jueves, 5 de mayo de 2011

Héroes y villanos (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-05/05/11)

Cuesta creer que algún individuo pueda resistir durante diez años, el acecho de la potencia militar más grande de la historia de la humanidad, y de sus multifacéticos servicios de inteligencia. Quizás por eso circulan teorías variopintas, desde las más fantasiosas hasta las más creíbles, que sostienen que Bin Laden aún vive, o que está muerto y en estado de criogenia en poder de los gringos desde hace nueve años (en espera del momento político más oportuno para ser introducido al microondas), e incluso que nunca existió, tal y como lo retrata la leyenda.

La dimensión casi mítica del personaje, nos hacía imaginarlo viviendo en recónditas cuevas, entre cabras y halcones, sujeto a las más severas inclemencias del tiempo, acompañado de un puñado de leales y feroces guerreros. Por eso fue desconcertante conocer que, lejos de las privaciones propias de la guerra, el sujeto moraba plácidamente una casita de un millón de dólares con todas las comodidades, personal de servicio y familia incluida, ¡durante el último lustro! Parece que después de muchos años de haber renunciado a los beneficios de su fortuna familiar, al final se nos aburguesó un poco el hombre.

Al final, pagó el precio de un inexplicable sedentarismo, que seguramente multiplicó a la enésima potencia las posibilidades de que fuera localizado. Y lo pagó de la manera más cara, con su ajusticiamiento. Lo del afiche en tono del viejo oeste que rezaba: se busca, vivo o muerto, recompensa, 25 millones de dólares, era poesía nomás. La única manera de capturar al espigado barbudo, era en calidad de fiambre, pues hubiera sido un poquito complicado afrontar un debido proceso, en el que habría que haber escuchado las infidencias del que fue socio y amigo de los Estados Unidos, claro, cuando no mataba estadounidenses y más bien mataba comunistas junto a los muhaidines en Afganistán.

El enemigo número uno, que era amigo cuando se trataba de matar a los otros, corrió una suerte post mortem parecida a la del Ché (¿le habrán cortado las manos también como prueba de identidad?), asesinado y desaparecido, seguramente para evitar un entierro con un cortejo de millones de personas, o para que su tumba no se convirtiera en una nueva Meca del islam.

En el otro lado de esta guerra entre fundamentalistas, los americanos mostraron otra vez la hilacha, dando rienda suelta a sus más bajas pasiones de violencia y venganza, en festejos callejeros que avergonzaron al mundo entero, y develaron nuevamente la estrecha visión y la escaza comprensión que tienen de su mundo en blanco y negro. Bueno hubiera sido que, por lo menos como gesto de respeto y ubicación, hubieran recordado en su danza de la guerra, a las miles de víctimas civiles asesinadas por su ejército (por error de cálculo, eso sí), cuando le dieron a Bush carta blanca para usar los ataque de Bin Laden, como excusa para apropiarse de Irak. ¿Usted recuerda esa mamada, no es así?

Finalmente, todavía están por verse los efectos de este golpe al también impresentable terrorismo de Al Qaeda, en el mundo árabe. Creo que se equivocan los que ven las circunstancias propicias, por las rebeliones en medio oriente. La insurrección árabe no necesariamente busca los valores democráticos occidentales. Las juventudes desempleadas e impedidas de migrar a un primer mundo en crisis, demandan mejores oportunidades, pero también asumen una posición anticolonialista, repudiando a los dictadores, impuestos y apoyados por occidente. Ojo, más allá de la distancia con los métodos de Osama, la revolución árabe oculta algunos rasgos y razones coincidentes con este villano, que para millones, será siempre un héroe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario