domingo, 19 de septiembre de 2010

La indulgencia de la historia (Artículo Suplemento Ideas-Página Siete-18-09-10)

Para quienes pensábamos que el proceso constituyente se había desarrollado hasta ahora en condiciones plenamente democráticas, es bien difícil comprender y asumir el giro autoritario que ha tomado el gobierno a través de la judicialización de la política o politización de la justicia, según se quiera ver. Ocurre en realidad que, más allá de las percepciones y convicciones particulares sobre este gobierno y el proceso en curso, a las clases medias nos importan mucho las formas y las maneras en el quehacer político. La gente normalita como nosotros, llevamos al hombro una fuerte carga de valores liberales (que no debe confundirse con la posición económica neo liberal) que nos predispone a un solemne respeto a “las reglas de juego” del sistema democrático. Los clase media, los que no somos ni proletarios ni potentados, nos escandalizamos fácilmente frente a cualquier transgresión de los preceptos que supuestamente le confieren un equilibrio perfecto a la democracia formal.

Los que se encuentran en la cima de la pirámide social, llámense oligarcas, poderosos, ricachones, o lo que a usted se le ocurra, en cambio, siempre han tenido una actitud, digámoslo de alguna manera, más flexible en torno a la democracia. La ante posición de sus intereses y el pragmatismo los caracteriza, y mientras conserven sus privilegios y ganen mucha plata, la verdad es que les da un poco igual que ocurra en el sistema político. La evidencia histórica de ésta posición es abundante, y sobran los ejemplos de su estrecha colaboración con las más cruentas dictaduras militares, como con regímenes de ultra izquierda. Para ellos, no importa el color del gato mientras cace ratones, y cazar ratones significa multiplicar sus fortunas, casi siempre con el estado en calidad de socio.

En el otro extremo están las clases populares, compuestas por campesinos, indígenas, obreros, gremiales, artesanos y cholos varios, laxos también con la observancia de los valores democráticos, pero por razones bien diferentes. Para ellos, la democracia de libro ha sido en alguna medida la garantía para mantener el statu quo en condiciones nunca muy favorables. Es más, los pocos saltos cualitativos importantes que han experimentado han sido siempre producto de quiebres democráticos y rupturas sistémicas, así que lógicamente no le tienen la misma reverencia a la letra muerta. No quiere decir esto que desprecien o ignoren el valor de la democracia, por supuesto; su largo record de defensa y enriquecimiento del sistema democrático demuestra todo lo contrario, pero no hay duda de que en la base popular se entiende la democracia en sentidos y dimensiones mucho más amplios y diversos que en la democracia liberal.

Yo fui uno de los que me horroricé al constatar que ya sobran evidencias para confirmar que evidentemente el régimen ha decidido hacer tabla rasa con todos sus adversarios potenciales, vengan éstos de dentro o de fuera (y no me estoy refiriendo al país, sino al gobierno). La verdad es que mi primera reacción fue de bronca, pues esto les da la razón a los que desde hacen cinco años sostienen que estamos bajo una dictadura estalinista, cosa con la que obviamente no estoy de acuerdo. Después me asaltó la incredulidad. No me entraba en la cabeza cómo es podían haber tirado por la borda la cualidad democrática de un proceso revolucionario, para deshacerse de unos enemigos casi todos ya liquidados y sin ninguna perspectiva de futuro. Me pareció un error y una barbaridad, injustificable táctica y estratégicamente, el haber dado el paso al autoritarismo y a la prepotencia, siendo que ya habían derrotado a la derecha reaccionaria, y echarse en contra a las clases medias.

Solamente después de un sesudo ejercicio para sacudirme de mis ataduras mentales y tratar de ponerme en los zapatos de los mandamases del MAS, me fue cuadrando la idea de que en realidad les importa un pepino los pataleos y lloriqueos de los medios y de la “opinión pública” urbana. Por un lado saben muy bien que las convicciones no nos alcanzarán para salir a las calles a defender ni a defenestrar a nadie, y que el pueblo profundo (léase las mayorías), verá con buenos ojos cómo les sientan la mano a los mafiosos de los partidos tradicionales y los que intentaron tumbar a Evo. Si para ese cometido se tiene que forzar la ley, y cae en la misma bolsa algún inocente, pena: habrá valido la pena si se consigue un escarmiento justo y necesario.

También deben saber en el gobierno que lo hecho hasta ahora, les depara ya un lugar de privilegio en la historia; las gestas de esta magnitud son valoradas por la historia con mucha benevolencia, y se tiende a olvidar rápidamente sus lados oscuros y los excesos cometidos. Cuando se corrigen injusticias ancestrales, cuando se voltea el sistema, cuando se cambian las relaciones entre unos y otros, cuando se derrota al enemigo, y cuando se recambian las élites de poder, la historia no alcanza sino a registrar y valorar lo esencial, dejando de lado lo accesorio y lo incidental. ¿O es que alguien recuerda el descalabro económico, la violencia política, la dependencia extranjera o las desenfrenadas peleas intestinas que acompañaron a la Revolución de 1952? ¿Acaso la historia de la Gloriosa Revolución de Abril (que hoy se escribe así, con mayúsculas), se la mira a través de la falange, de la rosca, de la prensa reaccionaria de la época, o de las clases afectadas?

Lo que a primera vista parece mareo de poder, probablemente responda a una lógica cruda, pero muy lúcida, en la que no dejan de tener razón.

1 comentario:

  1. Es realmente reconfortante saber que aún hay quien sabe que los derechos elementales son una estrategia de las clases dominantes para mantener dormidos a los pueblos. Que el paso de la historia lo justifica todo, que lo único que importa es que uno tenga la verdad en sus manos y no asuntos marginales como los derechos individuales. Obviamente eso es válido solamente si quien comete los teoricos abusos está de acuerdo con uno, pero por suerte el autor conoce el rumbo de la historia y sabe que habla de la violación de los derechos de otros, porque me imagino que los suyos y los de aquellos que piensan cómo el serán sagrados.

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