jueves, 4 de noviembre de 2010

Elecciones al american way (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-04/11/10)

Anteayer, los norteamericanos le dieron al mundo una nueva lección de democracia: no se les ocurra hacer o participar en política sin antes haber amasado una inmensa fortuna, ya no de seis, si no de nueve ceros, por lo menos. Ante el pasmo de comentaristas y analistas de países del primer mundo, en los que se gasta mucha plata en elecciones pero nunca a ese grado, las redes americanas estimaron que en las elecciones de mitad de régimen, en las que se elige parcialmente a senadores, representantes (diputados), y gobernadores, se gastó una cifra que anda entre por los cuatro mil millones de dólares. Si, leyó usted bien, y si o me equivoco en la cantidad de ceros, sería algo así: $US 4.000.000.000.

¿Cuánta plata circulará en la tómbola del 2012, en la que se elige también al presidente? Difícil saberlo, pero a la luz de las tendencias, la obscena cifra podría incrementarse en un cincuenta por ciento. ¡Viva el libre mercado!, gritan sobre todo los republicanos, que son los que más han gastado, aprovechando las leyes que les permiten recaudar y gastar sin límite alguno y además, de manera anónima, lo que ha convertido a la política gringa en un ruedo bursátil en el que las apuestas de los grandes conglomerados financieros llevan las de ganar. Pero si no sabe muy bien de dónde y de quién es la plata que se gasta, lo que se sí se sabe es cómo; cerca de un tercio de esa astronómica inversión se la ha utilizado en campañas negativas en las que los contrincantes se han proferido todas las clases de insultos y agresiones posibles. Usted, elector boliviano tan reacio e hipersensible a la “guerra sucia” electoral, tendría solamente que entrar al internet para verificar que al lado de tal espectáculo, los spots de Sánchez de Lozada contra Manfred el 2002, parecen una sacadita de lengua en un jardín de infantes. Pero que importa, ¡si al final de cuentas funcionan!

¿Y qué es lo que se puede hacer con tanta plata? Por lo pronto, arrebatarle la cámara de diputados a Obama (no pudieron hacer lo mismo con el senado), complicarle la agenda política y convencer a los votantes de que el presidente es el causante de la crisis y el desempleo, y que, por consiguiente, debe ser castigado. Al parecer ni siquiera la CNN pudo convencerlos de que la crisis era un bachecito pasajero ya superado, y que todo andaba sobre ruedas “On the way to recovery”, como subtitularon todas las noticias durante más de un año. La crisis había estado nomás ahí todavía.

También se puede apuntalar un curioso populismo a la inversa representado por el Tea Party, una expresión ultra derechista dentro del partido republicano que, entre otras excentricidades propias de la política gringa, defiende furiosamente posturas nacionalistas, la rebaja de los impuestos, la desaparición de cualquier intervención estatal y la libertad absoluta de los individuos, es decir la recuperación del orgullo ultra conservador. Lindo el discurso de los neo fascistas americanos, pero no resisto la tentación de preguntarles dónde estarían ahorita si es que el estado no intervenía en el salvataje de la banca; probablemente haciendo una cola de diez cuadras para comprar un kilo de pan. Por último la elección también nos muestra que el verdadero poder en los Estados Unidos no se encuentra en el gobierno ni en la presidencia, y que las tremendas expectativas que despertó Obama no pasan ni por sus ganas ni por sus reales posibilidades.

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