jueves, 2 de agosto de 2012

Apuntes olímpicos (Columna de opinión Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-02/08/12)


Los Juegos Olímpicos son esa rara oportunidad que tenemos para enseñarles a nuestros hijos acerca de la existencia y los encantos de otros deportes, que no sean el fútbol y el tenis, por supuesto. Una vez que estos concluyan, tendremos que volver al yugo de la programación monotemática, tanto de los canales de televisión locales como de las señales internacionales de cable.
Intente aprovechar entonces de esta ventanita de oportunidad para compartir con los suyos la belleza de la gimnasia artística, el esgrima, los clavados, el polo acuático, el tiro con arco o el bádminton, deportes que, pese a lo que podríamos inferir a partir de lo que vemos en los medios, todavía no se han extinguido.
En la brevedad de este evento, que con toda seguridad representa una oportunidad comercial de gran envergadura para una gran cantidad de agentes involucrados, podremos disfrutar de la variedad y la riqueza del deporte en todas sus facetas. El resto del año nuestros gustos e intereses serán ignorados olímpicamente por los programadores de televisión, supongo por la sencilla razón de que los auspiciadores y anunciantes no están interesados en nada que no sea masivo y rentable. Así nomás funciona la tiranía comercial, que nos condena a ver entrenamientos de fútbol, noticias sobre pases de jugadores y compactos de goles, matiné, tanda y noche.
Sin embargo, debemos agradecer que aún podemos ver el evento a través de la televisión abierta, y que todavía no haya ocurrido aquella horrible cosa de restringir el acceso solamente a los privilegiados que pueden pagar la televisión por cable. El esfuerzo de Bolivisión en la transmisión es encomiable, sobre todo cuando la alternativa del cable pasa por el insufrible relato de deportistas argentinos explicando una y otra vez que no ganaron la prueba por errores propios, y no por que el resto de los competidores eran mejores. Qué le vamos a hacer, los contenidos de las grandes cadenas deportivas están dirigidos a mercados específicos, mucho más importantes que el nuestro y, ni modo, hay que tragarse lo que uno le toque.
Lo que llegó para todos sin el filtro del mercado, fue la ceremonia inaugural, en la misma clave de siempre, es decir cómo hacer para que ésta sea más espectacular, más grandiosa, más ostentosa y más costosa, aún en tiempos de crisis. La competencia es ahora entre directores de cine; Danny Boyle debía superar la puesta en escena del chino Zhang Yimou, quien estuvo a cargo de la última ceremonia en Pekín. El resultado: una carrera desbocada de derroche de recursos variopintos sin un norte muy claro, que desató una ola de críticas entre los británicos, que sintieron que su flema y su espíritu no estuvieron debidamente representados.
Habrá que disfrutar de lo que se pueda en estas olimpiadas que nos alivian momentáneamente de la actualidad de noticias políticas, intentando no detenerse mucho en el análisis de las causas de la creciente concentración de los dueños del mundo  en el medallero, pues el tema podría ser bastante deprimente; si se trata de países, la única competencia real en curso es entre China y Estados Unidos; el resto están kilómetros atrás, repartiéndose las sobras. ¿Y Latinoamérica? Bueno, por el momento hay que buscar en el puesto 16 entre 35 países con medallas, para encontrar la única medallita de oro de Brasil. Eso lo dice todo, ¿no es verdad?

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