domingo, 7 de agosto de 2011

Entre la contradicción y la incertidumbre (Artículo Suplemento Especial 6 de Agosto-Página Siete-06/08/11)

Intentar evaluar los cinco años y medio de Evo a partir de la gestión, puede ser muy relativo, partamos de allí. A la luz de los resultados concretos en los términos clásicos de gestión, el balance podría ser algo desastroso, y ocultaría otra serie de parámetros, a mi juicio, esenciales para comprender el alcance de este proceso de altísima dinámica. Los indicadores económicos y sociales que habitualmente sirven para apreciar el avance o el retroceso de los gobiernos, pueden reflejar parcialmente los dos mil días del MAS en el gobierno, pero no alcanzan para explicar los efectos políticos de esto que oficialmente se ha bautizado como Proceso de Cambio, para unos una estafa que oculta oscuras intenciones, y para otros una verdadera revolución, con todos los defectos y virtudes que ello implica.

La complejidad de un proceso fruto de acumulaciones y luchas colectivas, que se remonta al menos a los últimos treinta años y que también comparte orígenes con la Revolución del 52, nos interpela con resultados diversos, confusos, cuando no contradictorios. ¿De qué otra manera podemos explicarnos el desarrollo paralelo y simultáneo de una revolución política con rasgos de izquierda, con un proceso de profundización del modelo capitalista en lo económico?

La revolución política a la que me refiero, podría explicarse de por sí sola con la llegada de un presidente indio al poder por la vía democrática y con inmenso respaldo ciudadano, pero obviamente es mucho más que eso, y tiene que ver con la irrupción y el recambio de élites, el enriquecimiento del arco de las simbologías étnicas y culturales, la posibilidad de una dinámica movilidad social, la construcción de una nueva institucionalidad y una reafirmación de la autoestima de las mayorías, que hoy nos permite estar más cerca de entender lo que somos, que hace veinte años.

Para que todo esto ocurriera, se ha derrotado a la derecha y a las castas que ejercían el monopolio del poder, pero no al liberalismo económico. Al contrario, la revolución social ha quedado en el discurso, y el cambio político se ha acomodado rápidamente a las condiciones económicas locales e internacionales, marcadas por la bonanza de las materias primas, y por el espaldarazo financiero que varios gobiernos regionales, de similar tendencia, le dieron a Evo para consolidarse en el poder. A excepción de la nacionalización de algunas empresas estratégicas, el modelo económico sigue respondiendo a la lógica del mercado y del capital; el neoliberalismo goza de renovada salud, vigorizado incluso por nuevas burguesías y crecientes clases medias, ávidas de acumulación y consumo.

Los productos concretos del proceso, paradójicamente contrapuestos, nos confirman de alguna manera que estamos en la lógica dinámica de la historia, y que las contradicciones ideológicas del modelo no se resuelven, porque sencillamente todavía no han terminado de manifestarse claramente. Las diversas tendencias internas y los aparatos ideológicos funcionan de manera imperfecta, y no permiten todavía la consolidación de los procesos políticos y económicos. Resulta entonces muy difícil atreverse a decir cuál es la dirección final del cambio, más aun cuando los mismos actores parecen no tener claro el horizonte.

Lo que sí se puede constatar de manera fehaciente, es que estamos atravesando la fase propia de la consolidación del poder, de la forma más cruda y dura, y sobre todo ante la incapacidad de respuesta de una oposición prácticamente inexistente y el miedo generalizado de desencantados, críticos y disidentes. La hegemonía política se traduce día a día en una vorágine de cooptación de poderes judiciales, regionales, sociales, corporativos y económicos, a través del aparato discursivo y de una estrategia orientada a reciclar a ciertas viejas élites económicas derrotadas políticamente, que se han resignado a la pérdida de sus privilegios de clase, pero no a su rol económico, ésta vez bajo la tutela del gobierno.

Desde la construcción de lo jurídico y de la aplastante acción política, se están implementando sostenidamente cosas bastante duras, que generan sentidas reacciones y rechazos, a lo que se considera, con sobradas razones, un creciente autoritarismo. Ante ésta constatación, resta saber si la naturaleza del autoritarismo tiene asidero en lo ideológico (la visión estalinista del estado), o si simplemente es el reflejo maquinal de acumulación, abuso y disfrute de poder de una nueva burguesía estatal, dispuesta a consolidar su presencia por mucho tiempo.

Lo único que se puede decir de éste momento de tránsito incierto, hacía quién sabe dónde, es que no parece ser el momento para los puristas, o para quienes intentan valorar de manera categórica y definitiva, lo hecho hasta ahora. En este camino, largo, entreverado e irreversible, nada es tan bueno como lo pintan, ni tan malo como se ve.

1 comentario:

  1. Frases como:
    "Intentar evaluar los cinco años y medio de Evo a partir de la gestión, puede ser muy relativo, partamos de allí. A la luz de los resultados concretos en los términos clásicos de gestión, el balance podría ser algo desastroso, y ocultaría otra serie de parámetros..."
    hacen que el texto se haga engorroso y fastidioso para comprender la idea central del su artículo.
    Apelo a mas claridad y pragmatismo!
    #peter

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