jueves, 12 de marzo de 2015

La Paz es La Paz (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-12/03/15)

Las elecciones generales de octubre pasado, lo dijimos varias veces, fue más aburrida que chupar un clavo. Los resultados eran previsibles y estaban ya cantados meses, sino años antes de los comicios. Menos de seis meses después, estamos nuevamente en vísperas electorales, y el escenario no es el mismo. Las elecciones subnacionales, palabrita que por cierto le parece sumamente chinchosa a todo el mundo, no son lo mismo que las elecciones generales para un electorado maduro, que no es tonto, y que sabe muy bien que las cosas en juego en este proceso están por encima de las consignas políticas nacionales. En las elecciones municipales y departamentales se juegan los más caros intereses locales y la calidad de vida en la ciudad, cosas que interesan mucho más que las disquisiciones ideológicas, en crisis además, acá y en todo el mundo. La arrolladora popularidad electoral del presidente Morales ya no es en estas circunstancias determinante, pese a que el MAS parece haber apostado en muchos casos a que el presidente pueda endosar su popularidad a sus candidatos. La osmosis puede funcionar inicialmente, pero cuando el candidato es muy maula, no hay milagro posible, aunque el Evo esté detrás. Entre paréntesis, habrá que anotar que la elección de los candidatos oficialistas fue esta vez traumática, y reflejó las tensiones internas y los despelotes que al parecer van a caracterizar al MAS de aquí en adelante. La expectativa del presidente y del partido de gobierno es la de consolidar su hegemonía consiguiendo el poder territorial total, pero la realidad se les presenta bien distinta. El panorama, de acuerdo a las encuestas, es adverso en Santa Cruz, en Beni, en Tarija, y para colmo de colerones, en La Paz. Tan poco probables son los deseos presidenciales de hacerse con la totalidad de gobernaciones y alcaldías, que han tenido que recurrir a instruir al dócil órgano electoral para que inhabilite a varios candidatos opositores. Ocurrió con Rebeca Delgado en Cochabamba, y los candidatos a la gobernación en Tarija y Beni están en la mira. Pero insisto, el tema que inquieta al presidente es la posibilidad de perder la gobernación de La Paz frente a Félix Patzi, la alcaldía de La Paz frente a Luis Revilla, y la alcaldía de El Alto frente a Soledad Chapetón. Cualquiera de las tres derrotas dolería, pero la tripleta sería mortalmente dañina en términos políticos. La Paz es el epicentro, el nervio, el motor y la brújula política del país. La Paz es La Paz, y lo saben bien. Probablemente es a causa de eso que el presidente ha tenido que recurrir al grosero extremo de la amenaza pública de que no trabajaría con nadie que no esté bajo sus órdenes, sabiendo que eso molesta y provoca nuestra natural rebeldía. Ha amenazado sabiendo también que llegado el momento tendrá que olvidar lo dicho y trabajar con quien sea, porque la realidad política no permite ese tipo de lujos y caprichos, y que ya le ha tocado hacerlo con gente mucho más extrema. Pero ha tenido que decirlo igual para asegurar por lo menos la base de su voto duro y evitar así mayores erosiones internas. La amenaza no ha sido a la oposición ni al electorado; ha sido una advertencia y una amenaza a los suyos ante la posibilidad de defecciones masivas en una plaza neurálgica. Las causas y efectos de este sombrío panorama para el oficialismo en La Paz, merecen columna aparte, Dios mediante la próxima semana.

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