jueves, 3 de diciembre de 2015

Esta elección no es contra Evo Morales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-03/12/15)

Aunque el gobierno patalee, en un tono de amargura y desesperación
que hasta ahora no conocíamos, y grite a los cuatro vientos que la campaña
por el NO a la reelección no tiene motivaciones ciudadanas, está claro que
hasta el momento así nomás es, aunque esto les amargue la vida.
El ciudadano de a pie se ha lanzado con gran entusiasmo a opinar y a expresar
su desacuerdo con la reelección, en todos los espacios posibles, en público y
en privado, con amigos y con extraños, mostrando, como primer dato
revelador, que ha perdido el miedo a decir lo que piensa y, sobre todo, que
también está dispuesto a perder el miedo inducido por la propaganda oficial,
que dice que después del Evo vendrá el fin del mundo.
El ciudadano le hace frente a la campaña del miedo porque sencillamente es
mucho más maduro y consciente de lo que cree el gobierno, y porque pensar
de otro modo sería admitir que somos un país de babosos que piensa que todo
lo bueno y lo malo que ha pasado estos diez años ha sido por obra y gracia de
una pareja de iluminados (el sol y la luna), y que nosotros, los ciudadanos, no
hemos tenido nada que ver en eso. Un absurdo, ¿verdad?
La campaña a favor del NO ha comenzado ya, sin necesidad de calendario
electoral oficial, sin financiamiento publicitario, sin equipos de campaña, sin
encuestas, sin asesores, sin estrategas, y claro, sin la venia del poder.
Será una campaña desigual porque la gente tendrá que enfrentar a pata pelada
al gigantesco aparato burocrático y comunicacional del gobierno, y por si fuera
esto poco, tendrá que enfrentar la opinión amañada de los medios
paraestatales, que fueron en realidad comprados para ser usados
precisamente en estos momentos decisivos.
Y por eso mismo será una campaña hermosa, en la que podremos
demostrarnos a nosotros y al mundo entero, que cuando se defiende lo justo, la
voz de una persona de a pie, vale lo mismo y aún más, que mil spots de
televisión.
En estas elecciones vamos a constatar algo que la vida nos ha enseñado a
todos: que no todo se puede comprar con dinero (peor aún con dinero ajeno,
en esta caso del estado), y que todos los recursos del mundo, cuando son
puestos al servicio de la amenaza, del miedo y de la confrontación, no son
suficientes para vencer a la gente.
Eso funciona, sin lugar a dudas, cuando la contienda es entre pol íticos, pero no
cuando al otro lado se encuentra la ciudadanía, convencida y sostenida por el
poder de la razón, de la verdad y del sentido común.
Justamente por todo esto, perturban aquellas posiciones, sobre todo en las
redes sociales, cargadas de bronca y de insultos a Evo Morales, peor aun
cuando están teñidas de racismo.
Ese es un gran error y es hacerle el juego al gobierno, pues esta campaña no
es contra Evo Morales. A pesar de que el gobierno quiere y necesita que esta
campaña sea en contra de alguien, debemos entender que acá no está en
discusión la figura del presidente, y tampoco se trata de una elección en la que
se estarán juzgando ni los errores ni los aciertos del gobierno.
Esta es una elección en la que simple y llanamente (nunca mejor dicho), se
está tomando posición en torno a una reforma constitucional que pretende
favorecer a dos personas que ya han sido reelegidas de manera engañosa.
Es una elección en la que podremos decir que nos importa mucho que las
reglas de juego se respeten en democracia, y que no estamos de acuerdo en
que los poderosos de turno tuerzan las leyes para entornillarse al poder de
manera indefinida.
Y es por eso que mucha, pero muchísima gente que simpatiza con Evo y que
aprueba su gobierno, votará por el NO.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Argentina y los entusiasmos apresurados (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-26/11/15)

La derrota del kirchnerismo en Argentina ha desatado, como era
previsible, una ola de reacciones en el país. Unas han sido mesuradas y
reflexivas, otras apresuradas y antojadizas, y no faltaron tampoco las
descabelladas, entre ellas la del vicepresidente, que, desde su mundo al revés,
intentó tapar el sol con un dedo, en el condescendiente tono de parvulario que
suele utilizar cuando se dirige a campesinos.
El que más bien no supo mucho qué decir fue Evo Morales, que estaba
absolutamente convencido de que Daniel Scioli ganaría las elecciones y de que
seguiría contando con uno de sus aliados más importantes.
Tan convencido estaba, que no dudó en cometer la imprudencia de viajar a
Buenos Aires a hacer campaña electoral por Scioli, con el afán de influir en el
voto de la comunidad boliviana en Argentina.
No contento con ese grosero acto de intervención en la política de otro país, y
ciego ante la evidencia que marcaban los resultados de la primera vuelta,
siguió insistiendo en que estaba absolutamente confiado en que “ganaríamos”
(¿él y Scioli?) en la segunda vuelta.
El tamaño descomunal de esa imprudencia fue desapercibida por los medios,
pero no por ello dejó de convertirse en una pequeña tragedia para Evo, para su
gobierno y, lamentablemente, para todos los bolivianos.
Porque, convengamos, a usted y a mí nos tiene sin cuidado la relación
personal entre el señor Morales y el seños Macri; lo que sí nos preocupa es
que el presidente de Bolivia se haya declarado militante adversario pol ítico de
un gobierno vecino, con el cual le tocará en breve ir a negociar el precio del gas
que les tenemos que seguir vendiendo y del que en gran medida vive este país.
Allí va a ser cuando le cobren al Evo su agravio, y cuando la imprudencia
presidencial nos salpique a todos los bolivianos.
Está claro que el agotamiento de Dilma, Lula y el PT en Brasil, la derrota del
kirchnerismo en Argentina, el desistimiento a la reelección de Correa en
Ecuador y la inminente caída de Maduro en Venezuela, marcan el fin de un
ciclo regional, y que esto, junto al desplome de los precios de las materias
primas y al desgaste de nueve años de abuso impune de poder, están
marcando también el destino del gobierno de Evo Morales.
Pero de allí a extrapolar alegremente lo ocurrido en la Argentina al resto de la
región, hay una distancia muy grande. Quienes están pensando que el triunfo
de Mauricio Macri implica el glorioso retorno de los gerentes a los gabinetes, de
las embajadas americanas y de la visión empresarial de la política, como si
nada hubiera pasado en los últimos quince años, pues se están equivocando
medio a medio.
Lo de Macri fue evidentemente meteórico y espectacular, pero eso no es
garantía de nada. El presidente electo, que ha demostrado tener más talento
como bailarín que como orador, llega a un país partido por la mitad en el que,
me animo a decir, ninguna de las dos mitades está dispuesta a permitir un salto
al pasado.
Habrá que ver la capacidad que tiene un nacido y convencido neoliberal, en
comprender lo que ha ocurrido en su país, en una dimensión más profunda que
la de la corrupción y el delirio de poder del proyecto K.
Ojalá que detrás de la liviandad y la ausencia de ideas que hemos podido
percibir desde afuera, haya algo bueno oculto, y el nuevo gobierno argentino
pueda interpretar correctamente los desafíos del post kirchnerismo.
Porque, ojo, si no es así, lo que hoy parece una señal esperanzadora para toda
la región, puede convertirse rápidamente en un poderoso y peligroso contra ejemplo.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Cuando ser político se convierte en pecado (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-05/11/12)

El MAS ha convocado para el 21 de febrero un referéndum que ellos
creen será un plebiscito, pero que en realidad será prácticamente un
revocatorio.
Evo y el MAS se dirigen derechito al cadalso, luego de haberse auto
condenado con una increíble maniobra política que, si bien no los alejará formal
e inmediatamente del poder, convertirá los cuatro años restantes de su
mandato, en un calvario.
Nadie los obligó a cometer este tremendo error político; fueron ellos solitos los
que se metieron en este berenjenal, apurados por la crisis económica, por las
ganas de aprovecharse de la causa marítima, pero sobre todo por la
esquizofrenia política que los aqueja.
Perdón, rectifico: el MAS va derecho a otra estrepitosa derrota electoral, si y
solamente si el escenario se mantiene como hasta ahora, y quienes
protagonizan la campaña por el NO son ciudadanos sin relación con la oposició
n política.
Hasta ahora parece que todos han comprendido bien que esa es la bala de
plata que mata al hombre lobo, como se demostró en el último referendo para
los estatutos, en los que los políticos estaban prohibidos de participar, y en la
que los ciudadanos y los líderes de opinión le dieron una tunda al gobierno.
De la cautela política y de la disciplina para mantener ese esquema dependerá
el resultado del referéndum; el rato que alguno de los actores de oposición
caiga en la trampa de las provocaciones o trate de hacerse el vivo intentando
capitalizar la voluntad popular del NO para beneficio propio, la cosa tomará otro
rumbo, y muy probablemente ganará el SI.
Lo saben en el gobierno y por eso están desesperados por obtener alguna
reacción a sus provocaciones, que seguramente irán en un infernal in
crescendo en las próximas semanas.
Saben que el escenario en que siempre les ha ido bien es el escenario donde
ellos crean al enemigo; el escenario de la grosera polarización donde ellos son
los buenos y los otros son los malos, donde ellos son la izquierda y los otros la
derecha, dónde ellos son el futuro y los otros el pasado.
Tan bien lo saben, que incluso están dispuestos a financiar con varios millones
de dólares la campaña por el SI de algún líder de oposición.
Se confirma nuevamente en este escenario electoral, que son la ciudadanía de
a pie y las voces alejadas de los partidos de oposición, los únicos capaces de
encarnar la voluntad popular y ponerle freno a los suicidas excesos del MAS.
Habrá que reflexionar más a fondo este fenómeno, pero sospecho que la
tremenda mediocridad de la oposición y los lazos de ésta con un pasado al que
nadie quiere retornar, le han colmado la medida a una ciudadanía que ya no
está dispuesta a confiarle su voz a una oposición que no ha sabido
representarla.
El resultado del 21 de febrero podría, entonces, no solamente determinar la
derrota del régimen, sino también la derrota de la oposición, tal como le hemos
conocido hasta ahora.
Si le parece muy extraño todo esto que le estoy diciendo, fíjese en este dato
curioso, que creo reafirma la cuestión: Carlos Mesa, el hombre que se ha
mantenido absolutamente al margen de la política y de cualquier aspiración
personal, es hoy la figura mejor perfilada para suceder a Evo Morales.

jueves, 22 de octubre de 2015

Gratitud y reconocimiento a Ramiro Orías (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-22/10/15)

La demanda marítima ante el Corte Internacional de Justicia en La Haya, es el único tema en el que Evo Morales no ha procedido de la manera que lo caracteriza, es decir, “le meto nomás”.

No conozco las razones por la cuales en este caso no le metió nomás, pero está claro que los resultados obtenidos hasta el momento marcan una sustantiva diferencia con el resto de las iniciativas y proyectos de su largo gobierno.

Tan largo que trasciende el corto plazo y permite evidenciar cómo una serie de multimillonarias inversiones se caen a pedazos, justamente por haber sido realizadas alaquete; miles de millones de dólares gastados (que no invertidos) en función al “instinto” presidencial y a la inoperancia y adulonería de sus entornos, que no tienen el valor de hacer valer sus posiciones y conocimientos, para que las cosas se hagan como deben hacerse.

El caso de la demanda marítima, por lo menos visto desde afuera, fue distinto, y por eso se consolidó rápidamente como una política de estado. No fue una acción precipitada, al calor de las ganas ni de las ocurrencias porque, como lo ha admitido el mismo Evo, se crearon las condiciones para que eso no ocurriera y el equipo pudiera persuadirlo de no ir por el camino de su olfato, que le decía que había que impugnar el tratado de 1904.

No se trató de un milagro tampoco. Simplemente se hicieron las cosas con cautela y con la mente y el espíritu abiertos; se conformó un buen equipo local, se contrató a un equipo internacional con las mejores recomendaciones, referencias y credenciales, y se acudió a la colaboración de los expresidentes y ex cancilleres, que aportaron cada uno con lo que mejor saben hacer.
Ese escenario, tan distinto al habitual escenario del “hay que meterle nomás” porque estamos en campaña electoral permanente y siempre en vísperas de la enésima elección, permitió, entre muchas otras cosas positivas, que el equipo jurídico internacional basara la estrategia en el trabajo del abogado internacionalista boliviano Ramiro Orías.

Fue Ramiro Orías, quien trabajando para el gobierno boliviano el año 2000, propuso originalmente la idea de que había que demandar a Chile evitando eludiendo el Tratado de 1904, y que había que usar la figura de los “actos unilaterales de los estados”.

Aquí no caben medias tintas y hay que decirlo con todas sus letras: sin la frescura y la novedad del trabajo y el aporte de Ramiro Orías, de ninguna manera hubiéramos llegado al punto en que estamos; a él le debemos el enfoque que nos ha permitido avanzar tan lejos y con tantas posibilidades de éxito.

El país le debe a él un reconocimiento y un agradecimiento, que repare, aunque sea parcialmente, el acto de mezquindad del gobierno al haberle negado la posibilidad de integrar el equipo boliviano en calidad de asesor.

A la bajeza de haber querido ocultar ante la opinión pública la autoría de la columna vertebral de la demanda, se le suma la torpeza política de intentar aprovechar electoralmente la primera victoria boliviana obtenida a partir de ese planteamiento.

Como usted recordará, lo primero que dijo el Evo el día en que se conoció el pronunciamiento de la corte en relación a la excepción preliminar chilena, fue que se trataba de una victoria nacional, de la cual nadie debía apropiarse.

Mintió otra vez, pues el gobierno a través del vicepresidente y del aparto público de comunicación, no ha perdido oportunidad para sostener que los resultados obtenidos, son obra y gracia absoluta del presidente.


Lo hacen con muy poca visión, tacto y sentido de la realidad, pues cometer el pecado de manosear electoralmente un tema sagrado para los bolivianos, con seguridad les traerá un resultado contrario al esperado.

jueves, 15 de octubre de 2015

Hay vida después del Evo (Columna Bajo la Sombra del Olivo - Página Siete - 15/10/15)

Mucha gente tiene miedo a lo que puede venir después del Evo, y eso es normal; la incertidumbre y el miedo son factores determinantes tanto en la economía como en la política.

Pero nada es tan eficiente para combatir la incertidumbre y el miedo, como la cabeza fría, las ganas de informarse y el espíritu crítico en la toma de decisiones; por suerte todas son gratis, y no requieren más condiciones que abstraerse un ratito de la poderosa maquinaria propagandística del gobierno.

Y para ello hay partir convenciéndose a uno mismo que el mundo no se va a terminar después del Evo, y que el día después la vida continuará, no igual, sino mejor. No hay más que mirar la historia, la del país y la de nuestras vidas, para entender que así será.

Creer que después del Evo viene el abismo sería creer que lo que pasa en política es el invento de una persona o de un caudillo, y eso es un absurdo; usted y yo sabemos que los procesos son producto de una construcción colectiva que no ocurre de la noche a la mañana, y que nunca depende de una persona.

Durante ya más de tres décadas, la democracia que todos hemos recuperado y que todos hemos contribuido a mejorar, nos ha expresado como un país muy maduro, que siempre supo superar sus adversidades al borde del precipicio, cuando el desastre parecía inminente.

Fuimos capaces de superar la tercera hiperinflación más grande de la historia, fuimos capaces de superar el colapso y el derrumbe de todo el sistema político y muchos otros desafíos, no por buena suerte ni por la llegada milagrosa de héroes salvadores, sino porque nuestra obsesión democrática, nuestra rica cultura política y nuestra madurez ciudadana son mucho mejores de lo que creemos y nos han permitido avanzar en la dirección correcta con un ojo en la frente y el otro ojo en la nuca, aprendiendo del pasado.

Se estará preguntando usted en silencio cómo puedo ser tan idiota de ignorar el hecho de que hoy la oposición no representa una alternativa real al MAS. Mi respuesta a su presunción de idiotez es decirle que no se alarme tanto por eso: es hasta cierto punto normal que este tipo de procesos, tan potentes políticamente, no deje lugar para ningún tipo de oposición.

Sin ir muy lejos, le recuerdo que no fue la Falange la que hizo oposición ni la que tumbó al MNR; fueron  las escisiones y los cismas internos los que lograron romper la hegemonía. En el caso del MAS, la mezquindad y la angurria no han permitido siquiera que asome una cabeza que le haga sombra al jefazo, lo que los coloca en una posición de tremenda vulnerabilidad.

La ausencia de oposición ha generado también en muchos esa sensación de que el Evo es invencible, cuando en realidad ha jugado un campeonato sin adversarios, ganando todos los partidos por walk over.

Nunca me he caracterizado por ser ingenuo ni optimista, pero creo, honestamente, que el 21 de febrero todo esto se va a resolver. Allí se va a confirmar por segunda vez que la ciudadanía dirá NO, y con eso lo primero que va a ocurrir, es que va a terminar de consumarse la larga muerte de esa oposición tonta, inoperante, útil al gobierno e irremediablemente atada al pasado.

Y, paradójicamente, la certidumbre de que el Evo no estará más al frente dentro de cuatro años, acabará oportunamente con la incertidumbre, abriendo un largo periodo de cuatro años, suficientes para repensar el futuro.

Como siempre ha ocurrido, estoy seguro de que el país encontrará, a partir de esa decisión, las maneras y las personas que cumplan con el desafío de refrescar el panorama y seguir avanzando en la dirección correcta.


Es cosa de entender nomás quiénes somos, para que el temor se convierta en confianza.

jueves, 8 de octubre de 2015

La Paz, otra vez en la mira (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-09/10/15)


 Si algo debe saber cualquier interesado en política en este país, es que La
Paz es la brújula de las tendencias nacionales, y que cuando cometes el error de no
escuchar con atención lo que esta peculiar ciudad te dice, tienes los días contados.

Puede ser que no seamos la ciudad más grande, ni la más rica ni la más moderna,
pero está fuera de duda que nuestra vocación y madurez política constituye un faro
que orienta y alumbra al resto del país en materia política.

El Alto es una ciudad combativa y valiente con una impresionante capacidad de
organización y movilización, y ha sabido ganarse un importante lugar en la escena
política, pero es la ciudad de La Paz, en su rica y compleja composición, la que tira
la línea y la que marca el paso en la alta política, y también cuando las papas
queman.

Si te haces el boludo o te haces el sordo cuando La Paz te habla, quiere decir que
has perdido el contacto con la realidad, y por lo tanto el termómetro que te podría
evitar que una fiebre termite matándote.

La mala onda del gobierno con La Paz comenzó en el año 2010, cuando el MAS
perdió una elección municipal que la daba por ganada en base a una mala lectura
política que les decía que como habían arrasado en las elecciones generales del
2009, eso era un cheque en blanco que podía servir para cualquier cosa.

De allí en adelante la relación del MAS con esta ciudad se ha ido complicando, y si
bien el año pasado el presidente ganó las presidenciales, este año el gobierno ha
recibido sendos reveses de una sede de gobierno que se las jugó por la llegada de
Evo Morales al poder, y que fue su principal sostén político en la primera gestión.

Las clases medias, la intelectualidad e incluso parte de la prensa paceña, junto a la
inmensa diversidad de voces que acá tienen origen, fueron claves para el éxito de
Morales, como también podrían ser determinantes para su derrumbe.

El deterioro y alejamiento de las fuerzas vivas paceñas con el MAS, se han
expresado de manera inequívoca en las contundentes derrotas electorales en las
elecciones subnacionales de marzo y en el último referéndum, convertido en
plebiscito adrede, por un gobierno perdido en su lectura política.

Lejos de parar las orejas ante tan sendos mensajes e iniciar una profunda
introspección autocrítica, no han tenido mejor idea que arreciar furiosamente sus
embates contra la ciudad.

La ejecución arrolladora y prepotente de la línea blanca del teleférico, parece
graficar bien el estado de ánimo del gobierno hacia los paceños; en realidad, el servicio mismo del teleférico transpira una actitud de sometimiento que se siente en
el ambiente, que contrasta con la calidez y la empatía que se siente en el Puma
Katari.

En el caso de los buses la ciudadanía se ha apropiado amorosamente del servicio,
mientras que en el caso del multimillonario teleférico, la sensación que percibo es la
de una prebenda impuesta, que pretende generar agradecimientos obligatorios y
derechos extraordinarios sobre la ciudad.

Los modestos buses ya son nuestros, mientras que los lujosos teleféricos son
todavía ajenos.

El centro de investigación nuclear es otro frente abierto en esta guerra contra la
ciudad; hasta ahora no sé si la agresión estaba en la idea de instalarla o en la
decisión de retirar el proyecto, pero lo que sí sé es que todo el proceso estuvo
marcado por la prepotencia y el irrespeto a la ciudad que ha osado enfrentárseles.

Lo que se viene ahora será el financiamiento de las movilizaciones de transportistas
para generar caos en las calles y desasosiego en nuestras vidas.

A prepararse entonces, paceños, para afrontar cuatro meses muy duros en los que
se nos pondrá a prueba nuevamente.  

jueves, 1 de octubre de 2015

Chile víctima de su propia trampa (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-01/10/15)

El martes pasado, el periodista Juan Manuel Astorga de la Televisión Nacional de Chile, fue por lana y volvió trasquilado.

Invitó a Carlos Mesa hasta su set en Santiago, y creyó que con un par de preguntas capciosas iba a desarmar a su entrevistado empañando el primer triunfo boliviano en la Corte Internacional de Justicia, e iba a contribuir a la inaudita interpretación que se intenta forzar en Chile, que intenta convertir una derrota en una victoria.

Astorga arrancó el programa con una astuta sonrisita en los labios tratando de hacerle pisar el palito a uno de los hombres mejor formados del país en el tema marítimo y que seguramente le debe llevar dos décadas de ventaja en el periodismo televisivo, y terminó con el rostro desencajado, al igual que los otros invitados y el público en el set.

El presidente Mesa lo destrozó de principio a fin con una solvencia y un aplomo que, estoy seguro, hizo que muchos televidentes chilenos se digieran en el fondo de sí mismos: con razón nos ganaron estos bolivianos.

El Informante (así se llama su programa), o no sabía realmente a quién tenía delante, o cometió el mismo error que ha llevado a Chile a la situación en la que se encuentra en el conflicto con Bolivia: creer que ellos son los más vivos del mundo y que el resto son tontos.

El problema de Chile hoy es que todavía no son capaces de darse cuenta que el escenario ha cambiado, y que insistir en la misma postura de siempre los coloca en una posición que raya en lo ridículo.

Y es que durante muchísimo tiempo les funcionó muy bien la cómoda postura de decir que no a todo, mientras nos hacían creer sucesivamente que estaban dispuestos a negociar una salida soberana al mar, para después hacerse los locos y seguir diciendo que no a todo.

Era tan cómoda su postura, que incluso proyectaba la falsa impresión de que ellos tenían una sólida política de estado al respecto, y que los bolivianos, al contrario, divagábamos erráticamente. Bueno, pues los últimos acontecimientos han demostrado todo lo contrario.

Bolivia buscó y buscó hasta que encontró la manera de impedir que se nos siga engañando y el país entero se alineó detrás de esa estrategia, y la gran política de estado chilena se tambalea como un flan, en medio de un cacareo que clama el abandono del Pacto de Bogotá, o cualquier pateada de tablero que les evite rendir cuentas ante la comunidad internacional.

Hoy se resisten ciertas elites chilenas a aceptar que una corte de justicia del más alto nivel ha establecido que sí tienen un tema pendiente con Bolivia, y que existe una seria posibilidad de que, desde el banquillo del acusado, sean obligados a cumplir finalmente con sus ofrecimientos.

El primer reflejo que han tenido es insistir en el mismo razonamiento, pensando que en el peor de los casos, también engañarán a la corte y a la comunidad internacional, sin costo alguno, con una negociación engañosa que mantendrá las cosas como siempre.

No se dan cuenta de que la esencia y la posibilidad de éxito de la demanda boliviana se basa justamente en haber vuelto contra ellos su actitud mañosa, y que por eso mismo, el eterno truco corre el riesgo de no funcionar más o, peor aún, funcionar en contra.

Tampoco parecen darse cuenta de que la situación en la que están, de crisis estructural y de un profundo agotamiento de modelo de país, los pone también en una posición bien distinta a la que históricamente estuvieron acostumbrados; nada raro que los chilenos de a pie, que están hasta la coronilla con sus élites, terminen cobrándoles caro este nuevo fracaso, una vez que se despejen los vapores chauvinistas y nacionalistas.

¿O será que sí se dan cuenta, pero no les queda otra?