jueves, 24 de noviembre de 2011

Rajoy: lo previsible y lo que realmente le espera (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-24/11/11)

El triunfo arrollador de la derecha más reaccionaria en España da para unas cuantas líneas, aunque sea solo para dejar en claro que lo que se viene en la madre patria, lo vimos ya venir desde hace tiempo. La victoria de Rajoy, grande en altura pero pequeño políticamente al igual que su pequeño mentor José María Aznar, confirma una serie de rasgos alarmantes de la situación española y europea, y acelera un escenario pavoroso, en el que las datos de la bolsa y las cifras de la calificación de riesgo de la deuda, serán jabón de olor comparados con las secuelas sociales que hasta ahora se pretende ignorar.

Habrá que decir primero que con lo ocurrido el domingo se confirma que la crisis económica tumba gobiernos (no olvidemos que Rodríguez Zapatero se vio obligado a adelantar los comicios) sin importar si estos son de derecha o de izquierda, y mueve el péndulo electoral al otro extremo.

En realidad, esto está demostrando que a la gente en Europa le vale un pepino la tendencia ideológica de unos políticos y unos partidos que ya no tienen la capacidad de representarlos. Más aún, esto confirma algo con lo que vengo jorobando hace mucho tiempo: las derechas y las izquierdas, en España, en Europa, en Latinoamérica y en todo el mundo, ya no explican absolutamente nada.

¿Usted me podría explicar qué quiere decir hoy derecha o izquierda en Francia, en Italia o en Alemania? O en el caso español, ¿qué cree usted que podría estar pensando un votante izquierdista del PSOE acerca del proceder de su gobierno, que no dudo en tirar por el caño toda la política social para cuadrarse y recibir instrucciones del Fondo Monetario Internacional?

La política europea hace rato que se ha convertido en un flan, eso ya lo sabíamos, lo relevante es que la gente ya se ha dado cuenta y empieza a actuar en consecuencia; si bien todavía acuden a las urnas para ejercer su derecho al castigo a los que no supieron afrontar la crisis, creo que hay una buena parte de la población que ha comprendido que el problema es bastante más complicado de lo que parece.

Saben que importa poco a quién elijan, porque al final ocurrirá lo que el sistema financiero y los poderes económicos decidan que ocurra. Saben que la política y los políticos ya no respondes a ideas ni a principios, y que, hagan lo que hagan, seguirán mandando los bancos y las bolsas. Así ocurren las cosas cuando las instituciones ya no responden a la realidad y dejan de representar al ciudadano; se suele llamar a esto crisis de estado y uno de sus síntomas son los desbordes a través de movimientos sociales, o dicho de otro modo, la irrupción de la sociedad movilizada al margen de la institucionalidad establecida.

Me temo que eso comenzará a pasar en España ni bien el nuevo gobierno comience a aplicar el plan de ajustes que ni siquiera tuvo la cortesía de explicar a sus votantes. La señora Merkel (para algunos la verdadera sucesora de Rodríguez Zapatero) y los organismos financieros, ya le han indicado a Rajoy que no lo esperarán ni un minuto para que haga lo que le han dicho que tiene que hacer. Y no hay que ser adivino para saber lo que eso significa: hacer lo que en su campaña dijo que no haría, y tomárselas nuevamente contra los sectores más vulnerables y desprotegidos.

Todo parece muy previsible, menos la magnitud de la reacción de los millones de indignados, desempleados y desesperanzados. Eso, creo que no lo están viendo venir.

1 comentario:

  1. Millones de indignados son términos que describen efectivamente la reacción ante la amorfia político-social, complejo y confusa, de las economías en Europa.

    Ahora bien, que estén indignados no añade un ápice de cualidad a su protesta. Cualidad proyectiva, definitoria, visionaria, propositiva, de plataforma práctica y factible ni de estructuras, instituciones, sistemas ni medidas para re-organizar una sociedad ante los críticos desafíos económicos ni ecológicos que enfrentan.

    Claro que tiene una legitimidad cualitativa que describe su dolor, frustración, desesperanza y hasta miedo por sus futuros. Innegable. Pero no pasa de ser hormonal no racional ni intelectual.

    En cuanto a los millones. Ha quedado bastante claro en los finales del siglo XX que las mayorías no llegan realmente ni a destilar voluntades ni proyectos ni direcciones. En "democracias" como la de EEUU están disfrazadas por cuerpos colegiales que son las que realmente eligen al presidente. En este siglo ha quedado evidente que el sistema de balance de poderes puede anquilosar y frenar cualquier intención del ejecutivo. En nuestro país tal balance no existe y todo se digita envolventemente desde el ejecutivo.

    El problema de fondo es como armar, coordinar, galvanizar, consensuar, imprimir sinergia a la multiplicidad de ideas y conceptos que emanan de mayorías. Como construir la inteligencia colaborativa y colectiva. A medida que estas rayen en los millones y los millardos, el desafío se hace inmanejable.

    Los partidos políticos se han mostrado ineptos para leer, interpretar, articular y galvanizar ese oceáno de ideas y sentires de las mayorias populosas.

    Por eso que estén indignados y sean millones solo trabaja para su mayor confusión y freno, y esterilidad.

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