domingo, 10 de julio de 2011

Distracciones de un debate urgente (Artículo Suplemento Ideas-Página Siete-10/07/11)

Los firmantes del “Manifiesto por la reconducción del proceso de cambio” arrancaron su cruzada política patinando en el lugar de la partida y medio enfangados en el barro. Lo que debió haber sido una iniciativa para un debate profundo sobre el proceso político en curso, se inició con una absurda polémica que no hace otra cosa que distraer las razones y objetivos buscados; prueba de ello es que me encuentro sentado escribiendo acerca de la polémica, y no así de la reconducción del proceso de cambio.

Consciente de que usted no pierde su tiempo siguiendo éste tipo de nimiedades, intentaré ponerlo en antecedentes, haciéndole corto un rollo en el que se ha malgastado tinta, espacio, tiempo y energía durante días. Las cartas que vienen y van, dan cuenta de una agria disputa entre el flamante colectivo y éste periódico, a raíz de una nota periodística en éste suplemento, en la que se reúnen las posiciones de un grupo de disidentes intelectuales de izquierda (los autores del manifiesto) y otro colectivo de derecha, con la idea de reflejar a los intelectuales, poniendo al gobierno contra la pared.

Por lo que se entiende de las sendas misivas y sus respectivas respuestas publicadas a lo largo de la semana, al parecer los entrevistados de izquierda habían advertido con antelación al periódico que no querían ser mezclados con el colectivo de derecha, argumentando que ello podía llevar a los lectores a confundirlos; parece también que el periódico asumió que la manera de presentar los contenidos de la nota era razonable, y a partir de allí se armó la de San Quintín.

Por supuesto que hay diversas versiones sobre lo que se dijo, y lo que no se dijo, y lo que se cumplió y lo que se dejó de cumplir, cosa que a mí, la verdad me tiene sin cuidado. Me limitaré a señalar, que se comete un error al subestimar a los lectores. Los lectores sabemos diferenciar perfectamente la paja del trigo, y obviamente sabemos que las motivaciones, posiciones, contextos y agendas de los unos, no son las mismas que las de los otros. Asumir que no somos capaces de comprender las evidentes divergencias entre los dos grupos es, de alguna manera, menospreciar la capacidad crítica de la gente, sobre todo considerando que en la nota, a mi sano entender, en ningún momento se insinúa que ambos grupos se parecen en algo, salvo en su cuestionamiento al gobierno.

Tampoco parece muy consistente descalificar al grupo de derecha como oponentes en un diálogo, arguyendo que éste no sería el debate que los lectores del periódico nos merecemos, más aún, si uno de los pilares del manifiesto es la necesidad de generar debate “con la capacidad de hacer concurrir distintas visiones y propuestas”. Más allá de las credenciales y la autoridad política y moral de los actores, iniciar un llamado al debate haciendo una cuestión de estado sobre la improcedencia de mezclar el agua y el aceite en la misma página de un periódico, es un exceso de susceptibilidad. Entrar a ese terreno puede ser peligrosamente relativo, pues con el mismo razonamiento se podría condenar la actitud de uno de los miembros del grupo de izquierda, que publica sus artículos en el portal web del otro bando.

De acuerdo, hay gente con la que no dan muchas ganas de debatir, por una u otra razón, y peor, hay también gente que reúne todas esas razones, pero ese motivo no alcanza para cernir a los participantes del debate. Se queja por ejemplo uno de los aludidos, preguntándose cómo sería posible establecer dialogo con un señorcito que cree que son unos hipócritas; digo, un alto dirigente del MAS los ha acusado, de entrada, de ser unos resentidos y el mismo presidente los ha tachado de ex llunkus: ¿quiere decir esto que también excluirán al gobierno del debate?

Como verá, llevar las cosas por ese camino no lleva a ninguna parte. La magnitud del que debería ser el problema en discusión, es demasiado grande como para detenerse en disputas, un tanto gratuitas. En las actuales circunstancias, medio año después del gasolinazo, los grupos de desencantados dispuestos a enfrentarse al gobierno son una multitud (otro hubiese sido el cuento si el manifiesto salía a la luz hace prácticamente un año, cuando se tomó la decisión política), pero es innegable que el grupo representado por Prada, Almaraz, Vega, Guzmán y Quispe, son un referente de enorme valor por diversas razones: porque han sido actores de primera línea en el gobierno, porque han sido importantes ideólogos del proceso, y porque son ampliamente reconocidos en su transparencia e integridad.

De ellos no esperamos menos que elementos de juicio serios, que nos permitan buscar respuestas a las dudas e interrogantes que plantea el extravío ideológico del gobierno. En el debate que ellos plantean deberíamos participar todos, interpelando al gobierno acerca del modelo de desarrollo, la visión de estado, la construcción de una alternativa económica, la calidad de la democracia y los objetivos y resultados de gestión, entre otros temas capitales. También sería bueno que la discusión nos diera luces sobre lo que se está discutiendo a nivel de las organizaciones sociales, pero inclusive si el debate se limita a la páginas del periódico, lo saludable son respuestas como las de Pablo Estefanoni, que no se hizo esperar, y comentó el manifiesto a las 48 horas de su publicación.

Ese es el debate que esperamos. El resto es repetir viejos hábitos que ocasionaros siempre la frustración de los proyectos de izquierda.

1 comentario:

  1. Es mas de lo mismo. Iracundos febriles que se autoarrogan legitimidad por hablar enrevezado, descalificar a los que piensan diferente. Individuos autoindulgentes de sus ideas doctrinarias y los otros berrincheantes por ya no tener la mamadera.

    Si la Primavera del Medio Oriente tiene alguna virtud contagiosa, serían las redes sociales el ámbito donde personas sin genes doctrinarios ni ambiciones desmedidas de poder encuentren que sus anhelos incolumes y rectos pueden encontrar eco y acción.

    La gran invetiva andina es desterrar a lo que no funciona. Practicar cirugia social radical. Gran cosa. De ahi no salimos. Por eso nos metimos donde estamos. Confundimos anhelos y emociones con soluciones y estrategia. Así, jamás.

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