jueves, 4 de julio de 2013

Europa le debe una explicación al mundo (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-04/07/13)


Ya que en casa parece que no todos tenemos la misma opinión acerca del atropello perpetrado en contra del presidente en cielos europeos, miraremos la cosa desde el otro lado y ensayemos lo que podría ser la lectura de un ciudadano francés al respecto. La percepción podría ser más o menos la siguiente: mi presidente socialista se ha bajado los pantalones ante las presiones norteamericanas, y ha cometido un abuso monumental contra el presidente indígena de una pequeña nación latinoamericana, ¡para permitir que nos sigan espiando y controlando impunemente, con la aquiescencia de nuestro estado!
El mismo razonamiento vale para portugueses, italianos y españoles; un escándalo que debería avergonzar a todos los ciudadanos de lo que algún día fue Europa. Viendo las cosas por donde se las debe ver, en realidad los más indignados deberían ser ellos, los ciudadanos europeos, pues el tema de fondo no es el presidente Morales ni el señor Snowden; es tema de fondo es la autoridad que se arroga el gobierno de los Estados Unidos para violar los derechos y libertades de millones de personas en el mundo, a nombre de sus intereses y de su seguridad.
Para consumar sus programas de espionaje y control de las vidas y haciendas de todo el mundo, el señor Obama ha visto por conveniente presionar, chantajear y amedrentar a quien se le ponga por delante, recurriendo a todos los mecanismos coloniales e imperiales, que nada tienen que ver con los principios de libertad y democracia que dice defender. El locuaz y carismático presidente que pretendió cambiar las cosas en su país, nuevamente ha demostrado ser una mala secuela de George W Bush, y ha sido incapaz de enfrentarse al espíritu fascistoide que caracteriza al conservadurismo norteamericano.
No nos equivoquemos, el asunto de fondo son los gringos que se resisten a la realidad de un mundo multipolar, y que están dispuesto a utilizar toda la fuerza que les queda para imponer, por la buenas o por la malas, los intereses económicos de quienes realmente mandan en Washington. El resto son nomás el reflejo de las reacciones de la gente y de los gobiernos ante la embestida imperialista.
Unos, es el caso de Vladimir Putin, han actuado con algo de firmeza y finalmente se han lavado las manos; otros, el caso de los países europeos que han acatado órdenes para amenazar al presidente boliviano, han mostrado su condición de peleles serviles; y otros, en este lado del mundo, han reaccionado con valentía y dignidad ante lo que es una bravuconada indefendible e inadmisible.
Lo mismo ha ocurrido internamente, en el país del presidente vejado. Muchos, quiero pensar que la gran mayoría, se han sentido agredidos y se han solidarizado con Evo Morales, más allá de sus afectos o desafectos; otros, los sipayos de siempre han legitimado la acción asumiendo que lo que hacen los jefes siempre es bueno para ellos; pero no han faltado los idiotas que, pese a comprender el real significado y la magnitud del incidente, han intentado justificarlo acudiendo a argumentos absurdos, con la intención de afectar la imagen interna y externa del presidente; he visto, con una mezcla de pena y asco, como algunos dirigentes de la oposición se han lanzado a ese juego, incluso en entrevistas con la prensa internacional.
El gobierno francés y sus pares europeos le deben obviamente una explicación, no solamente el presidente Morales y al estado boliviano, sino a sus ciudadanos y al mundo entero, sobre una decisión que los ha evidenciado como los perros guardianes del autoritarismo colonial.

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