jueves, 20 de junio de 2013

El turno de Brasil (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-20/06/13)


¿Cuánta desconexión con el sentir de la gente puede ocasionar el ejercicio prolongado del poder? ¿Es esta enajenación un destino inexorable de los gobernantes, cualesquiera fueran las circunstancias? ¿El poder aturde y enceguece, quien fuera el que lo ejerce, al grado en que se pierde irremediablemente el sentido de la realidad? Que el resto del mundo se haya visto sorprendido por el rugido de protestas en Brasil, puede ser normal; después de todo, la imagen que se tiene de ese país se ha estereotipado en la estampita del tigre asiático del sur, en el Mundial de Fútbol y en la Olimpiadas.
Lo que no es para nada normal es que las masivas protestas hayan tomado por sorpresa al gobierno y a la oposición brasileras, quienes todavía no salen de su asombro y perplejidad ante la súbita explosión social en curso; no la vieron venir ni entienden qué cuernos está pasando por la cabeza de esos cientos de miles de personas que se han echado a las calles pacíficamente para condenar el sistema político y el modelo económico del hermano mayor de nuestro barrio.
En lo único que coinciden los políticos y analistas brasileros es en que los veinte centavos de incremento en las tarifas de transporte fueron solamente el detonante de las movilizaciones, y que los manifestantes no fueron convocados por ninguna institución constituida. Fueron nuevamente las redes sociales el vehículo para la auto convocatoria espontánea de gente de a pie, protestando, sin liderazgos personales y sin pliego petitorio, contra el sistema de representación política, la corrupción, la violencia, y los tormentos cotidianos que acarrea el modelo.
La única reacción de la presidenta Rousseff, a través de un pálido y destemplado tweet de su vocera, pretendió minimizar lo ocurrido señalando que es normal que los jóvenes protesten y que debía garantizarse que lo hagan evitando la violencia policial. Preocupantemente pobre la reacción, enfilada en la misma línea de los gobernantes de medio oriente y Europa, que intentaron en sus países restarle representatividad a las protestas, con el estigma de que son sólo jóvenes, pocos, violentos, y que después de todo, a la hora de hora, siguen votando en las elecciones.
Eso no es así. Probablemente los jóvenes son los más predispuestos a salir a las calles porque sencillamente la mitad de ellos no tiene trabajo, pero en realidad están representando el hastío de millones de ciudadanos de clase media cuya calidad de vida, más allá de los espejismos, se torna insoportable.
La economía del Brasil anda dando tumbos y ha dejado de crecer; así de fea está la cosa. La apuesta por la demanda interna parece haber llegado a sus límites en una sociedad arrojada al consumismo, pero terriblemente sobre endeudada; todo esto con el telón de fondo irresuelto de ser uno de los países más inequitativos del mundo. Las espectaculares cifras macroeconómicas de la célebre potencia emergente parecen no haber sido suficientes para resolver las horrorosas desigualdades, ni para darle sostenibilidad, ni al crecimiento ni al modelo.
Está en duda también ahora el éxito de la política social de una izquierda pasada por agua que en el fondo se las jugó nomás por la reglas del maltrecho capitalismo internacional y cuya única apuesta parece ser la organización de eventos deportivos en clave de megalomanía, cuya transparencia y beneficios para el país están en entredicho, y le han colmado la paciencia a los “jóvenes manifestantes”.  

1 comentario:

  1. DONDE QUEDARON LAS LECCIONES DE "BRASIL EL MOTOR DE SUDAMERICA" , "SIN BRASIL NO HAY NEGOCIOS" "BRASIL EL COLOSO DE AMERICA. BLA, BLA, BLA...."
    BRASIL DEJO ATRAS SUS FAVELAS DEL NARCOTRAFICO, AHORA TENDRA QUE REGRESAR PARA CORREGIR LO ANDADO...CREO QUE EL FUTBOL PUEDE ESERAR.

    SALUDOS...FELIX

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