jueves, 24 de junio de 2010

Los famosos entornos (o la falta de ellos) (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-24/07/10)

El poder y quienes lo ejercen, es decir los poderosos, siempre están rodeados de mitos y leyendas. El halo de misterio en torno a los caudillos y sus entornos es parte de ese misterio que tanta fascinación causa en la gente, y sobre todo en los amantes de la política y la historia. Iba a decir que la ultra concentración del poder en una persona ocurre solamente en paisillos subdesarrollados como el nuestro, pero me retracto antes siquiera de escribirlo; los líderes están hechos de la misma madera en todo el mundo, y justamente son líderes porque les gusta mandar y porque mandan. Lo hacen siguiendo un instinto innato y feroz que guía todas sus acciones, causando en la gente que les rodea, estados de magnetismo hipnóticos, que se traducen a veces en absoluta sumisión.

Los líderes, presidentes, jefes de gobierno, primeros ministros, cancilleres, comandantes o cómo se les quiera llamar, según el sistema político que le haya tocado, actúan por naturaleza de la misma manera, al margen de las limitaciones colaterales que pueden significar las formas institucionales diseñadas para evitar la concentración de poder. Cosas como la separación de poderes, los gobiernos parlamentarios, los contrapesos legislativos, y demás frenos constitucionales, no son más que pequeños obstáculos para los cometidos de los grandes líderes, que han nacido para hacer lo que tienen que hacer, sin importar mucho el cómo.

Es verdad que hacen falta el proceso y el momento histórico precisos, para que el líder pueda consumar su tarea, y que esas circunstancias solamente se consiguen con la entrega anónima de miles y miles de personas a lo largo de complejos procesos, pero también es cierto que ningún proceso importante es posible sin el liderazgo de un jefe, una sola persona, un único sujeto que dé la talla para el momento y las circunstancias.

Aquí, en Venezuela, en Francia y en Estados Unidos, el jefe es el que manda, y el resto se contenta con ser parte de los entornos. A estos célebres entornos, que pueden estar conformados por familiares, amigos, roscas empresariales, grupos regionales, o alas ideológicas, se les suele atribuir la responsabilidad y el poder de aislar o de mal influenciar a los mandatarios. Es típico que cuando algún mandatario la empieza a embarrar, comienzan a corres rumores acerca de lo pernicioso de tal o cual entorno presidencial.

En el caso del líder que tenemos, y que nos interesa (que a propósito es el único que hay en el país), se habla mucho de sus supuestos entornos, teóricamente responsables de sus errores. Que si el entorno blancoide, o el indigenista, o el del vicepresidente, y qué se yo qué otros inventos. Sospecho más bien que los errores del presidente Morales se deben más bien a la falta de entornos. Parece que no hay nadie “en torno” al jefe que se anime a decirle las cosas tal como son, claro, sin sufrir las consecuencias. Por el contrario, todo indica que hasta los más cercanos tiemblan ante el carácter irascible y violento del presidente, que no permite visiones críticas, y que no duda de acusar de traición a quien ose criticar el rumbo de las cosas.

Si con el presi no funcionan los entornos, ni los aliados, ni los medios, ni los resultados electorales, y, a diferencia de los que muchos dicen, estoy seguro que tampoco lo que el comandante Chávez le diga, entonces ¿quién o qué puede influir realmente en sus decisiones o rectificar sus errores? Tarea para la casa.

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