jueves, 19 de enero de 2017

¿Venezuela nos contará el final de la película? (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-19/01/17)

Arranco la columna con una huaseada que hará dar tres volteos a montón de gente, pero que creo tiene mucho de verdad: acá en el país los hemos agigantado en extremo a Morales y al MAS, ignorando que siempre dependieron de alguna manera, de factores externos, sin los cuales no hubieran sido, ni por asomo, lo que fueron.

Los precios internacionales de las materias primas y un vecindario regional lleno de cuates, no fueron los únicos factores, pero sin duda fueron dos factores de peso para su sobrevivencia política. Ninguno de los dos fenómenos fue tampoco generado por ellos, pero fueron al final el aire y el agua que les dio vida durante más de una década.

Y ninguna de las dos cosas sigue allí, con la excepción del régimen de Maduro en Venezuela, a estas alturas ya más podrido que bolsa de basura al sol, pero todavía dando los últimos pataleos de ahogado.

De que se van a ir por el caño por haber arruinado un país millonario en petróleo y por haber abusado groseramente del poder, no hay la menor duda; la única duda es el cómo y el cuándo.

Esa duda, a la cual no se le da mucha bola por estos lares, nos debería interesar mucho más de lo que nos está interesando, porque podría determinar de algún modo lo que sucederá con Morales y con sus ganas (o necesidades) de quedarse en el poder a como dé lugar, y por tiempo indefinido; hago la distinción entre las ganas y la necesidad, asumiendo como una posibilidad, el hecho de que la motivación para hacer la barbaridad que está haciendo no sea por pura ganas, sino por temor a tener que enfrentar a la justicia.

La recta final del maltrecho sucesor de Hugo Chávez podría tener un correlato en las decisiones que tome Morales en su encrucijada político-judicial, porque así como muchas cosas diferencian el proceso venezolano del proceso boliviano (el manejo económico, por ejemplo), otras muchas otras los hacen parecerse como hermanitos de padre y madre.

Entre éstas últimas destaca la propensión a escuchar y obedecer lo que les dicta la inteligencia, cubana, que es tan inteligente, que aconseja a sus amigos hacer cosas que ellos mismos no hacen, por ejemplo en sus relaciones con los gringos.

Si bien es cierto que la situación de debacle venezolana es mucho más profunda que la de Morales, no es menos cierto que la dirección en que ambos países van es la misma; ellos van, y siempre fueron, dos pasos adelante, pero nos adelantan lo que nos pasará acá tarde o temprano.

Las violaciones al derecho a la libre expresión, el acoso y persecución judicial a opositores, y la anulación de procesos electorales que pudieran perjudicarles, son prácticas comunes que sostienen a ambos regímenes, pero que tienen grados de avance diferentes.

Maduro está más acorralado que Morales y por lo tanto ha abandonado hace tiempo ya, y flagrantemente, las reglas de juego democrático; la última muestra fue su insólito último informe presidencial, presentado al Tribunal Supremo, en vez de a la Asamblea.

Pero en definitiva será la posición de las fuerzas armadas la que finalmente determinará el desenlace final del presidente venezolano; en este tipo de escenarios terminales, los militares generalmente tienen la última palabra, y los nuestros mirarán con atención lo que ocurre en Venezuela, antes de decidir lo que hagan en su relación con un gobierno que ha “mimado” generosamente a sus cúpulas, pero que representa todo lo contrario a la doctrina y tradición de las fuerzas armadas.

A mirar con atención lo que pase en Venezuela entonces.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario