jueves, 29 de julio de 2010

El fútbol en manos de políticos (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-29/07/08)

La crisis del fútbol boliviano nos duele y nos indigna a todos; no sólo a los amantes y los fanáticos del deporte en cuestión, pero a todo al que alguna vez ha vibrado o ha llorado con los triunfos y derrotas de nuestro seleccionado nacional; es decir a todos, sin excepción. Nadie, por mucho que se repita el típico comentario resignado y pesimista de “estos nuestros pataduras”, o “me enferma ver el fútbol nacional porque parece fútbol en cámara lenta”, nadie puede quedar indiferente ante la situación catastrófica que estamos atravesando, y el manoseo infame de los dirigentes, que han perdido la poca vergüenza que les quedaba.

Los resultados de los últimos años (muchos años) son elocuentes, y llaman al llanto y a la rebeldía. Tanto a nivel de clubes como de selección, nuestro record reciente francamente no puede ser peor. Nuestro fútbol ha retrocedido de manera significativa, y la verdad, no hace falta ver las estadísticas para constatar el lamentable nivel al que hemos llegado; basta con ir un al estadio y leer la prensa deportiva para tener un pantallazo de la seriedad y la profundidad de la crisis.

Las razones pueden ser, como en todo, varias y diversas, es cierto; pero estará usted de acuerdo conmigo en que la mayor responsabilidad recae en la calidad de la dirigencia. Es verdad que como el fútbol se ha convertido en un vil negocio, en casi todo el mundo una sarta de maleantes se ha apoderado de las asociaciones y de los clubes, montando estructuras bien parecidas a la mafia. Pero bueno, por lo menos esos tipos, más allá de las triquiñuelas, arman competencias de altísimo nivel que da gusto ver. Acá, la cosa es también una pequeña mafia donde los mismos se afanan todo hace muchísimo tiempo, pero además el resultado es inadmisible hasta para los hinchas más tolerantes y comprensivos.

Pero lo más alucinante en éste espectáculo surrealista que nos ofrece la dirigencia, es que hacen una especie de mea culpa, reconociendo la gran cagada que han dejado (disculpen mi francés, pero no encuentro otra manera más elegante de describirlo), para acto seguido proponerse ellos mismos como los llamados a realizar los cambios que dicen se deben llevar a cabo. Parecerá una obviedad mencionarlo, pero ¿no se ha preguntado usted porque no los llevaron a cabo antes? Resulta que acaban de darse cuenta que hace falta una reestructuración total de las instituciones ligadas al fútbol; resulta que acaban de darse cuenta y resulta también que les parece lo más natural del mundo, ser ellos mismos los protagonistas del cambio.

Esto ya parece una broma o, en el mejor de los casos, un episodio de la Dimensión Desconocida. En este país estamos acostumbrados al cinismo dirigencial (en todos los ámbitos), pero esto ya es demasiado. ¿Una reforma profunda del fútbol ejecutada por los mismos que nos llevaron a la debacle? ¿Qué es lo próximo que escucharemos en éste país de fábula?

Pero bueno, finalmente no hay mucho de qué extrañarse considerando el perfil de nuestra dirigencia futbolística. Fíjese usted con cuidado, y se dará cuenta de que la gran mayoría de los aludidos vienen de las filas de la política tradicional. Haga usted la lista, y verá que estamos frente a un rosario de ex diputados, concejales, ministros y operadores de lo más selecto de los partidos políticos en desgracia. Parece que lo único que les faltaba estropear era el fútbol, y ya lo han conseguido.

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