jueves, 10 de junio de 2010

Mundial, pour la minorie (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-10/06/10)

Dicen los medios de comunicación que el país entero se alista para vivir la fiesta del mundial de fútbol de Sudáfrica. Mentira. Yo creo que no será más del diez por ciento de los bolivianos el que realmente disfrutará de ver los partidos en la comodidad de su hogar. No tengo cifras oficiales y la verdad es que tampoco me importan mucho, pero sospecho que la penetración de la televisión por cable en Bolivia no debe ser mayor al veinte por ciento, y que la empresa que detenta los derechos de transmisión, de ninguna manera debe tener más del cincuenta por ciento de participación de mercado, lo que para efectos prácticos podría querer decir que sólo una de diez familias podrá ver los partidos. Así de simple.

Usted probablemente esté sonriendo en estos momentos porque es uno de los pocos elegidos, y está orgulloso de ser parte de ese pequeño y selecto grupo de privilegiados que verá el mundial pour la minorie. Alégrese mientras pueda, le digo, porque al paso que van las cosas, es probable que éste sea el último mundial que vea en su casa. No sería raro que para ver el próximo mundial ya no sea suficiente con ser uno de los pocos elegidos usuarios de tevé por cable; con algo nos sorprenderán, ya sea pay per view o televisión satelital o señal high definition o cualquier cosita que en vez de costar veinticinco dólares al mes, cueste cincuenta, con lo que probablemente usted y yo, que vivimos en los precarios límites de la riqueza, acabemos viendo los partidos en la casa del vecino.

Que el fútbol, hace mucho tiempo se ha vuelto un cochino negocio, eso no es novedad. Lo nuevo ahora es que no son simplemente comerciales y marqueteros los amos y señores del “más popular de los deportes”; el negocio es tan próspero, que ahora también han metido la cuchara economistas y banqueros, quienes han echado mano de sus certeras e infalibles proyecciones para revelarnos quién será el nuevo campeón mundial; después de haber quebrado al mundo, parece que todavía les quedan ganas de meterse en donde nadie los ha invitado.

En nuestro país, los economistas también han resuelto el tema del cargo de conciencia que genera el excluir a la mayoría de la población, ensayando explicaciones que minimizan la cosa. Cuando, rodeado de economistas, intenté alegar que todo esto me parecía una barbaridad, me “explicaron” que la cosa no era tan así, y que en realidad una gran mayoría de los bolivianos verían el mundial en sus casas. ¿De dónde sacan algo así?, contesté. Primero, porque la mitad rural, técnicamente no cuenta, pues no se puede medir la penetración en un segmento en el que no existe posibilidad de ofrecer el producto (¿?). Segundo, porque resulta que en los barrios pobres basta con que una persona tenga cable, para que el resto del manzano piratee la señal, dividiendo el costo entre todos. Y tercero, porque ellos no han visto ninguna manifestación en las calles protestando por el asunto, ergo, no hay tal problema.

Así de conectados están los banqueros y los economistas con el mundo real, con la gente de verdad y con sus pasiones. Oyendo estas explicaciones, probablemente uno puede entender mejor cómo es que hemos llegado al estado calamitoso en que se encuentra actualmente la economía en todo el mundo.

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