tiempo, algo pasa en la vereda opositora, con algo de potencial para mover cifras, aunque sea de manera testimonial. Esta alianza en ciernes representa de alguna manera, un intento de cohesión entre las dos expresiones políticas urbanas más fuertes del país, que a su vez representan a los dos polos que fungen como motores de la economía nacional. A su favor cuenta, de entrada, el hecho de que la suma de sus intenciones de voto la convierten actualmente en la segunda fuerza electoral. También ayuda el hecho de que no se vislumbra una pugna por la candidatura presidencial entre ambos líderes, en el entendido de que, a mi juicio, a Rubén Costas no le interesa poner en juego su continuidad como Gobernador de Santa Cruz. Juegan también a favor los antecedentes de gestión de ambos líderes, en el caso de Juan del Granado su tremenda labor al frente de la Alcaldía de La Paz, y en el caso de Rubén Costas su desempeño como Gobernador que, al parecer es bien percibido por la ciudadanía cruceña. El primer reto de la alianza pasa por el desafío de lavarse la cara mutuamente. De los negativos que pesan sobre ellos, con esta osada apuesta, Del Granado debería atenuar su imagen de ex aliado del gobierno en los peores momentos para Santa Cruz, y Costas tendría que lavar su estigma de ser el representante de las oscuras oligarquías cruceñas. El riesgo, claro está, radica en la posibilidad de que, por el contrario, sean los negativos los que se sumen. De sellarse la alianza, tendrán también la urgencia de sumar nuevas adhesiones, privilegiando la presencia de rostros nuevos y sobre todo liderazgos indígenas que, más allá de las caras, garanticen compromisos de fondo con los temas indígenas y de tierras. Si el momento es bien aprovechado y se suman a tiempo los elementos que le faltan a la fórmula, la cosa se puede poner interesante y esto puede significar una debacle para Doria Medina, que por un lado verá diluirse definitivamente su apuesta principal, es decir la conformación de un frente amplio único con él a la cabeza, y que por otro, tendrá que afrontar el peligro de que el voto opositor se concentre en quienes tengan las mejores oportunidades. En todo caso y como van las cosas hasta el momento, para todos los opositores en esta carrera el premio no es para el ganador, sino para el que mejor pierda; esto es evitar los dos tercios del MAS, o llegar a una segunda vuelta, o bien obtener una representación congresal decente y sostenible; pero sobre todo, evitar una tunda vergonzosa que los entierre políticamente, como ya ocurrió en el pasado con Quiroga y Reyes Villa. A eso es a lo que se puede aspirar a través de tácticas electorales, cuando no se ha podido consolidar en tanto tiempo, una verdadera alternativa al MAS y a Evo Morales.

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