jueves, 30 de mayo de 2013

La mesa está lista (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-30/05/13)


A veces resulta difícil apreciar las cosas que ocurren en ésta hermosa ciudad, agobiada por su abnegado rol en le escena política del país. Es verdad, la condición de ser el motor político y el núcleo burocrático del estado, absorben gran parte de nuestra energía y generan la impresión en propios y extraños, de que por acá, las cosas giran exclusivamente alrededor del conflicto social y la tensión del poder. Las marchas, los bloqueos, las movilizaciones de todos contra todos y la atmósfera cotidiana generada por la agenda social, se suman al ajetreado ritmo característico de una ciudad grande y congestionada, y no dejan mucho lugar para mirar el resto, que siempre es más y mejor de lo que pensamos.
Un de esas cosas, lindas y valiosas, es la explosión gastronómica registrada en los últimos meses, y que se expresa en parte, en la apertura de varios nuevos restaurantes. Después de muchos años de discreto desarrollo, la oferta gastronómica, para gusto de habitantes y visitantes, parece estar experimentando un pequeño boom; como champiñones después de la lluvia, casi a diario se abren nuevos y prometedores emprendimientos, unos más visibles, otros más discretos, pero cada uno orientado a un segmento y a un público en particular. En una ciudad grande y diversa, que va más allá de nuestros recorridos rutinarios, comienza a haber de todo y para todos, y eso es muy bueno.
Las señales del mercado han sido recibidas por chefs, gastrónomos, cocineros, emprendedores y empresarios de toda índole, que apuntan a satisfacer una demanda en efervescencia y también en plena transformación.
El mercado que pide y permite ese tipo de saltos cuantitativos – que estoy seguro, con el tiempo, también serán cualitativos -, responde a las nuevas realidades socioeconómicas de una sociedad cambiante, ya sea para bien o para mal, ese es tema de otra discusión. En ello tiene mucho que ver la migración campesina a las ciudades, la inédita movilidad social, el ensanchamiento de las clases medias, la composición etaria de los mercados y el visible cambio en los hábitos de consumo de la gente.
La mesa está bien tendida y lista para una fiesta en la que, todos parecen coincidir, las sillas, la comida y las ganas de comer alcanzarán para todos; para que ello ocurra y el desarrollo de la gastronomía en nuestra ciudad sea sostenible, los restauradores tendrán que competir de manera inteligente y sana, elevando todos sus estándares y trabajando en espíritu de cooperación y generosidad, y los comensales tendrán que acompañar este proceso saliendo a comer fuera con más frecuencia y demandando, en retribución, mejor producto y mejor servicio de manera constante.
El círculo virtuoso terminará de completarse, con el paso del tiempo, en las ramas y servicios afines a la actividad gastronómica; tendrán que desarrollarse productos medios de comunicación especializados, proveedores orientados específicamente a la restauración, nexos directos entre productores y cocineros, mano de obra calificada en toda la cadena, y u sinfín de otras actividades anexas, esenciales para un desenvolvimiento profesional de todo el rubro.
Lo que no puede faltar es el entusiasmo y la visión de los emprendedores, los nuevos y los establecidos, los extranjeros y los nacionales, los novatos y los fogueados; y claro, tampoco puede fallar el compromiso compartido en esta aventura, que tiene todos los días la última palabra: el cliente, esperemos satisfecho. 

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