jueves, 22 de enero de 2015

El asalto del MAS a la alcaldía paceña (Columna Bajo la Sombra del Olivo-Página Siete-22/01/15)

Bastaron dos semanitas para que los paceños veamos un retrato de cuerpo entero de nuestra ciudad bajo la administración del MAS. Pensé que iba a tardar un poco más, pero fueron suficientes un par de semanas para que los paceños, tanto los de nacimiento como los de corazón, experimentáramos la sensación de un salto hacia un pasado que creíamos haber superado. A través de una jugarreta incomprensible, el MAS se las ha arreglado para convertir, en tiempo record, el optimismo y el orgullo de la ciudad, en incertidumbre y desasosiego. Y entiéndase, no es que estemos pecando de susceptibles; las acciones digitadas por el oficialismo en la alcaldía de La Paz, han sido brutalmente claras y, por supuesto, suficientes para ponerle los pelos de punta al más curtido. La primera señal que el partido de gobierno le ha dado a la ciudad, es que para ellos se trata de un botín irresistible, y que no estaban dispuestos a esperar una cojuda elección para hincarle el diente; había que meterle nomás, o en este caso más bien, meterse nomás. Se metieron por la ventana antes de ser elegidos, ignorando olímpicamente la esencia y la condición de interinato de un periodo de transición, que bajo ningún argumento puede considerarse una gestión. En medio de la borrachera de poder, a alguien se le ocurrió la brillante idea de que en tres meses (porque, seamos claros, después del 29 de marzo ya será imposible negar el interinato), en casa ajena, iban a realizar grandes hazañas y cambios estructurales que merecían incluso una imagen propia, y que iban a marcar la diferencia y superar a quince años de continuidad institucional, y que, además, ¡los paceños íbamos a aplaudir impresionados! Otra señal inequívoca y característica que el MAS no ha podido evitar, es la de querer gobernar sin oposición; como no saben hacerlo de otra manera, han decidido paralizar el funcionamiento del concejo municipal de la ciudad ordenando a sus concejales a no asistir a las sesiones y así, están evitar cualquier posibilidad de fiscalización. En su implacable afán de conseguir el poder total y absoluto, el MAS también ha decidido que la mejor manera de apostar por su permanencia en la alcaldía de La Paz es cuoteando hasta el último espacio. La ciudad en manos del MAS está condenada a su loteamiento institucional por transportistas, gremiales y la larga fila de “organizaciones sociales” afines al gobierno, que no han alcanzado su cupo en la administración central. Por último, otro rasgo característico del MAS ya se siente en La Paz: donde manda el jefazo, no manda marinero. Guillermo Mendoza, apelando al sentido común y al espíritu democrático, intentó evitar el asalto a la alcaldía. Pero las ordenes venían de arriba y le pasaron por encima, dando cuenta de lo que podría pasarle en adelante si fuera elegido alcalde. ¿Responsabilizar a Omar Rocha de tremendo descalabro? No, por favor, eso sería caer en el mismo espejismo que le hace creer que es un político poderoso. Rocha no existe. No existe no solamente porque es un concejal con cero legitimidad y cero credibilidad; Rocha no existe porque su vigencia política fue y es un mero accidente; un accidente derivado del 10% que UN sacó en las últimas elecciones y un accidente del MAS, que con un alcalde títere, quiso hacernos creer que no estaba entrando por la ventana a la alcaldía. Dentro de breves 66 días, Rocha desaparecerá para siempre, y su desquiciado paso por el municipio paceño no le alcanzará ni siquiera para ser un triste recuerdo.