jueves, 28 de octubre de 2010

El quienes, el cuándo y el cómo (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-28/10/10)

Imagínese usted que Evo Morales logre recuperar acceso soberano al mar durante su gestión. Bueno, si ya se recuperó del sofocón, tomó un vasito de agua y está dispuesto a seguir con la lectura de ésta columna, puedo compartir con usted mi impresión de que esto es muy poco probable, pero tampoco imposible.

Partamos del hecho prácticamente irrefutable, de que si hay alguien con las condiciones suficientes para realizar una hazaña de esa envergadura, el único sería el presidente Morales. Ningún régimen ni ningún mandatario, ni en Chile ni en Perú, estaría dispuesto a acordar nada con un presidente que no tuviera el grado de legitimidad y apoyo, tanto interno como externo, que tiene el primer mandatario. Si hay algún arreglo exitoso con Chile en el tema marítimo, el único que podrá hacerlo es él, pues no se vislumbra en el futuro mediato a nadie que reúna las complejas características necesarias para resolver un problema tan grande.

En el lado chileno, curiosamente, el gobierno derechoso de Sebastián Piñera es mejor interlocutor que sus predecesores, más amigos y más cercanos a Evo políticamente hablando, pero incapaces de tomar una decisión que afecte la soberanía chilena. Ya lo sé, usted se debe estar preguntando, al igual que yo, cual es la diferencia entre la izquierda y la derecha chilenas. Al parecer algunas diferencias hay, y una de ellas tendría que ver con que la derecha, al contrario de lo que ocurre en otros países, tiene mayores credenciales en el tema del nacionalismo. En un país que no ha podido sanar sus heridas del pasado, solamente los ultra conservadores podrían darse el lujo de intentar arreglar el problema con Bolivia. Hacerlo en serio, digo.

El “quienes”, entonces, estaría en su mejor momento, cosa que no es poca, porque bien puede darse la circunstancia de que el “cuando” y el “cómo” esté en su punto, pero el “quienes” falle en uno de los lados. Lamentablemente los lados son tres, y el lado peruano, pese a las recientes y halagüeñas declaraciones, deja mucho que desear en términos de confianza.

El “cuando” también pinta bien. Este año ha sido para Chile un año súper intenso, parecido a una montaña rusa, y tengo la impresión de que el gobierno de Piñera ha decidido agarrar el impulso y aprovecharlo de todas las maneras posibles; una de ellas podría ser la que nos importa. Comenzaron el año con un cambio de gobierno después de casi veinte años de Concertación, luego el feroz terremoto, que derivó en un papelón internacional, y luego el culebrón de los 33, que les dio la oportunidad de reivindicarse con creces ante el mundo. Y todo esto en el año de su Bicentenario, y en el medio del lío con los Mapuches

La altísima exposición de Chile en la escena mundial les está sirviendo para revertir la asociación única y directa que se hacía de ellos con el vergonzoso Pinochet. Hoy están cambiando su perfil ante la comunidad internacional, y esto obviamente les reportará muchísimas ventajas y oportunidades económicas. En ese contexto alguien podrá pensar allá que no estaría mal aprovechar de una vez de arreglar con los bolivianos, que no pierden oportunidad para avergonzarlos en foros internacionales.

Dos cosas caracterizan a los chilenos: su aversión patológica a la vergüenza, y su interés apasionado por la plata y los negocios. Un acuerdo con Bolivia podría matar dos pájaros de un tiro, por la enorme cantidad de ventajas que sacarían de él. El “cómo”, uf!, tendrá que ser tema de otra columna. En todo caso, el hecho de que un referéndum se esté siquiera discutiendo, es un avance increíble.

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