jueves, 10 de noviembre de 2011

Europa y la luz al final del túnel (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-10/11/11)

    Otra vez el mundo entero contiene la respiración, a la espera del desarrollo de los acontecimientos en Grecia. Cuando todo indicaba que los esfuerzos realizados por la dama alemana y el pequeño francés permitían visualizar una luz al final del túnel, el señor Papandréu consideró que todavía tenía cintura suficiente para una jugada política, con la idea de un referéndum aprobatorio interno del paquete que se le ofrecía para librarlo de la quiebra.

    La jugarreta política, un tanto extemporánea y harto irresponsable, causó indignación generalizada entre los salvadores y de paso terminó de enterrar a Papandréu, que, al parecer, calculó mal sus posibilidades en un escenario catastrófico que no dejaba lugar para la maniobra de último momento. El paso a un costado y la perspectiva de una nueva colación de Gobierno han refrescado de alguna manera las esperanzas de éxito de este agónico salvataje, pero no resuelven la naturaleza y el alcance de la crisis que azota a las economías del primer mundo.

    La trampa radica en suponer que Grecia es el meollo del asunto, y que un acuerdo que evite su descalabro será suficiente para los griegos, para los europeos y para el resto de las economías involucradas en la crisis. Y no es tan sencillo el asunto. Grecia es el eslabón más débil de la cadena y, por consiguiente, es allí donde se ha centrado la atención de todos, pero para muchos el problema es más estructural; la luz al final del túnel bien podría ser la de una locomotora en sentido contrario, que anuncia una estrellada de otro calibre; y esa locomotora, no nos engañemos, tiene nombre y apellido: Italia y España. Los siguientes en la fila hasta ahora no han mostrado capacidades suficientes para encontrar salidas serias y viables en su camino al despeñadero.

    No parece tampoco que el esperado alejamiento del pintoresco Berlusconi o la anunciada llegada de Rajoy, ofrezcan salidas políticas a la altura de unas circunstancias que le han pasado por encima al sistema político europeo. Nadie está dispuesto en el fondo a convencerse finalmente que no se trata ya de una crisis financiera ni una crisis puntual generada por la sistemática irresponsabilidad de un Estado. Aunque duela admitirlo, estamos frente a una crisis mundial de la economía, que ha puesto al descubierto las dificultades estructurales de la mundialización y que también ha desnudado las incapacidades de producción competitiva de grandes potencias en un escenario que ellas mismas contribuyeron a generar.

    Los desafíos inmediatos que Europa tiene que afrontar tienen que ver con la decisión de insistir, a cualquier precio, en el mantenimiento de la Unión o en la alternativa del sálvese quien pueda por su lado, es decir, con un retroceso en una construcción que le ha tomado más de cincuenta años. De cualquier manera, la cosa no pinta muy bien para nadie, incluso para los alemanes, franceses e ingleses (igualmente involucrados), que tendrán que medir hasta qué punto sus ciudadanos están dispuestos a cargar con el peso de todo un continente en sus espaldas.

    Lo que viene después es, en realidad, lo más complicado, y tiene que ver con las consecuencias sociales y políticas de un ajuste estructural que está echando por tierra el estado del bienestar europeo, fruto de dos siglos de luchas sociales. La factura política vendrá sin lugar a dudas firmada por una sociedad civil que recién comienza a movilizarse y a expresar su indignación ante las soluciones planteadas por los viejos amigos del FMI. Nosotros, en este lado del mundo, ya sabemos lo que esto significa.

1 comentario:

  1. Las lecciones son:
    ° No hay almuerzo gratuito.
    ° El sistema asistencialista, es una quimera.} ° También la mano abierta de los bonos populistas.
    ° Ni el crecimiento de la economía a nivel de estado contínuo (steady state) es compatible con la desvastación del ecosistema.
    ° Esta civilización tampoco aprendió a encontrar el cuasi-equilibrio termodinámico con la naturaleza, se auto-engañó creyendo que el crecimiento no podía tener límites.
    ° De nada sirvió la historia, pues conocerla no derivó en aprendizajes.

    Lo que resta en asistir exagues e impotentes, desde el palco cibernético, a la obra inlectubible de la entropía económica y física en su más portentosa magnificencia. Y escribir muchos blogs al respecto.

    ResponderEliminar