jueves, 9 de junio de 2011

El escorpión y la rana (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-09-06-11)

A estas alturas, ya no hay quién pueda negar el uso político de las instancias judiciales que se hace desde el gobierno. Incluso los más acérrimos defensores del gobierno, admiten el ya célebre concepto de judialización de la política, o politización de la justicia, un jueguito de palabras que a la postre quiere decir exactamente lo mismo: si no eres de los míos, te voy a escarbar y te voy a buscar cualquier motivo para iniciarte un proceso, y pondré en marcha todo mi aparato de poder para suspenderte, apresarte o inhabilitarte políticamente.

Incluso el otro día escuchaba en la radio cómo varias personas que llamaban por teléfono, ensayaban algunas curiosas tesis orientadas a justificar la embestida del MAS; se trataría de un proceso de justicia social, pendiente desde hacen muchos años, que tiene que sentarle la mano a todo el que ocupó un cargo público o fue parte del pasado neoliberal; no importa si son algo culpables, muy culpables, o muy inocentes: como regla general, jodieron a éste país en beneficio de sus intereses, y además se enriquecieron ilícitamente a costa de las arcas del estado, por lo que no merecen perdón, ni derecho a nada. Bastante espeluznante el razonamiento, que de alguna manera refleja la bronca que mucha gente todavía siente en relación al viejo régimen y sus prácticas (hoy ya no tan viejas).

El instinto de una parte de la población parece decirles que si no se escarmienta debidamente a quienes identifican como el enemigo principal, existe el riesgo de que algún día vuelvan; ésta perturbadora idea, que ronda en el subconsciente colectivo, debe de ser sin duda una de las razones que anima al gobierno a ensañarse cada día más con sus adversarios y detractores, sin siquiera ponerse colorado.

Llámenme ingenuo, pero yo la verdad es que no entiendo la necesidad política de hacer lo que están haciendo. No me entra en la cabeza cómo es que un gobierno que ganó las elecciones con el 54% de los votos, que fue reelegido con diez puntos más, y que además gozó de una legitimidad pocas veces vista, puede cometer la barbaridad de mandar al carajo parte de su legado histórico, manchándose con el estigma del abuso de poder, el atropello y el matonaje. ¿La búsqueda del poder hegemónico justifica acaso un precio tan caro? ¿La angurria y la pulsión del control absoluto, son un reflejo inevitable, o una consecuencia fatal del mareo del poder?

La estrategia en marcha, además de abusiva y autoritaria, es suicida y evoca la fábula del escorpión que, pese a sus promesas le pica a la rana que le ayuda a pasar el rio, arguyendo que no ha tenido elección, pues su naturaleza es matar. Probablemente los frutos en el corto plazo puedan parecer jugosos, en la brutal lógica de la toma y reproducción de poder, allí donde no se pudo ganar a través de los votos, pero hay que estar muy ciego para no darse cuenta que con ello, se le está haciendo un inmenso favor político/electoral a los perseguidos.

Muchos de ellos eran ya cadáveres políticos por obra y gracia de sus propias hazañas, pero hoy se les ha dado la valiosa oportunidad de victimizarse. El gobierno, con esto, les ha dado la segunda oportunidad que la ciudadanía les había negado en las urnas. Otros, culpables hasta los tuétanos de innumerables delitos, gozan por lo menos del beneficio de la duda, al haber sido metidos en el mismo saco de los inocentes.

Por último, una reflexión algo evidente: ¿No es la restricción de la pluralidad una característica de las derechas?

1 comentario:

  1. Lo que pasa es que el escorpión piensa que una aguijoneadita solo dignifica a la rana; o si no la mata la hace más fuerte; o que si la ranita se muere y hunde...un biométrico recalibrado lo llevará a flote

    ResponderEliminar