jueves, 7 de marzo de 2013

Tormenta de disparates (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Págine Siete-07/03/13)


El anuncio de la muerte del presidente Hugo Chávez la tarde de anteayer no fue una sorpresa para nadie. La escaza información ofrecida por el gobierno venezolano, administrada con cuentagotas en los últimos días, daba cuenta ya en clave de agonía del inevitable desenlace final. Mucha gente piensa incluso que es muy probable que el presidente podría haber muerto hace varios días, y que las autoridades habrían ocultado el hecho, con la intención de anunciar el deceso en las circunstancias propicias o deseadas, vaya usted a saber. Si así hubiera sido, francamente no entiendo ese premeditado manto de misterio en los últimos días, pues aquello nos recuerda únicamente los oscuros episodios alrededor de la muerte de algunos Papas y líderes soviéticos.
Lo que sí no deja de sorprender son las numerosas expresiones locales de júbilo registradas en las redes sociales ante la noticia. No voy a juzgar moralmente el hecho de alegrarse por la muerte de una persona; allá cada uno con sus creencias y con su escala de valores. Lo que sí me parece relevante es el trasfondo político de la gran mayoría de los comentarios, que festejaron el anuncio como si se tratara de una victoria electoral de la oposición.
Digo, se puede comprender la imbecilidad de los pedestres, que al calor de los hechos le meten nomás un comentario pelotudo en el Facebook o en el Twitter, sin medir nada, conectando a la ligera el asunto con la política local y saltando a conclusiones fáciles, como quien papas pela. Lo que me parece patético y alarmante a la vez, es la sarta de supuestos líderes de opinión, dirigentes políticos y referentes de la oposición, que no han resistido el primitivo impulso de mandarse unas interpretaciones políticas de tres líneas, que dan vergüenza ajena.
En las horas que siguieron a la conferencia de prensa del vicepresidente Nicolás Maduro, se multiplicaron los exabruptos de asambleístas, periodistas, ex dirigentes políticos e intelectuales de dedo fácil, que no dudaron en postear destemplados mensajes de odio, mezclados con apresuradas conclusiones políticas. Hubo de todo en la infantil e histérica efervescencia digital, desde el “comienza la cuenta regresiva para Evo”, pasando por el “muerto el perro muertas las pulgas”, hasta el “¡ahora le toca al indio!”.
Hasta los gringos de la Casa Blanca y el propio ex y probable futuro candidato venezolano de oposición, tuvieron el tino político de expresar, en razonables comunicados, su pesar a la familia y al pueblo venezolano por la muerte de su presidente. Ellos, y cualquier ciudadano con un dedo de frente, independientemente de sus posiciones políticas, saben que, mal que mal, ante la muerte de un primer mandatario con ese peso en la escena internacional, la cautela y el respeto son las más sabias consejeras.
No ocurrió lo mismo con algunas de nuestras figuritas públicas locales, que nos regalaron unas perlas dignas de su espíritu carroñero. Una buena parte de los medios escritos del país, también cayó en la tentación de apresurar análisis del pos chavismo; obviamente éstos resultaron divergentes y contradictorios, sencillamente porque no es el momento de hacerlos.
En el otro extremo también hubo excesos y homenajes en boca de algunos a los que resulta difícil creerles. En fin, la noticia no fue la muerte de Chávez, sino los disparates que tuvimos que leer en estos tiempos de todo vale en el internet.

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