jueves, 7 de junio de 2012

¿Fracaso diplomático? (Columna de Opiníón-Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-07/06/12)


La demanda realizada en la asamblea de la OEA por la cancillería para renegociar el Tratado de 1904 con Chile sorprendió un poco a todo el mundo. No soy un experto en la materia ni mucho menos, pero entiendo que la propuesta es relativamente novedosa.
Parece lógico y sensato plantear la renegociación de un acuerdo al que Chile ha recurrido sistemáticamente como la base y el sustento jurídico para rechazar nuestra demanda marítima. El canciller Choquehuanca señaló en su intervención una colección de violaciones cometidas por Chile al tratado en cuestión, y el presidente Morales recordó que el mismo ha sido modificado ya cuatro veces, siempre a pedido de Chile.
No le veo nada de malo a propuesta, pues me encuentro entre los que creen que cualquier recurso o táctica es buena en la lógica de insistir por cualquier vía, en una solución razonable que revierta nuestro enclaustramiento. Eso de que debemos ser consistentes con una estrategia a lo largo del tiempo, tal como lo ha sido Chile, me parece una posición de un purismo absurdo, considerando que para Chile siempre fue fácil sujetarse a la estrategia de decir no a todo ¿Qué estrategia sostenida y de largo plazo puede ser posible y factible ante una posición de cerrada y férrea intransigencia?
No me molesta entonces que seamos agresivos y creativos en esta larga y tediosa lucha, aun si eso implique que debamos cambiar el enfoque y las tácticas, las veces que sea necesario. Debemos insistir una y mil veces desde todos los ángulos posibles, recordándole a Chile en privado y en público, que sí tenemos un problema pendiente, y que esa mancha en la región perdurará indeleble, mientras no se nos plantee una solución real  y mínimamente satisfactoria.
Además tampoco es verdad ese cuento de que la postura chilena al respecto ha sido sólida y monolítica, supuestamente a partir de la seriedad y estabilidad de sus instituciones; la posición de la cancillería chilena también cambia de acuerdo a los vaivenes de su política interna, e incluso ha variado en el último año, bajo el mismo gobierno. En la 41 asamblea de la OEA, el canciller Moreno dejaba abierto un resquicio en torno a la posibilidad de un acuerdo que contemplara alguna compensación; ayer el mismo canciller daba un paso atrás, lo que nos confirma que la única consistencia chilena en torno al tema es la dilación y la negativa.
Pero hay algo que no me ha quedado claro. No sé si por el hecho de que la asamblea se estuviera llevando a cabo en Bolivia, creo que flotaba en el aire cierta expectativa de alguna resolución que ratificara aquella de 1979, que respaldaba una solución equitativa y un acceso soberano al mar, estableciendo el asunto como un “tema de interés hemisférico”.
En vez de ello, diecinueve países se pronunciaron indicando que el tema es un asunto bilateral que debe ser resuelto entre los países afectados. La primera impresión que esto me causó fue que estos pronunciamientos fueron un respaldo a la posición chilena y, por consiguiente la prueba de un rotundo fracaso de nuestra cancillería. Pero vistas las cosas con más calma, creo entender que nuestro gobierno no intentó en ningún momento reeditar la Resolución de 1979, y lo que hizo fue más bien plantear una nueva propuesta cuyo carácter es esencialmente bilateral (renegociar el Tratado de 1904). En esa óptica, la posición del resto no atenta contra nuestra iniciativa, aunque hubiera sido deseable que lo hicieran de manera menos tibia.
Los gestos diplomáticos son muchas veces difíciles de descifrar, y dan lugar a interpretaciones ambiguas. En todo caso, espero que desde acá, esas interpretaciones no se hagan desde la simpatía o antipatía al gobierno.        

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