jueves, 4 de febrero de 2016

La vida o la muerte para los corruptos (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-04/02/16)

La verdad sobre el Fondo Indígena en realidad nunca se sabrá
completamente, así como nunca se supo toda la verdad acerca del real destino de
los gastos reservados. Y no se sabrá porque en ambos casos estamos hablando de
la caja negra con la que se tiene que hacer funcionar la política desde el poder,
cuando las convicciones y los ideales se han ido por el caño.
La capacidad de movilización y el mantenimiento de lealtades políticas, son dos de
muchos factores que tiene que ver con el tema pero que en realidad son solamente
síntomas de una enfermedad, grave y terminal, derivada de la acumulación y la
angurria de poder.
Veamos: cuando usted sale a la calle y ve marchas y concentraciones híper masivas
(antes eran protagonizadas por los partidos políticos, ahora por los “movimientos
sociales”), con millones de gentes provenientes de todo el país, pulcramente
uniformados y munidos del más diverso material propagandístico, pues tiene que
preguntarse de dónde sale la ponchada de plata que cuesta montar ese rollo.
Le puedo decir que no sale del bolsillo de los marchantes ni de los aportes “
voluntarios” de los empleados públicos, que nunca son suficientes para alimentar a
la voraz maquinaria política.
Las pegas en el gobierno tampoco nunca son suficientes, e inevitablemente quedan
fuera miles de compañeros o hermanos a los que se debe compensar con algo,
pues de lo contrario se corre el riesgo de que se conviertan en feroces opositores,
realmente peligrosos porque conocen las miserias internas.
Cuando los procesos políticos han perdido su mística y su esencia, mantener la
maquinaria funcionando y en relativo orden, cuesta millones, y esos millones salen
de la caja negra.
Al gobierno de Evo Morales durante los cuatro primeros años no le hizo falta una
caja negra, por dos razones: la primera porque al principio la convicción de los
gobernantes y de las bases en el proceso constituyente era legítima y por tanto habí
a menos necesidades de recompensas, y la segunda porque la plata necesaria para
lubricar ciertas operaciones políticas (lealtades militares, etc.) venían de Venezuela
por cortesía del comandante Hugo Chávez.
Una vez que esos fondos extranjeros de libre disponibilidad comenzaron a disminuir
hasta desaparecer, el gobierno tuvo que, a falta de gastos reservados, activar cajas
negras nacionales, entre ellas el Fondo Indígena.
Lo que no pensaron bien seguramente por la borrachera que causa el poder es que,
a diferencia de los gastos reservados del pasado que estaban legalmente blindados
(era la caja negra perfecta), ocultar un desfalco masivo iba a ser un poquito más
complicado.
Para comprender cuanto se les complicó y canto se les complicará en el futuro el
tema del Fondo Indígena, resulta útil la publicación de la Fundación Pazos Kanki,
que indaga incisivamente sobre el tema recopilando valiosa información de fuentes
diversas, contextualizándola en lo que han denominado un Modelo “vicioso” de
Gestión Pública.
El trabajo de Diego Ayo ayuda a entender la real magnitud del problema y como las
autoridades del gobierno, comenzando por el presidente y el vicepresidente, han ido
implicándose y complicándose en el afán de minimizar, encubrir y justificar el robo
del siglo.
El texto contribuye también a entender por qué fueron las organizaciones sociales
involucradas en los robos las que propusieron la reelección del jefazo, y por qué han
reafirmado ayer que el 21 de febrero “es la vida o la muerte”. Es cierto le es para
ellos y para todo el gobierno.

jueves, 28 de enero de 2016

La política, después de febrero (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-28/01/16)

Ni siquiera la absurda sobrexposición mediática de Evo y el vice, han podido
hasta ahora revertir la tendencia electoral del NO. El problema es que el SI es
indefendible desde le ética política y el sentido común.
La otra posibilidad de cambio de tendencia era que los spots masivos del NO
tuvieran corte partidario; eso no ha ocurrido, así que las únicas chances que le
quedan al gobierno son una espectacular pirueta de efecto emocional, o el
lanzamiento de nuevos bonos para intentar comprar el voto y la conciencia de la
gente.
En todo caso, lo reitero, creo que la suerte ya está echada y que el gobierno camina
derechito hacia una nueva derrota electoral. Y en ese escenario toca ya pensar en el
futuro.
Primer consejo: no se espante usted cuando, después del 21, parte de la boba
oposición intente atribuirse el triunfo, y algún desubicado de la vieja derecha salga a
pedir un revocatorio o la renuncia del presidente. Esos serán los primeros en quedar
en offside y caer en el precipicio de la jubilación política definitiva.
El resto de la gente tiene clarísimo que el presidente y su partido deben cumplir
hasta el último día de su mandato, mientras el país afronta el reto de aprovechar
esos largos cuatro años en renovar sus liderazgos y su sistema político (con el MAS
incluido, obviamente).
El reto es enorme y nadie podrá asumirlo con éxito si no entiende la profunda
necesidad de recuperar el sentido esencial de la política, extraviado en nuestro país
desde hace demasiado tiempo.
Para información de los jóvenes de hoy que nunca tuvieron oportunidad de vivirla, la
política es una cuestión de ideas, de principios, de valores, de visiones de la vida, de
lecturas de la realidad, de ideales y de la compleja búsqueda y construcción de una
sociedad que responda a ellos, ya sea desde el progresismo o desde el
conservadurismo.
La política de verdad, esa que ha engrandecido al ser humano a lo largo de la
historia, requiere también metodología, intelectualidad comprometida, rigor científico
y construcción de un andamiaje institucional.
El MNR del 52, durante el sexenio, supo hacer política con letras mayúsculas; hay
que reconocerle cierto mérito político también al MIR en sus inicios. En ambos casos
los cupulismos, las pugnas de liderazgos y los cismas y escisiones, obedecían en
parte a tensiones ideológicas y a disputas políticas de gran calado .
Hoy se han confundido los medios con los fines, y la política se ha agotado en sus
instrumentos: los partidos y sus candidatos, vacíos de ideas y de contenidos.
Hoy nos parece normal que los partidos sean pequeñas o grandes maquinarias
electorales en los que sus jefes actúan como dueños, y en los que las ideas son
vistas como cosa de cojudos ingenuos, que no saben cómo funciona el mundo de
los intereses.
Luego de diez años de ideologización (que no es lo mismo que ideología) y de
teatralización discursiva, el país necesita y está listo para una mirada fresca desde la
política, o dicho de otro modo, un “proyecto alternativo”, que el MAS reclama, sin
darse cuenta que ellos tuvieron la oportunidad de serlo y renunciaron a ello a medio
camino.
El desafío que se ha impuesto a sí mismo el país después de febrero, tendrá que ver
con el surgimiento de nuevas visiones, tanto desde la izquierda como desde la
derecha.
Quienes logren reencantarnos con la política y el futuro, tendrán que hacerlo con
ideas y proyectos de verdad, porque el dinero, el carisma personal, la astucia, la
popularidad y los resultados técnicos de gestión, ya no son suficientes.  

jueves, 21 de enero de 2016

El mes que queda (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-21-01-16)

Vamos al grano: como van las cosas hasta ahora, lo más probable es que Evo Morales y Álvaro García Linera pierdan el referéndum del 21 de febrero, y caigan por tanto en una trampa en la que se metieron solitos, guiados por la ceguera del poder.

Sin embargo, aún falta un mes por delante; un largo mes en el que el gobierno pondrá toda la carne al asador y en el que la oposición podría cometer errores que podrían costarnos caro a todos los bolivianos.

Prueba de que las cosas pintan mal para el gobierno, son las sistemáticas manifestaciones de histeria y descontrol en las que han caído el jefazo y el entorno más íntimo, que Diego Ayo ha calificado como oligarquía política.

El presidente, en una desesperación que no habíamos visto hasta ahora, visita cada día un canal de televisión, como si estuviéramos en la última semana de campaña; el vicepresidente ha canjeado su aplomo intelectual por un discurso delirante; el ministro Arce Catacora ha echado por el wáter toda la credibilidad que le quedaba afirmando que la economía del país está preparada para resistir un precio del petróleo de diez dólares, y que además habíamos tenido una pequeña fortuna escondida en secreto, suficiente como para hacerle frente al mismísimo apocalipsis.

Las cosas han llegado a un límite tal, que no han tenido reparo en interferir la señal de una radio, amenazar con el secuestro de equipos y con procesos judiciales, con tal de que la periodista Amalia Pando no vuelva al aire; todas estas acciones torpes e irreflexivas que tiñen al gobierno del más grosero autoritarismo, y que solamente se explican por el terror que les produce lo que les puede esperar después de la derrota.

Las rarezas que han ocurrido alrededor de las encuestas, confirman también mi lectura y mi pronóstico; en una aparece una inédita categoría llamada “mi voto es secreto”, que oculta más de diez puntos, al margen de los indecisos; digo que oculta porque es de sentido común suponer que ese voto secreto es casi siempre, mayoritariamente contrario al poder.

En el caso de otra encuesta, encargada por una red televisiva paragubernamental, se la anuncia con bombos y platillos como una mega encuesta urbana y rural con una tremenda muestra, y el rato del rato se presentan resultados solamente parciales del eje central, en los que además gana el NO, lo que confirma las sospechas de que al gobierno no solamente le está yendo mal en las ciudades, sino también en el campo.

El único logro del gobierno en esta campaña es que ha avanzado algo en el intento de establecer que esta elección es un plebiscito acerca de la gestión y de sus resultados, trampa en la cual ha caído bobamente parte de la oposición; el resto de los intentos, es decir lo del Chulupi Sánchez Berzaín o lo de que después del Evo viene el fin del mundo, no hace otra cosa que perjudicarlos más cada día que pasa, simple y llanamente porque la gente no es estúpida como ellos creen.

El resultado es que, con lo hecho hasta ahora, no están pudiendo revertir la tendencia, por lo que mucho me temo que tendrán que recurrir a algún recurso aún más extremo, para buscar un efecto emocional en el electorado, que pueda dar vuelta las cosas. No me extrañaría para nada entonces, que ese último recurso sea fabricar desde dentro algún tipo de agresión o atentado al presidente.

La oposición podría también generar una reversión de las tendencias, si no termina de entender que esta elección es por naturaleza un enfrentamiento desigual, e intenta responder a la propaganda masiva del gobierno con spots partidizados. Ahí es donde todo se puede podrir.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Perdedores y coperdedores (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-24/12/15)

Si los que sabemos no abren el pico, y si nadie trata de hacerse el vivo antes
de tiempo, todo indica que la tendencia del No será muy difícil de revertir, y por
consiguiente que Evo Morales pagará caro el error de un inoportuno referéndum
para intentar atornillarse al poder.
Con la sociedad civil al frente y sin el vulnerable enemigo de siempre que le permitía
teatralizar la realidad a su antojo, en el MAS se están empezando a dar cuenta que
de esta no saldrán vivos, y están sudando frío por sus futuros personales.
Y es que ese es parte del problema que ha convertido a los oficialistas en sujetos
tan peligrosos y nocivos: hace mucho tiempo que dejaron de defender ideas; tambié
n han abandonado la defensa de un proyecto político, y ya ni siquiera defienden un
proyecto partidario.
En el fondo no están defendiendo otra cosa que su propio trasero, pues intuyen que
en algún momento próximo, eventualmente tendrán que rendir cuentas de sus
atropellos políticos y económicos. Pese al poder que siguen gozando con
frenetismo, son bestias heridas acorraladas, y eso es lo que los hace doblemente
peligrosos.
Están empezando pues ya a avizorar su futuro desprovistos del poder que en algún
momento pensaron que sería eterno, y cada cual estará craneando cuál es el
camino más conveniente para salvar el pellejo en el momento en que afloren las
decenas de Fondos Indígenas que han apañado en una década de impunidad.
Pero no solamente ellos están pensando en su futuro; también lo está haciendo la
vieja y multi derrotada derecha; agazapada en las sombras de la marginalidad
electoral, la vieja derecha está pensando ya cómo intentará aprovecharse de un
resultado ajeno.
Esa vieja derecha, que nunca estuvo ni cerca de ganarle al MAS, y que desde su
incompetencia contribuyó más bien a engrandecer al régimen y a darle un aurea de
invencibilidad, intentará regresar del pasado y adueñarse del triunfo de la ciudadaní
a, y en ese atrevido intento, será sancionada definitivamente por la gente. Ellos será
n entonces los coperdedores de los resultados del referéndum.
Están afilando las uñas como buitres tras la presa ajena porque ellos, al igual que el
gobierno, también creen que la gente es tonta y que no se acuerda quienes son ellos
y qué es lo que hicieron con este país cuando tuvieron las múltiples oportunidades
de gobernar en diferentes combinolas.
El ciudadano boliviano es mucho más inteligente y valiente, y siempre apuesta por
escenarios complejos y ambiciosos; aprueba la gestión de Morales porque reconoce
el peso histórico del gobierno, al mismo tiempo le niega su apoyo para una reelecció
n porque sabe que eso es muy malo para la democracia, y rechaza además a la
oposición porque no considera ni por un minuto, realizar un salto al pasado.
Se trata de una especie de conminación a que, en los cuatro largos años por
delante, se constituya un nuevo progresismo de izquierda que comprenda bien lo
que ha sucedido en el país y que al mismo tiempo nos dé una visión fresca de
futuro. Y se trata también, porque no, de la posibilidad de un nuevo conservadurismo
de derecha, que no arrastre sus eternos vicios del pasado.
Los llamados liderazgos regionales emergentes están por el momento a prueba;
unos ya se han quemado rápidamente entregándose al MAS, y los otros tiene que
mostrar si quieren asumir ese tremendo desafío, o si optarán por ser fachada e
instrumento de la derecha restauradora.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Our brand is crisis, realidad versus ficción (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-17/12/15)

Fui al cine a ver “Our Brand is Crisis” con muy pocas expectativas, y la verdad
es que salí algo confundido.
Como antecedente habrá que decir que la película está basada en el documental de
Rachel Boynton, que a su vez está basado en la campaña presidencial boliviana de
2002, en la que Gonzalo Sánchez de Lozada ganó las elecciones de la mano de una
de las empresas más prestigiosas del mundo en materia de campañas políticas.
La película adquirió cierta notoriedad mundial no porque la campaña hubiese sido
muy trascendental, ni tampoco porque el documental haya sido premiado en varios
festivales, sino porque el productor ejecutivo es el poderoso y archi galán George
Clooney, y la protagonista es la reina de américa y no menos poderosa, Sandra
Bullock.
Había leído comentarios muy malos de gente boliviana en el Facebook y sabía que
el lanzamiento de la película en Estados Unidos había sido un gran fracaso de
taquilla, cosa que no quiere decir mucho, tratándose de una peli en la que no hay
tiros, ni sexo, ni explosiones. Solamente se ve el poto de la Bullock que, si es
realmente el suyo, no está nada mal.
Digo que salí confundido porque a mí no me pareció tan mala. Obviamente el filme
no refleja a cabalidad lo ocurrido en la campaña ni la situación sociopolítica del país,
porque justamente es una ficción producida en Hollywood; si se quiere una versión
más cercana a la realidad, hay que ver el documental.
Pero el documental, y creo también la película, no tienen como objetivo final retratar
la compleja y profunda realidad boliviana, sino mostrar la influencia definitiva que
tienen las grandes empresas norteamericanas de campañas electorales, en los
procesos electorales y en el devenir político de todo el mundo. Y creo que en ambos
casos (el documental y la película) lo logran muy bien.
Si eso es bueno para las democracias, si es justo que quien tenga los medios para
pagar a esas empresas tenga tantas ventajas sobre el resto, si debería estar
permitido o no, es parte de otra discusión seguramente necesaria, pero de que estas
empresas norteamericanas son mortalmente eficaces, y que pueden terminar
torciendo la historia de cualquier país, de eso no hay la menor duda, y eso es lo que
se ve en la película, más allá de los típicos estereotipos, el infaltable y predecible
humor y las innumerables imprecisiones.
Curiosamente, la gran mayoría de las malas críticas y comentarios locales que he
visto, se refieren a que la película es una estupidez, porque nos trata de hacer creer
que unos gringos llegan a nuestro país y saben lo que hay que hacer, y además nos
dicen qué tenemos que decir como si fuéramos títeres, y por si fuera poco tienen
razón y terminan ganando.
La mala noticia que les tengo es que todo eso es verdad, y si no me creen, pregú
ntenle al Goni, que participó de mano de estas empresas en tres elecciones
presidenciales, en condiciones complejas y adversas, y las ganó todas. O a Jaime
Paz, que no tuvo asesores gringos, pero que nunca ganó una elección.
Así nomás es. Los gringos (ojo, no son todos, hay muy pocas empresas con esas
credenciales) caen con una experticia acumulada de millones de kilómetros, y con
una inmensa batería de técnicas multidisciplinarias que muchas veces resultan en
estrategias incomprensibles y difíciles de aceptar para los mismos candidatos que
los han contratado; y mucha veces éstos montan en cólera porque no están
acostumbrados a que alguien les diga que no tienen razón, y peor aún, que sus
percepciones políticas no son obligatoriamente valederas, en una guerra en la que
se pelean otras cosas.
Y repito, que eso nos guste o no, es otra cosa.  

jueves, 10 de diciembre de 2015

¿Caiga quien caiga? (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-10/12/15)

Lo peor que podía pasarle al gobierno de Evo Morales, desconectado de la
realidad hace ya mucho tiempo, era entrar además en estado de pánico político; y
eso es lo que precisamente le ha ocurrido en el transcurso de las últimas semanas.
Han sido varios factores los que han llevado el pánico a la máxima dirigencia
masista y a los responsables de campaña.
El primero son las encuestas; las que se publican en los medios, pero sobre todo las
propias, que les han confirmado que, de mantenerse las cosas como están, sufrirán
otra derrota el próximo 21 de febrero.
El verdadero problema para ellos es que las tendencias anuncian que la derrota ser í
a tan contundente, que ni siquiera les permitiría echar mano del órgano electoral (en
el que según las mismas encuestas, la gran mayoría de la gente desconfía) para
arreglar el resultado.
Las demoledoras cifras, para colmo de males más o menos parejas en todo el país,
parecen haberlos tomado por sorpresa, confirmando otra vez el grado de borrachera
que el poder y el dinero les han ocasionado.
Sorprendidos pero algo incrédulos todavía, se comenta en el mundo político que
convocaron a varios de sus operadores políticos territoriales con los que
compartieron las amargas revelaciones de las encuestas; les habrían pedido a estos
operadores además, que les contaran “esta vez diciendo la cruda verdad”, cómo veí
an las cosas en sus regiones. Las respuestas al perecer fueron peores que las
encuestas: un verdadero drama expuesto por su propia gente, y no por la derecha
vende patria.
La coyuntura regional ha sido obviamente otro factor que ha contribuido a que los
otrora súper poderosos y ultra seguros de sí mismos, pasen del nerviosismo al
pavor. No es para menos.
La imprevista caída de la Kirchner, sumada a la bajada de Correa, sumada a la
derrota del Chavismo (prevista esa sí, pero no con márgenes tan demoledores),
sumada a lo que parece una crisis terminal del PT en Brasil, son noticias como para
meterle terror al más macho.
Como lo sabe todo el mundo, el miedo es el peor consejero posible. Y es así como el
MAS, presa del pavor de perder una elección a la que se metió solito, y de la que es
muy tarde para retirarse, ensaya un nervioso análisis que lo lleva a pensar que van a
perder la elección por el impacto del escandaloso Fondo Indígena.
Y entonces hacen un giro y pasan de la minimización, el encubrimiento y la
instrumentalización judicial para castigar sólo a los disidentes, a una posición
completamente distinta, que han denominado “caiga quien caiga”.
El giro desesperado incluye el sacrificio de varios de los suyos, incluida Nemesia
Achacollo, cuyo sacrificio estaría reservado para el momento cúspide de la
representación. Todo esto con la esperanza de que así, el país súbitamente
cambiará de opinión en torno a la corrupción gubernamental.
¡Oh borrachitos!, no se dan cuenta que al artificio no hará otra cosa que terminar de
demostrar que el gobierno utiliza a la justicia como se le da la gana en provecho
propio, y que eso es lo más corrupto que puede haber.
Tampoco se dan cuenta que los sacrificados no van a morir callados, y que cuando
suelten la lengua, van a terminar involucrando seriamente a los verdaderos y últimos
responsables: los miembros del directorio del Fondo y quienes los designaron, y allí
aparecerán varios ministros más, incluido el ministro Arce Catacora.
Y finalmente, el miedo tampoco les permite ver que, pese a que la mayoría del país
está convencida de que son unos corruptos, esa no será la razón por la que votarán
por el NO en febrero.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Esta elección no es contra Evo Morales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-03/12/15)

Aunque el gobierno patalee, en un tono de amargura y desesperación
que hasta ahora no conocíamos, y grite a los cuatro vientos que la campaña
por el NO a la reelección no tiene motivaciones ciudadanas, está claro que
hasta el momento así nomás es, aunque esto les amargue la vida.
El ciudadano de a pie se ha lanzado con gran entusiasmo a opinar y a expresar
su desacuerdo con la reelección, en todos los espacios posibles, en público y
en privado, con amigos y con extraños, mostrando, como primer dato
revelador, que ha perdido el miedo a decir lo que piensa y, sobre todo, que
también está dispuesto a perder el miedo inducido por la propaganda oficial,
que dice que después del Evo vendrá el fin del mundo.
El ciudadano le hace frente a la campaña del miedo porque sencillamente es
mucho más maduro y consciente de lo que cree el gobierno, y porque pensar
de otro modo sería admitir que somos un país de babosos que piensa que todo
lo bueno y lo malo que ha pasado estos diez años ha sido por obra y gracia de
una pareja de iluminados (el sol y la luna), y que nosotros, los ciudadanos, no
hemos tenido nada que ver en eso. Un absurdo, ¿verdad?
La campaña a favor del NO ha comenzado ya, sin necesidad de calendario
electoral oficial, sin financiamiento publicitario, sin equipos de campaña, sin
encuestas, sin asesores, sin estrategas, y claro, sin la venia del poder.
Será una campaña desigual porque la gente tendrá que enfrentar a pata pelada
al gigantesco aparato burocrático y comunicacional del gobierno, y por si fuera
esto poco, tendrá que enfrentar la opinión amañada de los medios
paraestatales, que fueron en realidad comprados para ser usados
precisamente en estos momentos decisivos.
Y por eso mismo será una campaña hermosa, en la que podremos
demostrarnos a nosotros y al mundo entero, que cuando se defiende lo justo, la
voz de una persona de a pie, vale lo mismo y aún más, que mil spots de
televisión.
En estas elecciones vamos a constatar algo que la vida nos ha enseñado a
todos: que no todo se puede comprar con dinero (peor aún con dinero ajeno,
en esta caso del estado), y que todos los recursos del mundo, cuando son
puestos al servicio de la amenaza, del miedo y de la confrontación, no son
suficientes para vencer a la gente.
Eso funciona, sin lugar a dudas, cuando la contienda es entre pol íticos, pero no
cuando al otro lado se encuentra la ciudadanía, convencida y sostenida por el
poder de la razón, de la verdad y del sentido común.
Justamente por todo esto, perturban aquellas posiciones, sobre todo en las
redes sociales, cargadas de bronca y de insultos a Evo Morales, peor aun
cuando están teñidas de racismo.
Ese es un gran error y es hacerle el juego al gobierno, pues esta campaña no
es contra Evo Morales. A pesar de que el gobierno quiere y necesita que esta
campaña sea en contra de alguien, debemos entender que acá no está en
discusión la figura del presidente, y tampoco se trata de una elección en la que
se estarán juzgando ni los errores ni los aciertos del gobierno.
Esta es una elección en la que simple y llanamente (nunca mejor dicho), se
está tomando posición en torno a una reforma constitucional que pretende
favorecer a dos personas que ya han sido reelegidas de manera engañosa.
Es una elección en la que podremos decir que nos importa mucho que las
reglas de juego se respeten en democracia, y que no estamos de acuerdo en
que los poderosos de turno tuerzan las leyes para entornillarse al poder de
manera indefinida.
Y es por eso que mucha, pero muchísima gente que simpatiza con Evo y que
aprueba su gobierno, votará por el NO.