jueves, 23 de diciembre de 2010

Una más de la mafia del fútbol internacional (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-23/12/10)

El viernes por la noche me encontraba con mi hijo haciendo algo de zapping en busca de algún partidito (de fútbol y no político, debo aclarar). Tuvimos suerte. Pescamos el segundo tiempo de un partido de los seleccionados sub-20 de Bolivia y Argentina, en un pequeño torneo hexagonal que se desarrollaba en la ciudad de Córdova. Pese a la grosera y ordinaria parcialidad del relato de los relatores y comentaristas argentinos, el programa pintaba lindo: buena oportunidad para ver a los mejores changos de nuestro alicaído fútbol, le íbamos empatando al dueño de casa, y además sólo faltaba la última media hora.

Argentina presionaba y los muchachos bolivianos se defendían correctamente; incluso diez minutos antes del final, casi liquidamos el partido con un bombazo que dio en el travesaño. En el último minuto reglamentario, Marco Sandy, el técnico de nuestra sub-20, decide hacer un cambio, y mi hijo me comenta con cierta conmiseración, lo humillante que debe ser para un jugador entrar a la cancha para jugar treinta segundos. Pobrecillo ingenuo: no sabía lo que se venía; yo tampoco, y nadie en su sano juicio hubiera podido prever lo que iba a ocurrir en los siguiente minutos; muchos minutos.

Para hacer corta una historia larguísima que parecía nunca acabar, le diré que el árbitro sencillamente no acabó nunca el partido hasta que Argentina metió un gol; y para que Argentina metiera el gol, el árbitro tuvo que inventar un penal, ¡a los doce minutos de tiempo adicional! Un robo verdaderamente escandaloso. Una situación tan surrealista, que, de la bronca inicial, daban ganas de pasar al ataque de risa.

¿Cómo pudo ocurrir algo semejante en un torneo oficial? Fácil: el árbitro, un corrupto húngaro apellidado Kolos, fue sobornado para torcer el marcador, y responder al mercado de apuestas on-line (días antes ya circulaba el datito en la red, de que venía un torneo en Argentina, con árbitros “fix”). Los apostadores pro, afirman que durante el partido, el comportamiento de los valores de pago de las casas de apuestas fue irracional y altamente sospechoso. ¿De dónde venía el fuerte de las apuestas? Del este europeo y de Asia.

Pero eso no es todo, resulta que la terna de árbitros (que para éste fin llegan de países como Burkina Faso o Sierra Leona), había sido cambiada abruptamente horas antes del partido (lo mismo ocurrió en la final del torneo). Los hechos cantan a viva voz, que no se trata de un caso de corrupción personal, y que en esa mafia intervino gente de la Asociación Argentina de Fútbol, y de la FIFA. La podredumbre es institucional y al parecer generalizada. Según Sandy, en un torneo similar realizado acá, el mismo árbitro intentó robarle un partido a Colombia contra nuestra selección con un penal inexistente, y él tuvo que ordenar a su jugador fallarlo, posición digna y honesta que el viernes ni se les pasó por la cabeza a los argentinos (digo, por simple decoro, ¿no deberían devolver la copa?)

Así se mueven los millones en el mercado legal e ilegal de apuestas, y así funciona la mafia del fútbol asociado a nivel internacional. Y si así son las cochinadas que se cometen en torneos sub-20, usted podrá imaginarse el calibre de las matufias en el nivel de selecciones adultas. Para muestra un botón: ¿se imagina cuanta plata habrá corrido para que le den la sede del mundial 2022 a Qatar, un país sin ningún otro antecedente o mérito que el billete? Ojo, esto no es susceptibilidad mía, las denuncias de corrupción en esa decisión, ya han causado la suspensión de varios miembros del Comité Ejecutivo de la poderosísima y privadísima FIFA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario