jueves, 14 de julio de 2016

Otra gran victoria del gobierno (Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-14/07/16)

El gobierno cree que les ha ganado a las personas con discapacidad porque se tendrán que ir sin haber conseguido nada, y cree además que con esa victoria no solamente se han quitado un problema de encima, sino que han mandado una regia señal de seriedad económica y firmeza política.

En realidad no se dan cuenta que la manera en la que han actuado les ha significado una horrenda derrota, cuyo costo político será inmensamente mayor al que han previsto.

En la misma lógica, seguramente siguen pensando también que les ganaron a los indígenas de tierras bajas en el tema del Tipnis, porque pese a las marchas, igualito le van a meter nomás la carretera por el medio del parque.

Y estoy seguro que están también convencidos de que les ganaron a los cívicos potosinos, que también tuvieron que volverse humillados y con las manos vacías, después de haber pasado las de Caín durante semanas de lucha en la sede de gobierno.

Así suman supuestas victorias, incapaces de comprender que episodios como los mencionados han destruido su legitimidad política, es decir el principal activo de éste y de cualquier gobierno.

Nada sería el costo electoral directo, que en el caso de Potosí se tradujo en un tremendo revés y en la pérdida política de la plaza; las consecuencias de estas hazañas son y han sido múltiples y transversales, e incluso han afectado a parte de la base dura masista, que no entiende cómo es que sus jefes pueden actuar de esa manera, y sin embargo callan por temor a las represalias internas, muchas veces peores a la aplicadas a “los enemigos” de la oposición.

Curiosamente, estas victorias se dan siempre en contra de los más débiles y los más vulnerables; así, el gobierno completa la imagen que los bolivianos nos hemos ido formando: el perfil del gobierno autoritario, inclemente con los débiles, y sobre todo abusivo, muy abusivo.

No les tiembla nunca la mano para atacar, con saña y con alevosía, a quienes osan demandar derechos y reivindicaciones sin ser parte de la rosca del poder; pero cuando se trata de lidiar con sus aliados o con sectores poderosos, actúan bien distinto.

Con las personas con discapacidad aplicaron todas las técnicas de presión y amedrentamiento que han venido perfeccionando durante los últimos diez años; acusarlos de ser un instrumento desestabilizador de la derecha, independientemente de la calidad de las demandas; dividirlos a través de la prebenda y del chantaje; acusarlos de conspiración y finalmente iniciarle a la dirigencia una sarta de juicios por delitos comunes y meterlos presos. Ese el modus operandi al que ya nos tiene acostumbrados.

Luego de casi tres meses de soberbia e inclemencia, durante los cuales no mostraron ni rastro de humanidad ni compasión por el sector más vulnerable de la sociedad, el gobierno se felicita por esa gran victoria, sin sospechar siquiera la vergüenza y la indignación que causaron en la ciudadanía, abusando y golpeando a compatriotas desvalidos.

No tuvieron tampoco el menor reparo en encerrase detrás de unas enormes rejas, graficando de esa manera, sin quererlo, la verdadera situación en la que se encuentra el gobierno: encerrado y acorralado por sus propios desaciertos.

Hoy este agónico desenlace parece ser una derrota para los discapacitados, pero no lo es. El tiempo demostrará que fueron protagonistas de una victoria moral y política épica, y la prueba de ello será que los bolivianos no olvidaremos sus demandas, y que sabremos cumplir con ellas, una vez que la justicia y la democracia sean restituidas.

 

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