jueves, 15 de octubre de 2015

Hay vida después del Evo (Columna Bajo la Sombra del Olivo - Página Siete - 15/10/15)

Mucha gente tiene miedo a lo que puede venir después del Evo, y eso es normal; la incertidumbre y el miedo son factores determinantes tanto en la economía como en la política.

Pero nada es tan eficiente para combatir la incertidumbre y el miedo, como la cabeza fría, las ganas de informarse y el espíritu crítico en la toma de decisiones; por suerte todas son gratis, y no requieren más condiciones que abstraerse un ratito de la poderosa maquinaria propagandística del gobierno.

Y para ello hay partir convenciéndose a uno mismo que el mundo no se va a terminar después del Evo, y que el día después la vida continuará, no igual, sino mejor. No hay más que mirar la historia, la del país y la de nuestras vidas, para entender que así será.

Creer que después del Evo viene el abismo sería creer que lo que pasa en política es el invento de una persona o de un caudillo, y eso es un absurdo; usted y yo sabemos que los procesos son producto de una construcción colectiva que no ocurre de la noche a la mañana, y que nunca depende de una persona.

Durante ya más de tres décadas, la democracia que todos hemos recuperado y que todos hemos contribuido a mejorar, nos ha expresado como un país muy maduro, que siempre supo superar sus adversidades al borde del precipicio, cuando el desastre parecía inminente.

Fuimos capaces de superar la tercera hiperinflación más grande de la historia, fuimos capaces de superar el colapso y el derrumbe de todo el sistema político y muchos otros desafíos, no por buena suerte ni por la llegada milagrosa de héroes salvadores, sino porque nuestra obsesión democrática, nuestra rica cultura política y nuestra madurez ciudadana son mucho mejores de lo que creemos y nos han permitido avanzar en la dirección correcta con un ojo en la frente y el otro ojo en la nuca, aprendiendo del pasado.

Se estará preguntando usted en silencio cómo puedo ser tan idiota de ignorar el hecho de que hoy la oposición no representa una alternativa real al MAS. Mi respuesta a su presunción de idiotez es decirle que no se alarme tanto por eso: es hasta cierto punto normal que este tipo de procesos, tan potentes políticamente, no deje lugar para ningún tipo de oposición.

Sin ir muy lejos, le recuerdo que no fue la Falange la que hizo oposición ni la que tumbó al MNR; fueron  las escisiones y los cismas internos los que lograron romper la hegemonía. En el caso del MAS, la mezquindad y la angurria no han permitido siquiera que asome una cabeza que le haga sombra al jefazo, lo que los coloca en una posición de tremenda vulnerabilidad.

La ausencia de oposición ha generado también en muchos esa sensación de que el Evo es invencible, cuando en realidad ha jugado un campeonato sin adversarios, ganando todos los partidos por walk over.

Nunca me he caracterizado por ser ingenuo ni optimista, pero creo, honestamente, que el 21 de febrero todo esto se va a resolver. Allí se va a confirmar por segunda vez que la ciudadanía dirá NO, y con eso lo primero que va a ocurrir, es que va a terminar de consumarse la larga muerte de esa oposición tonta, inoperante, útil al gobierno e irremediablemente atada al pasado.

Y, paradójicamente, la certidumbre de que el Evo no estará más al frente dentro de cuatro años, acabará oportunamente con la incertidumbre, abriendo un largo periodo de cuatro años, suficientes para repensar el futuro.

Como siempre ha ocurrido, estoy seguro de que el país encontrará, a partir de esa decisión, las maneras y las personas que cumplan con el desafío de refrescar el panorama y seguir avanzando en la dirección correcta.


Es cosa de entender nomás quiénes somos, para que el temor se convierta en confianza.

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