jueves, 24 de febrero de 2011

Olor a sangre (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-24/02/11)

El ánimo de la ciudadanía parece estar confirmando el vaticinio de especialistas y analistas, que vieron en las piruetas del gasolinazo y su derogación, un punto de inflexión en la vida del régimen de Evo Morales y del MAS. Decíamos en aquel momento que los efectos políticos del desacierto recién se podrían evaluar a cabalidad en el transcurso de los dos siguientes meses, una vez que el mercado fuera estabilizando la disparada de precios. Como era de esperarse, ocurrió lo que generalmente ocurre: los precios comenzaron a estabilizaron, pero en las nubes.

Han pasado ya dos meses, los padres y madres de familia han afrontado ya la inscripción de sus hijos al colegio (momento especialmente álgido en el calendario económico), tienen que pelear a brazo partido día a día el monto de la tarifa del autotransporte, han comenzado a sentir la paranoia de la escasez, presencian atónitos la subida de precios de todo (desde el alquiler de la casa hasta los chicles), y saben que no habrá incremento posible en los sueldos que compense la crueldad especulativa del mercado.

El humor de las clases populares y de las, ahora importantísimas, clases medias, está confirmando que la tortilla política se ha dado la vuelta. Sería una estupidez pensar que el gobierno está acorralado; eso no es así, pero sí queda claro que ya no es el mismo que preveía en este año, terminar de afianzar su hegemonía absoluta, en todos los niveles, por las buenas o por las malas.

Pero veamos, en política, nada es tan repentino, ni nada ocurre de la noche a la mañana; recordemos por ejemplo, los puntos de quiebre finales de la derecha medialunera: el llamamiento al referéndum revocatorio de mandato y el intento fallido de tumbar al régimen incendiando todo, a ver si con quinientos muertos lograban lo que no pudieron hacer con ideas y con votos. Esos, justamente fueron puntos de quiebre, pero en realidad la derecha había agonizado y muerto ya mucho tiempo antes.

En el caso de este gobierno, el gasolinazo fue el detonante de una bomba que se venía armando desde diciembre de 2009, cuando el rotundo espaldarazo electoral que recibe Evo, es malinterpretado como un cheque en blanco, cuyos fondos debían servir para atornillarse en el poder hasta la eternidad. De allí en adelante, al contrario, todo fue cuesta abajo, y las fallas y desaciertos acumulados, reventaron con la embarrada del gasolinazo. El deterioro de la imagen y de la credibilidad del gobierno parecen de demasiado rápidos, casi fulminantes, pero en realidad vienen de una acumulación de frustraciones de más de un año, y que no son estrictamente económicas. La presa está herida y sangra por varias heridas.

En la selva, el olor a sangre se percibe a kilómetros de distancia, y despierta los instintos de los cazadores, pero también de los carroñeros. Ya empiezan a volar en círculos, chorreando babas, los racistas, los fascistas, los nostálgicos del pasado, y los tibios derrotados, prestos a darse un banquete con una presa que nunca pudieron cazar por sus propios medios.

Se nos viene otro momento de quiebre, que, a su vez, nos dará otras sorpresas políticas. Los descalificados y los oportunistas de la política intentarán capitalizarse con la desgracia del gobierno, y esa actitud hará que muchísima gente vuelva a salir en defensa de su presidente. Para la gente, una cosa es que el proceso se haya detenido y el bolsillo apriete con furia, y otra muy distinta es que los pillos de siempre salgan de la tumba a tratar de comerse al Evo, antes de que muera. Ingenuo es el que piense que eso se va a permitir tan fácilmente, sin causar una reacción, como siempre en nuestra política, impredecible.

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