domingo, 2 de septiembre de 2012

¿Campaña anticipada? (Columa de opinión Bajo la Sombra de Olivo-Página Siete-30/08/12)


Esta semana se han ventilado por distintos medios una serie de cifras relacionadas con los montos invertidos por el gobierno en el primer semestre del año, en propaganda mediática masiva. El vaivén de números motivó incluso una respuesta del ministro de economía, que nos terminó de confundir con más cifras, para terminar diciendo que mejor iba a revisar los datos antes de continuar con la discusión.
Más allá de que las enormes cifras en las que se detalla hasta el centavo no cuadran, pese a que se sustentan en las mismas fuentes, el tema de discusión parece estar dirigido a que el gobierno estaría iniciando, con un aumento en la inversión publicitaria, la campaña presidencial con miras a las elecciones del 2014.
Ya quisiéramos que así fuera; de ser así, querría decir que en todo este tiempo no hemos estado en campaña, y claro, la realidad es otra. Lo cierto es que la línea divisoria entre tiempos de campaña y tiempos de gestión es hace mucho tiempo pura ilusión. La campaña es un modo de acción permanente, característico de todos los gobiernos, aquí, y en la quebrada del ají. Atribuirle ese rasgo únicamente al gobierno de MAS, no tiene entonces ningún sentido.
Lamentablemente así funcionan las cosas en todo el mundo, y en el caso particular nuestro, esa manera de entender el marketing y la política, y el monstruoso resultado llamado marketing político, se practican desde hace décadas. La plenitud de esa concepción se la vivió probablemente en el segundo gobierno de Sánchez de Lozada, en el que los asesores gringos se quedaron después de la elección, operando de la misma manera hasta el día en que todos tuvieron que subirse al helicóptero.
La campaña por la reelección indefinida de Evo Morales comenzó el primer día de su primer mandato, y no ha cesado un solo minuto desde entonces. El uso de mensajes televisivos es solamente una pequeña parte de la noción de campaña que maneja el gobierno, y su incremento representa también parcialmente, la posibilidad de un cambio de velocidad en esa carrera permanente.
Me atrevería incluso a decir que el MAS, con una mezcla de intuición, instinto, apetito desmesurado de poder, y toneladas de irresponsabilidad política, le ha dado una nueva dimensión al marketing político. Con este gobierno, aquella historia clásica de que hay que ofrecer lo que la gente quiere escuchar, para después hacer otra cosa, y “explicar” mediante la comunicación que en realidad se hizo otra, ha quedado superada.
Ahora se ha llevado el mismo razonamiento hasta el límite; todo lo que se piensa, lo que se hace y lo que se dice, está exclusivamente en función a las posibilidades de adhesión que esto genere, a la retribución de apoyos, y, finalmente, al voto. El gesto, el discurso, la gestión, el viaje, el nombramiento, el decreto, la ley, la concentración, en fin, todo es parte indisoluble del objetivo único y primordial: la suma de votos para encarar la próxima elección, y así sucesivamente.
Separar la gestión de la campaña en esas circunstancias ya no es posible, en la medida en que el discurso y la consigna se han sobrepuesto a todo; así entiende el gobierno, la campaña permanente y la reproducción del poder, y seguramente lo hace mejor que el más reputado de los estrategas internacionales.
El problema, como siempre, es mucho más complicado que el mero gasto en propaganda.

1 comentario:

  1. Que lejanos aquellos días cuando tenías tu columna en "La Razón" aplaudiendo los logros del nuevo gobierno de Morales y el fracaso de la corrompida derecha, que poca memoria tenemos!!!

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