jueves, 29 de abril de 2010

La derecha carroñera (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-29/04/10)

La última vez que había visto caritas alegres en la derecha fue después de los pseudo referéndums autonómicos realizados en la media luna. Han pasado ya más de dos años después de aquellos pasos en falso y, desde entonces, las jetas llegaban hasta el piso cuando alguien cometía la indiscreción de hablar de política entre los odiadores del presidente (de él en particular y de los indios en general). Tanta decadencia en la derecha tradicional, traducida en tantas palizas electorales, avinagró la usual estampa desdeñosa de los derechosos, que prefirieron durante harto tiempo guardar silencio y agachar la cola en presencia de “los otros”.

El último mes las caras han cambiado y se advierte nuevamente ese clásico aire de desdén en los rostros de la reacción. La verdad es que no sé a qué santo esa actitud; algún despistado o recién llegado podría pensar que han hecho algo bien y se están alegrando y felicitando por ello. En efecto, la derecha se nota alegre y envalentonada: señal de que, nuevamente, no han entendido nada. Si uno de los motivos de la alegría es la reelección de los prefectos de Santa Cruz, Beni y Tarija, pues quiere decir que sufren de una aguda miopía política que les impide advertir que el oficialismo, mal que mal, ha perforado la media luna ganando en Pando y en Chuquisaca y obteniendo votaciones importantísimas en los cinco departamentos, otrora bastiones indiscutibles de la oposición. Con el MAS alcanzando votaciones entre el 40 y el 50 % en mi cancha, yo, en su piel, no estaría tan contento. Y francamente, la calidad de los ganadores tampoco creo que sea motivo de festejo.

Para muestra un botón. Los ganadores de la gobernación y la alcaldía de Santa Cruz parecen haber sido el peor es nada para un electorado huérfano de nuevos liderazgos. Podrán ser buenos tipos quizás, pero en términos de renovación, de propuesta, de visión y gravitación nacional y, en fin, de calibre político para la circunstancia, pues, por decir lo menos, han dejado mucho que desear. Inclusive hay quienes, hilando finito, creen que el gobierno ha quedado muy cómodo con los mismos interlocutores en el oriente y en el sur; debilitados, sin proyección política, hipotecados por sus culpas en actos delictivos, y alguno que otro hasta dispuesto a negociar su perdón compartiendo la torta del poder.

Mucho ya se ha escrito al respecto, y es cierto, la sopa oficialista se ha espesado después de los resultados de abril y de las sucesivos exabruptos presidenciales. Se barajan muchas tesis al respecto, pero ninguna le otorga a la derecha mérito alguno en la hazaña de haberle causado un disgusto electoral al MAS.

No deja de ser lamentable el espectáculo ofrecido por cierta derecha rapiñera, dispuesta a regodearse con las plumas de una presa que nunca pudo cazar. Vivir de la carroña que va dejando el desgaste del poder parece ser lo único que le queda por ofrecer a una derecha derrotada en todas las dimensiones posibles. Realmente triste.

domingo, 25 de abril de 2010

La voz de La Paz (Análisis Páginas Centrales-Página Siete-25/04/10)

Los resultados obtenidos por el Movimiento Sin Miedo de Juan del Granado, han sido sin duda la revelación de las elecciones realizadas hace quince días. Prueba de ello es el operativo político-comunicacional desplegado por el gobierno, orientado a minimizar y subestimar el traspié sufrido en el occidente. El oficialismo, y en especial el presidente, se han caracterizado por un agudo olfato e instinto políticos, por lo que es legítimo suponer que intuyen que lo ocurrido, sobre todo en La Paz, es sumamente serio.

La gravedad del asunto se ha podido advertir en la casi histérica reacción de la cúpula masista, que no ha tenido reparos en enviar al frente a Elizabeth Salguero con frágiles denuncias de fraude que difícilmente podrían explicar los trece puntos de diferencia con los que fue aventajada. Similar fue el caso del presidente de los diputados, que en días pasados protagonizara una agria discusión con Amalia Pando en una entrevista radial, en la que tuvo que realizar una serie de malabarismos aritméticos que no fueron suficientes para convencer; tampoco pudo hacerlo descalificando a la periodista. Pero por si fuera poco, ha sido el propio presidente el que ha salido a dar la cara, menoscabando su investidura presidencial y enfangándose en el lodo de la interpretación forzada de cifras. La estrategia parecería ser la de deslegitimar todo el proceso con una lluvia de demandas y acusaciones, para diluir el sabor a derrota o a victoria pírrica, con un maremágnum de denuncias.

¿Pero, por qué es tan importante el resultado de una sola ciudad en un escenario en el que El MAS se ha consolidado como la única y más poderosa fuerza nacional en los últimos cincuenta años, ganando importantes espacios inclusive en el oriente y en el sur del país? Por dos razones esenciales: porque la ciudad es La Paz, y porque tras los datos se esconde una pugna de liderazgos, una naciente oposición y la posible sucesión del poder.

La Paz, al margen de ser cuantitativamente la plaza electoral más importante del país, es el epicentro de la política nacional. Nuestra rica historia y tradición política y la cercanía con el poder nos han heredado una pasión por la política que ha madurado extraordinariamente con el paso del tiempo; el pulso político de La Paz, un faro para el resto del país es esencial para comprender el curso de los acontecimientos en la agitada agenda boliviana.

Hasta el año pasado yo pensaba, con cierta ingenuidad, que lo natural sería que Juan del Granado fuera el candidato a gobernador por La Paz en alianza con el MAS. Pero al parecer los resultados de la elección general de diciembre fueron el origen de una ruptura aparentemente innecesaria, pero brutalmente lógica a la luz de la real politik. Muchos masistas se habrán preguntado qué sentido tenía tener un socio en La Paz, porqué tendrían que compartir el poder en una plaza hegemónica, y sobre todas las cosas, porqué tendrían que renunciar a los mil quinientos ítems y al aparato de la alcaldía paceña. El “peguismo” se imponía así a la visión política y a la consecuencia ideológica. A este vicio del viejo sistema, se sumó otro, el celo de los liderazgos personales y el caudillismo. En una gestión a mitad de camino, las susceptibilidades acerca del futuro de Juan del Granado jugaron un rol importante en el distanciamiento entre el MSM y el MAS.

Los apetitos y recelos del MAS llevaron a una lectura errónea, en la que asumieron que La Paz era un cheque en blanco que podían endosar con la sola firma del presidente. Subestimaron al electorado paceño, que apostó por la continuidad de una gestión edil que le dio buenos resultados y que intuyó que detrás de la ruptura predominaban razones poco nobles. Un tercer elemento determinante fue la extracción social de la candidata oficialista, que dejó indiferente al elector motivado por afinidad de clase o raza.

Paradójicamente, la paranoia que inició el culebrón del divorcio político, dio como resultado exactamente lo contrario y precipitó el surgimiento del MSM y de su líder como una fuerza política alternativa con posibilidades de proyección nacional. Con ello se confirma una tesis que he sostenido desde hacen varios años: en este tipo de procesos, la oposición se genera desde la propia costilla del régimen y no, como muchos podrían esperar, desde la vereda de la oposición. La historia nos ha demostrado una y mil veces que son las contradicciones internas las que generan desgajamientos realmente serios.

Estas contradicciones son a veces de tipo ideológico y tienen que ver con los matices y giros que los diferentes actores del proceso desean darle al rumbo del proceso. Pero por otro lado es muy frecuente que estos quiebres se den por pugnas internas de liderazgo, es decir por razones de mezquindad y ambición personal. Un claro y fresco ejemplo de ello fue la Revolución del 52. No fue la falange o el partido liberal los que derrocaron al MNR; la caída del MNR y la contrarrevolución tuvieron sus causas y sus actores dentro del seno mismo del partido y a través de la profunda enemistad de sus líderes.

Así las cosas, la historia se repite. La oposición no podía estar en los partidos tradicionales de derecha, derrotados estructuralmente en octubre de 2003, ni mucho menos en los grupos de poder regionales de la media luna, más interesados en la preservación de sus privilegios que en un proyecto político con visión nacional.

El MSM tiene varias cartas a su favor en ésta gran oportunidad que le ha dado el MAS. Ha golpeado la mesa en La Paz, pero también ha demostrado ser un fenómeno occidental con una gran votación en El Alto, Oruro e incluso en Cochabamba. El partido del alcalde de La Paz no representa el pasado, y más bien ha sido parte constitutiva del proceso de cambio. De igual manera no carga encima el estigma indigenista etnocentrista, cosa que le facilitará su trabajo en las clases medias del oriente y del sur. Y finalmente, su principal fortaleza: haber demostrado ser un partido de izquierda progresista que llevó a cabo una gestión caracterizada por la eficiencia y la transparencia. En estos tiempos, créanme, eso no es poca cosa.

jueves, 22 de abril de 2010

Ferrocarril, carril, carril…(Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-22/04/10)

¿Cómo se inauguran las páginas de opinión de un nuevo periódico sin caer en cursilerías o en antipática zalamería? Qué puedo decir. A riesgo de cometer ambos pecados, confieso que detrás de todo el cinismo que nos caracteriza a los apasionados de la política y el periodismo, me siento honrado y profundamente motivado por éste nuevo desafío. Doble desafío; para los dueños, que emprenden una nueva empresa en el siempre complicado mercado local y para los periodistas y afines, que hemos apostado con entusiasmo por éste proyecto, cuyo reto debe ser el ejercicio permanente de un periodismo de calidad. Afortunadamente, será usted quien tenga la última palabra.

Dicho esto, volvamos a nuestro deporte favorito: la política. Pese a que desde todos los frentes posibles hacen lo posible y lo imposible para saturarnos y fatigarnos, a los bolivianos, y a los paceños en particular, la política nos fascina. No es por nada que nos hemos ganado la fama de ser el epicentro y el corazón de la política nacional. Lo que ocurre en La Paz, nunca debe ser tomado a la ligera. Modestia aparte, creo que una vez más hemos demostrado una extraordinaria madurez con el mensaje municipal enviado hace pocos días. Quienes pensaron que los paceños éramos un cheque en blanco listo para ser llenado con la consigna de turno, se equivocaron de medio a medio.

Es por eso que, más allá de las infinitas interpretaciones políticas de los resultados de unas elecciones de por sí complejas, lo ocurrido en La Paz tiene un altísimo significado político. El llamado de atención al machacante bombardeo propagandístico vacío de contenidos y al giro medio chinchoso que ha tomado el discurso de gobierno, es evidente. Esto ha sido un jalón de orejas serio y saludable que, en el mundo ideal, debería convertirse en un baño de humildad y autocrítica para el gobierno. La hegemonía no es automática y el precio de los apetitos políticos equivocados se paga con multas e intereses; eso es lo que la dirigencia masista debió escuchar. Si no saben escuchar las voces amigas e internas de discrepancia, ojalá lo hagan con la voz de los votantes. Por el momento, parece que han optado por el papelón de intentar desconocerla.

Pero ojo, si la derecha se ha alegrado de los tropiezos del oficialismo, esto es prueba de que otra vez no han entendido nada. La oposición regional lejos de ganar algo, sigue cediendo espacios, atada a liderazgos decadentes, agotada por su falta de visión nacional e hipotecada por sus propias culpas. UN ha revelado que su problema se llama Doria Medina; menudo problema tratándose de su jefe/dueño. Lo he dicho una y mil veces: la historia nos demuestra que en estos procesos, la oposición nace de la propia costilla, desde dentro; de las contradicciones internas dicen los teóricos. Yo digo de las pequeñas miserias y de las pugnas de liderazgo.

Qué curioso, pienso en el MAS y no puedo sacarme de la cabeza esa cancioncita con la que siendo niños, avanzábamos y retrocedíamos abrazados, al son de, Ferrocarril, carril, carril, Arica La Paz, La Paz, La Paz, un paso pa´tras pa´tras, pa´tras.