jueves, 25 de agosto de 2011

De infiernos y paraísos (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-25/08/11)

Qué agradable puede resultar debatir públicamente, e incluso polemizar, con colegas columnistas de la talla de Gabriel Chávez y Fernando Molina. Me separan de ellos visiones ideológicas distintas y posiciones políticas a veces divergentes, pero nada de aquello es motivo para afectar la altura y el respeto con el que establecen y defienden sus posiciones, tanto en público como en privado. Arranco con éste comentario, que devela la ilusión de que ésta clase y garbo intelectual, pudiera contagiar a otros personajes, habitualmente menos elegantes.

En los últimos días, los tres hemos estado preocupados y ocupados en escribir, cada uno desde su propia mirada, acerca de la crisis económica mundial y sus correlatos políticos, sociales y espirituales. Sin otro ánimo que el de sumarle criterios a la discusión, me permitiré, en primer lugar, meter la cuchara en la columna de Fernando, en la que aborda los ciclos de recesiones y la capacidad del capitalismo para reproducirse y fortalecerse a partir de ellos, y la ingenuidad ideológica de quienes pronostican el inminente fin del capitalismo.

Asumiendo el riesgo de caer en ésta categoría de ingenuos o antojadizos, yo digo que sí, que estamos frente al fin del capitalismo, tal y como lo conocemos y sufrimos. Las sucesivas crisis nos están señalando los límites del capitalismo en su versión especulativa, y sobre todo el rápido deterioro de su sostenibilidad social. El capitalismo financiero de los banqueros y especuladores varios, y su insaciable codicia amparada en el conservadurismo político, le ha hecho un boquete a la economía mundial, que ha hipotecado la vida y la descendencia de millones de personas en el primer mundo.

Los excesos e iniquidades que la política le ha permitido a éste capitalismo han descompuesto a las sociedades, y cobrarán la factura en forma de interpelación y querella contra el modelo económico y el sistema político. Todo empieza a ponerse en cuestión (democracia, libertad, política, etc.) y eso significa de alguna manera el comienzo del fin, es cierto, no del capitalismo, pero sí del liberalismo y la posmodernidad, sus expresiones políticas. Será esto seguramente el tránsito hacia otras formas de capitalismo, que no necesariamente irán aparejados con los actuales dogmas, que han construido la hegemonía cultural del capitalismo global. Insisto, lo que viene no será el fin de nada, pero no por eso deja de ser poca cosa.

Por otro lado, Gabriel Chávez pone el acento de la crisis en la ausencia de sentido y en la decadencia espiritual de las sociedades posmodernas de occidente, más allá de las razones económicas, preguntándose si será nuevamente el cristianismo, el que podrá dar una respuesta integral a la obscuridad de la época.

En las escazas líneas aún disponibles, quiero señalarle simplemente que la enajenación, con rostros de empobrecimiento, criminalización, consumismo y precarización de las condiciones de trabajo y de vida, son justamente consecuencia directa del posmodernismo capitalista, y que es muy difícil disociar éstos síntomas, de la crisis espiritual que aqueja al primer mundo. El debate podría tomar interesante camino más adelante, si reflexionamos también acerca de la herencia judeo-cristiana, como uno de los pilares del capitalismo, o, en otro extremo, acerca de las consecuencias del papel de Karol Wojtyla en el derrumbe del socialismo, y la caída del Muro de Berlín, con todas sus implicaciones. Sin duda, la relación religión-economía-política, da para muchas columnas más.

2 comentarios:

  1. Te invito a leer algo que tiene que ver con tu artículo:

    http://federicocampero.blogspot.com/2011/08/el-desarrollo-de-las-naciones.html

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  2. Si queremos saber de pronóstico ominosos, fatalistas, y apocalípticos sobre el sistema capitalista prendamos el cable y veamos el Canal de "History" y veamos programas de Nostradamus y otros profetas de la historia.

    Además de relamerse con sus afirmaciones contundentes del acábose del capitalismo, el artículo no arguye ni elabora cifras, ni estadísticas, ni modelos, ni patrones racionales ni comprensivos para hacer tal afirmación.

    Solo presento este reto, no era capitalismo el que imperaba antes que Nixon y luego Reagan pavimentaran las normas para permitir la creación de una industria de productos derivados y especuladores? No es capitalismo al fin y al cabo sistema eco-productivo que sustenta la locomotora económica de China?

    Escudarse detrás de "..al menos en su forma actual" es simplemente que ´...se derrumbará pero.... tal vez quedará parado´.

    Buen intento Sr Ilya, pero mejor escriba sobre sus temas de costumbre, que esos no sucumbirán a la creatividad.

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