jueves, 31 de marzo de 2016

De las mentirijillas a la mitomanía descomunal (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-31/03/16)

La penúltima mentira oficial la protagonizó el ministro de la presidencia Juan Ramón Quintana, que compite enérgicamente para ser el personaje más odiado de este gobierno, disputándole el primer lugar a figuras de peso, como la ministra del sombrero, el bachiller o el senador ese que, entre siesta y siesta, despierta para proferir algún improperio; la última, no sé todavía cuál será, pero para eso basta prender el televisor.
El que decía no conocer ni en pintura a mademoiselle Zapata, resulta que mantenía una intensa relación, reflejada en ardientes diálogos en el whatsapp, en las que el susodicho le confiesa, entre otras cosas, sus zapateos hormonales amazónicos.
Todos sabemos que este gobierno ha roto todos los records y se ha convertido en el gobierno más mentiroso del que se tenga memoria, dejando chiquitas a algunas figuritas del pasado, que pensábamos habían llegado a límites insuperables.
El presidente, el vicepresidente y sus ministros mienten sin desparpajo una y otra vez, en asuntos que pueden ir desde delicados indicadores macroeconómicos, hasta temas de faldas y de conductas personales; esa manera tan temeraria de mentir, al parecer sin medir mucho las consecuencias, me hace pensar en qué es lo que les puede pasar por la cabeza para actuar de esa manera.
Es cierto, todos mentimos en una u otra medida, tanto en nuestra vida personal como en la profesional, pero creo que la gente normal conoce los límites entre las mentiras piadosas que alivianan el día a día, y las mentiras que ocultan hechos de gravedad.
No es lo mismo ocultar la felicitación de cumpleaños de una ex novia, que ocultar una familia paralela; ambas son mentiras, pero a todos los normales nos queda claro que no son la misma cosa.
La gente normal tiende a cruzar los límites de la mentira cuando está muy asustada, muy necesitada, o también cuando está pasada de tragos. Me pregunto, en el caso de todo un gobierno, ¿Cuáles son los factores que pueden conducirlo a la mentira sistemática y a la actitud casi suicida en temas hiper delicados?
La explicación que más he escuchado luego de cada mentira proferida, es decir todos los días, es la que dice que creen que todos somos estúpidos, y que por lo tanto lo siguen haciendo, seguros de que les estamos creyendo todo.
La verdad es que esta razón no termina de convencerme, probablemente porque estoy convencido de que en este país la gente es sumamente madura e inteligente, y me parece inconcebible que todos los compañeritos del MAS piensen exactamente todo lo contrario.
Algo más tendría que explicar esa curiosa actitud del gobierno, que le mete nomás a ciegas contra medio mundo y contra todas las verdades, sin medir nada y sin reparar en consecuencias de ningún tipo.
Quien sabe una de las razones tiene que ver con el hecho de que, al principio del gobierno, evidentemente encarnaron verdades históricas, legitimadas por una amplia mayoría de la población. Cuando el Evo se montó hábilmente en la cresta de las luchas y las demandas acumuladas durante décadas, le asistía una cierta verdad histórica, que pudo haberles hecho creer erróneamente, que la verdad eran ellos mismos, y no las causas que representaron.
Otra razón podría ser esa sensación de invencibilidad que solamente te la puede dar ese coctel explosivo compuesto por la plata, el poder y las minas. Esa metamorfosis te puede hacer creer que eres, no solamente el más listo y el más guapo de todo el mundo, sino que también eres indefinidamente impune, y que nada ni nadie te pedirá que rindas cuentas de lo que dices y de lo que haces.
Pobres de ellos, en eso también se equivocan.

1 comentario:

  1. Fernando Alvarado1 de abril de 2016, 4:07

    Tal vez no te acuerdes de mi pero yo si de ti un joven inquieto que se movía en la farandula artística y musical. Me alegra y te felicito por el nuevo rumbo en tu vida sigue adelante develando el vejamen que los actuales detractores del poder ocasionan a la patria

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