domingo, 24 de abril de 2011

Perú: riesgo versus certeza (Columna Bajo la Sombra del Olivo-21/04/11)

El tema de las elecciones presidenciales peruanas es medio incómodo para toda la muchachada que intentaba hacer uso político de los resultados. Se suponía que la primera vuelta de los comicios peruanos iba a ser un mensaje ejemplarizador para todos los “salvajes” de la región, acerca de economía, democracia y en fin, el savoir faire del desarrollo. Pero no fue así.

En un país que crece la última década con cifras de dos dígitos y con una historia reciente de gobiernos neoliberales, resulta sorprendente que un tercio del electorado haya optado por Ollanta Humala, un candidato que pese a los avatares del marketing político, es un anti sistémico. Esto me confirma esa sensación de que en Perú, realmente todo es posible; me pareció increíble que los peruanos hayan reelegido a Alan García, después de un primer gobierno desastroso para la izquierda, y también para la derecha; el gobierno de Fujimori fue también asombroso, por decir lo menos: dictadura medio salvaje, salpicada de corrupción en cantidades industriales, en una extraña amalgama teñida de populismo democrático.

Ahora, cuando lo lógico y natural para muchos era una apuesta masiva por la continuidad de la “receta milagrosa” de los últimos diez años, los vecinos se ven frente a una disyuntiva que para nosotros sería más o menos como elegir entre la hija del Goni y el mayor Vargas; venga el diablo y elija, muchos podría decir. Este balotaje, extraño y paradójico a la vez, denota por un lado la evidencia de serios problemas de equidad y de distribución de la riqueza. Parece que el crecimiento de 10% anual no fue muy parejo para todos los peruanos.

La tremenda dispersión del voto contrasta también con la concentración del componente populista que caracteriza tanto a Humala como a Fujimori junior; esto da cuenta, entre otros indicadores, de la profunda desinstitucionalización de la política peruana. Siempre me llamó la atención la fragilidad ideológica de los partidos peruanos contemporáneos, expresada incluso en nombres que sonaban a campaña publicitaria de fin de año (Cambio 90, Fuerza 2011, Perú Posible, Siempre Unidos, Todos por el Perú, y un largo etcétera de fórmulas de marketing).

No todo lo que brilla es oro, y esta falta de correlato entre el crecimiento económico y el desarrollo político, puede terminar cobrando factura. Otra lección para los que creen y afirman que lo único que importa es el crecimiento de las cifras. Otro dato curioso es la fragmentación del voto de la derecha. Se sabe que política y electoralmente Perú es Lima, y también se sabe que Lima es, de alguna manera, su poderosísima burguesía, siempre al mando del poder. El voto de la derecha se atomizó en opciones liberales y populistas, lo que podría hacernos pensar que la burguesía limeña ya no es tan dueña del Perú, o que las burguesías cholas emergentes les están moviendo el piso.

En todo caso nada está dicho en una segunda vuelta de pronóstico reservado. Humala aprendió bien las lecciones del marketing electoral, y esta vez dice ya no lo que piensa, sino lo que debe decir; también ha sumado el apoyo de Toledo, al que no le queda otra, en la medida en que hizo su carrera en base al anti fujimorismo. De todas maneras, ninguno de los candidatos que no pasaron a la segunda vuelta tiene la capacidad de endosar su votación.

Esperamos con curiosidad los resultados de una elección en la que los peruanos deberán elegir entre el riesgo de Humala y la certeza de los Fujimori de vuelta en el poder.

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