jueves, 25 de junio de 2015

El Congreso en una prueba de fuego (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-25/06/15)

Las fuerzas de oposición deberían ir pensando seriamente cómo van a desembarazarse del proceso de elección de vocales del Tribunal Supremo Electoral. Digo esto porque creo que han hecho hasta ahora todo lo humanamente posible para que de ese proceso salga una nueva corte conformada por notables, que le devuelvan a la ciudadanía la confianza en el sistema electoral y en la democracia, y porque sigo pensando que algo así, definitivamente no está en los planes del gobierno. Después de haber conseguido la renuncia de los vocales que, entre otras tantas fechorías le regalaron al MAS los dos tercios en la asamblea además de dos gobernaciones, toda la oposición decidió otorgarle al gobierno por lo menos el beneficio de la duda, en la aparente voluntad de corregir esa barbaridad. A estas alturas, todo indica que intentarán sustituir a sus quemados amigotes, por otros amigotes más presentables y más preparados, pero amigotes al fin. La desconfianza en los mecanismos de elección y en la voluntad política del oficialismo, hizo que una gran cantidad de personalidades con el perfil idóneo, decidieran no postularse. Los que sí se presentaron rápidamente, fueron una larga lista de funcionarios y exfuncionarios del gobierno, que alegan no tener militancia masista, pero que no pueden ocultar su cercanía política con el régimen. No le quedaba otro camino a la oposición, que el de apuntarse al proceso, pero si realmente creyeron que el MAS iba a garantizar un tribunal idóneo e imparcial, pues creo que pecaron de ingenuos. El problema es que el MAS no puede permitirse unos tribunales imparciales, porque pondría en riesgo la requeté reelección de Evo Morales, y eso algo con lo que sencillamente no puede jugar. La decisión está tomada, pero saben que el camino ya se ha puesto cuesta arriba, y que sin el empujón de una corte “amiga”, el proyecto correría un riesgo, inadmisible para ellos. Tontos no son, y saben que las condiciones económicas y políticas en las que tendrán operar esta nueva maniobra ya no serán tan fáciles. Detrás de la cháchara del blindaje de nuestra economía, ya se puede sentir el nerviosismo que está provocando la caída de los precios de las materias primas, y las decisiones que ésta realidad los está obligando a tomar (levantamiento de subsidios, cacería impositiva, etcétera). Saben también que hacia el último trimestre del año la cosa se va comenzar a sentir más, y que tendrán que abrir más huecos en el cinturón para mayores ajustes. Políticamente, la derrota electoral del 29 de marzo les ha abierto una grave herida y claro, las huestes corporativas han olido ya la sangre y han comenzado a perseguir a la presa. No a va a ser entonces tan fácil en ese nuevo escenario, conseguir una mayoría en el inminente referéndum para quedarse “para siempre” en la presidencia, y por eso apuesto doble contra sencillo que la idea del oficialismo es permitir que se nombre a dos o tres notables de verdad, pero copando la mayoría del tribunal con gente afín. Para evitar que esto se consume, la oposición debería evaluar la posibilidad de abandonar ahora mismo el proceso en el congreso, obligando así al oficialismo a tener que elegir entre renunciar a la legitimidad haciendo uso de su mayoría, o retroceder a la búsqueda de un nuevo mecanismo que garantice consensos y un resultado óptimo. Sin duda se trata de una decisión delicada en un asunto que cada día genera más dudas y sospechas, y que anuncia un final catastrófico.

jueves, 18 de junio de 2015

El Evo tiene la razón (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-18-06-15)

El presiente Morales, ya en campaña para su requeté reelección y para “quedarse toda la vida” en el poder, ha argumentado que las clases medias urbanas le están rogando de rodillas que modifique la Constitución, y que haga lo que tenga que hacer para evitarles un retorno al pasado. Yo le creo hasta por ahí nomás su historia, en la medida en que las clases medias son amplias y variadas, y no todas piensan obligatoriamente de igual manera. En lo que sí coincido con el presidente es en el curioso giro que han dado algunos sectores acomodados, en lo que concierne a su valoración como presidente y a su futuro político. Me referiré específicamente a cierta clase media alta de la hoyada de La Paz, con la que me toca habitualmente confrontar las posiciones que asumo en esta columna. Y vaya que sí han dado un giro. Si usted me sigue con algo de regularidad, sabrá que durante parte del primer periodo de este gobierno, valoré positivamente e incluso defendí desde estas líneas, muchas de las ideas y planteamientos del MAS. Lo hice porque creí que el presidente enarbolaba en ese momento una acumulación histórica de luchas y anhelos progresistas, y que aquel proceso constituyente atravesaba un momento decisivo, en la perspectiva de cambiar males endémicos del país, cosa que nunca ocurrió, pero eso es harina de otro costal. Lo que sí ocurrió es que un montón de gente de mi entorno social me acusó, unas veces de frente pero la mayoría de las veces a mis espaldas, de ser un traidor de raza y de clase, por apoyar a un “indio ignorante y abusivo”, que nos estaba desplazando de nuestra consuetudinaria posición de poder, y nos estaba despojando de nuestros privilegios. Las discusiones y las críticas tenían un leve barniz político y económico, pero básicamente un meollo racial que derivaba infaliblemente en imprecaciones irreproducibles en las circunstancias actuales, en las que la espada del viceministro de descolonización pende sobre nuestras cabezas. Después de más de seis años de escribir en tono crítico respecto al régimen, y en un escenario de profundo deterioro político y electoral del partido de gobierno, muchas de esas personas que antes me condenaban, ahora me piden prudencia en mis opiniones. “Ten más cuidado con tus críticas al gobierno porque no sabemos lo que viene después del Evo”; “¿Te imaginas el desastre al que volveríamos con alguien como el Samuel de presidente?”; “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”; “No te olvides que las cosas están yendo mejor de lo que pensábamos”…esos son los comentarios que escucho últimamente. Los mismos que se tiraban al piso en la Plaza Abaroa por los dos tercios y por la democracia, hoy hacen la vista gorda o minimizan el carácter ultra autoritario y la mega corrupción en el gobierno. Claro, porque están ganando más plata que nunca y ahora lo ven con otros ojitos al Evo. Esta graciosa constatación me dice que estuve equivocado largo tiempo pensando que el racismo era el rasgo que en definitiva marcaba las posiciones en este país; mentira, la plata había sido más fuerte, que el racismo incluso. Pero por otro lado también me da la razón y confirma la validez de algo que vengo diciendo hace años: que el MAS es la nueva centro derecha y que el Evo es el nuevo referente del conservadurismo nacional, porque coincidirá usted conmigo, no son mis amigos los que se volvieron de izquierda, ¿verdad?

jueves, 11 de junio de 2015

El primer round de la Sole en El Alto (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-11/06/15)

La Sole debutó en El Alto con una tremenda pulseta frente a la otrora poderosa Federación de Juntas Vecinales. Hizo uso de su flamante capital electoral y, apoyándose en la ley, respondió al mandato de sus electores, que en marzo le dijeron que estaban hasta la coronilla de las mafias corporativas que habían loteado institucionalmente la alcaldía de El Alto, a costa del bienestar de la ciudadanía. Está claro que la Sole les va a ganar la pulseta, infringiéndole una derrota indirecta también al MAS y al gobierno, y que saldrá de este primer round fortalecida, pues está en lo correcto y tiene el apoyo de la gente, que sabe que esa figura de los usos y costumbres, en esta caso es una patraña, que además ha dado pésimos resultados. Lo que no está muy claro es cuál será la estrategia de fondo en u tema que no es menor. No está claro si la táctica elegida por sus asesores se traducirá en una solución de largo plazo, o dará como resultado un relevo de actores en el mismo juego. Si los que hoy exigen la renuncia de los actuales dirigentes de la FEJUVE y apoyan a la alcaldesa, se convierten en los nuevos acreedores de prebendas y favores, entonces estamos listos; las nuevas autoridades habrán salido del brete brevemente, pero se estarán condenando a ser víctimas de los mismos males que aniquilaron a sus antecesores. Si la nueva administración evita caer en la misma lógica, pero elige aprovechar el descontento popular para ejercer una gestión vertical, desechando los conceptos de participación social, pues entonces se habrá resuelto un problema, para caer en otro, cometiendo además un gravísimo pecado en estos tiempos: el retroceso político. No podemos ignorar en el análisis, que en esta horrorosa coyuntura nos lleva a despotricar contra la podredumbre extrema y comprobada delas organizaciones sociales, que estas tuvieron un rol importantísimo en la vida política y en el desarrollo de El Alto y de todo el país. En el caso de El Alto, la sociedad organizada en sindicatos, juntas y entidades gremiales, hizo posible que una bomba de tiempo se convirtiera en una ciudad pujante y emprendedora. En efecto, el masivo fenómeno de migración campo-ciudad de los ochentas y la desatención del estado a las necesidades de una población que se multiplicaba rápidamente, hacían que los sociólogos y politólogos pronosticasen que El Alto era un polvorín y un caldo de cultivo ideal para el acogimiento y desarrollo del terrorismo y la guerrilla al más puro estilo peruano. Ninguna de esas predicciones apocalípticas ocurrió. Al contrario, y pese a un estado que le daba la espalda, los alteños pudieron consolidar una ciudad que paulatinamente reafirma su condición, en el complicado contexto de hallarse en el medio, entre La Paz y las comunidades de origen de muchos de sus habitantes. Frente a un estado débil, una sociedad fuerte en virtud a su capacidad organizativa, pudo construir una ciudad en las condiciones más adversas; y no sólo eso, esa sociedad organizada también supo convertirse en un referente político nacional, y eso no es poca cosa. Viendo las cosas en perspectiva, el desafío real de esa joven y atrevida ciudad, es construir un modelo institucional estable y sostenible, que equilibre una gestión técnica eficiente y autónoma, con una participación y control social sano y descontaminado de la prebenda; un modelo en el que los ciudadanos y sus organizaciones contrapesen los intereses económicos de los factores de poder privados, ayudándole al municipio a velar por los intereses comunes. Ese podría ser un paso hacia el concepto de Ciudad Inteligente, que no requiere de tecnología ni de grandes inversiones, sino de ingenio, claridad de ideas y voluntad política.

jueves, 4 de junio de 2015

Señales interesantes desde La Paz (Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete 04/06/15)

La conformación de los equipos de trabajo de Patzi, Revilla y Chapetón, está marcando una tendencia extraordinariamente importante, que no debería pasar desapercibida. La designación de secretarios y directores, no solamente reviste importancia para lo que será la gestión en términos técnicos, sino que constituye una señal muy interesante, con mayor significación política de la que aparenta. Cuidar y privilegiar la gestión técnica y administrativa puede parecerle a usted y a mí una cuestión evidente, pero es algo que ha perdido valor en el ámbito público en los últimos diez años. El nuevo gobernador de La Paz ha iniciado su gestión pidiéndole disculpas a las organizaciones sociales que le pidieron cuotas, y apostando por profesionales. “Valoro a los hermanos que viene del campo, pero valoro más a los que han puesto sacrificio en estudiar”, ha dicho Patzi, sin ninguna ambigüedad. Revilla, que en su plancha para el consejo municipal aposto exitosamente por un equilibrio entre juventud, experiencia y representatividad social, en el ejecutivo reafirmó en su equipo la experiencia y la capacidad, en una institución en la que la idoneidad técnica resulta esencial. La Sole en El Alto apostó igualmente por el perfil profesional en su gabinete y en las subalcaldías, rompiendo la perversa tradición del cuoteo institucionalizado de la Fejuve alteña. Estas decisiones políticas en la trica paceña conducida por partidos de oposición, son una señal que marca una diferencia con el gobierno central y con las alcaldías y gobernaciones manejadas por el oficialismo, en las que ha primado un criterio deformado de la participación de organizaciones sociales, y en las que la capacidad de gestión ha sido devaluada a su mínima expresión. El péndulo de la administración pública comienza así a oscilar finalmente en dirección contraria; el otro extremo de esa trayectoria pendular fue el final del viejo régimen que cayó en 2003, en el que el anti intelectualismo era una virtud, en el que reinaban los tecnócratas y los operadores de la nada, y en el que la discusión de ideas era una pérdida de tiempo. Los diez años de gobierno del MAS llevaron el péndulo al otro extremo, es decir a la irresponsable y curiosa fórmula de la pseudo ideologización extrema con el pragmatismo más crudo. El discurso y la cháchara diaria están impregnados de sobre ideología, la acción política es de un pragmatismo ultra liberal, y la gestión es lo de menos. Estas maneras de encarar los desafíos locales y regionales podría estar marcando el la tónica que deberá tener el próximo gobierno, dentro de cuatro años y medio. A mi juicio, ese próximo gobierno tendrá que tender puentes entre el mundo de la política y el mundo de las ideas. En la próxima gestión los intelectuales y los académicos no debieran limitarse a ser consejeros y asesores, sino asumir tareas y responsabilidades propias de la gestión y de los asuntos de gobierno. Resulta imperativo restablecer un equilibrio de pesos entre políticos, técnicos y pensadores en una lógica en la que no predomine la consigna y el prejuicio ideológico, sino más bien las ideas y las soluciones a los problemas de la gente. La política debe volver a ser el espacio de encuentro de valores, ideas e instrumentos que resuelvan las necesidades del ciudadano, y eso poco tiene que ver con una mera ideologización discursiva, que es lo que ocurre actualmente.

jueves, 28 de mayo de 2015

La factura histórica que deberá pagar el MAS (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-29/05/15)

El anterior régimen de partidos no cayó a causa de la insurrección de octubre de 2003; ese fue solamente uno de los detonantes que precipitaron el derrumbe de un sistema que venía acumulando desaciertos durante años. En ese rosario de vicios y malos hábitos políticos, la ciudadanía resintió con particular desagrado la práctica de copamiento y control del poder judicial y del poder electoral, por parte de los partidos que se turnaban en las interminables coaliciones de gobierno. El nombramiento de amigotes en las cortes electorales haciendo uso de las mayorías parlamentarias, tuvo su cenit con la célebre “banda de los cuatro”, que llevó el manoseo y la trampa a niveles descomunales. La gente, desde aquel entonces, parecía estar dispuesta a perdonar cierto tipo de prácticas cochinas que se sabe son inherentes a la política real, pero con un límite. Y ese límite tiene que ver con la calidad del árbitro en las competencias electorales. Aunque sea entre arcada y arcada, la gente está dispuesta a aguantarles a los políticos sus chanchadas, siempre y cuando esto no signifique ser tomados por estúpidos. Cuando el árbitro demuestra una y otra vez que es bombero, cochino y basurero, el ciudadano elector, con toda razón, pierde la confianza en el juego y comienza a pensar no solo en un cambio de árbitro, sino también en un cambio de reglas. En los peores casos, se le ocurre incluso cambiar de juego o patear el tablero. Esa es la magnitud del daño que el presidente Morales y su partido le están infligiendo al sistema democrático, con la designación de un Tribunal Supremo Electoral como el que se va, y como el que seguramente viene. Claro, esto siempre y cuando partamos de la premisa de que la gente no es tonta; y si así lo creemos, veremos que incluso la gente que todavía simpatiza con el presidente y vota por el MAS, se da cuenta de que las cosas pierden sentido cuando la legitimidad es progresivamente reemplazada por la trampa y la artimaña. El razonamiento del gobierno en este caso es otra vez erróneo. Creen que cambiando de amigotes en el Tribunal, podrán hacer borrón y cuenta nueva, y manejar el proceso de la requete reelección como si aquí nada hubiera pasado. Creen que la gente se ha vuelto tonta, y que el repudio está dirigido a los magistrados, cuando en realidad todos sabemos que la culpa y la responsabilidad no la tienen los títeres de turno, sino quienes allí los pusieron. Sabemos todos también el sainete que nos tocará presenciar estos días, en los que el gobierno despedirá a los magistrados que hasta ahora no presentaron su renuncia. Si el partido de gobierno tiene alguna intención verdadera de rectificar y componer un asunto, no tiene otro camino que llamar a una cumbre política con los líderes de oposición y con los líderes regionales emergentes, para suscribir un pacto que viabilice la elección de nuevos magistrados nacionales y departamentales por unanimidad, en un proceso supervisado y avalado por instituciones que gocen de altísima credibilidad. De lo contrario, les tocará pagar una carísima factura histórica, cuyo costo seguramente hoy ni sospechan. ¿O usted se acuerda de los nombres de los vocales de la Banda de los Cuatro? Probablemente no, pero sí estoy seguro de que se acuerda que los que los nombraron para torcer resultados, fueron la ADN y el MIR. Lo mismo pasará en este caso: olvidaremos los nombres de estos funestos personajes, pero recordaremos siempre que quién los puso fue Evo Morales y el MAS.

jueves, 14 de mayo de 2015

1.713 días (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-14/05/15)

Esa es la cantidad de días que le quedan a Evo Morales como presidente de Bolivia. No crea usted, estimado y paciente lector, que la mención a esta cifra responde a ningún tipo de impaciencia o desesperación, y menos aún a algún deseo oculto de que este lapso se reduzca. Se trata simplemente de una constatación fáctica que considero saludable para la vida política y el sistema democrático, así como para el sano ejercicio de nuestra ciudadanía. Así, en frío, muchos podrían leerlo como un sencillo número o como una marca en el calendario; pero el que quiera aguzar la vista, podrá reparar en que el número representa cruda y descarnadamente, la inminencia de un hecho político implacable. También podrá advertir, quien se fije con cuidado, un hecho curioso y algo paradójico: el número, en vez de empequeñecerse con el paso de los días, adquirirá paulatinamente dimensiones cada vez más grandes. El plazo que marca esta ineludible cuenta regresiva no responde únicamente a mandatos constitucionales ni a cuestiones legales, claro que no, pues todos sabemos que, si se quiere, siempre existirán mil maneras de cambiarlo todo. El plazo fatal responde, aunque no parezcan evidentes, a cierto tipo de certezas de orden colectivo e individual. En lo colectivo la certeza latente tiene que ver con la sabiduría y la madurez política de los electores bolivianos, que saben que la eternización y la concentración del poder no es buena ni para ellos, ni para el país, y ojo, tampoco es buena a la postre para el caudillo, por más popular y amado que éste fuera. En lo individual la certeza pasa, o pasará tarde o temprano, por la extraordinaria sagacidad política del mismo presidente, que llegado el momento tendrá que rendirse a la evidencia y convencerse a sí mismo de que otra reelección en el fondo no le conviene, mientras todos a su alrededor tratarán de convencerlo de lo contrario. Si el presidente es realmente el único que no ha perdido la chaveta en el vértigo de la plata y del poder, tendrá que extremar su intuición política sobre su instinto de poder, y defraudar a los parásitos adulones que lo rodean con una decisión fuera del pronóstico de la real politik. Tendrá que saber el presidente que se retira con una popularidad hasta ahora blindada, que junto a su juventud biológica, le permitirán pensar en volver más adelante. Y tendrá también que intuir (porque no creo que se dé mucho tiempo para leer) que la historia universal está plagada de caudillos que terminaron en ruinas por no haber sabido medir y administrar su permanencia en el poder. Eso es por las buenas, o mejor dicho con ojo de estadista y lectura de largo plazo. Por las malas también le quedan al presidente 1.713 días en el Palacio. Por las malas quiere decir que el instinto de poder le gane a la intuición política, y que el presidente crea que va a ser igual de fácil conseguir que la gente vote por una modificación constitucional, que por su tercera relección. Por ese camino el presidente asumirá que su imagen es intocable e inmutable, y que nada cambiará aunque se acumulen años de vacas flacas en lo económico y toneladas de corrupción y podredumbre en todos los niveles del régimen. Por las malas el presidente apostará por la inconsciencia de la gente y por la ciega codicia de su entorno, y se dará cuenta, demasiado tarde, que alguien le ganará la próxima elección, aún con el árbitro a su favor. Por las buenas o por las malas, haga lo que haga, al presidente le quedan 1.713 días en el poder.

jueves, 7 de mayo de 2015

Histórico (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-07/05/15)

El referirse a un evento como un hecho histórico, ha ido perdiendo paulatinamente su valor y su efecto por su uso alegre de parte de periodistas y políticos. Incluso los locutores deportivos recurren a esta figura, cada vez que algo les parece inusual. Sin embargo hoy no dudo un instante en afirmar que nuestro país vive un momento histórico con el inicio de las audiencias públicas en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Bolivia está escribiendo una importante página de su historia con una iniciativa que, a mi juicio, nos pone más cerca que nunca de una solución definitiva a nuestro problema de enclaustramiento; siempre y cuando comprendamos que cerca no significa pronto, ni tampoco significa una solución ideal. Me animo a decir esto intentando abstraerme del natural entusiasmo patriótico que la circunstancia origina, y fijándome más bien en constataciones fácticas, unas más evidentes que otras y todas susceptibles también de ser rebatidas. Partamos del hecho de que la estrategia boliviana es fresca, novedosa y brillante. Pese al fatalismo de muchos, que sostenían que nunca encontraríamos una manera de apretar a los chilenos, hemos encontrado un argumento legal que nunca vieron venir, y que nos permite usar en su contra un rasgo característico de su comportamiento: el vuelteo, el pasteo y el engaño. La viveza criolla de los chilenos, basada en hacernos creer cosas indefinidamente y en jugar con nuestras expectativas, ha resultado en un derecho jurídico ante el cual nuestros vecinos tendrán que responder, pero esta vez ante a un tribunal internacional, frente al que las triquiñuelas son inocuas e inclusive peligrosas. El equipo político boliviano es, lo menos decir, de primera línea. El Canciller ha demostrado es ese escenario, que le sobran las destrezas diplomáticas que le faltan en la política local. Eduardo Rodríguez y Carlos Mesa están luciendo sus mejores capacidades en el plano jurídico, académico/histórico y comunicacional, y aportando además gran contundencia estatal en su condición de ex presidentes. Un lujo, opacado únicamente por la vergonzosa presencia de Sacha Llorenti. La imagen del presidente Morales, percibido afuera como una figura de renombre internacional, completa a este potente equipo y constituye un importante factor a favor de la causa nacional. Pero en realidad me pernito esta dosis de optimismo en base, no solo a la contundencia de nuestras razones y argumentos, sino en base a algo que a muchos les puede parecer extraño, pero de lo cual estoy convencido. Creo firmemente que esta es el mejor camino y la mejor oportunidad para los chilenos, de resolver su problema con Bolivia. Más de uno de los varios ofrecimientos y propuestas realizadas por Chile fueron legítimos y de buena fe, y no llegaron a concretarse por un natural temor de sus mandatarios a pasar a la historia como traidores a la patria. Yo creo que, en caso hipotético y deseable de que el fallo de la corte fuese favorable a Bolivia, eso le dará la oportunidad a algún próximo presidente chileno de resolver el asunto, sin tener que tomar él la decisión. Lo que deberá hacer a quien le toque afrontar el fallo, es explicarle a su país que la comunidad internacional les ha puesto un revolver en la sien, y que deben decidir entre convertirse en renegados del derecho internacional (cosa no conveniente para sus negocios), o arreglar de una vez por todas este fastidioso asunto con Bolivia, decidiéndolo mediante un referéndum. Creo de verdad, que si los gobernantes y los ciudadanos chilenos son capaces de percibir esto como una forma de evitar perjuicios económicos futuros y además como una oportunidad para obtener otros beneficios económicos con nosotros, sin el costo de sentir el peso de la historia sobre sus espaldas, las posibilidades de un arreglo a futuro podrían ser razonablemente buenas.