jueves, 17 de noviembre de 2016

El agua en manos del MAS (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-17/11/16)

Para los que leen estas desde otras ciudades o desde fuera del país, los pongo brevemente en antecedentes: Desde hace varios días, noventa y cuatro barrios de la ciudad de La Paz están sufriendo cortes en el servicio de agua potable.

No vaya usted a pensar que se trata de cortes esporádicos en horarios nocturnos, por razones de mantenimiento, como podría ocurrir en alguna circunstancia excepcional en cualquier ciudad del mundo.

No señor, estamos hablando de que cientos de miles de personas están siendo privadas de un derecho elemental y fundamental, con una intensidad absolutamente brutal. El cronograma indefinido de cortes contempla la interrupción del servicio durante cuarenta y ocho horas continuas, la reposición durante veinticuatro horas, y el corte nuevamente durante otras cuarenta y ocho horas, así sucesivamente.

Más allá de las espantosas incomodidades que esta agresión implica, el daño que el Movimiento al Socialismo de Evo Morales le está infringiendo a muchísima gente es de verdad muy serio. Negocios e industrias cerrados dos tercios de la semana (lavanderías de ropa, lavado de autos, etc.) y otros produciendo a media máquina, entre muchas otras víctimas que no comen si no trabajan el día.

Nótese la diferencia: una cosa es que conviertan tu casa en una caca, y otra mucho más grave, es que te caguen la vida, como lo están haciendo con un montón de ciudadanos.

Lo he dicho claramente y lo repito sin matices: lo que nos están haciendo no es a causa de la falta de lluvias o del cambio climático; la responsabilidad y culpa la tiene el partido de gobierno que, al igual que otras reparticiones, convirtió a Epsas en un nido de ineficiencia, ineptitud y corrupción.

Sencillamente no hicieron su trabajo, y por consiguiente no previeron ni tomaron las previsiones que pudieron haber evitado que las cosas lleguen a este punto. Y como si fuera poco, tuvieron la sinvergüenzura y el descaro de tratar de culpar a la población; unos imbéciles tomándonos a todos por imbéciles ¿puede haber algo peor?

Pues sí, en este caso La Autoridad de Fiscalización y Control Social de Agua Potable y Saneamiento (AAPS) y el Ministerio de Medio Ambiente y Agua Potable, que miraron de palco o ni se enteraron de que toda se estaba yendo al carajo, y ahora piensan que nos van a contentar con una multa a Epsas, que además tendremos que pagar nosotros mismos, con nuestros impuestos. Todos unos inútiles, todos masistas. Echaron a dos de ellos, pero a la ministra a cargo ni le llamaron la atención.

Pero ojo, este es solamente una muestra de los daños permanentes que el MAS le dejará al país, y que tendremos que pagar durante muchos años, después de que sean desalojados del gobierno en las elecciones del 2019 (estén listos, o no).

No solamente desperdiciaron la década de oro que les tocó y que podía haber cambiado al país para siempre, sino que, en la borrachera de la plata fácil y el poder, manejaron el estado igual que el agua de la ciudad de La Paz, es decir de manera errática, improvisada e irresponsable.

Si no pudieron ni siquiera cuidar las reservas de gas natural, la gallina de huevos de oro que heredaron y que les permitió el derroche sin límites, pues prepárense para sufrir las consecuencias de la enorme colección de proyectos y políticas que han manejado con los pies, y que ya ahorita se están cayendo a pedazos.

El último capítulo de esta historia de horror lo protagonizó el propio Morales, declarando que los proyectos como la represa del Bala se los hace para garantizar el suministro de agua a La Paz; sin duda uno de los peores embustes de los diez años de impostura masista. Una mentira de esa magnitud, no admite disculpas.
 

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Otro manotazo de ciego (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-02/11/16)

El intento de enjuiciar y eventualmente encarcelar a Samuel Doria Medina por un supuesto caso de corrupción cometido hace más de dos décadas, es un nuevo abuso perpetrado por un régimen desbocado, que ha perdido la chaveta, probablemente de manera definitiva.

El caso es tan tirado de los pelos, que nadie lo entiende mucho; unos créditos otorgados por el gobierno de Estados Unidos en el año 1986 para un proyecto denominado FOCAS (Formación de Capital en Áreas Secundarias), cuya deuda comenzó a afectar a productores, y como consecuencia una negociación de condonación en 1992, cuyo requisito fue que los recursos perdonados sean destinados a una fundación sin fines de lucro, que terminó siendo FUNDA-PRO.

El presunto delito, que Doria Medina, en su calidad de ministro de Planeamiento de la época, dispuso el contrato de préstamo a la entidad privada, con una tasa de interés menor a la que pagaba el estado a sus acreedores.

Hasta donde entiendo, no acusan al hombre de haberse choreado la plata, ni de haber realizado una operación ilegal, pero observan la determinación de la tasa de interés, a partir de la cual presumen incumplimiento de deberes, contratos lesivos al estado y conducta anti económica.

Considerando que FUNDA-PRO ya devolvió la totalidad del préstamo al estado boliviano y además sigue funcionando hasta día de hoy con absoluta normalidad, no hay otra forma de calificar la figura, si no es como un absurdo.

El modus operandi del gobierno no es lo novedoso en este caso. Lo han hecho una y mil veces contra todo el que ose pensar u opinar de una manera que interfiera con sus convicciones totalitarias.
Los cuatro mandamases del entorno presidencial deciden atacar, dan la orden a los operadores políticos de la asamblea, y estos a su vez ponen a trabajar a fiscales y jueces adictos al régimen, que terminan de ejecutar los designios reales.

Las acusaciones no son de orden ideológico como ocurría en la época de los milicos, cuando se perseguía a los opositores por comunistas o “subversivos”. Ahora el estilacho es hurgar en el pasado de las personas hasta encontrar algo; y claro, el que busca, encuentra.

Lo novedoso de este caso radica más bien en la torpeza con la que buscaron la excusa para procesar al jefe de Unidad Nacional; un asunto ocurrido hace más de veinticinco años, que no resiste ningún análisis y que no parece tener ni pies ni cabeza.

Una acción de este tipo nos está mostrando a un gobierno que ha perdido los papeles, y que comienza a actuar de manera impulsiva, dando manotazos de ciego a diestra y siniestra.

Tal como lo he venido repitiendo de manera insistente, la derrota del 21F y la perspectiva de tener que abandonar el poder y responder a la historia y a la justicia por las fechorías cometidas durante tan largo tiempo, han dado lugar a un coletazo de represión y de violencia política.

Esto nos está mostrando en realidad a un régimen aterrado y despavorido, que en su declive final ha perdido incluso la “capacidad” para armar casos judiciales minimamente creíbles. Un gobierno desconectado de la realidad, que no mide ni calcula ya las consecuencias políticas de sus actos, y que agota rápidamente su credibilidad y su respeto.

Y, ojo, también nos está mostrando hasta dónde están dispuestos a ir, en su intención de ignorar la decisión de la ciudadanía en las urnas y quedarse en el poder. Nada de lo que hagan de acá en adelante deberá sorprendernos entonces.

jueves, 20 de octubre de 2016

Cuidado con los muertos (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-20/10/16)

Quienes han ya desahuciado a Donald Trump y respiran tranquilos asumiendo que Hillary Clinton ganará las elecciones cómodamente, son los que siguen pensando que esta es una elección normal, y que todos los indicadores y mecanismos electorales son los mismos de siempre.

Yo no estoy seguro de que la elección presidencial norteamericana esté definida, y por tanto creo que todavía es perfectamente posible que Trump sea el próximo presidente de los Estados Unidos.

Y es que cualquier pronóstico para esta elección tendrá que hacerse desde la intuición política, porque todas la formas y sentidos comunes de la dinámica electoral gringa, ya volaron en mil pedazos en las primarias republicanas.

Quien crea que no habrá sorpresas en esta elección se equivoca de entrada, en la medida en que la enorme y terrible sorpresa ya ocurrió con la nominación de Trump como candidato, contra todo pronóstico y contra la voluntad de gran parte de los pesos pesados del partido republicano.

Lo que para muchos era nada más que un mal sueño que desaparecería bajo la realidad política y la lógica electoral, tampoco se imaginaron que dos meses después, y en el peor momento de su campaña, Trump siga gozando de más del cuarenta por ciento de apoyo en casi todas las encuestas.

Repudiado y abandonado por su partido, enfrentando solito a todo el sistema político, y a todos los grandes medios de comunicación, con excepción de Fox News, el tipo al que todo el mundo tilda de payaso, marca cuarenta puestos en las encuestas.

Encuestas que además se encuentran en el ojo de una tormenta de credibilidad, luego de haberla pelado olímpicamente en el brexit y en el plebiscito colombiano.

Encuestas que deben enfrentar el “shame factor” que acá conocemos de sobra como voto oculto, que podría mover significativamente las cifras del millonario de pelo amarillo.

Los que piensan votar por la Clinton se mueren de vergüenza ajena cuando se habla de Trump, y creo que no es descabellado pensar que una buena parte de los que piensan votar por el, también sientan algo de vergüenza y culpa, y por tanto no se animen a alinearse públicamente con alguien tan jodidamente incorrecto políticamente.

A estas alturas queda claro que nada de lo que debía haberlo liquidado le ha afectado significativamente, y que nadie ha podido encontrar la tan ansiada bala de plata. Y la verdad es que creo que nadie la encontrará porque el fulano es un tipo que ha sabido utilizar muy bien los terribles miedos de una sociedad que atraviesa una crisis de civilización, y que patalea furiosamente al haber tomado conciencia de la pérdida de su liderazgo económico, político y moral en el mundo (lo que no quita que todavía les queda un claro liderazgo militar).

Bajo las condiciones que atraviesan los Estados Unidos, yo creo que es muy difícil liquidar a un populista con recursos ilimitados, que dice lo que mucha gente quiere escuchar, y que además lo hace en una clave de show televisivo; podrá ser repulsivo para muchos, pero no se le puede negar el talento para el espectáculo.

Y se hace aún más difícil cuando en el otro lado está esta señora que representa a la quintaesencia del establishment y la aristocracia política de Washington y que para colmo es más falsa que un billete de mil bolivianos.

Lo que pasa es que debemos entender que hay mucha gente allá afuera que ya se ha dado cuenta de que su voz y su voto no sirven para nada, y que la democracia más emblemática del mundo está secuestrada por las corporaciones y los lobistas, y que está dispuesta a sacarle el dedo del medio al sistema con algo de sarcasmo: ¿querían que la democracia fuera un circo?, bueno, ¡pues ahí tienen al payaso mayor!

jueves, 13 de octubre de 2016

Los “malditos” partidos políticos (Columna Bajo la Sombra del Olivo - Página Siete - 13/10/16)

En esta semana en la que se ha celebrado sin mucho entusiasmo ni convicción 34 años de democracia ininterrumpida, en un país que arrastraba una larga tradición golpista y tiránica, los que se acordaron no dejaron pasar la oportunidad de disparar contra los partidos políticos del pasado.

Un tiro seguro me dirá usted, en la medida en que todos recordamos todavía con claridad los vicios en los que cayeron aquellos partidos; vicios tan gruesos y tan sistemáticos, que terminaron por causar el colapso de todo el sistema político.

Si pues, el solo recuerdo de aquellas prácticas nos pone un poco la piel de gallina, pero déjeme decirle que, aunque no lo parezca, ahora estamos peor. Y hay que decirlo, a riesgo de que los comisarios de la verdad intenten torcer esta reflexión, y me acusen de nostálgico y reaccionario.

El problema es que ninguna democracia puede funcionar adecuadamente sin un sistema de representación política que gestione de manera mínimamente eficiente, las demandas sociales.

Luego del derrumbe del viejo sistema, el sistema de representación pudo funcionar porque la intermediación entre la ciudadanía y el poder fue provisionalmente reemplazada por movimientos sociales y medios de comunicación.

Ese periodo fue refrescante y enriquecedor, y muchos resultados fueron positivos para la calidad de nuestra democracia, que salía de una profunda crisis de representación, entre otras cosas.

Pero claro, eso no duró mucho, porque sencillamente no podía durar. Los movimientos sociales, una vez cumplidos en apariencia los objetivos que les dieron origen, se convirtieron en organizaciones sociales, que progresivamente se envilecieron, convirtiéndose en grupos de interés corporativo, entregados al prebendalismo gubernamental. El mismo gobierno se ocupó de cooptarlos, dividirlos y utilizarlos según las necesidades políticas del momento.

Los medios de comunicación, que forzaron de alguna manera su rol mediador, naturalmente no pudieron sostener esa situación; unos tranzaron con el poder, otros fueron comprados indirectamente por el gobierno y los menos volvieron a su función original.

Y es así que hoy nuestra democracia funciona a duras penas, casi sin sistema de representación.

El MAS nunca fue realmente un partido político, y hoy muestra de manera descarnada su verdadera naturaleza: un nido donde se administran privilegios y prebendas corporativas, para mantener el poder.

Los partidos que hoy fungen como tales, no son ni siquiera una pálida imitación de lo que fueron sus antecesores, en sus buenos momentos, que por su puesto los tuvieron antes de convertirse en maquinarias meramente electorales. Siguen sufriendo además de los mismos vicios del pasado, pero en chiquito.

El caudillismo sigue intacto, no han podido generar los mecanismos de reconocimiento entre el estado y la sociedad, no encauzan las demandas y las tensiones de los sectores ni las regiones hacia una propuesta nacional coherente, probablemente porque la mayoría de los partidos en formación son todavía proyectos regionales; tampoco han podido leer e interpretar la nueva realidad política del país, y mucho menos proyectarla a futuro.

Ni el MAS ni los partidos de oposición forman ni cuentan con cuadros, ni con la representación de jóvenes y mujeres urbanos y rurales, que la realidad demanda.

Los colectivos ciudadanos y todas las otras formas de política ciudadana que han surgido, sobre todo a partir del desafío del 21F, también han llenado parcial y momentáneamente el vacío de representación, pero tienden a diluirse y debilitarse en condiciones no electorales.

Cualquier futuro deseable y sostenible pasa nomás entonces por el fortalecimiento orgánico, tanto de los colectivos ciudadanos como de los partidos, el MAS incluido.
   
   

jueves, 29 de septiembre de 2016

Evo Force One (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-29/09/16)

Si a algún lugar tenía que haber viajado Evo Morales en su condición de presidente, era a la firma del Acuerdo de Paz entre las FARC y el estado colombiano, en Cartagena. Y no lo hizo.

El viajero frecuente más caro de nuestra historia presupuestaria, curiosamente esta vez decidió ahorrarnos unos pesos no asistiendo a lo que probablemente fue uno de los eventos más importantes del continente en los últimos diez años.

El hombre que le compró con nuestro dinero un avión de lujo por cuarenta millones de dólares a uno de los quipos de fútbol más ricos del mundo, para poder viajar con la facilidad y la comodidad de un presidente del primer mundo, cuando quisiera y adonde quisiera, decidió no asistir a un acto trascendental e histórico, en el que vimos a decenas de personalidades mundiales, honrados y orgullosos de estar allí.

El hombre que viaja literalmente todos los días de Dios, y a veces incluso dos veces al día, la mayoría de las veces con fines proselitistas y en muchos casos con el único objetivo de jugar un partido de fútbol, gastando sumas astronómicas de nuestra plata en horas de vuelo del Evo Force One, seguramente tenía algo más importante en su agenda, el momento en que en la región se ponía fin a un conflicto de cincuenta años.

El canciller Choquehuanca dijo que Morales no fue porque no lo invitaron oficialmente. Si esto fuera cierto, el asunto de verdad sería gravísimo, pues querría decir que Morales ha llevado al país a una condición de aislamiento regional e internacional realmente preocupante.

Si invitaron a todos, independientemente de su color político o ideológico, menos a ti, es que el responsable de las relaciones exteriores durante los diez últimos años tiene un problema muy serio, o que ya tienes una fama de provocador que podría arruinar la fiesta.

Pero bueno, la propia canciller colombiana se ocupó de aclarar que eso no fue cierto, y que, sin lugar a ninguna duda, invitaron a Morales, no una, sino tres veces.

Lo que nos dice por un lado que el gobierno ya se ha acostumbrado a mentirnos descaradamente sin ponerse ni siquiera colorados. El jefe de gabinete, cabeza de la diplomacia, número dos del MAS y posible sucesor de Morales como candidato presidencial, nos miente con premeditación, y debo decir, algo de alevosía cuando se le escuchó desafiar a que alguien le mostrara la invitación.

Por otro lado, el incómodo desmentido de la canciller colombiana nos dice que han debido ser otras las razones para que Morales decidiera, esta única vez, no realizar un viaje.

Me inclino a pensar que para alguien que concibe la política, la democracia y la vida misma como una guerra permanente, un evento en el que se celebraba la paz, no era precisamente algo de su interés. Para alguien que ha hecho de la confrontación la columna vertebral de su gobierno, un acto en el que se apuesta por la paz y no por el enfrentamiento, debe sonar a una reunión de debiluchos sin carácter.
O probablemente cedió ante las opiniones de varios de sus hombres más cercanos, fervientes partidarios de las luchas armadas, que le han debido decir que allí no había nada que celebrar, y que el acuerdo era una capitulación inadmisible de la guerrilla.

Como podrán ver, sea cierta o falsa la explicación del canciller, en ambos casos estamos nuevamente frente a un desastre que, en cualquier gobierno del mundo hubiera ocasionado que algunas cabezas rueden. Pero en el mundo al revés del MAS, esto ya es parte de lo normal.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Imprudencia, ignorancia o mezquindad (Columna Bajo la Sombra del Olivo- Página Siete-22/09/16)

La posición y las recientes señales de Evo Morales frente al gobierno de Brasil pueden denotar imprudencia, ignorancia, resignación, mezquindad o, en el peor de los casos, una mortal combinación de las cuatro cosas.

Ese es el problema con la gente que no dice lo que piensa y que no hace lo que dice; con ellos tenemos que estar siempre adivinando cuáles son sus razones y cuáles son sus impulsos, ante situaciones y asuntos que, aunque les cueste entender, son de incumbencia pública.

Hace meses atrás, cuando Dilma Rousseff fue suspendida temporalmente del cargo de presidenta en espera de la determinación final del senado brasileño, la cancillería boliviana emitió un comunicado condenando enérgicamente lo sucedido, e indicando que se trataba de una acción que vulneraba la democracia en el vecino país.

Cuando Rousseff fue destituida de su cargo definitivamente, el gobierno boliviano cumplió la amenaza de retirar a su embajador de Brasilia, llamándolo a consultas.

Anteayer, cuando el presidente Temer se aprestaba a dar su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, Morales junto a los cuatro amigos que le quedan la región, se retiraron de la sala en son de protesta, enviando una señal de enemistad al gobierno brasilero, en el foro diplomático más importante del mundo, desde el punto de vista simbólico, claro está.

Podría pasarme el día enumerando la colección de ataques y agresiones de personeros del gobierno al nuevo presidente del Brasil, pero para muestra, en este caso bastarán tres botones.

Como usted sabrá, estimado lector, nuestro país vive esencialmente de la exportación de gas, y nuestro principal cliente en ese negocio es justamente el estado brasileño. Nos toca además, en poco tiempo, renegociar el contrato con ellos, y la primera reacción de los brazucos ha sido mandarnos una señal de advertencia de que podrían bajar sus volúmenes de compra a la mitad, librando la otra mitad a que nos las arreglemos como queramos o como podamos, con una serie de agentes privados.

Que un pinche columnista despotrique contra el nuevo gobierno brasileño es intrascendente para la política y los negocios internacionales, pero que lo haga el presidente o el canciller, es, como mínimo, una gran imprudencia.

Que Morales piense que nada ha cambiado ni en Bolivia ni en la región, y que puede decir impunemente todo o que se le pase por la cabeza, como ocurrió con los gringos cuando le sobraba la plata y cuando formaba parte de un bloque regional que lo protegía y lo mimaba, es también, cuando menos, pecar de ignorancia.

También puede haber algo de ignorancia si está pensando que como los brazucos necesitan todavía parte nuestro gas, estarán obligados nomás a renegociar el contrato en iguales o mejores condiciones. En ese caso estaría ignorando que, con mala voluntad política, los hermanos mayores del barrio podrían renovar el contrato para cumplir con la demanda que hoy todavía no pueden satisfacer, pero hacerlo poniéndonos un montón de dificultades y piedritas en el camino.

Podría ser también que esta actitud medio suicida se deba finalmente a una suerte de resignación a que no podrá forzar un nuevo referéndum para su reelección, sin perder nuevamente, y al mezquino reflejo de decir: como yo ya no voy a estar, jódanse entonces sin la gallina de los huevos de oro, y que mi recuerdo sea el de la bonanza, para preparar mi retorno.

Todo es posible, pero insisto, lo peor es que lo más posible es que se trate de una horrorosa combinación de todos esos factores.
 

jueves, 15 de septiembre de 2016

Las siete perlitas del gobierno en la semana (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-15/09/16)

¿Se supone que los ciudadanos deberíamos temblar de miedo con cada arremetida
autoritaria del gobierno, y, por lo tanto, dejar de pensar y de opinar? Digo esto porque flota en el aire político un tufillo de intolerancia creciente, que parece apuntar al silenciamiento definitivo de la sociedad civil.

Ya no puedes decir ni pío sin que te salten al cuello, acusándote de conspirador, traidor a la patria, vendido, discriminador, y sin que comiencen inmediatamente a revisar el código penal, para ver qué figura pueden forzar para sentarte la mano.

Los bolivianos no habíamos vivido nada ni remotamente parecido a esto, en ninguno de los gobiernos del periodo democrático más prolongado de nuestra historia; hagamos un poco de memoria, y veremos que ni en los momentos de mayor tensión social, nunca vimos rasgos tan intolerantes y tan autoritarios.

Cada día que pasa el tono de la prepotencia es peor, y, como es lógico, la consistencia y la seriedad de los ataques y las acusaciones es menor; el problema es que como el tono ha ido creciendo de a poco, uno no se da cuenta realmente del grado al que han llegado las cosas, hasta que te sacudes un poco la cabeza, y te das cuenta que no te sentías así, desde la época de los milicos.

Basta con hacer el ejercicio de recordar nomás las barbaridades que hemos escuchado la última semana para darnos cuenta del grado esquizofrenia política que sufre el gobierno.

La brutal pelea del gobierno con una de sus facciones cogobernantes, que derivó en el macabro asesinato de uno de los hombres del presidente, es, según el ministro de gobierno, de exclusiva responsabilidad de los medios de comunicación y de la oposición.

Siguiendo la línea de amenaza del vicepresidente, la vice ministra de Medio Ambiente nos advierte que no se nos ocurra decir nada más en relación a las represas del Bala y del Chepete, porque todo lo que digamos será una mentira, hasta que el gobierno no determine cuál es la verdad oficial y absoluta.

Los ministros de Transparencia y de Defensa, en vez de hacer el trabajo por el que
les pagamos, presentan en dos libros la verdad definitiva y oficial del Caso Zapata,
que permitirá desconocer y anular políticamente los resultados de toda una elección.

La ministra de Comunicación enjuicia en masa a dirigentes de la oposición y les promete cárcel y castigo, porque dice que se siente discriminada por las alusiones y las burlas a sus sombreros.

El ministro de la presidencia se refiere a los periodistas como bufones a sueldo que buscan dañar a Evo Morales, para cobrar un plato de lentejas de la Embajada de los Estados Unidos.

El ministro de defensa, responde a las denuncias sobre irregularidades en su libreta de servicio militar, llamando infeliz, cobarde y llunku de la Embajada de los Estados Unidos al diputado denunciante.

El presidente nos llama antipatriotas a los usuarios de Viva y Tigo, y amenaza con que revisará nuestros teléfonos para ver quién es el que no está apoyando el crecimiento económico del país al no usar Entel.

Siete perlitas como éstas, en una semana, no están nada mal, ¿verdad?

Si alguien todavía dudaba de que después de la derrota del 21F vendría un coletazo autoritario, pues ahí tiene la respuesta. Pero, ojo, estamos justamente frente a eso, a la respuesta a la derrota de un gobierno atemorizado, acorralado y agotado; una respuesta violenta y amenazante que, lejos de atemorizarnos y acallarnos, nos afirma en la defensa de nuestros derechos ciudadanos.