jueves, 15 de septiembre de 2011

Chaqueos criminales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-16/09/11)

Todos los bolivianos nos alegramos por la milagrosa suerte del ciudadano chuquisaqueño Minor Vidal, en el accidente de la nave de Aerocon en Trinidad. Su rescate fue motivo de alegría, de consuelo y de congratulación a todas las instituciones y efectivos que colaboraron en su búsqueda, pese a que al final, no quedó muy claro si lo encontraron a él, o fue él quien encontró a los socorristas. De alguna manera, la hazaña de sobrevivencia del señor Vidal, fue una especie de final feliz de una historia trágica, que lamentablemente no tuvo el mismo desenlace para el resto de los pasajeros y sus familias. La historia en imágenes quedó hermosa, y de acuerdo a los orgullos canales de televisión, la noticia de coraje, tesón y sobrevivencia, le dio la vuelta al mundo.

Así son las noticias hoy en día. Vuelan y arrasan, siempre y cuando generen impacto y toquen la sensibilidad de la gente. Y así como nos sacuden, desaparecen con la misma facilidad, sin dejar rastro de lo relevante y lo significativo. En éste caso lo que no se dijo, o por lo menos yo no vi ni escuché en ninguna parte, es que probablemente fueron los agricultores y sus benditos chaqueos los que se cobraron ocho vidas de compatriotas inocentes. Y además que los bolivianos no tenemos muchas garantías de salir con vida de los aviones, cuando arde el país, y los cielos se vuelven infierno.

Me tocó volar al oriente justo un día después del accidente, y lo que se veía desde la ventanilla del avión era un espectáculo simplemente dantesco. El país entero y, al parecer, toda la región, cubierto por una densa capa de humo, solo comparable al producto de una erupción volcánica o una guerra nuclear. Volar en esas condiciones es un riesgo, y peor aun cuando no está claro si funcionan todos los equipos en los aeropuertos, o cuando la norma de restricción de vuelos no se aplica automáticamente en determinadas condiciones.

Pero volvamos a uno de los orígenes del problema, es decir los agricultores, grandes, chiquitos, nacionales y extranjeros, que en su angurria infinita, no han vacilado en embarcarse en un modelo de híper explotación agrícola, cuyas prácticas se asemejan a la explotación minera. Los jugosos precios internacionales de la soya han terminado de dar rienda suelta a la codicia y al instinto depredador de estos inconscientes, que no le dan un minuto de descanso a sus tierras, al punto de agotarlas con el mismo cultivo, para, acto seguido desmontar nuevas superficies de la manera más barata posible, es decir mediante los incendios “controlados”.

Digamos las cosas por su nombre, lo hacen de esa manera para ahorrar y hacerse más ricos, a expensas del medio ambiente, de la salud y de la vida del resto. Ante esa actitud, que raya en lo criminal, el estado debería caerles encima con todo su peso, estableciendo multas tan, pero tan altas, que reviertan inmediatamente los criterios de racionalidad y eficiencia que actualmente mueven a los empresarios del agro. Las sanciones ante un problema tan serio como la muerte, deberían contemplar incluso, en casos de reincidencia, la expropiación y reversión de las tierras incendiadas.

No me vengan con el cuento de que no es técnicamente factible identificar con precisión esos mega incendios, y cotejar su ubicación con la información del dueño. Para ello deberían agotarse todos los recursos y esfuerzos, pues en ello se va el futuro y el de nuestros hijos, y no en la quema de unas maderitas en la noche de San Juan.

1 comentario:

  1. Un Estado que se autotilda de ecologista y defensor de los DDHH tiene la obligación de intevenir y hacer todo lo posibe para terminar con estos abusos ecológicos de los terratenientes, sean chicos o megas. Ese Estado va desde el central hasta los municipios.

    Se deberían comenzar aplicando severas multas a las organizaciones y asociaciones de agricultores, de esta manera la sanción haría que las propias asociaciones velen que sus integrantes no recurran a estas prácticas desvastadoras de las salud y el medio ambiente.

    También se debe multar severamente a los propietarios de las tierras donde se registran los incendios. La excusa de que no fueron los que iniciaron no se sustenta, pues los propietarios deben ser responsable de que los focos iniciales de incendios no se expandan.

    Lo que sí llama la atención es que la ciudadanía se queda pasmada e inerme frente a la contaminación del aire que tienen que sufrir por semanas. Por qué razón no salen y se organizan para demandar a los terratenientes que cometen tales ecocidios?

    Es bastante penoso ver que los ciudadanos víctimas no hacen nada, mas que protesta aquí y allá de manera puntual pero no organizada ni responsable.

    Las leyes penalizan con unos pocos miles de pesos relativos a la extensión de tierras chaqueadas. Sin als sanciones fueran millonarias y fueran efectivizadas, sería otra la cosa.

    El Estado compró media docena de jets chinos K8, creo, y en vez de que se oxiden en sus hangares deberían usarlos con cámaras de detección para ubicar los focos y asestar golpes de punición a estas personas insensibles e irresponsables que chaquean sus tierras.

    Pero irresponsables son también quienes no arguyen la leyes correctas y quienes solo se quejan en la comodidad de sus casas de la contaminación que tienen que tragárselas.

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