Vamos al grano: como van las
cosas hasta ahora, lo más probable es que Evo Morales y Álvaro García Linera
pierdan el referéndum del 21 de febrero, y caigan por tanto en una trampa en la
que se metieron solitos, guiados por la ceguera del poder.
Sin embargo, aún falta un mes
por delante; un largo mes en el que el gobierno pondrá toda la carne al asador
y en el que la oposición podría cometer errores que podrían costarnos caro a todos
los bolivianos.
Prueba de que las cosas pintan
mal para el gobierno, son las sistemáticas manifestaciones de histeria y
descontrol en las que han caído el jefazo y el entorno más íntimo, que Diego
Ayo ha calificado como oligarquía política.
El presidente, en una desesperación
que no habíamos visto hasta ahora, visita cada día un canal de televisión, como
si estuviéramos en la última semana de campaña; el vicepresidente ha canjeado
su aplomo intelectual por un discurso delirante; el ministro Arce Catacora ha
echado por el wáter toda la credibilidad que le quedaba afirmando que la
economía del país está preparada para resistir un precio del petróleo de diez
dólares, y que además habíamos tenido una pequeña fortuna escondida en secreto,
suficiente como para hacerle frente al mismísimo apocalipsis.
Las cosas han llegado a un
límite tal, que no han tenido reparo en interferir la señal de una radio,
amenazar con el secuestro de equipos y con procesos judiciales, con tal de que
la periodista Amalia Pando no vuelva al aire; todas estas acciones torpes e irreflexivas
que tiñen al gobierno del más grosero autoritarismo, y que solamente se
explican por el terror que les produce lo que les puede esperar después de la
derrota.
Las rarezas que han ocurrido
alrededor de las encuestas, confirman también mi lectura y mi pronóstico; en
una aparece una inédita categoría llamada “mi voto es secreto”, que oculta más
de diez puntos, al margen de los indecisos; digo que oculta porque es de
sentido común suponer que ese voto secreto es casi siempre, mayoritariamente
contrario al poder.
En el caso de otra encuesta,
encargada por una red televisiva paragubernamental, se la anuncia con bombos y
platillos como una mega encuesta urbana y rural con una tremenda muestra, y el
rato del rato se presentan resultados solamente parciales del eje central, en
los que además gana el NO, lo que confirma las sospechas de que al gobierno no
solamente le está yendo mal en las ciudades, sino también en el campo.
El único logro del gobierno en
esta campaña es que ha avanzado algo en el intento de establecer que esta
elección es un plebiscito acerca de la gestión y de sus resultados, trampa en
la cual ha caído bobamente parte de la oposición; el resto de los intentos, es
decir lo del Chulupi Sánchez Berzaín o lo de que después del Evo viene el fin
del mundo, no hace otra cosa que perjudicarlos más cada día que pasa, simple y
llanamente porque la gente no es estúpida como ellos creen.
El resultado es que, con lo
hecho hasta ahora, no están pudiendo revertir la tendencia, por lo que mucho me
temo que tendrán que recurrir a algún recurso aún más extremo, para buscar un
efecto emocional en el electorado, que pueda dar vuelta las cosas. No me
extrañaría para nada entonces, que ese último recurso sea fabricar desde dentro
algún tipo de agresión o atentado al presidente.
La oposición podría también
generar una reversión de las tendencias, si no termina de entender que esta
elección es por naturaleza un enfrentamiento desigual, e intenta responder a la
propaganda masiva del gobierno con spots partidizados. Ahí es donde todo se
puede podrir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario