jueves, 1 de julio de 2010

Los campeones…de la plata (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-01/07/10)

Cuando cada semana llega el terrible momento de decidir el tema de una columna, no solamente hay que considerar los tópicos que a uno le rondan la cabeza, o los sapos que, después de tragados, requieren ser expulsados con fuego y vehemencia. También hay que pensar en lo que el lector quisiera leer. Y en estos días, usted y yo estamos para fútbol y para nada más. Estamos con la cabeza y parte del corazón puestos en una cancha y en una pelota, por pasión futbolística (en esta magna ocasión aceptada y compartida inclusive por las féminas de la casa), y además porque los temas que copan los informativos pintan más complejos y deprimentes que de costumbre. Entre los horrorosos quilombos políticos y un partidito en la tele, con previas, mesas de debate, análisis, y reprises incluidos, me parece que no hay donde perderse., preferimos lo segundo.

Pese al señor Dunga y a su obstinado intento de privarnos del encantador jogo bonito brasilero, yo le voy como siempre a Brasil; es cierto, ya no juegan tan bonito como antes, pero aun así son unas bestias que en cuestión de segundos resuelven un partido y te dejan con la boca abierta. Si no son ellos, que sea, por supuesto, la Argentina del Pelusa, que no termina de convencer, pero que con la mística de su entrenador y el grosero talento de su delantera, podrían hacer el milagro. También seguiré hinchando por los pilas y por los charrúas, porque ante todo me siento latinoamericano, me gusta como encaramos el fútbol en ésta lado del mundo, y me valen madre los millones de euros que ruedan en la liga española y en sus clubes insignia.

Acerca de los millones, de euros o de dólares, cada año y cada Mundial decimos lo mismo: que todo es cuestión de plata, que el fútbol es un cochino negocio, y que La FIFA, con el absurdo poder que detenta, es responsable de aquello. Así como se dice que el fútbol se parece a la vida, por añadidura podríamos decir que la FIFA también se parece a lo que ocurre con los organismos internacionales, la diplomacia y los estados imperiales. Mucha cháchara sobre el fair play, sobre la igualdad de oportunidades y el espíritu democrático de la competición, y al final lo único que prima son los intereses de los poderosos, camuflados en diversas triquiñuelas. Lo que la voz del pueblo señala como la eterna “mano negra”.

El amigo Blatter (dueño y señor del multimillonario negocio), esta vez está preparando una jugarreta para evitar un problemita que se le presenta con los auspiciadores en cada Mundial: No puede cerrar los jugosos contratos de publicidad con dos años de antelación, como él quisiera, porque muchos sponsors temen la ausencia de “los grandes” como producto del proceso de las eliminatorias. ¿Qué hacer entonces? Fácil, que todos los grandes (no los grandes del fútbol, sino los que generan más plata en el negocio), vayan de cajón, sin necesidad de competir en eliminatorias. ¿Cómo hacer para que no suene tan feo? Fácil también, diremos que todos los ex campeones tienen el derecho ganado. ¿Cómo evitar que un equipucho como Uruguay, que fue dos veces campeón en 1930 y 1950, pero que no genera ni un mango, no se beneficie de éste astuto mecanismo? Ya veremos qué inventar. El último problemita: ¿Cómo hacer para que sí se beneficie España, que mueve millones pero que nunca fue campeón? Las malas lenguas dicen que eso ya se lo hizo con las llaves, que le asfaltaron el camino, por lo menos hasta las semifinales. ¿Será?

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