jueves, 9 de julio de 2015

Teleférico: un trazo con varias estaciones electorales (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-09/07/15)

El espíritu gubernamental, resumido en el “le meto nomás”, parece haber encontrado su límite en la ciudad de La Paz. La polémica generada a partir del trayecto de la línea blanca del teleférico, ha generado un escenario propicio para que reflexionemos acerca de la naturaleza y los objetivos de un proyecto tan costoso, y además ha permitido que la ciudad le ponga un alto a la arrolladora actitud de la empresa a cargo. Y es que en realidad es en esa actitud donde radica la causa de éste y otros problemas que se han generado en torno al proyecto. El problema de fondo es que la empresa Mi teleférico, desde el principio ha tenido que responder a criterios políticos y electorales, que le han causado grandes complicaciones técnicas. A ver, dejémonos de ingenuidades y digamos las cosas como son: la razón de ser del teleférico fue la de tumbar a Revilla de la alcaldía de La Paz y fortalecer al alcalde de El Alto. Con una obra de esa magnitud, se suponía que cualquier objetivo electoral era posible; pues bien, los resultados del 29 de marzo han demostrado lo contrario, y han convertido al teleférico en un gran fracaso político para el gobierno. En esa lógica prebendal y electoralista, el millonario emprendimiento ha ido dando tumbos entre cada elección; prueba fehaciente de ello fueron las inauguraciones con infraestructuras a medio terminar. La falta de estudios y de suficientes pruebas técnicas pueden ser disimulados, pero iniciar operaciones con estaciones a medio construir, ya es un poco más difícil de ocultar. Todo ha sido así con el teleférico, a la rápida y a como dé lugar, pues tenía que mostrarse resultados, primero para las elecciones generales de octubre del año pasado, luego para las elecciones subnacionales de marzo, y ahora para el inminente referéndum para la requete recontra reelección del presidente Morales. El problema no es que la línea pase por aquí o por allá (pese a que parece bastante obvio que debería atenderse las necesidades de la gente de las laderas, en vez de meterle millones de dólares a la avenida Busch), el problema para el señor Dockweiler es que sentarse esta vez a planificar concienzudamente las cosas con el municipio de la ciudad, le puede significar un tremendo contratiempo en sus timings electorales, y eso, seguramente le puede costar el cuello. Una cosa es meterle nomás, al calor del billete, de la expectativa y de la novedad, y otra bien distinta es trabajar a fondo en la sostenibilidad de un servicio que, ya en funcionamiento, ha demostrado muchas potencialidades, pero también muchas debilidades. Esos problemas, como por ejemplo el bajo rendimiento de utilización, deben ser motivo de un balance y de una reevaluación de todo el proyecto, sin importar el tiempo que aquello tome. Lo digo porque no son centavos los que están en juego, sino millones; y esos millones, contrariamente a lo que cree el gobierno, son plata que nos pertenece a todos. Y ese es el otro problema subyacente: el gobierno y la empresa están convencidos de que el teleférico es un regalo producto de su generosidad, y que a caballo regalado no se le mira el diente; parecería que no ha aprendido hasta ahora que una condición para que una obra sea exitosa, es que la ciudadanía se apropie de ella. En su momento no se hicieron las cosas como se debían y en vez de ello, se prefirió firmar entre velas y medianoche, un convenio con una gestión transitoria vergonzosa y servil al gobierno, sin la revisión del Concejo Municipal. Si esa es la legalidad sobre la que se apoya el señor Dockweiler, pues entonces estamos todos muy mal.

2 comentarios: