Si los que sabemos no abren el pico, y si nadie trata de hacerse el vivo antes
de tiempo, todo indica que la tendencia del No será muy difícil de revertir, y por
consiguiente que Evo Morales pagará caro el error de un inoportuno referéndum
para intentar atornillarse al poder.
Con la sociedad civil al frente y sin el vulnerable enemigo de siempre que le permitía
teatralizar la realidad a su antojo, en el MAS se están empezando a dar cuenta que
de esta no saldrán vivos, y están sudando frío por sus futuros personales.
Y es que ese es parte del problema que ha convertido a los oficialistas en sujetos
tan peligrosos y nocivos: hace mucho tiempo que dejaron de defender ideas; tambié
n han abandonado la defensa de un proyecto político, y ya ni siquiera defienden un
proyecto partidario.
En el fondo no están defendiendo otra cosa que su propio trasero, pues intuyen que
en algún momento próximo, eventualmente tendrán que rendir cuentas de sus
atropellos políticos y económicos. Pese al poder que siguen gozando con
frenetismo, son bestias heridas acorraladas, y eso es lo que los hace doblemente
peligrosos.
Están empezando pues ya a avizorar su futuro desprovistos del poder que en algún
momento pensaron que sería eterno, y cada cual estará craneando cuál es el
camino más conveniente para salvar el pellejo en el momento en que afloren las
decenas de Fondos Indígenas que han apañado en una década de impunidad.
Pero no solamente ellos están pensando en su futuro; también lo está haciendo la
vieja y multi derrotada derecha; agazapada en las sombras de la marginalidad
electoral, la vieja derecha está pensando ya cómo intentará aprovecharse de un
resultado ajeno.
Esa vieja derecha, que nunca estuvo ni cerca de ganarle al MAS, y que desde su
incompetencia contribuyó más bien a engrandecer al régimen y a darle un aurea de
invencibilidad, intentará regresar del pasado y adueñarse del triunfo de la ciudadaní
a, y en ese atrevido intento, será sancionada definitivamente por la gente. Ellos será
n entonces los coperdedores de los resultados del referéndum.
Están afilando las uñas como buitres tras la presa ajena porque ellos, al igual que el
gobierno, también creen que la gente es tonta y que no se acuerda quienes son ellos
y qué es lo que hicieron con este país cuando tuvieron las múltiples oportunidades
de gobernar en diferentes combinolas.
El ciudadano boliviano es mucho más inteligente y valiente, y siempre apuesta por
escenarios complejos y ambiciosos; aprueba la gestión de Morales porque reconoce
el peso histórico del gobierno, al mismo tiempo le niega su apoyo para una reelecció
n porque sabe que eso es muy malo para la democracia, y rechaza además a la
oposición porque no considera ni por un minuto, realizar un salto al pasado.
Se trata de una especie de conminación a que, en los cuatro largos años por
delante, se constituya un nuevo progresismo de izquierda que comprenda bien lo
que ha sucedido en el país y que al mismo tiempo nos dé una visión fresca de
futuro. Y se trata también, porque no, de la posibilidad de un nuevo conservadurismo
de derecha, que no arrastre sus eternos vicios del pasado.
Los llamados liderazgos regionales emergentes están por el momento a prueba;
unos ya se han quemado rápidamente entregándose al MAS, y los otros tiene que
mostrar si quieren asumir ese tremendo desafío, o si optarán por ser fachada e
instrumento de la derecha restauradora.
Ciudadano orgullosamente boliviano, que dice las cosas como son y que está dispuesto a dar la cara por sus ideas. Columnista, cocinero y Tigre de corazón.
jueves, 24 de diciembre de 2015
jueves, 17 de diciembre de 2015
Our brand is crisis, realidad versus ficción (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-17/12/15)
Fui al cine a ver “Our Brand is Crisis” con muy pocas expectativas, y la verdad
es que salí algo confundido.
Como antecedente habrá que decir que la película está basada en el documental de
Rachel Boynton, que a su vez está basado en la campaña presidencial boliviana de
2002, en la que Gonzalo Sánchez de Lozada ganó las elecciones de la mano de una
de las empresas más prestigiosas del mundo en materia de campañas políticas.
La película adquirió cierta notoriedad mundial no porque la campaña hubiese sido
muy trascendental, ni tampoco porque el documental haya sido premiado en varios
festivales, sino porque el productor ejecutivo es el poderoso y archi galán George
Clooney, y la protagonista es la reina de américa y no menos poderosa, Sandra
Bullock.
Había leído comentarios muy malos de gente boliviana en el Facebook y sabía que
el lanzamiento de la película en Estados Unidos había sido un gran fracaso de
taquilla, cosa que no quiere decir mucho, tratándose de una peli en la que no hay
tiros, ni sexo, ni explosiones. Solamente se ve el poto de la Bullock que, si es
realmente el suyo, no está nada mal.
Digo que salí confundido porque a mí no me pareció tan mala. Obviamente el filme
no refleja a cabalidad lo ocurrido en la campaña ni la situación sociopolítica del país,
porque justamente es una ficción producida en Hollywood; si se quiere una versión
más cercana a la realidad, hay que ver el documental.
Pero el documental, y creo también la película, no tienen como objetivo final retratar
la compleja y profunda realidad boliviana, sino mostrar la influencia definitiva que
tienen las grandes empresas norteamericanas de campañas electorales, en los
procesos electorales y en el devenir político de todo el mundo. Y creo que en ambos
casos (el documental y la película) lo logran muy bien.
Si eso es bueno para las democracias, si es justo que quien tenga los medios para
pagar a esas empresas tenga tantas ventajas sobre el resto, si debería estar
permitido o no, es parte de otra discusión seguramente necesaria, pero de que estas
empresas norteamericanas son mortalmente eficaces, y que pueden terminar
torciendo la historia de cualquier país, de eso no hay la menor duda, y eso es lo que
se ve en la película, más allá de los típicos estereotipos, el infaltable y predecible
humor y las innumerables imprecisiones.
Curiosamente, la gran mayoría de las malas críticas y comentarios locales que he
visto, se refieren a que la película es una estupidez, porque nos trata de hacer creer
que unos gringos llegan a nuestro país y saben lo que hay que hacer, y además nos
dicen qué tenemos que decir como si fuéramos títeres, y por si fuera poco tienen
razón y terminan ganando.
La mala noticia que les tengo es que todo eso es verdad, y si no me creen, pregú
ntenle al Goni, que participó de mano de estas empresas en tres elecciones
presidenciales, en condiciones complejas y adversas, y las ganó todas. O a Jaime
Paz, que no tuvo asesores gringos, pero que nunca ganó una elección.
Así nomás es. Los gringos (ojo, no son todos, hay muy pocas empresas con esas
credenciales) caen con una experticia acumulada de millones de kilómetros, y con
una inmensa batería de técnicas multidisciplinarias que muchas veces resultan en
estrategias incomprensibles y difíciles de aceptar para los mismos candidatos que
los han contratado; y mucha veces éstos montan en cólera porque no están
acostumbrados a que alguien les diga que no tienen razón, y peor aún, que sus
percepciones políticas no son obligatoriamente valederas, en una guerra en la que
se pelean otras cosas.
Y repito, que eso nos guste o no, es otra cosa.
es que salí algo confundido.
Como antecedente habrá que decir que la película está basada en el documental de
Rachel Boynton, que a su vez está basado en la campaña presidencial boliviana de
2002, en la que Gonzalo Sánchez de Lozada ganó las elecciones de la mano de una
de las empresas más prestigiosas del mundo en materia de campañas políticas.
La película adquirió cierta notoriedad mundial no porque la campaña hubiese sido
muy trascendental, ni tampoco porque el documental haya sido premiado en varios
festivales, sino porque el productor ejecutivo es el poderoso y archi galán George
Clooney, y la protagonista es la reina de américa y no menos poderosa, Sandra
Bullock.
Había leído comentarios muy malos de gente boliviana en el Facebook y sabía que
el lanzamiento de la película en Estados Unidos había sido un gran fracaso de
taquilla, cosa que no quiere decir mucho, tratándose de una peli en la que no hay
tiros, ni sexo, ni explosiones. Solamente se ve el poto de la Bullock que, si es
realmente el suyo, no está nada mal.
Digo que salí confundido porque a mí no me pareció tan mala. Obviamente el filme
no refleja a cabalidad lo ocurrido en la campaña ni la situación sociopolítica del país,
porque justamente es una ficción producida en Hollywood; si se quiere una versión
más cercana a la realidad, hay que ver el documental.
Pero el documental, y creo también la película, no tienen como objetivo final retratar
la compleja y profunda realidad boliviana, sino mostrar la influencia definitiva que
tienen las grandes empresas norteamericanas de campañas electorales, en los
procesos electorales y en el devenir político de todo el mundo. Y creo que en ambos
casos (el documental y la película) lo logran muy bien.
Si eso es bueno para las democracias, si es justo que quien tenga los medios para
pagar a esas empresas tenga tantas ventajas sobre el resto, si debería estar
permitido o no, es parte de otra discusión seguramente necesaria, pero de que estas
empresas norteamericanas son mortalmente eficaces, y que pueden terminar
torciendo la historia de cualquier país, de eso no hay la menor duda, y eso es lo que
se ve en la película, más allá de los típicos estereotipos, el infaltable y predecible
humor y las innumerables imprecisiones.
Curiosamente, la gran mayoría de las malas críticas y comentarios locales que he
visto, se refieren a que la película es una estupidez, porque nos trata de hacer creer
que unos gringos llegan a nuestro país y saben lo que hay que hacer, y además nos
dicen qué tenemos que decir como si fuéramos títeres, y por si fuera poco tienen
razón y terminan ganando.
La mala noticia que les tengo es que todo eso es verdad, y si no me creen, pregú
ntenle al Goni, que participó de mano de estas empresas en tres elecciones
presidenciales, en condiciones complejas y adversas, y las ganó todas. O a Jaime
Paz, que no tuvo asesores gringos, pero que nunca ganó una elección.
Así nomás es. Los gringos (ojo, no son todos, hay muy pocas empresas con esas
credenciales) caen con una experticia acumulada de millones de kilómetros, y con
una inmensa batería de técnicas multidisciplinarias que muchas veces resultan en
estrategias incomprensibles y difíciles de aceptar para los mismos candidatos que
los han contratado; y mucha veces éstos montan en cólera porque no están
acostumbrados a que alguien les diga que no tienen razón, y peor aún, que sus
percepciones políticas no son obligatoriamente valederas, en una guerra en la que
se pelean otras cosas.
Y repito, que eso nos guste o no, es otra cosa.
jueves, 10 de diciembre de 2015
¿Caiga quien caiga? (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-10/12/15)
Lo peor que podía pasarle al gobierno de Evo Morales, desconectado de la
realidad hace ya mucho tiempo, era entrar además en estado de pánico político; y
eso es lo que precisamente le ha ocurrido en el transcurso de las últimas semanas.
Han sido varios factores los que han llevado el pánico a la máxima dirigencia
masista y a los responsables de campaña.
El primero son las encuestas; las que se publican en los medios, pero sobre todo las
propias, que les han confirmado que, de mantenerse las cosas como están, sufrirán
otra derrota el próximo 21 de febrero.
El verdadero problema para ellos es que las tendencias anuncian que la derrota ser í
a tan contundente, que ni siquiera les permitiría echar mano del órgano electoral (en
el que según las mismas encuestas, la gran mayoría de la gente desconfía) para
arreglar el resultado.
Las demoledoras cifras, para colmo de males más o menos parejas en todo el país,
parecen haberlos tomado por sorpresa, confirmando otra vez el grado de borrachera
que el poder y el dinero les han ocasionado.
Sorprendidos pero algo incrédulos todavía, se comenta en el mundo político que
convocaron a varios de sus operadores políticos territoriales con los que
compartieron las amargas revelaciones de las encuestas; les habrían pedido a estos
operadores además, que les contaran “esta vez diciendo la cruda verdad”, cómo veí
an las cosas en sus regiones. Las respuestas al perecer fueron peores que las
encuestas: un verdadero drama expuesto por su propia gente, y no por la derecha
vende patria.
La coyuntura regional ha sido obviamente otro factor que ha contribuido a que los
otrora súper poderosos y ultra seguros de sí mismos, pasen del nerviosismo al
pavor. No es para menos.
La imprevista caída de la Kirchner, sumada a la bajada de Correa, sumada a la
derrota del Chavismo (prevista esa sí, pero no con márgenes tan demoledores),
sumada a lo que parece una crisis terminal del PT en Brasil, son noticias como para
meterle terror al más macho.
Como lo sabe todo el mundo, el miedo es el peor consejero posible. Y es así como el
MAS, presa del pavor de perder una elección a la que se metió solito, y de la que es
muy tarde para retirarse, ensaya un nervioso análisis que lo lleva a pensar que van a
perder la elección por el impacto del escandaloso Fondo Indígena.
Y entonces hacen un giro y pasan de la minimización, el encubrimiento y la
instrumentalización judicial para castigar sólo a los disidentes, a una posición
completamente distinta, que han denominado “caiga quien caiga”.
El giro desesperado incluye el sacrificio de varios de los suyos, incluida Nemesia
Achacollo, cuyo sacrificio estaría reservado para el momento cúspide de la
representación. Todo esto con la esperanza de que así, el país súbitamente
cambiará de opinión en torno a la corrupción gubernamental.
¡Oh borrachitos!, no se dan cuenta que al artificio no hará otra cosa que terminar de
demostrar que el gobierno utiliza a la justicia como se le da la gana en provecho
propio, y que eso es lo más corrupto que puede haber.
Tampoco se dan cuenta que los sacrificados no van a morir callados, y que cuando
suelten la lengua, van a terminar involucrando seriamente a los verdaderos y últimos
responsables: los miembros del directorio del Fondo y quienes los designaron, y allí
aparecerán varios ministros más, incluido el ministro Arce Catacora.
Y finalmente, el miedo tampoco les permite ver que, pese a que la mayoría del país
está convencida de que son unos corruptos, esa no será la razón por la que votarán
por el NO en febrero.
realidad hace ya mucho tiempo, era entrar además en estado de pánico político; y
eso es lo que precisamente le ha ocurrido en el transcurso de las últimas semanas.
Han sido varios factores los que han llevado el pánico a la máxima dirigencia
masista y a los responsables de campaña.
El primero son las encuestas; las que se publican en los medios, pero sobre todo las
propias, que les han confirmado que, de mantenerse las cosas como están, sufrirán
otra derrota el próximo 21 de febrero.
El verdadero problema para ellos es que las tendencias anuncian que la derrota ser í
a tan contundente, que ni siquiera les permitiría echar mano del órgano electoral (en
el que según las mismas encuestas, la gran mayoría de la gente desconfía) para
arreglar el resultado.
Las demoledoras cifras, para colmo de males más o menos parejas en todo el país,
parecen haberlos tomado por sorpresa, confirmando otra vez el grado de borrachera
que el poder y el dinero les han ocasionado.
Sorprendidos pero algo incrédulos todavía, se comenta en el mundo político que
convocaron a varios de sus operadores políticos territoriales con los que
compartieron las amargas revelaciones de las encuestas; les habrían pedido a estos
operadores además, que les contaran “esta vez diciendo la cruda verdad”, cómo veí
an las cosas en sus regiones. Las respuestas al perecer fueron peores que las
encuestas: un verdadero drama expuesto por su propia gente, y no por la derecha
vende patria.
La coyuntura regional ha sido obviamente otro factor que ha contribuido a que los
otrora súper poderosos y ultra seguros de sí mismos, pasen del nerviosismo al
pavor. No es para menos.
La imprevista caída de la Kirchner, sumada a la bajada de Correa, sumada a la
derrota del Chavismo (prevista esa sí, pero no con márgenes tan demoledores),
sumada a lo que parece una crisis terminal del PT en Brasil, son noticias como para
meterle terror al más macho.
Como lo sabe todo el mundo, el miedo es el peor consejero posible. Y es así como el
MAS, presa del pavor de perder una elección a la que se metió solito, y de la que es
muy tarde para retirarse, ensaya un nervioso análisis que lo lleva a pensar que van a
perder la elección por el impacto del escandaloso Fondo Indígena.
Y entonces hacen un giro y pasan de la minimización, el encubrimiento y la
instrumentalización judicial para castigar sólo a los disidentes, a una posición
completamente distinta, que han denominado “caiga quien caiga”.
El giro desesperado incluye el sacrificio de varios de los suyos, incluida Nemesia
Achacollo, cuyo sacrificio estaría reservado para el momento cúspide de la
representación. Todo esto con la esperanza de que así, el país súbitamente
cambiará de opinión en torno a la corrupción gubernamental.
¡Oh borrachitos!, no se dan cuenta que al artificio no hará otra cosa que terminar de
demostrar que el gobierno utiliza a la justicia como se le da la gana en provecho
propio, y que eso es lo más corrupto que puede haber.
Tampoco se dan cuenta que los sacrificados no van a morir callados, y que cuando
suelten la lengua, van a terminar involucrando seriamente a los verdaderos y últimos
responsables: los miembros del directorio del Fondo y quienes los designaron, y allí
aparecerán varios ministros más, incluido el ministro Arce Catacora.
Y finalmente, el miedo tampoco les permite ver que, pese a que la mayoría del país
está convencida de que son unos corruptos, esa no será la razón por la que votarán
por el NO en febrero.
jueves, 3 de diciembre de 2015
Esta elección no es contra Evo Morales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-03/12/15)
Aunque el gobierno patalee, en un tono de amargura y desesperación
que hasta ahora no conocíamos, y grite a los cuatro vientos que la campaña
por el NO a la reelección no tiene motivaciones ciudadanas, está claro que
hasta el momento así nomás es, aunque esto les amargue la vida.
El ciudadano de a pie se ha lanzado con gran entusiasmo a opinar y a expresar
su desacuerdo con la reelección, en todos los espacios posibles, en público y
en privado, con amigos y con extraños, mostrando, como primer dato
revelador, que ha perdido el miedo a decir lo que piensa y, sobre todo, que
también está dispuesto a perder el miedo inducido por la propaganda oficial,
que dice que después del Evo vendrá el fin del mundo.
El ciudadano le hace frente a la campaña del miedo porque sencillamente es
mucho más maduro y consciente de lo que cree el gobierno, y porque pensar
de otro modo sería admitir que somos un país de babosos que piensa que todo
lo bueno y lo malo que ha pasado estos diez años ha sido por obra y gracia de
una pareja de iluminados (el sol y la luna), y que nosotros, los ciudadanos, no
hemos tenido nada que ver en eso. Un absurdo, ¿verdad?
La campaña a favor del NO ha comenzado ya, sin necesidad de calendario
electoral oficial, sin financiamiento publicitario, sin equipos de campaña, sin
encuestas, sin asesores, sin estrategas, y claro, sin la venia del poder.
Será una campaña desigual porque la gente tendrá que enfrentar a pata pelada
al gigantesco aparato burocrático y comunicacional del gobierno, y por si fuera
esto poco, tendrá que enfrentar la opinión amañada de los medios
paraestatales, que fueron en realidad comprados para ser usados
precisamente en estos momentos decisivos.
Y por eso mismo será una campaña hermosa, en la que podremos
demostrarnos a nosotros y al mundo entero, que cuando se defiende lo justo, la
voz de una persona de a pie, vale lo mismo y aún más, que mil spots de
televisión.
En estas elecciones vamos a constatar algo que la vida nos ha enseñado a
todos: que no todo se puede comprar con dinero (peor aún con dinero ajeno,
en esta caso del estado), y que todos los recursos del mundo, cuando son
puestos al servicio de la amenaza, del miedo y de la confrontación, no son
suficientes para vencer a la gente.
Eso funciona, sin lugar a dudas, cuando la contienda es entre pol íticos, pero no
cuando al otro lado se encuentra la ciudadanía, convencida y sostenida por el
poder de la razón, de la verdad y del sentido común.
Justamente por todo esto, perturban aquellas posiciones, sobre todo en las
redes sociales, cargadas de bronca y de insultos a Evo Morales, peor aun
cuando están teñidas de racismo.
Ese es un gran error y es hacerle el juego al gobierno, pues esta campaña no
es contra Evo Morales. A pesar de que el gobierno quiere y necesita que esta
campaña sea en contra de alguien, debemos entender que acá no está en
discusión la figura del presidente, y tampoco se trata de una elección en la que
se estarán juzgando ni los errores ni los aciertos del gobierno.
Esta es una elección en la que simple y llanamente (nunca mejor dicho), se
está tomando posición en torno a una reforma constitucional que pretende
favorecer a dos personas que ya han sido reelegidas de manera engañosa.
Es una elección en la que podremos decir que nos importa mucho que las
reglas de juego se respeten en democracia, y que no estamos de acuerdo en
que los poderosos de turno tuerzan las leyes para entornillarse al poder de
manera indefinida.
Y es por eso que mucha, pero muchísima gente que simpatiza con Evo y que
aprueba su gobierno, votará por el NO.
que hasta ahora no conocíamos, y grite a los cuatro vientos que la campaña
por el NO a la reelección no tiene motivaciones ciudadanas, está claro que
hasta el momento así nomás es, aunque esto les amargue la vida.
El ciudadano de a pie se ha lanzado con gran entusiasmo a opinar y a expresar
su desacuerdo con la reelección, en todos los espacios posibles, en público y
en privado, con amigos y con extraños, mostrando, como primer dato
revelador, que ha perdido el miedo a decir lo que piensa y, sobre todo, que
también está dispuesto a perder el miedo inducido por la propaganda oficial,
que dice que después del Evo vendrá el fin del mundo.
El ciudadano le hace frente a la campaña del miedo porque sencillamente es
mucho más maduro y consciente de lo que cree el gobierno, y porque pensar
de otro modo sería admitir que somos un país de babosos que piensa que todo
lo bueno y lo malo que ha pasado estos diez años ha sido por obra y gracia de
una pareja de iluminados (el sol y la luna), y que nosotros, los ciudadanos, no
hemos tenido nada que ver en eso. Un absurdo, ¿verdad?
La campaña a favor del NO ha comenzado ya, sin necesidad de calendario
electoral oficial, sin financiamiento publicitario, sin equipos de campaña, sin
encuestas, sin asesores, sin estrategas, y claro, sin la venia del poder.
Será una campaña desigual porque la gente tendrá que enfrentar a pata pelada
al gigantesco aparato burocrático y comunicacional del gobierno, y por si fuera
esto poco, tendrá que enfrentar la opinión amañada de los medios
paraestatales, que fueron en realidad comprados para ser usados
precisamente en estos momentos decisivos.
Y por eso mismo será una campaña hermosa, en la que podremos
demostrarnos a nosotros y al mundo entero, que cuando se defiende lo justo, la
voz de una persona de a pie, vale lo mismo y aún más, que mil spots de
televisión.
En estas elecciones vamos a constatar algo que la vida nos ha enseñado a
todos: que no todo se puede comprar con dinero (peor aún con dinero ajeno,
en esta caso del estado), y que todos los recursos del mundo, cuando son
puestos al servicio de la amenaza, del miedo y de la confrontación, no son
suficientes para vencer a la gente.
Eso funciona, sin lugar a dudas, cuando la contienda es entre pol íticos, pero no
cuando al otro lado se encuentra la ciudadanía, convencida y sostenida por el
poder de la razón, de la verdad y del sentido común.
Justamente por todo esto, perturban aquellas posiciones, sobre todo en las
redes sociales, cargadas de bronca y de insultos a Evo Morales, peor aun
cuando están teñidas de racismo.
Ese es un gran error y es hacerle el juego al gobierno, pues esta campaña no
es contra Evo Morales. A pesar de que el gobierno quiere y necesita que esta
campaña sea en contra de alguien, debemos entender que acá no está en
discusión la figura del presidente, y tampoco se trata de una elección en la que
se estarán juzgando ni los errores ni los aciertos del gobierno.
Esta es una elección en la que simple y llanamente (nunca mejor dicho), se
está tomando posición en torno a una reforma constitucional que pretende
favorecer a dos personas que ya han sido reelegidas de manera engañosa.
Es una elección en la que podremos decir que nos importa mucho que las
reglas de juego se respeten en democracia, y que no estamos de acuerdo en
que los poderosos de turno tuerzan las leyes para entornillarse al poder de
manera indefinida.
Y es por eso que mucha, pero muchísima gente que simpatiza con Evo y que
aprueba su gobierno, votará por el NO.
jueves, 26 de noviembre de 2015
Argentina y los entusiasmos apresurados (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-26/11/15)
La derrota del kirchnerismo en Argentina ha desatado, como era
previsible, una ola de reacciones en el país. Unas han sido mesuradas y
reflexivas, otras apresuradas y antojadizas, y no faltaron tampoco las
descabelladas, entre ellas la del vicepresidente, que, desde su mundo al revés,
intentó tapar el sol con un dedo, en el condescendiente tono de parvulario que
suele utilizar cuando se dirige a campesinos.
El que más bien no supo mucho qué decir fue Evo Morales, que estaba
absolutamente convencido de que Daniel Scioli ganaría las elecciones y de que
seguiría contando con uno de sus aliados más importantes.
Tan convencido estaba, que no dudó en cometer la imprudencia de viajar a
Buenos Aires a hacer campaña electoral por Scioli, con el afán de influir en el
voto de la comunidad boliviana en Argentina.
No contento con ese grosero acto de intervención en la política de otro país, y
ciego ante la evidencia que marcaban los resultados de la primera vuelta,
siguió insistiendo en que estaba absolutamente confiado en que “ganaríamos”
(¿él y Scioli?) en la segunda vuelta.
El tamaño descomunal de esa imprudencia fue desapercibida por los medios,
pero no por ello dejó de convertirse en una pequeña tragedia para Evo, para su
gobierno y, lamentablemente, para todos los bolivianos.
Porque, convengamos, a usted y a mí nos tiene sin cuidado la relación
personal entre el señor Morales y el seños Macri; lo que sí nos preocupa es
que el presidente de Bolivia se haya declarado militante adversario pol ítico de
un gobierno vecino, con el cual le tocará en breve ir a negociar el precio del gas
que les tenemos que seguir vendiendo y del que en gran medida vive este país.
Allí va a ser cuando le cobren al Evo su agravio, y cuando la imprudencia
presidencial nos salpique a todos los bolivianos.
Está claro que el agotamiento de Dilma, Lula y el PT en Brasil, la derrota del
kirchnerismo en Argentina, el desistimiento a la reelección de Correa en
Ecuador y la inminente caída de Maduro en Venezuela, marcan el fin de un
ciclo regional, y que esto, junto al desplome de los precios de las materias
primas y al desgaste de nueve años de abuso impune de poder, están
marcando también el destino del gobierno de Evo Morales.
Pero de allí a extrapolar alegremente lo ocurrido en la Argentina al resto de la
región, hay una distancia muy grande. Quienes están pensando que el triunfo
de Mauricio Macri implica el glorioso retorno de los gerentes a los gabinetes, de
las embajadas americanas y de la visión empresarial de la política, como si
nada hubiera pasado en los últimos quince años, pues se están equivocando
medio a medio.
Lo de Macri fue evidentemente meteórico y espectacular, pero eso no es
garantía de nada. El presidente electo, que ha demostrado tener más talento
como bailarín que como orador, llega a un país partido por la mitad en el que,
me animo a decir, ninguna de las dos mitades está dispuesta a permitir un salto
al pasado.
Habrá que ver la capacidad que tiene un nacido y convencido neoliberal, en
comprender lo que ha ocurrido en su país, en una dimensión más profunda que
la de la corrupción y el delirio de poder del proyecto K.
Ojalá que detrás de la liviandad y la ausencia de ideas que hemos podido
percibir desde afuera, haya algo bueno oculto, y el nuevo gobierno argentino
pueda interpretar correctamente los desafíos del post kirchnerismo.
Porque, ojo, si no es así, lo que hoy parece una señal esperanzadora para toda
la región, puede convertirse rápidamente en un poderoso y peligroso contra ejemplo.
previsible, una ola de reacciones en el país. Unas han sido mesuradas y
reflexivas, otras apresuradas y antojadizas, y no faltaron tampoco las
descabelladas, entre ellas la del vicepresidente, que, desde su mundo al revés,
intentó tapar el sol con un dedo, en el condescendiente tono de parvulario que
suele utilizar cuando se dirige a campesinos.
El que más bien no supo mucho qué decir fue Evo Morales, que estaba
absolutamente convencido de que Daniel Scioli ganaría las elecciones y de que
seguiría contando con uno de sus aliados más importantes.
Tan convencido estaba, que no dudó en cometer la imprudencia de viajar a
Buenos Aires a hacer campaña electoral por Scioli, con el afán de influir en el
voto de la comunidad boliviana en Argentina.
No contento con ese grosero acto de intervención en la política de otro país, y
ciego ante la evidencia que marcaban los resultados de la primera vuelta,
siguió insistiendo en que estaba absolutamente confiado en que “ganaríamos”
(¿él y Scioli?) en la segunda vuelta.
El tamaño descomunal de esa imprudencia fue desapercibida por los medios,
pero no por ello dejó de convertirse en una pequeña tragedia para Evo, para su
gobierno y, lamentablemente, para todos los bolivianos.
Porque, convengamos, a usted y a mí nos tiene sin cuidado la relación
personal entre el señor Morales y el seños Macri; lo que sí nos preocupa es
que el presidente de Bolivia se haya declarado militante adversario pol ítico de
un gobierno vecino, con el cual le tocará en breve ir a negociar el precio del gas
que les tenemos que seguir vendiendo y del que en gran medida vive este país.
Allí va a ser cuando le cobren al Evo su agravio, y cuando la imprudencia
presidencial nos salpique a todos los bolivianos.
Está claro que el agotamiento de Dilma, Lula y el PT en Brasil, la derrota del
kirchnerismo en Argentina, el desistimiento a la reelección de Correa en
Ecuador y la inminente caída de Maduro en Venezuela, marcan el fin de un
ciclo regional, y que esto, junto al desplome de los precios de las materias
primas y al desgaste de nueve años de abuso impune de poder, están
marcando también el destino del gobierno de Evo Morales.
Pero de allí a extrapolar alegremente lo ocurrido en la Argentina al resto de la
región, hay una distancia muy grande. Quienes están pensando que el triunfo
de Mauricio Macri implica el glorioso retorno de los gerentes a los gabinetes, de
las embajadas americanas y de la visión empresarial de la política, como si
nada hubiera pasado en los últimos quince años, pues se están equivocando
medio a medio.
Lo de Macri fue evidentemente meteórico y espectacular, pero eso no es
garantía de nada. El presidente electo, que ha demostrado tener más talento
como bailarín que como orador, llega a un país partido por la mitad en el que,
me animo a decir, ninguna de las dos mitades está dispuesta a permitir un salto
al pasado.
Habrá que ver la capacidad que tiene un nacido y convencido neoliberal, en
comprender lo que ha ocurrido en su país, en una dimensión más profunda que
la de la corrupción y el delirio de poder del proyecto K.
Ojalá que detrás de la liviandad y la ausencia de ideas que hemos podido
percibir desde afuera, haya algo bueno oculto, y el nuevo gobierno argentino
pueda interpretar correctamente los desafíos del post kirchnerismo.
Porque, ojo, si no es así, lo que hoy parece una señal esperanzadora para toda
la región, puede convertirse rápidamente en un poderoso y peligroso contra ejemplo.
jueves, 5 de noviembre de 2015
Cuando ser político se convierte en pecado (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-05/11/12)
El MAS ha convocado para el 21 de febrero un referéndum que ellos
creen será un plebiscito, pero que en realidad será prácticamente un
revocatorio.
Evo y el MAS se dirigen derechito al cadalso, luego de haberse auto
condenado con una increíble maniobra política que, si bien no los alejará formal
e inmediatamente del poder, convertirá los cuatro años restantes de su
mandato, en un calvario.
Nadie los obligó a cometer este tremendo error político; fueron ellos solitos los
que se metieron en este berenjenal, apurados por la crisis económica, por las
ganas de aprovecharse de la causa marítima, pero sobre todo por la
esquizofrenia política que los aqueja.
Perdón, rectifico: el MAS va derecho a otra estrepitosa derrota electoral, si y
solamente si el escenario se mantiene como hasta ahora, y quienes
protagonizan la campaña por el NO son ciudadanos sin relación con la oposició
n política.
Hasta ahora parece que todos han comprendido bien que esa es la bala de
plata que mata al hombre lobo, como se demostró en el último referendo para
los estatutos, en los que los políticos estaban prohibidos de participar, y en la
que los ciudadanos y los líderes de opinión le dieron una tunda al gobierno.
De la cautela política y de la disciplina para mantener ese esquema dependerá
el resultado del referéndum; el rato que alguno de los actores de oposición
caiga en la trampa de las provocaciones o trate de hacerse el vivo intentando
capitalizar la voluntad popular del NO para beneficio propio, la cosa tomará otro
rumbo, y muy probablemente ganará el SI.
Lo saben en el gobierno y por eso están desesperados por obtener alguna
reacción a sus provocaciones, que seguramente irán en un infernal in
crescendo en las próximas semanas.
Saben que el escenario en que siempre les ha ido bien es el escenario donde
ellos crean al enemigo; el escenario de la grosera polarización donde ellos son
los buenos y los otros son los malos, donde ellos son la izquierda y los otros la
derecha, dónde ellos son el futuro y los otros el pasado.
Tan bien lo saben, que incluso están dispuestos a financiar con varios millones
de dólares la campaña por el SI de algún líder de oposición.
Se confirma nuevamente en este escenario electoral, que son la ciudadanía de
a pie y las voces alejadas de los partidos de oposición, los únicos capaces de
encarnar la voluntad popular y ponerle freno a los suicidas excesos del MAS.
Habrá que reflexionar más a fondo este fenómeno, pero sospecho que la
tremenda mediocridad de la oposición y los lazos de ésta con un pasado al que
nadie quiere retornar, le han colmado la medida a una ciudadanía que ya no
está dispuesta a confiarle su voz a una oposición que no ha sabido
representarla.
El resultado del 21 de febrero podría, entonces, no solamente determinar la
derrota del régimen, sino también la derrota de la oposición, tal como le hemos
conocido hasta ahora.
Si le parece muy extraño todo esto que le estoy diciendo, fíjese en este dato
curioso, que creo reafirma la cuestión: Carlos Mesa, el hombre que se ha
mantenido absolutamente al margen de la política y de cualquier aspiración
personal, es hoy la figura mejor perfilada para suceder a Evo Morales.
creen será un plebiscito, pero que en realidad será prácticamente un
revocatorio.
Evo y el MAS se dirigen derechito al cadalso, luego de haberse auto
condenado con una increíble maniobra política que, si bien no los alejará formal
e inmediatamente del poder, convertirá los cuatro años restantes de su
mandato, en un calvario.
Nadie los obligó a cometer este tremendo error político; fueron ellos solitos los
que se metieron en este berenjenal, apurados por la crisis económica, por las
ganas de aprovecharse de la causa marítima, pero sobre todo por la
esquizofrenia política que los aqueja.
Perdón, rectifico: el MAS va derecho a otra estrepitosa derrota electoral, si y
solamente si el escenario se mantiene como hasta ahora, y quienes
protagonizan la campaña por el NO son ciudadanos sin relación con la oposició
n política.
Hasta ahora parece que todos han comprendido bien que esa es la bala de
plata que mata al hombre lobo, como se demostró en el último referendo para
los estatutos, en los que los políticos estaban prohibidos de participar, y en la
que los ciudadanos y los líderes de opinión le dieron una tunda al gobierno.
De la cautela política y de la disciplina para mantener ese esquema dependerá
el resultado del referéndum; el rato que alguno de los actores de oposición
caiga en la trampa de las provocaciones o trate de hacerse el vivo intentando
capitalizar la voluntad popular del NO para beneficio propio, la cosa tomará otro
rumbo, y muy probablemente ganará el SI.
Lo saben en el gobierno y por eso están desesperados por obtener alguna
reacción a sus provocaciones, que seguramente irán en un infernal in
crescendo en las próximas semanas.
Saben que el escenario en que siempre les ha ido bien es el escenario donde
ellos crean al enemigo; el escenario de la grosera polarización donde ellos son
los buenos y los otros son los malos, donde ellos son la izquierda y los otros la
derecha, dónde ellos son el futuro y los otros el pasado.
Tan bien lo saben, que incluso están dispuestos a financiar con varios millones
de dólares la campaña por el SI de algún líder de oposición.
Se confirma nuevamente en este escenario electoral, que son la ciudadanía de
a pie y las voces alejadas de los partidos de oposición, los únicos capaces de
encarnar la voluntad popular y ponerle freno a los suicidas excesos del MAS.
Habrá que reflexionar más a fondo este fenómeno, pero sospecho que la
tremenda mediocridad de la oposición y los lazos de ésta con un pasado al que
nadie quiere retornar, le han colmado la medida a una ciudadanía que ya no
está dispuesta a confiarle su voz a una oposición que no ha sabido
representarla.
El resultado del 21 de febrero podría, entonces, no solamente determinar la
derrota del régimen, sino también la derrota de la oposición, tal como le hemos
conocido hasta ahora.
Si le parece muy extraño todo esto que le estoy diciendo, fíjese en este dato
curioso, que creo reafirma la cuestión: Carlos Mesa, el hombre que se ha
mantenido absolutamente al margen de la política y de cualquier aspiración
personal, es hoy la figura mejor perfilada para suceder a Evo Morales.
jueves, 22 de octubre de 2015
Gratitud y reconocimiento a Ramiro Orías (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-22/10/15)
La demanda marítima ante el
Corte Internacional de Justicia en La Haya, es el único tema en el que Evo
Morales no ha procedido de la manera que lo caracteriza, es decir, “le meto
nomás”.
No conozco las razones por la
cuales en este caso no le metió nomás, pero está claro que los resultados
obtenidos hasta el momento marcan una sustantiva diferencia con el resto de las
iniciativas y proyectos de su largo gobierno.
Tan largo que trasciende el
corto plazo y permite evidenciar cómo una serie de multimillonarias inversiones
se caen a pedazos, justamente por haber sido realizadas alaquete; miles de
millones de dólares gastados (que no invertidos) en función al “instinto”
presidencial y a la inoperancia y adulonería de sus entornos, que no tienen el
valor de hacer valer sus posiciones y conocimientos, para que las cosas se
hagan como deben hacerse.
El caso de la demanda
marítima, por lo menos visto desde afuera, fue distinto, y por eso se consolidó
rápidamente como una política de estado. No fue una acción precipitada, al
calor de las ganas ni de las ocurrencias porque, como lo ha admitido el mismo
Evo, se crearon las condiciones para que eso no ocurriera y el equipo pudiera
persuadirlo de no ir por el camino de su olfato, que le decía que había que impugnar
el tratado de 1904.
No se trató de un milagro
tampoco. Simplemente se hicieron las cosas con cautela y con la mente y el
espíritu abiertos; se conformó un buen equipo local, se contrató a un equipo
internacional con las mejores recomendaciones, referencias y credenciales, y se
acudió a la colaboración de los expresidentes y ex cancilleres, que aportaron cada
uno con lo que mejor saben hacer.
Ese escenario, tan distinto al
habitual escenario del “hay que meterle nomás” porque estamos en campaña
electoral permanente y siempre en vísperas de la enésima elección, permitió,
entre muchas otras cosas positivas, que el equipo jurídico internacional basara
la estrategia en el trabajo del abogado internacionalista boliviano Ramiro Orías.
Fue Ramiro Orías, quien
trabajando para el gobierno boliviano el año 2000, propuso originalmente la
idea de que había que demandar a Chile evitando eludiendo el Tratado de 1904, y
que había que usar la figura de los “actos unilaterales de los estados”.
Aquí no caben medias tintas y
hay que decirlo con todas sus letras: sin la frescura y la novedad del trabajo
y el aporte de Ramiro Orías, de ninguna manera hubiéramos llegado al punto en
que estamos; a él le debemos el enfoque que nos ha permitido avanzar tan lejos
y con tantas posibilidades de éxito.
El país le debe a él un
reconocimiento y un agradecimiento, que repare, aunque sea parcialmente, el
acto de mezquindad del gobierno al haberle negado la posibilidad de integrar el
equipo boliviano en calidad de asesor.
A la bajeza de haber querido
ocultar ante la opinión pública la autoría de la columna vertebral de la
demanda, se le suma la torpeza política de intentar aprovechar electoralmente
la primera victoria boliviana obtenida a partir de ese planteamiento.
Como usted recordará, lo
primero que dijo el Evo el día en que se conoció el pronunciamiento de la corte
en relación a la excepción preliminar chilena, fue que se trataba de una victoria
nacional, de la cual nadie debía apropiarse.
Mintió otra vez, pues el
gobierno a través del vicepresidente y del aparto público de comunicación, no ha
perdido oportunidad para sostener que los resultados obtenidos, son obra y
gracia absoluta del presidente.
Lo hacen con muy poca visión,
tacto y sentido de la realidad, pues cometer el pecado de manosear
electoralmente un tema sagrado para los bolivianos, con seguridad les traerá un
resultado contrario al esperado.
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