jueves, 2 de abril de 2015

Sumas y restas engañosas (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-02/04/15)

La política no es una cuestión de números, y es por eso que tratar de hacer análisis y evaluaciones con sumas y restas es un grave error, tanto para oficialistas como para opositores. Reaccionar diciendo que se ganaron estas elecciones porque se consiguió victorias en la mayoría de los municipios del país o porque se consiguieron mayorías en muchos concejos municipales o asambleas departamentales, es una mala lectura por parte del gobierno. Pero arrogarse una victoria nacional sumando mecánicamente gobernaciones y capitales de departamento, también es una mala lectura de la oposición. Un momentito, estará pensando usted, ¿para empezar, de qué oposición estamos hablando? ¿Existe tal cosa como una oposición nacional? Tiene razón, no hay tal; por el momento lo que hay son algunos (y algunos nuevos) liderazgos regionales basados en figuras personales y/o en antecedentes de gestión local, pero sin proyecto político alternativo. Máximo entonces, podemos hablar de varias oposiciones dispersas y en ciernes. Si esto provoca sonrisas burlonas en el otro lado, recomiendo prudencia, pues las cosas en casa podrían también ser algo engañosas. El presidente y el vice se han apresurado en señalar que el MAS es el único partido con presencia y proyecto nacional, y eso es cierto. Pero para dormir realmente tranquilos, tendrían que preguntarse en qué quedaría el MAS sin la figura del presidente Morales y sin el concurso de las corporaciones funcionales (ex movimientos sociales). Si por alguna razón constitucional, política o personal el presidente no pudiera ser el eterno candidato, ¿Cuánto quedaría del MAS? Si se cierran las ventanillas como las del Fondo Indígena, en las que las organizaciones solo tienen que hacer fila para retirar un fangote de plata, seguirán éstas respondiendo al MAS? Sin la suma de corporaciones adictas ya a la prebenda, ¿cuánto queda del MAS como partido o estructura? Preguntas como esas nunca están de más y pueden servir para templar los acalorados análisis postelectorales. Si quisiéramos complejizar aún más la cosa, también podríamos cuestionar la certeza de un proyecto político nacional del MAS. Más allá de los grandes ejes del largo proceso constituyente, en los que coincidimos la mayoría, y que el MAS supo enarbolar muy convenientemente, la distancia entre el discurso político del MAS y los hechos es enorme. Las razones por las cuales la gente vota por el presidente en el occidente, no son para nada las mismas por la cuales votan en el oriente y en el sur. En un lado el discurso, cuando sale de la boca del presidente, aún funciona parcialmente, mientras que en el otro los hechos, diametralmente opuestos al discurso, convencen. Si sacamos de la fórmula el discurso repetido una y mil veces y la figura del presidente, otra vez queda una cosa totalmente distinta a lo que parecía ser; queda algo bastante parecido al proyecto nacionalista del MNR, y harto diferente de lo que el MAS dice en los papeles. Es posible entonces que estemos en un momento en que nadie tiene realmente un proyecto político nacional consistente y verdadero, más allá de lo que pueda significar el “evismo”. Y así sería entonces posible que estemos ante el principio de un nuevo ciclo, disponible para invenciones y reinvenciones políticas; sobre todo ahora que la gente ha dicho, entre muchas otras cosas, un rotundo basta a la acumulación absoluta del poder.

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