Lo
digo sin reparos ni ambigüedades: me pareció bárbara la intervención del
presidente Morales en relación a nuestra reivindicación marítima, en el
plenario del encuentro latinoamericano y caribeño con Europa. Estoy seguro,
además, que hay un montón de gente en nuestro país que piensa lo mismo, pero
que debido a sus diferencias políticas con el presidente, ha preferido asumir
una posición crítica, subiéndose al carro de los que insisten con la supuesta
inconsistencia de la política exterior boliviana en este asunto.
Evo Morales hizo lo que
tenía que hacer, lo hizo de manera contundente, y consiguió al menos, un
resultado puntual: incomodar al gobierno chileno frente a la comunidad
internacional y, de alguna manera, aguarle la fiesta al presidente Piñera en su
calidad de anfitrión del evento.
La molestia del gobierno
chileno se vio claramente expresada en los exabruptos de Piñera, que negándose
a ceder la palabra a Morales y calificando sus intervenciones de aburridas e
impertinentes, mostró la hilacha en público perdiendo su habitual aplomo y
sangre fría. Podrá parecer una anécdota menor, pero en el fondo no lo es; los
chilenos detestan la vergüenza pública, pero además se preocupan mucho por cuidar
su imagen de país ejemplar en la región, sobre todo ante los países del primer
mundo. Los líos y las controversias con sus vecinos y los litigios de orden
internacional, hacen de ellos los abusivos y patoteros del barrio, cosa que no
solamente les molesta, sino que les perjudica en su rol de país moderno y
ejemplar.
El gobierno chileno ha
vivido siempre muy cómodo ignorando sus problemas con los vecinos mientras
éstos mantenían un perfil bajo, pero ahora que las cosas se ponen sobre la
mesa, claras y sin complejos, pierden la calma y muestran las garras
torpemente. Así se debe actuar con ellos, denunciándolos permanentemente en
cuanta ocasión sea posible y ventilando a los cuatro vientos la legitimidad de
nuestra demanda y el abuso sistemático que han ejercido en contra nuestra,
impunemente. Así se debe actuar, sencillamente porque eso los molesta y porque
esa es la única manera para generar reacciones y, por consiguiente, escenarios
de negociación.
El haber planteado la
posibilidad de hacer negocios energéticos una vez resuelto el tema marítimo,
tiene sentido y coherencia, y no es lo mismo que reactivar la propuesta de gas
por mar, como algunos medios y otros astutos políticos han querido interpretar.
El mensaje fue claro, y si bien fue inmediatamente desestimado por Piñera,
habrá llegado otra vez a los oídos de los chilenos de a pie, que son los que
cada mes tienen que pagar su cuenta de luz.
Por otro lado, el haberle
arrancado al presidente chileno la declaración de que cualquier tratado es
perfectible, también es un paso hacia adelante. ¿Qué todo esto parece responder
a una estrategia desordenada y a una falta de política de estado? Pamplinas. No
hay política de estado posible frente a un interlocutor que se desentiende del
tema y que dice no a todo. La única estrategia válida frente a la indolencia es
fregar e insistir en todos los frentes simultáneamente, hasta que la
incomodidad les resulte insoportable. En el camino de la formalidad y el
protocolo, llevamos las de perder, y siempre estaremos a la merced del pasteo y
la falsa expectativa.
Una piedra en el zapato jode
y cansa, y en algún momento te obliga a parar y a sacarla.
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