jueves, 17 de diciembre de 2015

Our brand is crisis, realidad versus ficción (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-17/12/15)

Fui al cine a ver “Our Brand is Crisis” con muy pocas expectativas, y la verdad
es que salí algo confundido.
Como antecedente habrá que decir que la película está basada en el documental de
Rachel Boynton, que a su vez está basado en la campaña presidencial boliviana de
2002, en la que Gonzalo Sánchez de Lozada ganó las elecciones de la mano de una
de las empresas más prestigiosas del mundo en materia de campañas políticas.
La película adquirió cierta notoriedad mundial no porque la campaña hubiese sido
muy trascendental, ni tampoco porque el documental haya sido premiado en varios
festivales, sino porque el productor ejecutivo es el poderoso y archi galán George
Clooney, y la protagonista es la reina de américa y no menos poderosa, Sandra
Bullock.
Había leído comentarios muy malos de gente boliviana en el Facebook y sabía que
el lanzamiento de la película en Estados Unidos había sido un gran fracaso de
taquilla, cosa que no quiere decir mucho, tratándose de una peli en la que no hay
tiros, ni sexo, ni explosiones. Solamente se ve el poto de la Bullock que, si es
realmente el suyo, no está nada mal.
Digo que salí confundido porque a mí no me pareció tan mala. Obviamente el filme
no refleja a cabalidad lo ocurrido en la campaña ni la situación sociopolítica del país,
porque justamente es una ficción producida en Hollywood; si se quiere una versión
más cercana a la realidad, hay que ver el documental.
Pero el documental, y creo también la película, no tienen como objetivo final retratar
la compleja y profunda realidad boliviana, sino mostrar la influencia definitiva que
tienen las grandes empresas norteamericanas de campañas electorales, en los
procesos electorales y en el devenir político de todo el mundo. Y creo que en ambos
casos (el documental y la película) lo logran muy bien.
Si eso es bueno para las democracias, si es justo que quien tenga los medios para
pagar a esas empresas tenga tantas ventajas sobre el resto, si debería estar
permitido o no, es parte de otra discusión seguramente necesaria, pero de que estas
empresas norteamericanas son mortalmente eficaces, y que pueden terminar
torciendo la historia de cualquier país, de eso no hay la menor duda, y eso es lo que
se ve en la película, más allá de los típicos estereotipos, el infaltable y predecible
humor y las innumerables imprecisiones.
Curiosamente, la gran mayoría de las malas críticas y comentarios locales que he
visto, se refieren a que la película es una estupidez, porque nos trata de hacer creer
que unos gringos llegan a nuestro país y saben lo que hay que hacer, y además nos
dicen qué tenemos que decir como si fuéramos títeres, y por si fuera poco tienen
razón y terminan ganando.
La mala noticia que les tengo es que todo eso es verdad, y si no me creen, pregú
ntenle al Goni, que participó de mano de estas empresas en tres elecciones
presidenciales, en condiciones complejas y adversas, y las ganó todas. O a Jaime
Paz, que no tuvo asesores gringos, pero que nunca ganó una elección.
Así nomás es. Los gringos (ojo, no son todos, hay muy pocas empresas con esas
credenciales) caen con una experticia acumulada de millones de kilómetros, y con
una inmensa batería de técnicas multidisciplinarias que muchas veces resultan en
estrategias incomprensibles y difíciles de aceptar para los mismos candidatos que
los han contratado; y mucha veces éstos montan en cólera porque no están
acostumbrados a que alguien les diga que no tienen razón, y peor aún, que sus
percepciones políticas no son obligatoriamente valederas, en una guerra en la que
se pelean otras cosas.
Y repito, que eso nos guste o no, es otra cosa.  

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